Durante muchos años, la explotación petrolera fue el principal impulsor en el funcionamiento de la economía en Poza Rica y la región. El desarrollo de la industria petrolera provocó efectos positivos socioeconómicos hasta hace unos 10 años, pero también afectó la calidad de vida en nuestra ciudad, generando suciedad, contaminación del aire, agua y suelo.
La otrora “capital petrolera de México”, denominada así en la década de 1950, actualmente se encuentra en absoluta decadencia. Y es que Poza Rica está en el umbral de un colapso económico irreversible, “la gallina de los huevos de oro” se acabó; los recursos naturales no renovables se agotaron dramáticamente como consecuencia de la pésima administración de esta industria petrolera que fue una de las primeras en el mundo hace más de 50 años.
Actualmente esta región sólo produce unos 30 mil barriles de crudo diarios, que son apenas el 8.5 por ciento de la máxima producción que llegó a tener en su mejor momento, y que hoy no alcanza para pagar los salarios de miles de trabajadores jubilados, trabajadores activos y mantenimiento básico.
Desde 1951, cuando se reconoció a Poza Rica como un municipio libre, ha tenido 22 presidentes municipales: 12 apenas contaban con educación básica, cuatro eran ingenieros, dos arquitectos, un maestro y dos licenciados; desgraciadamente éstos no aportaron obras ni proyectos diversos alternos al petróleo, pues carecían de conocimientos en administración pública y desarrollo urbano. Ni siquiera poseían un mínimo perfil como servidores públicos. La mayoría con apenas educación básica y otros con nivel profesional, pero, a pesar de ello no aportaron nada trascendente en beneficio de la economía de la ciudad, porque todas sus decisiones y proyectos se hicieron en función de la industria petrolera.
Cuando Poza Rica era una de las ciudades económicamente más importantes de México, ni la sociedad civil (compuesta de muchas regiones del país y la región, sin arraigo y con mínimo nivel escolar) ni las autoridades municipales elaboraron proyectos productivos alternos a Petróleos Mexicanos (Pemex). Todos creímos que Pemex era una fuente inagotable de riqueza. Autoridades municipales, iniciativa privada, gobiernos estatales y federales, carecieron de talento, visión, experiencia y honestidad, y nunca nos prepararon para el futuro. Nadie visualizó este momento, ni nosotros nos preparamos para cuando se agotaran los yacimientos de esta región, aprovechando racionalmente la abundancia económica que tenía Poza Rica entre las década de 1950 y la de 1990.
Mientras tanto, no hubo proyectos urbanísticos, desarrollos industriales, agropecuarios, forestales regionales, centros culturales, escuelas, ni universidades, a pesar de los miles de millones de pesos que el subsuelo de esta región producía. Sólo hasta finales de la década de 1960 se empezó a construir infraestructura urbana elemental, redes de drenaje sanitario, de agua potable, de electricidad, guarniciones, banquetas. Hasta inicios de la década de 1980 apenas se tenía el 60 por ciento de calles pavimentadas. Antes Poza Rica era un lodazal permanente con mucha insalubridad, cantinas y prostitución. El derroche, suciedad, la proliferación de centros de vicio y lodazales eran el símbolo.
A todos los niveles de autoridad se les olvidó fomentar un desarrollo integral de ciudad con todos los servicios públicos. Sólo desarrollaron un campo petrolero por encima de la población y a ésta no se le tomó en cuenta; ni las autoridades municipales ni la iniciativa privada desarrollaron proyectos de bienestar social y calidad de vida.
Poza Rica actualmente es una ciudad contaminada, sin mantenimiento, con mínimos servicios públicos; por ella atraviesan más de 40 kilómetros de arroyos nauseabundos y contaminados de residuos de hidrocarburos. Nos hemos acostumbrado a vivir en una ciudad carente de calidad de vida. El descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo ha sido una gran tragedia ciudadana, y a ninguna autoridad le ha preocupado el bienestar social.
Poza Rica es la ciudad petrolera que más severamente está sufriendo la caída de la producción petrolera, con menos de 30 mil barriles diarios, siendo que en 1950 producía más de 300 mil barriles por día, lo que significaba más del 65 por ciento de la producción nacional.
