Stella Calloni*/ Prensa Latina
Buenos Aires, Argentina. Sería imposible entender lo que está sucediendo este 2016 en Venezuela si no se conoce, al menos, parte de lo actuado en la ofensiva criminal de Estados Unidos contra ese país, que acumula mucho más de 1 década de agresiones en forma permanente, y que ahora está amenazado por un intervención como escarmiento para América Latina.
Entre los cables filtrados por Wikileaks de 2011 a 2015 figura un informe emitido por el consejero político de la embajada de Estados Unidos en Caracas, Robert Downes, denominado Cinco puntos estratégicos del equipo en el país para el apoyo programático de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por su sigla en inglés), delineados para el periodo 2004-2006 destinados a influir en 2007. El plan estaba dirigido a fortalecer las instituciones “democráticas”, penetrar la base política de Hugo Chávez, dividir al chavismo, proteger los negocios vitales de Estados Unidos, y aislar a Chávez internacionalmente.
Estas acciones las manejó la Oficina de Iniciativas de Transición (OTI) de la Usaid, que de 2004 a 2006 entregó 15 millones de dólares a 300 “organizaciones civiles”, bajo la pantalla de derechos humanos y programas de educación.
Revelan los cables que para “penetrar la base y dividir al chavismo”, la embajada estadunidense trabajó para infiltrar organizaciones populares. También las militares. La OTI realizó más de 3 mil foros, talleres y sesiones de capacitación para la cooptación de la población, señala el texto (tomado de Desafío 21).
Asimismo, fundó una cantidad de organizaciones no gubernamentales (ONG) para penetrar en los municipios y creó programas para inmiscuirse en grupos locales y generar descontento (el desabastecimiento es clave). Para “aislar a Chávez” del plano internacional, la OTI usó su influencia en ONG de otros países de la región y Estados Unidos financió el envío de opositores venezolanos a diversos países alentando la campaña contra Venezuela.
Estos sólo son algunos de decenas de cables que desnudaron el trasfondo de los sucesos en Venezuela, que se incrementaron muy especialmente a partir de la enfermedad de Chávez, a partir de 2012, cuando las ONG crecieron como hongos.
El escenario violento que se desarrolló en Venezuela en febrero de 2014, con el plan golpista de “La Salida” que lideraba Leopoldo López, se produjo en momentos de fuertes presiones externas sobre Venezuela, continuando el esquema del eterno golpismo.
El desabastecimiento de estos últimos años se inició desde 2007 y se incrementó a puntos límites como parte del esperado “golpe final”. Citamos sólo algunos ejemplos de lo actuado por Estados Unidos en Venezuela radicalizando cada año la violencia, utilizando a una derecha local mediocre y entreguista, mediante campañas internacionales de mentiras y falsificaciones.
La propaganda negativa extendida al mundo entero que presentaba al comandante Hugo Chávez como un temible dictador se extendió al presidente Nicolás Maduro y las acciones encubiertas crecieron cada año, intentando trasladar al territorio venezolano las “revoluciones de colores” con que manejaron a miles de jóvenes en la Europa del Este.
Human Rights Watch, que nadie ignora pertenece a la CIA estadunidense como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Reporteros sin Fronteras y otras de las “creaciones” de Estados Unidos y sus asociados europeos pasaron a una ofensiva sin respiro…
Maduro fue convertido en un “dictador feroz, violador de los derechos humanos, de la libertad de expresión que avanzaba sobre la propiedad privada”, mientras sometían al país a una guerra de demolición despiadada.
Cuando el 10 de septiembre de 2015 fue condenado el ultraderechista Leopoldo López en Venezuela a 13 años de prisión, acusado por delitos como instigación a delinquir, daños a la propiedad pública, homicidio e intimidación pública, en el intento de golpe de “La Salida” en 2014, éste se convirtió para Estados Unidos en la figura “democrática de oposición”, a quien el gobierno “dictatorial” de Maduro mantenía prisionero.
De acuerdo con las revelaciones de Wikileaks, alrededor de 79 cables diplomáticos se referían a López por el enorme interés de Washington en esta figura opositora. En la década de 1990, Leopoldo López estudió en una institución completamente ligada a la CIA: en Kennedy School of Goverment de la Universidad de Harvard, donde la propia CIA brinda conferencias a estudiantes, señala un trabajo de Investigadores de Crisis (Desafío 21).
En 2002, López participó de las manifestaciones a favor del golpe de estado contra Hugo Chávez, y ya había recibido apoyo político y financiero del Partido Republicano estadunidense. Los cables que mencionan a López datan de 2006 a 2009 y coinciden con filtraciones que aclaran una participación explícita de Estados Unidos en Venezuela junto a la oposición.
Sería imposible enumerar los cables que muestran la dirección estadunidense en el golpismo “eterno” contra Venezuela y las veces que la oposición pidió una intervención militar a Estados Unidos.
El golpismo actual tuvo diversas características y citamos sólo algunas como “La Salida” de 2014, la “Operación Jericó”, el “Golpe Azul” denunciado en febrero de 2015, en el cual participaban militares venezolanos, especialmente de la Fuerza Aérea. La “Operación Jericó” estaba bajo la supervisión del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) de Estados Unidos y fue descubierto por la inteligencia venezolana, como también el “Golpe Azul”. Se programaba un ataque con un avión artillado EMB (como se conoció luego de Academi, exBlackwater) sobre el Palacio de Miraflores y una cantidad de instituciones estatales y medios de comunicación gubernamentales, como Telesur.
Contemplaba otros bombardeos con participación de un grupo de militares de la Fuerza Aérea Venezolana cooptados por Washington. La llegada de la oposición como mayoría a la Asamblea en enero de este año, apresuraría los intentos golpistas y de intervención.
