Damasco, Siria. En una serie de artículos anteriores presentamos en este sitio web el plan del SouthCom (que los latinoamericanos designan como el “Comando Sur” estadunidense) destinado a provocar una guerra entre naciones latinoamericanas para destruir los Estados en todos los países de la llamada Cuenca del Caribe. [1]
La preparación de una guerra de esa envergadura, sucesora de la serie de conflictos provocados en el Medio Oriente ampliado (o Gran Medio Oriente), es un proceso que exige alrededor de 10 años. [2]
Después de la fase de desestabilización económica [3] y del subsiguiente periodo de preparación militar, la operación propiamente dicha debería comenzar en los próximos años con una agresión militar contra Venezuela. En esa agresión participarían Brasil (con apoyo de Israel), Colombia (aliada de Estados Unidos) y Guyana (o sea, el Reino Unido).
Vendrían después agresiones militares contra Cuba y Nicaragua, los dos países que completan la ”troika de la tiranía”, según el consejero estadunidense de seguridad nacional John Bolton.
Pero el plan inicial pudiera verse modificado, principalmente por las nuevas ambiciones imperiales del Reino Unido [4], que podría ejercer cierta influencia sobre el Pentágono.
El presidente bolivariano Hugo Chávez había desarrollado relaciones con el Gran Medio Oriente sobre una base ideológica. Chávez se acercó principalmente al entonces presidente de Irán Mahmud Ahmadineyad y al presidente sirio Bachar al-Assad. Juntos, estos tres presidentes habían concebido la posibilidad de fundar una nueva organización intergubernamental –el Movimiento de Aliados Libres–, siguiendo un modelo similar al del Movimiento de Países No Alineados, actualmente paralizado este último por el alineamiento de ciertos miembros tras las políticas de Estados Unidos. [5]
El actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, mantiene el discurso de Hugo Chávez, pero ha optado por una política exterior diferente.
Maduro sigue adelante con la política de acercamiento a Rusia, recibiendo en Venezuela la visita de bombarderos estratégicos rusos y firmando con Moscú un contrato para la importación de 600 mil toneladas de trigo, que permitirá enfrentar la escasez en Venezuela. Más importante aún, Rusia invertirá en Venezuela 6 mil millones de dólares, de los cuales 5 mil millones irán al sector petrolero. Ingenieros rusos reemplazarán en ese sector a los especialistas venezolanos que abandonaron su país atraídos por los cantos de sirena de las compañías extranjeras.
Nicolás Maduro ha reorganizado las alianzas de su país sobre bases nuevas, estableciendo estrechos vínculos con Turquía, un país miembro de la OTAN y cuyas tropas ocupan actualmente amplios territorios en el norte de Siria. En el marco de esas relaciones, Maduro ha viajado 4 veces a Estambul y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan visitó Caracas recientemente.
Suiza fue un país aliado de Hugo Chávez, llegando incluso a impartirle consejos para la redacción de la actual Constitución de la República Bolivariana. Actualmente, por temor a no poder seguir tratando en Suiza el oro venezolano, Nicolás Maduro lo envía a Turquía para convertir el mineral bruto en lingotes. En el pasado, ese oro quedaba depositado en bancos suizos como garantía del cumplimiento de los contratos de exportación de petróleo. Ahora, los fondos provenientes de las ventas de petróleo se transfieren a Turquía mientras que el oro ya convertido en lingotes regresa a Venezuela. Esta orientación puede interpretarse como basada ya no en una ideología sino en intereses, quedando por definir qué tipo de intereses.
Al mismo tiempo, Venezuela está siendo blanco de una campaña de desestabilización que comenzó con manifestaciones antigubernamentales extremadamente violentas (las llamadas guarimbas), antes de pasar al intento de golpe de Estado de febrero de 2015 (la Operación Jericó) y a ataques contra la moneda venezolana y la orquestación de una ola migratoria. En ese contexto, Turquía proporcionó a Venezuela la posibilidad de sortear las sanciones estadunidenses. Los intercambios entre ambos países se multiplicaron por 15 durante el pasado año 2018.