Pemex construyó Poza Rica pero actualmente la está destruyendo. El petróleo en la región Norte de Veracruz, y especialmente en Poza Rica, fue un gran descubrimiento, pero actualmente es una gran tragedia que genera desolación, frustración y pobreza.
Todos en esta ciudad recordamos con nostalgia y tristeza la época dorada del apogeo económico, abundancia, progreso, trabajo y derroche de privilegios en todos los niveles sociales. A partir de 1970 empezó paulatinamente el descenso de la producción petrolera en la región, hasta llegar a la parálisis casi total de esta industria.
De 2000 a 2012 hubo una ficticia reactivación, por la perforación de más de 2 mil 709 pozos en 2009. En 1950 Pemex en Poza Rica no tenía más de 50 equipos de perforación, porque los yacimientos eran sumamente productivos; por lo tanto, fue absurdo tener cerca de 3 mil pozos casi improductivos con 40 a 50 barriles diarios… Fue el gran fraude a todos los mexicanos y el engaño a Poza Rica.
Los funcionarios de Pemex anunciaron el resurgimiento de la ciudad, convocando a empresarios e inversionistas locales a invertir en infraestructura hotelera, restaurantes, bodegas, casas en renta, vehículos para la construcción, volteos, maquinaria pesada, etcétera… fueron pocos años de ficticia bonanza, trabajo, compra-venta inmobiliaria. Por doquier se veía a trabajadores con overoles naranjas, rojos y azules, presumiendo su trabajo en compañías petroleras extranjeras como Halliburton, Schlumberger, Weatherford. Pero el engaño no duró mucho y poco a poco fue decayendo “el auge petrolero”, con despidos constantes, demandas y abusos a cientos y miles de trabajadores petroleros.
Los 12 años de gobiernos panistas en la Presidencia de la República (Vicente Fox y Felipe Calderón) hundieron más a Poza Rica y al país entero, al reactivar el proyecto Chicontepec ATG (Aceite Terciario del Golfo), pues según expertos en la industria de gran experiencia, éste siempre fue un obsoleto y de mucho riesgo, ya que para que fuese rentable se perforarían miles de pozos gastando más de 15 mil millones de dólares durante 12 años con una pobrísima recuperación. Y, efectivamente, el costo-beneficio fue un rotundo fracaso; los gobiernos panistas y las empresas extranjeras fueron los únicos beneficiados, así como servidores públicos y sindicales, quienes hicieron una gran alianza en actos de corrupción para saquear y robar a Pemex y a todos los mexicanos. Fue un derroche de miles de millones de dólares y un vil engaño a la ciudadanía; los funcionarios públicos manifestaron que había llegado la prosperidad y el resurgimiento de Poza Rica.
Los ingresos por la explotación del petróleo debieron servir para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, pero sólo sirvieron para enriquecer a líderes petroleros, presidentes de la República, políticos y funcionarios federales. Es por ello que en todas las ciudades petroleras actualmente sólo existe miseria.
Poza Rica desde hace muchos años ya no es la “capital petrolera de México”, y hoy casi se ha transformado en la “capital petrolera de la pobreza”. La severa crisis de este lugar ocasionada por el agotamiento paulatino de la producción petrolera no termina de tocar fondo.
La ciudadanía mira cotidianamente con desconsuelo y tristeza el cierre constante de comercios, así como tiendas departamentales vacías. En los principales centros comerciales y supermercados –como Chedrahui, Soriana, Walmart, Suburbia, Coppel o Elektra– cada día se observan menos personas. En el centro de la ciudad, la colonia Obrera donde hace algunos años se concentraban cientos de negocios comerciales, y solía haber mucha gente realizando diversas compras hasta el punto de que parecía imposible caminar por las calles, actualmente el panorama es desolador y deprimente, pues cada día cierran más tiendas de ropa, calzado, papelerías y se ven los estacionamientos vacíos. La falta de ingresos es más que perceptible para todos los negocios.
Por otro lado, los restaurantes, hoteles (con sólo un 15 por ciento de ocupación), escuelas particulares y universidades privadas han disminuido considerablemente sus ingresos. Esta situación está llevando a la quiebra a muchas empresas. Lo mismo sucede en otras ciudades del Golfo de México como Coatzacoalcos, Minatitlán, Villahermosa y Ciudad del Carmen.
