La exploración y explotación de hidrocarburos en aguas profundas sin la capacitación técnica –de la que adolecen los trabajadores enrolados en la industria petrolera mexicana– causarían desastres similares a los provocados por la British Petroleum en aguas del Golfo de México, advierten expertos
El tesorito profundo publicitado por el gobierno de Felipe Calderón mediante la campaña más costosa en la historia de Petróleos Mexicanos (Pemex) naufraga desde antes de que se perforen los primeros pozos con la expedición de plataformas que arrancó la búsqueda de crudo en las aguas profundas del Golfo de México.
A casi dos años de que se aprobó la reforma energética mediante la cual, según Pemex, desarrollará la exploración y explotación de crudo en tirantes de agua mayores a 500 metros para compensar la declinación de Cantarell, la administración de Juan José Suárez Coppel no ha desarrollado los programas para capacitar al personal asignado a este tipo de operaciones, consideradas las más peligrosas en una actividad de alto riesgo.
En el informe presentado al Congreso de la Unión para argumentar la necesidad de la reforma energética, la dirección de Pemex planteó la urgencia de preparar sus recursos humanos para la nueva fase de producción. Hasta el momento no hay tal, aunque ya se realizan trabajos de perforación, y, en breve, cuatro plataformas operadas por particulares se integrarán a esas labores.
En términos generales, Pemex no ha desarrollado ninguna preparación técnica para explorar en aguas profundas, no tiene un plan de desarrollo ni de especialización de sus recursos humanos, y trabajar de esta manera puede derivar en accidentes mucho más graves que el de la British Petroleum (BP). Éstas son consideraciones de expertos del offshore (trabajos costa afuera) de más de 100 países que durante agosto se reunieron en México para analizar las condiciones de los trabajadores de la industria petrolera, dentro de las actividades del 42 Congreso Mundial de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF, por sus siglas en inglés).
Expertos de Noruega, Inglaterra y Brasil, algunos de los países con mayor producción en aguas profundas, concluyeron que, en términos generales, Pemex ni siquiera ha superado la problemática de inseguridad y accidentabilidad en aguas someras donde se trabaja bajo esquemas de subcontratación. Aluden a que el principal problema es la corrupción.
“Las compañías que trabajan con Pemex operan con estándares de calidad y seguridad muy bajos, simplemente porque, dicen, así se trabaja en México; así se trabaja con Pemex. En las reuniones del sector, muchas se quejan de que son obligadas a entrar en esos esquemas de corrupción que en otros países es inaceptable. Pero eso de ninguna manera puedes hacerlo en aguas profundas; está en juego la vida de los trabajadores, el medio ambiente y hasta el patrimonio de Pemex, como ocurrió ahora con la British Petroleum”, dice Norrie McVicar, presidente del Grupo Internacional de Fuerza de Trabajo Costa Afuera de la ITF.
Entrevistados por Contralínea, los directivos de ITF –organización integrada por 368 sindicatos de 145 naciones de diversas industrias, incluida la del gas y del petróleo– externan su preocupación por el resultado de las reuniones que sostuvieron con representantes de las secretarías de Energía (Sener) y del Trabajo y Previsión Social (STPS), en las que “nos quedó claro que no hay interés ni preocupación por las deficientes condiciones en las que se labora en la industria petrolera mexicana”, explica Antonio Rodríguez Fritz, secretario regional para América.
“Pero al hablar de la incursión en aguas profundas, estamos hablando de riesgos mucho mayores y tal parece que las autoridades no lo han dimensionado, y eso nos alarma muchísimo”, agrega Rodríguez, cuya sede de operación se ubica en Brasil, el país con mayor desarrollo en aguas profundas del continente.
El reciente accidente de la plataforma Deepwater Horizon, propiedad de la suiza Transocean Ltd, alquilada a la British Petroleum, encendió las alarmas de la industria petrolera mundial no sólo por el impacto y costos de la explosión y hundimiento de la plataforma y los 4.9 millones de barriles de petróleo derramados a 64 kilómetros al Sureste de la boca del Río Mississippi, sino porque supuestamente BP certifica los más altos estándares de calidad, capacidad y seguridad industrial.
Norrie McVicar explica que los peritajes han determinado siete factores que generaron el accidente, dos de ellos de carácter técnico; los otros cinco, de carácter humano. Los 126 trabajadores (79 de Transocean, seis de BP y 40 de otras compañías) no tenían la suficiente capacitación. “No se les dotó de un comité adecuado de seguridad e higiene que pudiera detectar y determinar los problemas, administrar los riesgos y corregirlos a tiempo”, explica este experto en seguridad industrial marítima y petrolera.
Tras el accidente, algunos de los trabajadores embarcados en la Deepwater confiaron a sus compañeros que, desde semanas antes, las condiciones eran inseguras: había errores de operación; sin embargo, no fueron capaces de precisarlos y corregirlos, lo que quizá pudo evitar el peor desastre ecológico que la industria petrolera ha ocasionado en las últimas décadas. Y el más costoso, pues según BP, la limpieza les costó 4 millones de dólares diarios, más todos los juicios que la trasnacional enfrenta hoy en cortes de Louisiana.
El impacto aún es incuantificable. Aunque el último reporte del gobierno de Estados Unidos (fechado el 4 de agosto) es que ya se ha limpiado el 80 por ciento del crudo derramado, un estudio elaborado por el instituto oceanográfico Woods Hole, publicado por la revista Science, revela que a más de 1 mil metros de profundidad, el lecho marino está cubierto con una estela de petróleo de 35 kilómetros de largo, 1.9 kilómetros de ancho y 200 metros de altura.