Sea cual sea la evolución del régimen de Venezuela, nada justifica lo que hoy se prepara en contra de la población de ese país.
Desde el 31 de julio y hasta el 12 de agosto de 2017, el “Comando Sur” (SouthCom) organizó un gran ejercicio militar con la participación de más de 3 mil efectivos provenientes de 25 países aliados, entre ellos Francia y Reino Unido. El objetivo era la preparación de un desembarco relámpago de tropas en Venezuela. [6]
Colombia es un Estado, pero no llega a ser una nación. La población colombiana vive dividida en clases sociales geográficamente separadas. Casi ningún colombiano se aventura en un barrio perteneciente a una clase social que no sea la suya. Esta estricta separación geográfica en función de las clases o categorías sociales ha hecho posible la multiplicación de fuerzas paramilitares y, por consiguiente, los conflictos armados internos que han dejado en Colombia más de 220 mil muertos en unos 30 años.
Desde su llegada al poder, en agosto de 2018, el presidente colombiano Iván Duque ha hecho tambalearse la frágil paz que su predecesor Juan Manuel Santos había concluido con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y que estaba por concretarse con el ELN (Ejército de Liberación Nacional). Duque no ha excluido la opción de una intervención militar contra Venezuela. Según revelaciones del presidente Nicolás Maduro, Estados Unidos entrena actualmente 734 mercenarios en un campamento de la región colombiana de Tona, para utilizarlos en una operación de “bandera falsa” [7] destinada a desatar la guerra contra Venezuela. Debido a la particularidad sociológica de Colombia, no es posible decir con certeza si ese campo de entrenamiento está o no bajo control del gobierno de Bogotá.
En el siglo 19, las potencias coloniales se pusieron de acuerdo sobre el trazado de la frontera entre la Guayana británica (la actual República Cooperativa de Guyana) y la Guayana holandesa (hoy República de Surinam). Pero ningún texto fijó la frontera entre la zona británica y la zona española (la actual Venezuela). Hoy en día, Guyana administra de facto 160 mil kilómetros cuadrados de jungla aún sujetos a litigio con Venezuela. En virtud del acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966, ambos países recurrieron al entonces secretario general de la ONU, el birmano U Thant. Pero la solución sigue pendiente. Guyana propone poner el problema en manos de la Corte de Arbitraje de la ONU mientras que Venezuela prefiere la negociación directa entre los dos países.
Este diferendo territorial no parecía urgente, ya que la zona en disputa es una jungla despoblada que aparentemente carecía de valor, pero se trata de un inmenso espacio que representa dos terceras partes de Guyana. El acuerdo de Ginebra ha sido violado 15 veces por Guyana, por ejemplo autorizando la explotación de una mina de oro en ese territorio. Pero lo más importante apareció en 2015 cuando ExxonMobil descubrió petróleo en el Atlántico, precisamente en las aguas territoriales de la zona en disputa.
La población de Guyana se compone en un 40 por ciento de descendientes de indios [8], un 30 por ciento de descendientes de africanos, un 20 por ciento de mestizos y un 10 por ciento de poblaciones autóctonas amerindias. Los indios están muy presentes en los organismos públicos de Guyana y los descendientes de africanos son mayoría en el ejército.
El 21 de diciembre de 2018, una moción de censura fue presentada en el parlamento guyanés contra el gobierno del presidente David Granger, un general probritánico y antivenezolano que llegó al poder en 2015. Para sorpresa de todos, un diputado –Charrandas Persaud– votó contra su propio partido provocando así la caída del gobierno, cuya mayoría se limitaba a un solo voto. Guyana vive desde entonces una situación de grave inestabilidad. Se ignora si el presidente Granger, actualmente bajo quimioterapia, será capaz de continuar ejerciendo sus funciones, mientras que el diputado Charrandas Persaud tuvo que abandonar la sede del parlamento utilizando una salida de escape y huyó a Canadá.
