Inició en Estados Unidos la vacunación anti-Covid-19 –de Pfizer– el 14 de diciembre: es la primera que se aplica en todo el Continente Americano, en esta fase para el personal de salud. Ese país es el mayormente devastado por el contagio del SARS-CoV-2, con más de 300 mil muertos y 2 millones de infectados acumulados (12 mil defunciones cada 24 horas).
Ese mismo 14 de diciembre, la vacuna rusa Sputnik V solicitó permiso a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) para empezar las pruebas. Las instituciones de salud rusas han afirmado que tiene una efectividad de casi el 92 por ciento y, a diferencia de otras, no ha presentado casos lamentables (muertes) luego de su aplicación. Para México están en camino, también, las vacunas de Moderna y CanSino Bio, mientras que la de Pfizer ya está en nuestro país.
Desde hace meses y hasta el día de hoy, las vacunas anti-Covid-19 constituyen una poderosa arma de lucha geopolítica y geoestratégica entre las potencias en la salud pública y privada, lo cual ha seguido a los cambios geopolíticos que trajo consigo la pandemia global.
Tras las primeras acusaciones entre China y Estados Unidos de haber provocado intencionadamente la crisis global de la pandemia Covid-19 para afectar sus intereses a nivel global y regional –lo que sugería una posible e inédita guerra bacteriológica entre las dos más grandes potencias–, Europa occidental, Asia, Eurasia y Norteamérica pasaron a desarrollar una batalla estratégica por la vacuna anti-Covid con base en las capacidades nacionales en los sistemas científicos y de salud; y en otros casos, mediante alianzas público-privadas, entre sistemas de salud públicos y con la participación de alianzas de capital para financiar los gigantescos gastos que todo ello conlleva.
Países como México se han integrado a alianzas internacionales o regionales, y se han apuntado como demandantes masivos con diferentes proveedores de vacunas. El presidente Andrés Manuel López Obrador mencionó que, durante su pasada visita a la Casa Blanca, solicitó al presidente Donald Trump su intervención para asegurar una provisión suficiente, aunque parcial porque no puede ser total, de parte de los proveedores estadunidenses de la vacuna, empezando por Pfizer, que se notaba adelantado en la carrera. Desde luego, México ha generado un fondo de recursos financieros para las compras, que en la última declaración del propio presidente López Obrador consta de 20 mil millones de pesos (unos 1 mil millones de dólares aproximadamente).
Hoy somos de los seis únicos países que ya tienen vacunas: sólo 250 mil, pero ya empiezan a llegar y seguirán fluyendo. También se ha dado a conocer un Plan Nacional de Vacunación en cinco etapas, con un estimado de 100 millones de dosis para nuestro país. Si los proveedores cumplen lo que se ha venido pactando, es alentador.
En ese contexto de la lucha global contra la pandemia, de forma aproximada (porque está emergiendo nueva información semana a semana) el panorama de las alianzas es el siguiente:
a) Coalición sobre las innovaciones para las pandemias (CEPI): es una asociación mundial que engloba organizaciones públicas, privadas, filantrópicas y de la sociedad civil que trabajan para acelerar el desarrollo de vacunas contra enfermedades infecciosas emergentes y permitir el acceso equitativo a esas vacunas para las poblaciones afectadas. Creado durante el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza) en 2017, con el objetivo de contar con un plan coordinado, internacional e intergubernamental para desarrollar y desplegar nuevas vacunas que puedan prevenir futuras epidemias. La CEPI ha intervenido en el desarrollo de vacunas contra el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), contra los virus Lassa, Nipah y Ébola. Desde el primer momento en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el brote de la Covid-19 constituía una emergencia de salud pública a nivel mundial, CEPI manifestó su deseo de colaborar para hacer frente a este nuevo virus (el 17 enero de 2020, CEPI inició ocho proyectos de desarrollo de vacunas contra la nueva enfermedad), y México se adhirió a este proyecto en mayo de 2020. Se han propuesto tener al menos tres vacunas probadas que puedan presentarse a las autoridades reguladoras para obtener una licencia para uso general.
b) Alianza OMS: conglomera a distintas coaliciones para garantizar el acceso a la producción de las nuevas tecnologías y productos esenciales para atacar la Covid-19; es decir, incluye fabricación de fármacos. Las organizaciones agrupadas en torno a la OMS son: Fundación Bill & Melinda Gates, CEPI (Coalition for Epidemic Preparedness Innovations), DCVMN(Developing Countries Vaccine Manufactures Network), GavI, the Vaccine Alliance, The Global Fund, IFPMA (International Federation of Pharmaceutical Manufacturers & Associations), IGBA (International Generic and Biosimilar Medicines Association) Unitaid, Wellcome, lanzaron esta alianza el 24 de abril de 2020. Ocho en total.
