Llegó a mis manos, hace unos días, una invitación convocando a la sede de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe –Cepal– con el objeto de ser testigo de una denominada mesa redonda sobre “Refugiados e Integración”, en el contexto titulado “Día de los Refugiados Judíos de Países Árabes”.
Tema interesante el de discutir sobre la crisis de los refugiados en el mundo que me generó muchísimas interrogantes sobre esta idea subyacente en la invitación, con respecto de poner en el tapete de la discusión una especie de nueva diáspora judía. Además de ser sorprendente, por tratarse de una invitación conjunta, suscrita entre la representación diplomática sionista en Chile, a través de su embajador Eldat Hayet y la Cepal –con la firma de su secretaria Ejecutiva Alicia Bárcenas–, teniendo presente que esta institución dependiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y su sede regional se encuentra en Santiago de Chile.
Menciono el concepto de “intrigante” cuando en realidad el término más preciso debería ser el de “impresentable”, pues este tipo de maniobras políticas y comunicacionales son parte de una estrategia diseñada por el sionismo, a nivel mundial, para generar confusión, crear una narrativa falsa respecto a su historia y de esa forma seguir victimizándose frente al mundo. El régimen israelí, a través de sus representaciones diplomáticas y en colaboración con entidades internacionales –en este caso la Cepal–, celebra reuniones y encuentros con el objetivo de insertar en el imaginario colectivo que la partición de Palestina en 1948 generó cientos de miles de refugiados judíos desde los países árabes. Se va generando así un manto de duda y hasta de oscuridad sobre los 5 millones de refugiados palestinos que son reales, existen y aún esperan retornar al hogar usurpado por el sionismo.
La mencionada mesa redonda y su ínfulas de evento de alto vuelo, al menos en el papel, se efectuó, sintomáticamente, en la misma fecha que el mundo recuerda la tragedia del pueblo palestino tras la recomendación de la ONU, el año 1947, de dividir la patria palestina. Efectivamente, bajo el marco de supuestos eventos para discutir el tema “Refugiado e Integración” Israel trata de insertar, en el calendario de conmemoraciones de la ONU, la ficticia puesta en escena de refugiados judíos errantes por el mundo tras la proclamación de la entidad sionista el año 1948.
Presentada así, la Nakba –la catástrofe en árabe– tendría su símil en el mundo judío. En una teoría del empate impresentable, falsaria y claramente ofensiva a la memoria de cientos de miles de palestinos –y los millones que viven hoy en campamentos en Siria, la misma Palestina, El Líbano o que tuvieron que partir a remotos países– que fueron expulsados de sus hogares cuando el sionismo concretó la creación de un régimen denominado Israel. Dicha creación fue llevada a cabo a punto de fuego y metralla, que usurpó lo que hoy conocemos como la Palestina Histórica, comenzando así un proceso de judaización que no ha terminado. Para Israel, sus ideólogos, su casta dirigente y lo transmitido como dogma de fe, su destino trágico no ha terminado y las organizaciones internacionales deberían reconocer la tragedia derivada de los crímenes del nacionalsocialismo y la supuesta diáspora derivada de la partición de Palestina.
Así, bajo esa hasbara, la tarea del lobby sionista ya está en marcha. Así lo comprueba una carta dirigida al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, por dirigentes sionistas como Shimon Ohayon, director del Centro Dahan de la Universidad de Bar-Ilan y presidente de la Alianza de Inmigrantes Marroquíes, que afirma: “Mientras la ONU organiza eventos para marcar la salida de palestinos de Israel después del establecimiento del Estado, tras una guerra impuesta a Israel, no vemos el reconocimiento de la expulsión de los judíos de los países árabes. Creemos que la ONU lucha por la justicia para todos los refugiados de todo el mundo, incluidos los refugiados judíos que fueron expulsados de las tierras árabes. Por lo tanto, buscamos establecer un día conmemorativo para la expulsión de los judíos de las tierras árabes”. Sin duda, las presiones sionistas, las amenazas a la ONU y otras entidades terminarán cediendo a las mentiras de los seguidores de esta ideología y su síndrome permanente de: dispara y llora.
Es así como, bajo la organización conjunta entre la Comisión Económica para América Latina y el Caribe y la Embajada Sionista se realizó el pasado 30 de noviembre una conferencia titulada “Refugiados e Integración”. Claro está, se trataba de un título que sólo servía de tapadera para mostrar comunicacionalmente el objetivo principal de este evento: consignar que los judíos tuvieron también un proceso de expulsión que los hace merecedor de considerarlos como refugiados. Todo esto, cuando el resto del mundo, con el sello distintivo de la ONU conmemora, desde el año 1977, el denominado Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino.
Una evocación que persigue centrar la atención internacional en la situación de ocupación, colonización y apartheid que vive Palestina, de modo tal que se garantice la continuidad del debate por los derechos de este pueblo. Esta es una fecha de memoria Palestina, oficial, formal, presente en el calendario mundial y la Asamblea General de la ONU signa esta fecha en reconocimiento a la tragedia, que esta misma institución internacional permitió al emitir la denominada Resolución 181 del 29 de noviembre del año 1947. Una Resolución que recomendaba la partición de un territorio perteneciente al pueblo palestino y que desde fines del siglo XIX comenzó a tener un proceso de colonización por parte de judíos sionistas provenientes de Europa. Un Plan de partición que sugirió crear dos Estados: uno árabe y otro judío, y Jerusalén como una entidad especial.