El 23 de diciembre de 2018, en medio de la crisis gubernamental guyanesa, dos barcos contratados por la transnacional estadunidense ExxonMobil –el Ramform Thethys, con bandera de Bahamas, y el Delta Monarch, de Trinidad y Tobago– iniciaron trabajos de prospección en la zona en disputa con Venezuela. Considerando que se trataba de una violación del acuerdo de Ginebra, la marina de Venezuela expulsó los dos barcos de la zona en disputa. El ministerio de Exteriores de Guyana denunció el hecho como un acto hostil.
El 30 de diciembre, el ministro de Defensa del Reino Unido, Gavin Williamson, declaró al Sunday Times que la Corona pone fin a la doctrina de descolonización que Whitehall venía siguiendo desde el fiasco franco-británico de Suez, en 1956 [9]. Por consiguiente, Londres, que hoy cuenta con bases militares en Gibraltar, Chipre, en la isla de Diego García y en las Islas Malvinas, se prepara ahora para abrir una nueva base militar en el Caribe, quizás en la isla de Monserrat, pero más probablemente en Guyana. Esa nueva base militar británica debería ser operacional en 2022 [10].
El otro vecino de Guyana es Surinam (la Guayana holandesa). El presidente de Surinam, Desi Bouterse, está acusado en Europa de tráfico de drogas en un caso anterior a su elección. Pero su hijo, Dino Bouterse, fue arrestado en Panamá, en 2013, a pesar de que había entrado a ese país con un pasaporte diplomático. De Panamá, Dino Bouterse fue extraditado a Estados Unidos, donde fue condenado a 16 años de cárcel por tráfico de drogas, pero en realidad fue porque estaba instalando el Hezbollah libanés en Surinam.
En mayo de 2016, Henrique Meirelles, ministro de Finanzas del gobierno de transición del líbano-brasileño Michel Temer, designó como director del Banco Central de Brasil al israelo-brasileño Ilan Goldfajn. Meirelles, quien presidía además el Comité Preparatorio de los Juegos Olímpicos, recurrió también al ejército israelí (Tsahal) para coordinar el trabajo del ejército y de la policía brasileños en cuanto a garantizar la seguridad de la cita olímpica. Al controlar simultáneamente el Banco Central, el ejército y la policía, Israel no encontró la menor dificultad para incentivar las protestas contra la corrupción entre los dirigentes del Partido de los Trabajadores.
Creyendo que la entonces presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, había manipulado las cuentas públicas en el marco del escándalo de Petrobras –la empresa mayoritariamente estatal que comercializa el petróleo brasileño– el parlamento destituyó a la mandataria en agosto de 2016, a pesar de que no había hechos comprobados que permitiesen incriminarla.
En medio de la campaña electoral de 2018, el candidato a la presidencia de Brasil, Jair Bolsonaro, se fue a Israel, a bautizarse en las aguas del río Jordán, garantizando así el voto masivo a su favor de los electores vinculados a las iglesias evangélicas.
Jair Bolsonaro ganó la elección teniendo como candidato a la vicepresidencia al general Hamilton Mourao. Durante la etapa de transición, el general Hamilton Mourao declaró públicamente que Brasil tenía que prepararse para enviar un contingente militar a Venezuela como “fuerza de paz”… después del derrocamiento del presidente Nicolas Maduro. Esas palabras constituyen una amenaza casi descarada, a la que Bolsonaro trató de restar importancia.
El 3 de enero de 2019, en entrevista concedida al canal de televisión SBT, el ya presidente Bolsonaro mencionó negociaciones con el Pentágono con vistas a la apertura de una base militar estadunidense en Brasil. Esta declaración ha encontrado fuerte oposición en el seno de las fuerzas armadas brasileñas, donde se estima que Brasil es totalmente capaz de defenderse solo.
En ocasión de su investidura, el 2 de enero de 2019, el flamante presidente Bolsonaro se reunió con el primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu. Era la primera vez que una personalidad israelí de tan alto nivel viajaba a Brasil. El presidente Bolsonaro aprovechó la oportunidad para anunciar que la embajada brasileña en Tel Aviv va a ser trasladada a Jerusalén.