Con el espegismo panista del “resurgimiento” petrolero, los empleados de las compañías extranjeras derrochaban sus altísimos salarios en bebidas embriagantes, restaurantes, hoteles, casas de renta (con altísimos precios), salones de fiestas, prostitución, etcétera. El proyecto ATG parecía que tenía éxito por este dispendio multimillonario; parecía una fuente inagotable.
Pero a principios de 2013 ese sueño de prosperidad se fue desvaneciendo. Los precios del petróleo se desplomaron en 2014, y en enero de 2015 Pemex anunció el recorte de gastos por 21 mil 300 millones de pesos a ejecutarse en 4 años (2014-2018), en la contratación de servicios, bienes, arrendamientos y obra pública.
Ese recorte desaparecía de tajo el 21 por ciento de los contratos. Posteriormente se anunció otro recorte de 62 mil millones de pesos en el presupuesto de Pemex, que la orilló a cancelar proyectos de refinación y renegociación de contratos que ya había firmado antes de que el precio bajara a menos de 60 dólares por barril. Así llegaron los despidos a la petrolera de más de 15 mil plazas en 2015 y otras 10 mil en 2016, y 9 mil en 2017.
Las principales empresas de servicios optaron por lo mismo en 2016: Schlumberger, la más importante empresa proveedora de servicios petroleros (yacimientos) en el mundo, eliminó a más de 8 mil empleados en México y más de 32 mil en el mundo, cumpliendo su meta de reducir un 30 por ciento su planta laboral total.
British Petroleum canceló 4 mil plazas en todo el mundo. Halliburton, 6 mil plazas. Cotemar, una de las empresas que dan servicios en las plataformas y uno de los principales proveedores de Pemex, recortó 2 mil 300 plazas en 2016.
Como consecuencia de los múltiples recortes de Pemex, los más golpeados por la crisis del desempleo e inversiones petroleras son los trabajadores que se quedaron sin empleo y sin alternativas, pues se encuentran en lamentable crisis económica.
El panorama es desolador, es lamentable que hombres y mujeres en edad productiva permanezcan inactivos, sufriendo para llevar alimento a sus familias, pagar escuelas, luz, renta, transporte y hasta lo más elemental para sobrevivir.
Las instalaciones empresariales como Schlumberger, Halliburton, Baker Hughes, lucen totalmente vacías, sin movimiento de empleados y vehículos pesados; sus inversiones de cientos de millones han quedado como elefantes blancos, producto del fracaso petrolero nacional: el proyecto Aceite Terciario del Golfo.
La mayoría de las empresas constructoras locales, y los pequeños empresarios, medianos y grandes de la región se encuentran en gran depresión económica, con demandas laborales, adeudos al seguro social, Hacienda, embargos bancarios; sus activos, como vehículos de trabajo, maquinaria pesada, camiones de volteo, paralizados, cada día haciéndose chatarra.
Estas empresas petroleras extranjeras se confiaron, fueron engañadas por el sistema, así como la ciudadanía; los trabajadores petroleros locales no ahorraron; algunos invirtieron en negocios fallidos, compraron vehículos de lujo y terrenos, pues creían que la abundancia económica sería infinita. “El charro paga” era un dicho común entre los trabajadores de Pemex, o “no cierres las piernas charrito”, en referencia al logotipo de la petrolera.
El pueblo se volvió totalmente dependiente de esa empresa. Fue un error confiar toda la economía regional a la industria petrolera. Nadie reflexionó en que los recursos no renovables en economía significan una muerte paulatina y dolorosa, pues cada día se van agotando.
El petróleo en México nunca fue de los mexicanos. Paulatinamente nuestra riqueza natural fue robada por servidores publicos y líderes sindicales. Al pueblo nunca le llegó el progreso.
La naturaleza dotó a México de cientos de miles de millones de barriles de petróleo y esta incalculable riqueza pudo beneficiar a todos los mexicanos, pero sólo fue explotada por el gobierno. Los ciudadanos no tuvimos participación en la explotación ni administración comercial de las actividades relacionadas con la industria; sólo Pemex podía hacerlo. Es por ello que el petróleo mexicano no debe ser privatizado.