Hay dos objetivos de esta coalición que destacan: acceso global equitativo a herramientas innovadoras para atacar la Covid-19, y concreción de niveles de asociación sin precedentes: involucrarse de manera proactiva con las partes interesadas para alinear y coordinar esfuerzos. Construir sobre las colaboraciones existentes, idear soluciones colectivas y basar la asociación en la transparencia y la ciencia.
c) Acelerador Terapéutico Covid-19: iniciativa lanzada el 10 de marzo de 2020 por la Fundación Bill & Melinda Gates, el Fondo Wellcome y MasterCard para acelerar la respuesta a la pandemia, mediante la identificación, evaluación, desarrollo y ampliación de tratamientos. Desempeñará un papel catalítico al acelerar y evaluar medicamentos y productos biológicos nuevos y reutilizados para tratar a pacientes con Covid-19 en el plazo inmediato, así como otros patógenos virales a largo plazo. También investigan varios aspectos del ciclo de desarrollo para simplificar la ruta del producto candidato a la evaluación clínica, el uso y fabricación. Trabaja con la OMS, con organizaciones gubernamentales y del sector privado, así como con instituciones globales reguladoras. Al compartir investigaciones, coordinar inversiones y agrupar recursos, estos esfuerzos acelerarán la investigación.
d) “Solidaridad”: es un ensayo clínico internacional puesto en marcha el 18 de marzo 2020, por la Organización Mundial de la Salud, como otro de sus frentes de acción global, y sus asociados para encontrar un tratamiento eficaz contra la Covid-19. En este ensayo participan pacientes de diversos países, y consiste en procedimientos simplificados (que no requieren la realización de trámites burocráticos), lo que permite que participen hospitales con sobre cupo de pacientes. Hasta el 8 de abril de 2020, más de 90 países colaboraban para encontrar cuanto antes tratamientos eficaces a través del ensayo.
e) Iniciativa de Medicamentos (IMI): es la mayor iniciativa de colaboración público-privada del mundo, que tiene como objetivo revitalizar la investigación biomédica en Europa para conseguir medicamentos más seguros y eficaces en tiempos más cortos. Es una colaboración entre la Comisión Europea y la industria farmacéutica europea (representada por EFPIA), aprobada por el Consejo de la Unión Europea en diciembre de 2007. Su objetivo es mejorar la salud, acelerando el desarrollo y acceso de los pacientes a medicamentos innovadores, y en particular, en áreas con necesidades médicas no cubiertas. Facilitan la colaboración entre los principales agentes involucrados en la investigación biomédica, incluidas universidades, centro de investigación, industria farmacéutica, Pymes, asociaciones de pacientes y reguladores oficiales.
La IMI ha facilitado también el trabajo colaborativo de la industria bio-farmacéutica con entidades públicas para desarrollar diagnósticos, tratamientos y vacunas contra la Covid-19.
f) Instituto Nacional de Salud NIH-ACTIV: es una estrategia internacional conformada por los Institutos Nacionales de Salud y la Fundación para los NIH (FNIH), que son empresas bio-farmacéuticas, de la Oficina de Salud y Servicios Humanos del subsecretario de Preparación y Respuesta, de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos y la Agencia Europea de Medicamentos, todos ellos convergiendo en esfuerzos para acelerar el desarrollo de opciones terapéuticas y vacunas contra la Covid-19. Igualmente, acelerando sus trabajos conjuntos.