El secretario de Estado estadunidense, Mike Pompeo, quien también asistió a la investidura de Bolsonaro, se reunió en Brasil con el ministro de Exteriores de Perú, Néstor Popolizio, y anunció junto al nuevo presidente brasileño su intención de luchar a su lado contra los “regímenes autoritarios” de Venezuela y Cuba. En su viaje de regreso a Estados Unidos, Pompeo hizo escala en Bogotá para reunirse con el presidente colombiano Iván Duque. Ambos se concertaron para trabajar juntos con vista a aislar a Venezuela en el plano diplomático.
El 4 de enero de 2019, los 14 países miembros del llamado Grupo de Lima (entre los que se encuentran Brasil, Colombia y Guyana) se reunieron para emitir un comunicado donde declaran ilegítimo el nuevo mandato del presidente Nicolás Maduro, que comienza el 10 de enero [11]. México se negó a firmar ese comunicado.
Por otro lado, 6 países del grupo acudirán al Tribunal Penal Internacional para acusar al presidente Maduro de “crímenes contra la humanidad”.
Es evidente que está en marcha el proceso que debe llevar a la guerra. Están en juego fuerzas enormes y pocas cosas pueden aún llegar a detenerlas.
Es en este contexto que Rusia está estudiando la posibilidad de abrir una base aeronaval permanente en Venezuela. La Orchila –la isla donde estuvo retenido el presidente Hugo Chávez durante la intentona golpista de abril de 2002– ofrece las condiciones necesarias para el estacionamiento de bombarderos estratégicos. Esto sería para Estados Unidos una amenaza mucho mayor que los misiles soviéticos desplegados en Cuba, en octubre de 1962.
Notas
[1] «Plan to overthrow the Venezuelan Dictatorship – “Masterstroke”», por el almirante Kurt W. Tidd, Voltaire Network, 23 de febrero de 2018; El “Golpe Maestro” de Estados Unidos contra Venezuela (Documento del Comando Sur), por Stella Calloni, Red Voltaire, 9 de mayo de 2018; y Estados Unidos prepara una guerra entre latinoamericanos, por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 18 de diciembre de 2018.
[2] The Pentagon’s New Map, Thomas P. M. Barnett, Putnam Publishing Group, 2004; El proyecto militar de Estados Unidos para el mundo, por Thierry Meyssan, Haïti Liberté (Haití), Red Voltaire, 22 de agosto de 2017.
[3] “Declaration of a National Emergency with Respect to Venezuela”, “Executive Order – Blocking Property and Suspending Entry of Certain Persons Contributing to the Situation in Venezuela”, por Barack Obama, Voltaire Network, 9 de marzo de 2015.
[4] Reino Unido asume su nueva política colonial post-Brexit, Red Voltaire, 3 de enero de 2019.
[5] Chávez y Assad llaman a la creación de un Movimiento de Aliados Libres, Red Voltaire, 15 de julio de 2010.
[6] Grandes ejercicios militares alrededor de Venezuela, por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia) , Red Voltaire , 25 de agosto de 2017.
[7] Una “operación de bandera falsa” false flag es una provocación perpetrada de manera que pueda atribuirse a la parte adversa, proporcionando así el pretexto que justificará una acción de “respuesta”. Nota de la Red Voltaire.
[8] No se trata de amerindios –pobladores autóctonos de la región– sino de descendientes de familias provenientes de la India. Nota de la Red Voltaire.
[9] Reino Unido asume su nueva política colonial post-Brexit, Red Voltaire, 3 de enero de 2019.
[10] “We are opening new overseas bases to boost Britain”, Christopher Hope, Sunday Telegraph, 30 de diciembre de 2018.
[11] Declaración del Grupo de Lima, Red Voltaire , 4 de enero de 2019.
Thierry Meyssan/Red Voltaire
[ANÁLISIS][INTERNACIONAL]
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