Dos agencias del sistema de Naciones Unidas, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sustentaron el pronóstico en su más reciente diagnóstico sobre el tema, presentado en mayo de este año.
Según la Cepal y la OIT, el desempleo urbano seguirá en ascenso, luego de registrar en 2016 el mayor incremento promedio anual en 2 decenios.
El alza prevista en el producto interno bruto (PIB) de la zona resultará suficiente para contrarrestar las condiciones de debilidad del mercado laboral, por lo que la desocupación urbana podría situarse en 9.2 por ciento, tras subir a 8.9 en 2016 desde el 7.3 por ciento de 2015, precisó el estudio.
Cálculos avalados por la investigación corroboraron que en 2016 la tasa de desempleo urbano subió en 13 países y en ocho hubo descensos o se mantuvo una proporción similar al año precedente. Ello significó un empeoramiento de la situación frente a 2015, cuando la cantidad de países con aumentos en el índice de desocupación fue de ocho, mientras en 13 disminuyó o se mantuvo.
Aunque la tasa de 8.9 puntos porcentuales en 2016 fue resultado en buena medida del desempeño de Brasil, con un alza del desempleo urbano de 3.7 por ciento, en la mayoría de los territorios de la zona también hubo retrocesos, remarcó la pesquisa.
La marcada contracción de la ocupación urbana, estimó el reporte, estuvo dada principalmente por la debilidad en la generación de empleo asalariado, que disminuyó un 0.5 por ciento en promedio ponderado.
Presionadas por la falta de oportunidades en el mercado formal, muchas más personas ingresaron al trabajo por cuenta propia, caracterizado por ingresos bajos e inestables, observaron ambas agencias de Naciones Unidas.
El ascenso de los ocupados por cuenta propia denotó la tendencia hacia la precarización del empleo regional, pero su aumento en 2016 resultó inferior al registro de 2015, lo cual dejó en evidencia su menor contribución para atenuar el efecto del aumento de la tasa de desempleo, demostró la indagación.
Entre los más vulnerables, advirtió el estudio, estuvieron nuevamente las mujeres y jóvenes con bajo nivel de educación e inmigrantes, muchos de los cuales se desempeñan en ocupaciones precarias.
Desde hace varias décadas América Latina y el Caribe es una región de emigración neta; sin embargo, por diferentes motivos, la emigración extrarregional se ha desacelerado en tiempos recientes y, en términos relativos, el movimiento intrarregional ha ganado relevancia.
En casi todas las naciones comprendidas en el examen (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, República Dominicana, Uruguay y Venezuela), más del 80 por ciento de la población inmigrante económicamente activa provino de otros territorios del área, a excepción de Brasil, México y Panamá.
Al decir de Cepal y OIT, “poco se sabe actualmente de las características de la inmigración hacia países de la región y la inserción laboral de estos inmigrantes”; no obstante, la averiguación reveló que los inmigrantes representan un conjunto muy heterogéneo en términos de edad, educación y características de inserción laboral.
“Existen diferencias significativas entre los países con movimientos migratorios recientes relativamente masivos y aquellos donde los indicadores reflejan el peso de migraciones laborales del pasado y de otras modalidades de migración”, evaluó el análisis.
Mientras en los países con una menor proporción de inmigrantes con respecto a la población total, se encontró predominio de una migración de personas con preparación educacional relativamente elevada y cuyas condiciones laborales, en promedio, parecen ser mejores que las de los trabajadores oriundos.
Donde hay fuertes flujos migratorios, agregó el reporte, los inmigrantes suelen percibir ingresos medios más bajos que los de los nativos, sufren elevados índices de informalidad laboral y e inferior cobertura de seguridad social. Dentro de ese universo, las mujeres migrantes presentan la peor situación.
Para la Cepal y la OIT, “lo ocurrido en 2015 y 2016 responde a una fase contractiva del mercado laboral iniciada por el progresivo enfriamiento de las economías de la región desde 2011, que se manifestó en tasas negativas del PIB regional en los últimos 2 años”.
Según reflejó el examen, los ajustes en la cantidad, la composición y la calidad del empleo regional en 2016 también implicaron condiciones de ingreso más precarias: los salarios medios reales cayeron o aumentaron menos que en 2015 y los ajustes abarcaron a más países.
El desempeño de los salarios reales, junto con la pérdida y precarización de empleos, son factores que incidieron en las condiciones de pobreza de los hogares en 2016, sintetizó la evaluación.
Si bien la tasa de desempleo durante el año anterior acumuló dos puntos porcentuales de incremento en relación con 2014, la proporción todavía resulta inferior a las existentes entre fines de la década de 1990 y comienzos de la de 2000.
Pero el panorama a corto y mediano plazos para nada se avizora halagüeño, argumentaron la Cepal y la OIT, al considerar factores claves como las debilidades estructurales de la economía del área, el leve ascenso de los precios de sus productos de exportación y un entorno internacional con mayores incertidumbres.
“En vista de que el empleo es la llave maestra para reducir la pobreza y la excesiva desigualdad en la región, las tendencias laborales recientes son altamente preocupantes”, consideraron la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, y el director regional de la OIT, José Manuel Salazar, en el prólogo del documento.
A juicio de ambos funcionarios, urge duplicar los esfuerzos en aras de “promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”, de conformidad con los objetivos inscritos en la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El pasado 22 de mayo, la ONU advirtió que el crecimiento económico global debe acrecentar su velocidad para hacer posible el objetivo de erradicar la pobreza extrema para 2030. De proseguir el ritmo actual, en esa fecha un 6,5 por ciento de la población del planeta continuará en esa situación de precariedad multidimensional.
Pese a “los grandes progresos hechos en la lucha contra la pobreza, posibilitados por la globalización y el progreso tecnológico, la desigualdad ha aumentado marcadamente en el mundo, subrayó el secretario general de la ONU, António Guterres.
María Julia Mayoral/Prensa Latina
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