El 20 y 21 de mayo de 2016, Venezuela realizó un ejercicio militar en todo el país con participación de miles de civiles voluntarios, después de conocer un plan de intervención detallado por el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, “Operación Venezuela Freedom-2”. Este documento se habría producido el 25 de febrero de este año bajo la dirección del almirante Kurt Tidd, nuevo jefe del Comando Sur de Estados Unidos.
El documento –traducido por el portal Misión Verdad– define la política coordinada por el Ministerio de Defensa y los organismos de inteligencia de Estados Unidos y desarrollada en conjunto “con las fuerzas aliadas de la región”.
Participan además las denominadas fuerzas especiales (Comando de Operaciones Especiales Sur, Fuerzas Conjuntas de Tareas Bravo, Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur-Jiatfs) y la Agencia de Inteligencia para la Defensa (DIA), destinadas a actuar “en estrecha colaboración con otros entes de la Comunidad de Inteligencia”.
En la “Operación Venezuela Freedom-2”, describen un conjunto de recomendaciones “que permita un planeamiento efectivo de nuestra intervención en Venezuela, concebida como una operación de amplio espectro, conjunta y combinada”. La fuerza aliada identificada va desde la coalición opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) hasta “las organizaciones no gubernamentales, corporaciones privadas de comunicación como la Sociedad Interamericana de Prensa, diversos medios privados. Alguien “muy importante”, mencionado explícitamente, es Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), activo participante del golpismo.
La estrategia trazada está dirigida a articular la violencia de calle con un “empleo dosificado de la violencia armada”, manipulación mediática, diplomacia internacional y operaciones militares de respaldo. “Particular importancia tiene la explotación de los temas como la escasez de agua, de alimentos y de electricidad, teniendo este último aspecto un carácter grave para el gobierno, ya que la sequía ha generado una amenaza de colapso de los embalses y debemos prepararnos para explotarlo al máximo desde el punto de vista político”, añade el documento.
El plan de acción “de 6 meses de duración –lo que había prometido la oposición en la Asamblea– se centra en la aplicación de un enfoque de “cerco y asfixia” al gobierno de Maduro. El discurso de “crisis humanitaria” en Venezuela se combinaría con acciones violentas junto con los mecanismos institucionales en el marco de la Asamblea Legislativa.
Tidd sostiene que con “los factores políticos de la MUD hemos venido acordando una agenda común, que incluye un escenario abrupto que puede combinar acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada”. Aunque no se menciona directamente, toda la estrategia se refiere a retomar el control de las mayores reservas de petróleo del mundo y a desarticular la geopolítica de ALBA, PetroCaribe, Unasur y Celac.
Una orden de alto nivel destaca que “la responsabilidad en la elaboración, planeación y ejecución parcial de la Operación Venezuela Freedom-2 descansa en nuestro comando, pero el impulso de los conflictos y la generación de los diferentes escenarios es tarea de las fuerzas aliadas de la MUD involucradas en el Plan”, a las que se ayudará “con diversos recursos y medios para que la oposición pueda llevar adelante las políticas para salir de Maduro”.
Concretando esta planificación se pasa a la fase dos (llamada Tenaza) de la operación y en este caso hay detalles de “los entrenamientos y aprestos operacionales de los últimos meses” en la base de Palmerola, Honduras; en las islas antillanas de Aruba (Reina Beatriz) y Curazao y en seis bases en Colombia: Arauca, Larandia, Tres Esquinas, Puerto Leguízamo, Florencia y Leticia.
Las fuerzas en operaciones son: la Fuerza de Tarea Conjunto Bravo, la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur – Jiatfs y el Primer Batallón 228 del Regimiento del Aire, “con sus 18 aviones y los helicópteros UH-60 Blackhawk y CH-47”.
Además de incursiones de los aviones de reconocimiento RC-135 COMBAT, “equipados con sistemas electrónicos que han permitido recientemente recolectar inteligencia, interceptar y bloquear comunicaciones, tanto del gobierno como de contingentes militares”.
En este caso “ya hemos establecido las directivas y órdenes vinculantes”, informa el jefe del Comando Sur.
Tidd también manifiesta que Estados Unidos ha impulsado “una exitosa campaña para disuadir y ganar adeptos” en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), aunque reconoce que “existe una alta probabilidad que los mandos identificados con el chavismo duro ofrezcan resistencia (…). Por eso, hay que sostener el trabajo de debilitar ese liderazgo y anular su capacidad de mando”, y también advertir sobre la utilización de las milicias por parte de Venezuela, “lo que se convierte en obstáculo para las movilizaciones de calle de fuerzas aliadas y grupos opositores, siendo también un impedimento para el control efectivo de instalaciones estratégicas”. Se demanda de su “neutralización operativa en esta fase decisiva”.
La respuesta de Venezuela fue la Operación Independencia 2016 y la denuncia pública del presidente Nicolás Maduro. La historia de la agresión de Estados Unidos contra Venezuela es un libro extenso, donde caben varios planes de magnicidio contra Chávez y los actuales dirigentes. Está en juego el futuro de un pueblo hermano y de toda América Latina.
Ya se advierte la debilidad de los gobiernos golpistas recientes de Brasil o el de facto de Argentina, aunque haya llegado por vía electoral. Ambos son gobiernos de Washington. Como dijo siempre Hugo Chávez Frías: “sí se puede” resistir y vencer. Lo estamos viendo. Cuba es un ejemplo eterno.
Stella Calloni*/ Prensa Latina
*Periodista, escritora y politóloga argentina
[BLOQUE: ANÁLISIS][SECCIÓN: INTERNACIONAL]
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