Desde la perspectiva de Ankara, ese encuentro debía permitir a Turquía fortalecer sus contactos con la Unión Europea, evitando pasar por su interlocutor tradicional –Alemania– en momentos en que las relaciones germano-turcas han alcanzado un alto grado de tensión.
Lo más importante es que Ankara quería ponerse de acuerdo con París sobre sus proyectos futuros. El Reino Unido ha puesto en manos de Turquía el manejo del dispositivo de los yihadistas, ahora financiados por Catar. El presidente turco Erdogan está tratando de alcanzar dos objetivos en materia de política exterior:
-En primer lugar, obtener el respaldo de los nacionalistas kemalistas aplicando el juramento nacional del antiguo Parlamento Otomano. Es por eso que el ejército turco ocupa ilegalmente el Norte de Chipre, el Norte de Siria y el Norte de Irak [1].
-Continuar las guerras a través de los yihadistas, desplazando los principales combates desde Siria hacia el Cuerno de África y la península arábiga. Es por eso que, durante los últimos 6 meses, Erdogan ha enviado discretamente 1 mil 500 soldados a Somalia y otros 35 mil a Catar. También está enviando tropas a Sudán y ya se dispone a desplegar fuerzas militares en Yibuti.
Desde el punto de vista de París, el encuentro entre los presidentes Erdogan y Macron debía reactivar los compromisos franco-turcos adoptados en secreto en 2011, con el consentimiento del Reino Unido, por los entonces ministros de Exteriores Juppé y Davutoglu, fundamentalmente para crear en el Norte de Siria un nuevo Estado, hacia donde Ankara pudiera expulsar a los kurdos de Turquía [2].
Aquel acuerdo franco-turco fue roto unilateralmente por el predecesor del presidente Macron –Francois Hollande– luego de la batalla de Ain al-Arab –la ciudad siria que la terminología de la Organización del Tratado del Atlántico Norte designa ahora como “Kobane”. Aquel retroceso de Hollande provocó una dura reacción turca, bajo la forma de atentados perpetrados por el Emirato Islámico (Daesh) el 13 de noviembre de 2015 [3]. Ese proyecto no contradice las opciones actuales del Reino Unido y Turquía.
Consciente de la reticencia del parlamento francés ante esa aventura, el presidente Macron ha optado por hacer que todo eso se haga inevitable… abriendo antes una cuestión secundaria.
Al ser entrevistado en el programa del periodista Jean-Jacques Bourdin para RMC y BFM-TV, el 4 de enero pasado, el secretario de Estado y vocero del gobierno francés, Benjamin Griveaux, declaró que los yihadistas capturados en Siria por la coalición internacional contra Daesh –es decir, por las fuerzas bajo las órdenes del Pentágono– podrán ser juzgados en el Norte de Siria “si las instituciones judiciales son capaces de garantizar un juicio justo” con “respeto de los derechos de la defensa”.
Benjamin Grivaux es un excolaborador de Dominique Strauss-Kahn [4]. Muy vinculado ahora a Emmanuel Macron, Benjamin Grivaux participó en toda la campaña electoral del hoy presidente de Francia. Su esposa, que es abogada, redactó la parte jurídica del programa electoral de Macron.
Poco después, el mismo periodista, Jean-Jacques Bourdin entrevistaba a Khaled Issa, representante de “Rojava” en París, quien confirmaba que su “gobierno” está dispuesto a juzgar a los yihadistas de nacionalidad francesa. Pero decía de pasada que la decisión de juzgarlos allí o de “extraditarlos” no sería de Francia sino que la tomaría la “coalición internacional”, de manera global, para todos los yihadistas en general, independientemente de sus nacionalidades.
El 5 de enero el mismo Jean-Jacques Bourdin entrevistaba a la ministra de Justicia de Francia, Nicole Belloubet, quien declaró entonces, refiriéndose al mismo asunto, que “no hay Estado reconocido pero hay autoridades locales y podemos admitir que éstas puedan proceder a la realización de juicios”.
En ninguna de esas tres entrevistas, el periodista Jean-Jacques Bourdin hizo el menor esfuerzo por precisar si los veredictos que se pronunciaran en “Rojava” contarían con el reconocimiento de la justicia francesa (Non bis in idem), sin el cual los acusados serían procesados nuevamente y pudieran ser condenados por segunda vez por los mismos hechos y volver a ser encarcelados –también por los mismos hechos– si volviesen a Francia.
Cuando entrevistó a la ministra de Justicia, Bourdin la interrogó sobre otras cuestiones y sorprendió al público mencionando asuntos sobre los que el gobierno nunca se había pronunciado, sin precisar cómo había tenido acceso a esa información confidencial.