g) Coalición BARDA (Biomedical Advanced Reserch Devolopmed Authority): organismo que apoya la innovación de medidas preventivas médicas como vacunas, medicamentos y diagnósticos, desde la investigación hasta el desarrollo avanzado para su consideración y aprobación por parte de la FDA. BARDA se creó en diciembre de 2006, con la finalidad de proteger a la población de enfermedades infecciosas emergentes e influenza pandémica, así como amenazas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares. Trabaja con el financiamiento, asistencia técnica y servicios básicos, que van desde una red de organizaciones de investigación clínica hasta centros para la innovación en desarrollo avanzado y fabricación. Desde febrero de 2020 trabaja en asociación con Regeneraon desarrollando “anti-cuerpos monoclonales” para los virus MER y SARS, así como la vacuna contra la Covid-19. Promueve para ello, asociaciones público-privadas.
Ha sido impresionante el tipo de alianzas, coaliciones de muy distinto tipo: gobiernos, empresas de transporte, aeropuertos, organizaciones de la salud y farmacéuticas de todo el mundo diseñan planes, calculan costos y firman acuerdos para facilitar las vías para llevar una potencial vacuna a sus territorios, algunos sumamente extensos y con muy alta demografía.
Son siete las alianzas internacionales para atacar la pandemia global que tienen cuatro grandes ejes estratégicos: el capital privado (a través de empresas farmacéuticas, laboratorios), organismos de la sociedad civil (filantrópicos, ONG, fundaciones), e instituciones públicas de salud y organismos multilaterales (OMS-OPS) de los cinco continentes. Alianzas globales para la investigación, la realización de pruebas y la producción masiva. Muchos reciben financiamiento para I&D de gobiernos nacionales (las llamaremos “del primer grupo”). Pero hay “alianzas cruzadas”, algunos de estos actores participan en otros organismos y alianzas.
Además de las alianzas, a instancias de la OMS hay 172 países agrupados en el “Mecanismo COVAX” apoyado por el “CEPI” (en los meses recientes se integraron nueve miembros) y coordinados por el organismo denominado GAVI [Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización, integrada por organizaciones públicas y privadas administradas por la secretaría de la iniciativa GAVI/corporación suiza y dirigida por la junta de accionistas, según Unicef] para una colaboración efectiva con los laboratorios fabricantes de vacunas. Así, la OMS promueve “un acceso equitativo” y la negociación de un procedimiento de “acceso en común”. Es la iniciativa mundial más importante y en ella participa México.
En este esfuerzo global para atacar la pandemia, el gran tema es que los países de más bajos ingresos requieren ser integrados en de una “visión global”, y dentro también de otro mecanismo de negociación en vías de conclusión: la distribución y aplicación de la vacuna contra la Covid-19. Este punto no está aún resuelto, aunque no se haga énfasis en esta ausencia. Y es una grave falla del proceso actual orientado a la compra, distribución y colocación de vacunas.
Al respecto, México presentó ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas una resolución para promover el acceso igualitario a medicamentos, vacunas y otros insumos médicos, la cual fue apoyada por 179 países y aprobada por unanimidad. En paralelo, nuestro país participó en la “Conferencia para la Respuesta Global al Coronavirus y en la Cumbre Global de Vacunas”. México participa en todos los esfuerzos multilaterales para el aceleramiento, desarrollo, producción y distribución justa de la vacuna contra la Covid-19: Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias CEPI; Alianza Global de Vacunas e Inmunización y la OMS.
GAVI, CEPI y la OMS han creado la “Plataforma de Acceso Global” para la vacuna contra la Covid-19 (el COVAX), la cual tiene como objetivo distribuir, al menos, 2 mil millones de dosis de la vacuna contra la Covid-19 para finales de 2021. COVAX garantiza a México 20 por ciento de cobertura. Bajo otras alianzas, para el próximo año nuestro país pretende disponer de 100 millones de dosis, por lo cual participa en un fondo multilateral –hasta ahora se han recaudado unos 10 mil millones de dólares para ello– y buscando alianzas sobre todo con China, Italia, Estados Unidos, Rusia, Francia, Argentina, Cuba y Gran Bretaña, mediante mecanismos de cooperación bilateral-regional.