Los recursos generados por la explotación del petróleo nunca fueron empleados en beneficio de todos los mexicanos equitativamente, y por desgracia hoy constatamos que después de 80 años desde la expropiación petrolera, el beneficio de la renta petrolera jamás llegó satisfactoriamente y con igualdad al pueblo mexicano.
Los miles de millones de dólares del oro negro sistemáticamente sirvieron para enriquecer a los políticos. El gran potencial de hidrocarburos fósiles que nos entregó la naturaleza no sirvió para sacar de la pobreza perenne a México, pues más de la mitad de la población sobrevive en pobreza.
Y pese a la afirmación de los gobiernos en turno de que “el petróleo es de los mexicanos”, la verdad es que esta frase sólo ha sido propaganda oficial para apaciguar las inconformidades de muchos ciudadanos.
La crisis financiera de Pemex y la reforma energética impulsada por Enrique Peña Nieto, la cual permite a las empresas privadas explorar y extraer petróleo crudo, han puesto en evidencia que el gobierno debe buscar en otra parte los generadores de crecimiento económico que el petróleo ya no brindará jamás.
Actualmente, las reservas probadas apenas son un 10 por ciento propiedad de Pemex, el 90 por ciento fue repartido a empresas extranjeras y privadas de México.
De nada sirvieron los miles de millones de dólares excedentes del petróleo con Fox (2000-2006) y Calderón (2006-2012), donde surgieron los programas de transferencia de recursos económicos del gobierno federal a los estados, vía el Ramo 33, con el objetivo de que los fondos se invirtieran en proyectos de desarrollo y bienestar familiar.
De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, los cinco estados con mayor riqueza petrolera (reservas probadas de hidrocarburos) son Veracruz, Tabasco, Tamaulipas, Campeche y Chiapas, y paradójicamente son los que registran mayor índice de pobreza miseria, con más del 55 por ciento de sus habitantes en absoluta pobreza. Es decir, cuentan con más de 12 millones de mexicanos pobres.
Estos estados dependen de la industria petrolera directa o indirectamente, llegando a una situación alarmantemente deprimida, sin alternativas productivas a corto y mediano plazo. La ciudadanía no se preparó para el agotamiento constante de los yacimientos, los robos impunes de presidentes, gobernadores, políticos; el robo de combustibles; el saqueo a manos de líderes sindicales, empresas petroleras propiedad de funcionarios que utilizan prestanombres, y demás negocios ilícitos.
Las pocas empresas sobrevivientes ya recortaron costos, empleados, cancelaron proyectos, negociaciones financieras para prolongar sus pagos (prórrogas de pasivos) para continuar operando con el mínimo de utilidades para su sobrevivencia a muy corto plazo.
En 2016, el gobierno federal recortó más de 21 mil 700 millones de pesos para los estados y municipios, monto que representan aproximadamente el 35 por ciento de sus ingresos estatales promedio y que es la fuente de pago para el 90 por ciento de la deuda estatal y municipal.
Una buena parte tienen que ver con los ingresos fiscales que genera Pemex y son distribuidos a partir de lo que establece la Ley de Coordinación Fiscal, referente a los Derechos de Hidrocarburos; se trata de recursos que, desde el punto de vista presupuestal, pueden ser significativos para un municipio, pero no representan un mecanismo de desarrollo integral y de bienestar familiar para los municipios petroleros.
Muy lejos se está de ello: en realidad sólo reciben migajas, limosnas, contaminación, alza de costo de la vida, derroche, corrupción. Esto no garantiza que los fondos entregados por derechos de extracción municipal de hidrocarburos se utilizarán a favor del aumento de la calidad de vida de los ciudadanos que viven en municipios petroleros.
En mayo de 2016, la Secretaría de Hacienda anunció el Programa de Reactivación Económica y Desarrollo Productivo de Campeche y Tabasco, cuya economía llegó a índices de severa crisis económica en vías del colapso, provocado por el declive de la producción petrolera y la caída de los precios internacionales del petróleo. En este programa no se incluyó a Veracruz, Chiapas ni Tamaulipas, porque fue demagógico y sin sustento, resultando un fracaso total.
El impacto social económico en los municipios petroleros no existe prácticamente; la realidad es más negativa que positiva.