El periodista Jean-Jacques Bourdin está casado con Anne Nivat, corresponsal de guerra, furiosamente anti-rusa y notoriamente vinculada a la DGSE francesa (Dirección General de la Inteligencia Exterior). BFM TV es propiedad de una firma que pertenece a los hombres de negocios Patrick Drahi y Bruno Ledoux. Este último es además propietario del local que sirve de sede a la representación de “Rojava” en París.
En sus respuestas a Bourdin, Benjamin Griveaux y Nicole Belloubet evitaron cuidadosamente el uso de palabras como “kurdo”, “Kurdistán” y “Rojava”, hablando simplemente de las “autoridades” (sic) del Norte de Siria.
Si finalmente se decidiese que los ciudadanos franceses pueden ser juzgados en “Rojava”, esa decisión violaría el Tratado franco-sirio que reconoce las jurisdicciones de la República Árabe Siria como las únicas legítimas en suelo sirio; y la Convención Europea de Derechos Humanos, o Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales.
En su artículo 6, ésta precisa que, para que un juicio sea equitativo, tiene que existir un tribunal establecido por ley y sus decisiones deben carácter ejecutorio.
Al no disponer “Rojava” de prisiones, sólo dos veredictos serían realmente aplicables: la excarcelación del acusado o su condena a muerte. Por supuesto, nada impedirá se pronuncien otros veredictos y que los condenados sean discretamente “reciclados” enviándolos a luchar en otros teatros de operaciones.
Además, en su artículo 7 plantea como principio que no hay pena sin ley (Nullum crimen, nulla poena sine lege [5]). Hoy por hoy no existe un código penal kurdo.
Esa misma decisión violaría la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, que figura en el Preámbulo de la Constitución de Francia, cuyo Artículo 7 estipula que quienes soliciten, impartan y ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias deben ser castigados.
Así como la Constitución francesa actualmente en vigor, que en su artículo 55 estipula que los tratados bilaterales regularmente aplicados por las otras partes firmantes siguen siendo de obligatorio cumplimiento para Francia, que es el caso de los Tratados entre Francia y Siria.
Y en su artículo 68, la Constitución también plantea la responsabilidad penal de los miembros del gobierno y del presidente de la República Francesa por todo “incumplimiento de sus deberes manifiestamente incompatible con el ejercicio de su mandato”.
Antes de emprender un camino del que sabe perfectamente que contradice a fondo el derecho, el gobierno francés ha utilizado los medios de prensa para crear un profundo rechazo al “regreso de los yihadistas”. Ningún otro país afectado por ese fenómeno ha abierto este tipo de debate sobre ese tema. Nada diferencia a esos individuos de los demás asesinos que comparecen ante los tribunales ya existentes y que purgan normalmente las condenas pronunciadas contra ellos.
Luego de haber cegado a la opinión pública, el gobierno de Francia trata de ocultar su responsabilidad y la de sus predecesores. Al verse acusados, algunos de los yihadistas franceses seguramente mencionarían, en plena audiencia pública ante los tribunales franceses, sus vínculos con la DGSE francesa y el papel del Ministerio de los Ejércitos (antiguo Ministerio de Defensa) en esta guerra.
El gobierno del presidente Emmanuel Macron y del primer ministro Edouard Philippe sigue así los pasos de sus predecesores [6]. Aún se recuerda, por ejemplo, cómo el gobierno del presidente Nicolas Sarkozy y de su primer ministro Francois Fillon hizo desaparecer los testimonios de los soldados franceses que Siria capturó y posteriormente liberó, al aplicar el acuerdo de paz que aquel gobierno francés concluyó con Damasco a raíz de la derrota del emirato islámico instaurado en Baba Amro.
Ningún medio de la prensa francesa publicó esa información, a pesar de que la prensa árabe desbordaba de artículos sobre ese tema en marzo de 2012, cuando los militares franceses capturados por las tropas sirias fueron entregados al almirante francés Edouard Guillaud en la frontera sirio-libanesa.
El principio jurídico de la “cosa juzgada” (res iudicata) hará automático el reconocimiento de “Rojava” como Estado soberano e independiente.
Históricamente, los kurdos son un pueblo nómada, como una versión guerrera de los gitanos de Europa. Circulaban por el valle del Éufrates y eventualmente cruzaban el Norte de Siria [7]. Al final del Imperio Otomano, grupos kurdos fueron reclutados para participar en el exterminio de los cristianos en general, principalmente contra los armenios [8]. Como pago por sus crímenes, recibieron las tierras de los armenios que habían masacrado y se volvieron sedentarios. Bajo la colonización francesa en Siria, kurdos de la tribu millis fueron reclutados para tratar de aplastar el nacionalismo árabe en Raqqa y Alepo y salieron de Siria al proclamarse la independencia.