Rusia se convirtió en el primer país que aprobó, a la fecha, dos vacunas contra la Covid-19, con un liderazgo mundial aún cuestionado en occidente, desarrolladas por el Instituto Gamaleya de Moscú, vacunas que pasaron por todas las revisiones, aplicaciones y experimentaciones científicas (entre miles de humanos), planteadas por la OMS (fase 3), cuya prueba final debe ser completada y tarda meses en recopilarse los resultados experimentales, para determinar el lapso efectivo de inmunidad. Rusia ha sido acusada por occidente de robar investigaciones desde laboratorios de sus países. Las vacunas rusas son dos aprobadas y aplicadas en Rusia, que hoy están en proceso en una carrera mundial de los gobiernos y los laboratorios para frenar la pandemia del nuevo coronavirus.
El Fondo Ruso de Inversión Directa, el fondo soberano de inversión de Rusia y la compañía farmacéutica Landsteiner Scientific anunciaron un acuerdo con México para suministrar 32 millones de dosis de Sputnik V.
Estados Unidos tiene en proceso y una ya funcionando, otras seis vacunas en fase de pruebas y ha avanzado en el estándar solicitado por la FDA para su aprobación (además de la vacuna de Pfizer).
Dos empresas chinas presentaron en septiembre de 2020 en la ciudad de Beijín sus vacunas contra la Covid-19. Las dosis producidas por las empresas Sinovac Biotech y Sinopharm forman parte de algunos de los proyectos de vacuna más avanzados del mundo y generaron grandes expectativas en China. Se encuentran en fase 3. Sus fabricantes esperan obtener el visto bueno de las autoridades para ponerlas en el mercado antes de que termine este año.
Estas vacunas (la rusa, china y otras) podrían empezar a aplicarse en México en febrero-marzo de 2021 (deben ser aprobadas por Cofepris). México es uno de los 12 países en desarrollo con quienes China ha acordado que participen en la fase 3 (prueba en seres humanos). En el mundo son más de 50 las vacunas que están en esa fase. Incluso China está estudiando la opción de relocalizar plantas de producción de la vacuna en dos o tres países latinoamericanos, uno sería México.
Hoy se habla ya en las cancillerías de las principales potencias, que el “mundo post-Covid-19 no será igual que el anterior”. El reacomodo de las potencias y el propio balance de poder entre ellas depende de cuatro factores que se incubaron y desarrollaron en el curso de la pandemia global: el impacto de ella en cada país, la rapidez y efectividad con que respondieron ante el tremendo desafío que ella ha significado; la profundidad de la afectación económica y la capacidad que se está mostrando para recuperarse, y el manejo del liderazgo al interior de la propia pandemia global, en lo cual el tema del avance científico-técnico clínico y epidemiológico representando por las vacunas es fundamental, marcará la nueva distribución del poder en el mundo. Veremos luego si todo impactó la fuerza militar.
De allí que éstas hayan asumido un contenido geopolítico y estratégico de primer orden, porque modificará el status de las grandes potencias con los países y las distintas regiones del planeta, considerando también su grado de inmunización efectiva. Especialmente, la forma en que se resuelva el tema de la distribución equitativa, es decir, la cobertura hacia los países sin ingresos para adquirirlas a instancias de los esfuerzos que hace la OMS y sus instituciones aliadas.
Los servicios de inteligencia deberán estar en extremo activos porque la geopolítica de la Covid-19 ha alterado los términos de la geopolítica estratégica. Es necesario que los servicios de inteligencia generen una proyección de carácter estratégico a partir de un análisis muy meticuloso de la experiencia actual, con el estudio de todas sus variables. No es fácil pero sí indispensable, como lo es abrir estos trabajos de información a la sociedad nacional. Y en muchos aspectos, esta problemática lo es también de inteligencia económica de carácter estratégico. Hay que avanzar en ello, si queremos adelantarnos al futuro. Hoy los servicios de inteligencia de los países europeos y asiáticos se están reconfigurando aceleradamente para responder a los nuevos desafíos que plantea la era post-pandemia global. México va a la zaga.
Jorge Retana Yarto*
*Licenciado en Economía con especialidad en inteligencia para la seguridad nacional; maestro en administración pública; candidato a doctor en gerencia pública y política social. Tiene cuatro obras completas publicadas y más de 40 ensayos y artículos periodísticos; 20 años como docente de licenciatura y posgrado; exdirector de la Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional.
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