Libro. El cártel de Neza. La ficción como parangón de la realidad queda corta. Leer este libro es leer el más inverosímil y exagerado libreto hollywoodense; es echar por tierra las más obscenas ideas que se tienen acerca de la crueldad o la corrupción. Pero no es ficción. Afuera hay una realidad cambiante, cotidiana, que siempre será más increíble que cualquier producto de la imaginación.
Por eso existe el periodismo, porque el hombre común tiene la necesidad de conocer qué pasa en derredor suyo sin lisonjas; por eso la comunicación es ciencia, porque sirve para conocer en qué se ha transformado la especie humana en medio de sus códigos.
Este libro provoca la obligación de reaccionar, de darse cuenta de que la crueldad no conoce límites y que es tan expandible, tan ocurrente –así como el amor– que siempre hallará cómo superarse a sí misma, al encontrar maneras más “astutas” de hacer daño, vengarse y eliminar a sus iguales.
¿Qué busca el ser humano dotado de capacidades cognitivas, de construcción, de finos y antiquísimos modos de imponer su razón sobre lo(s) demás? ¿Es el mismo que se jacta de sus artes y su filosofía? ¿Su principal deseo será sobrevivir como el gran vencedor, ése que pudo escalar la cima de las clases sociales derrotando a quien osara intentar una convención o una igualdad? ¿Hay quien quiera ser el último hombre lleno de riqueza y de poder a costa de su soledad y la extinción? ¿Será que el destino del hombre es tornarse insensible ya de tanta muerte y sufrimiento infligidos por él mismo y su paradójica cerrazón de ser racional?
A lo largo de las páginas de El cártel de Neza se perciben la tristeza y la enajenación, la ruptura, los choques, enfrentamientos con la propia familia, no hay amigos ni valores, hay rencor, odio, traición, muerte, y todo para pasear en automóviles lujosos, portar alhajas únicas, comer exquisitos platillos en exclusivos restaurantes…
Nada queda de esperanza después de ver tan cerca la obsesión por lo que al final no vale nada; con cada palabra escrita mengua la esperanza de que algo cambie para ser libres. Y es que en el afán de la búsqueda del poder o el dinero se va trastocando poco a poco lo que queda de ideales. Triste, el hombre que le puso precio a su dignidad y amor propios, triste, quien a pie, juntillas, obedece los dictados de la corrupción y hace trizas el respeto por los demás; triste es la maldita sociedad que lo anima a destacar por el puñado de billetes que trae consigo.
Este es un libro en el que insólitos mundos dantescos aparecen en la casa vecina. La cercanía con que se mira la fragilidad de la urbe y sus instituciones cala hondo en la perspectiva de lo cotidiano, que siempre toca, hiere, porque está más cerca de lo que parece.
Con este texto, el relato de un narcotraficante (hoy desaparecido), a través de una serie de entrevistas que sostuvo con el periodista José Antonio Caporal, busca el indulto de su propia conciencia. Y pondrá la atención en las redes de corrupción en el Estado de México, particularmente en Ciudad Nezahualcóyotl; también en en varias delegaciones del Distrito Federal, en el contrabando de drogas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en las llamadas narcotienditas (cómo laboran y se organizan), en la protección de elementos policiacos y otros servidores públicos de todos los niveles para que la distribución de cocaína resultara sin contratiempos, además de arrojar luz sobre las cantidades de dinero que se emplean en ese negocio y el “nivel de vida” que se adquiere.
Es la historia de Joaquín Quintero, el Sapo, y de cómo la sociedad –su sociedad– se encargó de rechazarlo y orillarlo a delinquir, problemas familiares, la ruptura definitiva entre sus miembros, aunado a la carencia de recursos que devino en la absoluta perversión de cualidades tan subjetivas como el valor, la lealtad, la hermandad o la pertenencia. Fueron aquéllos los motivos que habrían de generar un rencor contra quienes le rodeaban, así que Joaquín buscó métodos más rápidos para obtener dinero y sentir (saber) que sobresalía.
Pero la pesadilla viene después, cuando todo eso se volvió realidad gracias a su pericia para plantear soluciones, su imbatible constancia obedeciendo órdenes, y tener la sangre “fría” para poder burlar obstáculos que le impidieran alcanzar sus objetivos sin remordimiento, todo en nombre “del negocio”, que finalmente, no sin miedo, le dio lo que buscaba.
El Sapo cuenta que trabajó con una banda llamada los Lobos Rojos robando autos y casas habitación, con el cártel del Centro y luego con el de Neza ya como parte del aparato logístico del narcomenudeo, justo en la transición entre los siglos XX y XXI.
El cártel de Neza es una disección de la vertiginosa carrera ilegal para obtener dinero y poder (poder de matar), auspiciado por la complicidad de servidores públicos, vista a través de los ojos de un periodista y los testimonios de viva voz de un narcomenudista que trabajó bajo las órdenes de Delia Patricia Bustos Buendía, conocida como la Ma Baker, líder del temible cártel de Neza.
No hay reivindicación, tampoco justicia, pero en algún momento un funcionario asume congruentemente su papel de servidor público y decide hacer frente a una de las tantas organizaciones existentes del crimen organizado poniéndole fin, siempre ante una férrea resistencia. Sin embargo, en medio de este sistema de impartición de justicia mexicana en el que el dinero es quien lleva la palabra, “esto es natural, un espacio que es dejado por un grupo, inmediatamente es ocupado por otro”.
Título: El cártel de Neza
Autor: José Antonio Caporal
Editorial: Random House Mondadori, 2003
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