Llega a tanto el nivel de hipocresía, de falsificación histórica, este tratar de seguir en su papel de víctima eterna, que el sionismo utiliza todas las armas a su favor para involucrar organismos internacionales, en este caso la Cepal, en una puesta en escena para falsear los hechos históricos y del cual este organismo sin duda debe dar explicaciones y responder algunas interrogantes. Primero: ¿Por qué se prestó para este teatro del absurdo? ¿Por qué una entidad con la seriedad que reviste la Cepal es utilizada, para dar tribuna a un objetivo de contrarrestar la imagen y realidad de ocupantes, colonos, racistas y criminales con que el sionismo apareció en la historia del siglo XX en mayo del año 1948 cuando proclamaron el nacimiento de la entidad israelí? ¿Desde cuándo una fecha, que no está en el calendario oficial de conmemoraciones de la ONU –Día del refugiado Judío– es rememorada en las dependencias de una institución que precisamente depende de la ONU? Este tipo de utilización de organismos internacionales por el sionismo debe cesar.
La presentación de la mesa redonda, fue dada por el director de la División de Desarrollo Económico de la Cepal, Daniel Titelman, quien concedió la palabra a la abogada argentina Delfina Lawson, jefa de la Oficina en Chile del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), quien, a mi entender, en un triste papel validó está historia falsaria al participar de este evento, que trató de asimilar el objetivo israelí, con un proceso de ocupación de un territorio que pertenece al pueblo palestino y que forzó el exilio de 750 mil hombres y mujeres desplazadas por invasores extranjeros apoyados por bandas armadas. Su participación –al entender de este cronista– fue extraordinariamente mediocre, hablando de refugiados en general e incluso centrando parte importante de su ponencia en la situación política de Venezuela.
La señora Lawson no mencionó, en ocasión alguna, a los verdaderos refugiados, a aquellos que la propia organización que la remunera –la ONU– a través de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo –UNWRA, por su sigla en inglés– atiende desde el año 1949 a las víctimas de la Nakba. Para coronar su forzada participación en este show organizado por la Embajada de Israel. Ante una pregunta realizada por este cronista, respecto a que explicara el por qué realizaban este evento en momentos que el mundo conmemoraba el Día Internacional de Solidaridad por el Pueblo Palestino, la funcionaria internacional, en un claro evento político, con connotaciones políticas, respondió: “La ACNUR es una entidad técnica y no se mete en temas políticos”. El embajador israelí, señalando que él si era político, afirmó que en realidad los refugiados palestinos eran un instrumento para mantener en actividad el conflicto en la zona. Cuestión que mereció, frente a tamaña consideración, simplemente, mi riguroso silencio.
Otro de los invitados, Juan Flores Riquelme, sicólogo, director del Magister de Psicoanálisis de la Universidad Adolfo Ibáñez, dedicó largos minutos para dar lectura a un extenso texto, más propio de una clase dirigida a estudiantes de pregrado en sicología, que a un público que esperaba escuchar algo sobre los refugiados. Mi esperanza era, que un profesional de los pergaminos de Flores, quien además es presidente de la Sociedad Chilena de Psicoanálisis, pudiera hablar, por ejemplo, del síndrome de dispara y llora. Del victimismo sionista y sus resultados sobre otros pueblos, es decir, de la sicología criminal del sionista. Tal vez esperé ingenuamente alguna palabra sobre la importancia que adquiere la permanencia, en la conducta sionista, de los impulsos instintivos que han sido reprimidos por la conciencia de estos colonos extranjeros. Como también llevarnos por el camino de entender la violencia subyacente al sionismo desde la perspectiva de Freud o Lacan.
Nada de eso sucedió, vino la ronda de preguntas, donde el suscrito fue presentado por el funcionario de la Embajada Sionista –a diferencias de los otros presentes que hicieron preguntas– como “un periodista que se ha caracterizado por las ácidas críticas contra Israel”, predisponiendo al público, mayoritariamente miembros de la comunidad sionista del país. Pero la verdad no puede ocultarse por más amenazas veladas que se presenten. La actividad terminó con un ágape en el hall de entrada del Auditorio Raúl Prebisch donde, paradojalmente, en un evento convocado por la Embajada de Israel, con presencia del mundo sionista, los postres y panecillos servidos permitían distinguir los típicos postres árabes: baklava, ceregli, mutabak. Una sonrisa satisfactoria iluminó mi rostro dando cuenta que por más que lo intenten, el tratar de invisibilizar a Palestina, a su pueblo y su cultura, nunca podrá lograrse.
Pablo Jofre Leal*/Telesur
*Analista internacional; máster en relaciones internacionales por la Universidad Complutense de Madrid; especialista en Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb
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