Es un fracaso total la política económica hacia la ciudadanía a través de Pemex, porque siempre ha sido un caos de gran complejidad con un mínimo de planeación de desarrollo social: los municipios no crecieron ordenadamente mediante proyectos urbanos integrales, planes reguladores eficientes, no ha existido un impacto económico sustancial.
Lo sensato y congruente es tratar de diversificar la economía de las zonas petroleras decadentes, con proyectos ejecutivos efectivos y sustentables, para no volver a depender de la industria petrolera, esto se llevará a cabo a mediano y largo plazo para empezar a ver los resultados.
En el Norte de Veracruz, actualmente el turismo regional, la inversión agropecuaria, cultivo de cítricos, ganadería, acuacultura, y comercio marítimo (utilizando el puerto de Tuxpan) podrían ser una opción productiva; también se podría intentar atraer plantas armadoras y maquilas diversas regionales.
El gobierno mexicano en el contexto nacional ha hecho una depredación irracional devastando la naturaleza, con derroche permanente de recursos. Desde el 18 de marzo de 1938, durante 80 años se han saqueado las riquezas petroleras y esto nos está llevando al colapso inminente a corto plazo en las ciudades petroleras. Esto es el resultado actual de las políticas de rescate al bienestar ciudadano a través de actividades económicas y programas demagógicos en los estados petroleros.
Durante los gobiernos de los panistas Fox y Calderón (2000-2012), Pemex aportó más de 450 mil millones de dólares, es decir, 37 mil 500 millones de dólares anuales y 103 millones de dólares diarios al gobierno federal. ¿En qué invirtieron esas estratosféricas cantidades los panistas? Estos excedentes petroleros tenían la capacidad de ubicar a nuestro país en el primer mundo. Pero no es así.
Con Peña Nieto, la reforma energética se diseñó para aniquilar y destruir a Pemex, repartiendo el saldo de su riqueza a empresas extranjeras y nacionales privadas. El petróleo ya no es de los mexicanos. Se ha vendido y entregado mayormente a las trasnacionales. El gobierno federal ha acabado lentamente con nuestro principal patrimonio.
Durante más de 80 años se fue agotando paulatinamente la riqueza petrolera. Las próximas generaciones de mexicanos están y estarán en el umbral de la pobreza mientras no se reconstruya económicamente el futuro de nuestro país; y esto también es responsabilidad de todos los mexicanos: ningún ciudadano debe mirar de soslayo esta preocupante realidad, pues a corto plazo la pobreza alcanzará a más del 70 por ciento de la población nacional.
Los ciudadanos mexicanos debemos estar plenamente conscientes y seguros de que ningún candidato presidencial podrá sacarnos de esta severa crisis económica, ni José Antinio Meade, ni Ricardo Anaya, ni Andrés Manuel López Obrador, ni Margarita Zavala, ni el Bronco pueden hacer nada para revertir el daño que ya está hecho. Si bien, quien gane la Presidencia deberá sortear los obstáculos de una economía en declive, sin los ingresos de Pemex pues tiene una tensión enorme en sus estados financieros y como sabemos ya no es sujeto de crédito.
En 2017 Pemex sufrió una pérdida de ingresos netos de 18 billones de pesos en el cuarto trimestre. No sólo aumentaron significativamente los costos de producción, sino que también sufrió una pérdida de divisas por 7.6 billones de pesos debido a la depreciación de nuestra moneda.
Sus promesas de campaña son demagógicas y muy difíciles de cumplir a corto o mediano plazo… Por lo tanto, lo que nos queda es buscar alternativas de crecimiento económico y bienestar, utilizando nuestro talento, trabajo y experiencia productiva.
En la historia de la humanidad los cambios sociales han sido siempre de abajo hacia arriba… De la clase más baja hacia la más alta. Debemos trabajar con ingenio y perseverancia, dejemos de dormirnos en nuestros laureles y no permitir que estos políticos perversos y sinvergüenzas se lleven lo poco que queda, pues el futuro económico de más de 120 millones de mexicanos es muy incierto.
Adalberto Ruiz Mojica*
*Arquitecto
[ANÁLISIS PETROLERO]
https://youtu.be/IdxAMh9pyFc
https://youtu.be/9RB1xbj-ZOA
De no prohibirse en México el uso de fracking –o fracturación hidráulica– para la extracción…
Esta web usa cookies.