La región que los medios han comenzado a designar en los últimos años como “Rojava” abarca tierras árabes donde los kurdos han estado presentes sólo desde la represión desatada contra ellos como etnia en Turquía, durante la guerra civil turca de la década de 1980. Las poblaciones árabes musulmanas y cristianas que vivían en esa región fueron expulsadas de allí recientemente, durante la guerra desatada contra Siria, y los kurdos impiden ahora su regreso como ciudadanos sirios.
“Rojava” fue puesta en manos del PYD, un partido kurdo que fue marxista-leninista y prosoviético, súbitamente convertido en anarquista y proestadunidense [9]. A pesar de lo que afirman sus comunicadores, el PYD mantiene una organización jerárquica extremadamente estructurada, un culto totalitario a su fundador y una disciplina férrea. Lo mejor que puede decirse es que aplica la paridad de género para los cargos de responsabilidad, ocupados simultáneamente por un hombre y una mujer. Esa paridad se aplica también a su estado mayor, a pesar de que no abundan las mujeres entre los combatientes del PYD, en todo caso son mucho menos numerosas que en otros ejércitos mixtos de la región, como las fuerzas armadas de Israel y el ejército de la República Árabe Siria.
En 2013, el Pentágono tenía previsto apoyar el plan franco-turco en el marco del rediseño del Gran Medio Oriente, u Oriente Medio ampliado. Para ese rediseño, habría organizado simultáneamente la creación de un “Sunnistán”, que abarcaría territorios de Irak y Siria, conforme al mapa publicado por Robin Wright. Pero el Pentágono abandonó ambos proyectos cuando el presidente Trump decidió acabar con Daesh, y ahora sólo ve el tema kurdo como una justificación para la presencia de soldados estadounidenses en Siria. Sería por tanto conveniente tratar de lograr que Estados Unidos volviese también al plan inicial.
Por otro lado, dado el fracaso en 2017 de la creación de otro Estado kurdo, en el Norte de Irak y con apoyo de Israel [10], París y Ankara están obligados a anticipar la oposición de Irán, Irak y Siria, e incluso una oposición generalizada de prácticamente todo el mundo árabe.
Ankara, que en 2011 realmente deseaba la creación de un seudo Estado kurdo en el Norte de Siria, se opone si la nueva entidad se halla bajo la influencia de Estados Unidos –que ya trató de asesinar al presidente turco Erdogan en tres ocasiones y que se tomó el trabajo de financiar un partido kurdo para hacerle perder la mayoría en el parlamento turco.
En su conferencia de prensa común con el presidente francés Macron, el presidente Erdogan trazó claramente su línea roja: impedir a toda costa que el PKK, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán que tanto Turquía como Francia mantienen clasificado como “organización terrorista”, logre crear un corredor que le permita importar armas desde el Mediterráneo hacia el sudeste de Anatolia. Se trata entonces de lograr que los conflictos entre el PKK y “Rojava” provoquen una ruptura definitiva y que el nuevo Estado no tenga acceso al Mediterráneo, que era lo previsto en el plan inicial.
Referencias:
[1] “La estrategia militar de la nueva Turquía”, Thierry Meyssan, Red Voltaire, 13 de octubre de 2017.
[2] “El inconfesable proyecto de creación de un seudo Kurdistán”, Thierry Meyssan, Red Voltaire, 7 de diciembre de 2015.
[3] “El móvil de los atentados de París y Bruselas”, Thierry Meyssan, Red Voltaire, 28 de marzo de 2016.
[4] Dominique Strauss-Kahn, ministro de varios gobiernos socialistas en Francia, es el exdirector general del Fondo Monetario Internacional que tuvo que abandonar ese cargo en mayo de 2011 después de ser encarcelado en Estados Unidos bajo la acusación de haber agredido sexualmente a una camarera en un hotel de Nueva York [nota de Red Voltaire].
[5] Para explicarlo de forma rápida, éste es el llamado “principio de legalidad” en virtud del cual al no existir ley no puede decretarse que hay crimen ni puede imponerse castigo [nota del traductor].
[6] “Militares franceses se entrenan para dirigir Daesh”, Red Voltaire, 25 de octubre de 2016.
[7] Sobre los kurdos, ver en nuestro sitio web la investigación (la tercera parte está pendiente de publicación en español) de la autora Sarah Abed.
[8] “La Turquía de hoy continúa el genocidio armenio”, Thierry Meyssan, Red Voltaire, 30 de abril de 2015.
[9] “Las brigadas anarquistas de la OTAN”, Thierry Meyssan, Red Voltaire, 12 de septiembre de 2017.
[10] “Kurdistán, lo que se esconde tras el referéndum”, Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria)/Red Voltaire, 26 de septiembre de 2017.
Thierry Meyssan/Red Voltaire
[ANÁLISIS INTERNACIONAL]
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