En el recuento de daños, “algunos están viendo ese accidente en términos de pérdidas de vidas humanas; otros, del impacto ecológico. Nosotros lo estamos viendo en términos de lo que ocurriría en México, considerando que tiene muy altas probabilidades de que ocurra un accidente de esa naturaleza, debido a los serios problemas que hay en la industria, particularmente en la Sonda de Campeche, un área ahogada por la corrupción.
“¿El impacto? ¿Diez, 100 veces mayor? Eso no podríamos cuantificarlo, pero hay un dato que podría darnos el parámetro: a nivel internacional, British Petroleum se ubica en los más altos estándares de calidad y seguridad; Pemex, en los más bajos”, subraya Mc Vicar.
Los accidentes en la industria petrolera están relacionados con el recorte que aplican algunas compañías a sus costos de operación para incrementar sus ganancias, contratando mano de obra barata en lugar de especializada, y descuidando el mantenimiento de sus instalaciones, documenta el Centro de Estudios de Reflexión Laboral.
Ésta es la lógica que aplica la mayoría de las contratistas y subcontratistas de Pemex, particularmente en los campos petroleros costa afuera, donde prácticamente ninguna autoridad los supervisa. Su “ajuste” de costos implica no dotar a los trabajadores ni siquiera del equipo básico de protección (overol, guantes, casco, botas, gogles) y la contratación de mano de obra barata que incluye a menores de edad o personas que ni siquiera saben nadar, como ocurrió con Perforadora Central en la plataforma Usumacinta (Contralínea 155).
La consecuencia son los frecuentes accidentes que, ante la secrecía oficial, su saldo en vidas humanas y pérdidas económicas son incalculables.
Todo ello fue documentado por la ITF en el informe Sonda de Campeche, paradigma de explotación laboral, que en 2009 presentó en Europa ante la Organización Internacional del Trabajo, y en México, ante el Senado de la República, en una reunión en la que representantes de la Sener, STPS y Pemex se comprometieron a regular la situación.
A un año de distancia, explican a Contralínea, la situación no ha cambiado, “pero el que bajo las actuales condiciones se trabaje en aguas profundas pone en riesgo a los trabajadores, a la industria y al medio ambiente”, advierte Antonio Rodríguez Fritz.
A los riesgos a los que cotidianamente están expuestos los obreros del oro negro, las aguas profundas entrañan complicaciones naturales y técnicas: las corrientes marinas mueven las estructuras y producen vibraciones en tuberías y equipo de perforación.
Los diferentes grados de temperatura entre la superficie, el lecho marino y las áreas perforadas complican el bombeo de los fluídos de perforación; si las temperaturas son demasiado bajas, alteran las propiedades del cemento que se emplea para fijar las tuberías de revestimiento al pozo.
Durante el proceso de perforación, se presentan flujos de agua y gas a presiones anormales y difíciles de controlar.
Dentro de la infraestructura, las instalaciones submarinas, mantenimiento y supervisión deben realizarse con robot, pues el ser humano no puede bajar a esas profundidades. Se requiere de una estricta logística para cuestiones tan cotidianas como el traslado de los trabajadores a las plataformas, que ni en la Sonda de Campeche, en aguas someras, se hace de manera segura y eficiente. Los obreros viven a expensas de un naufragio por las malas condiciones de las embarcaciones y aeronaves, y la impericia de las contratistas arrendadoras, como el caso de la lancha Seba’an, que naufragó en octubre de 2007.
Gran parte de la reforma energética de Felipe Calderón que el Legislativo aprobó en 2008 se sustenta en la necesidad de la exploración en aguas profundas, de allí el que, como eslogan publicitario, se le denominara “tesoro profundo”. Pemex proyecta que durante la próxima década ésa será una de las cuatro fuentes de reservas, que hacia 2021 proveerá el 20 por ciento de la producción de crudo a nivel nacional.
Según sus estimaciones, la provisión de hidrocarburos dependerá de la producción en los campos actuales, con 1.3 millones de barriles diarios (MBD); las cuencas del Sureste, con 700 MBD; el campo Chicontepec, con 600 MBD, y 500 MBD de aguas profundas.
En aguas profundas, aún no hay producción y los tropiezos comienzan ya a ser evidentes. Hace unas semanas, la Comisión Nacional de Hidrocarburos, encabezada por Juan Carlos Zepeda, anunció que Pemex pospondría la perforación de pozos en aguas profundas hasta el próximo año, “debido a problemas de seguridad”.
Según datos oficiales de Pemex, hasta hoy se han perforado cinco pozos con profundidades entre 500 y 1 mil metros; de ellos ninguno ha sido desarrollado, es decir, no hay producción. El 7 de marzo comenzó a perforarse el pozo Tamil 1, que se encuentra en un tirante de agua de 666 metros, hasta que, cinco meses después, los trabajos fueron suspendidos. Según Zepeda, los trabajos se reiniciarán a principios de 2011.
Para los expertos de la ITF, la decisión evidenció que se aventuraron a las operaciones sin las prevenciones necesarias.
“Calderón hizo una campaña tremenda en los medios de comunicación, donde anunciaba que el tesoro está en aguas profundas y hay que sacarlo, pero definitivamente parece que desconoce la industria o de plano no le importan los riesgos para los trabajadores, porque su gobierno no ha desarrollado tampoco ninguna regulación para este tipo de trabajos”, señala Ysmael García, secretario del interior de la Orden de Capitanes y Pilotos Navales de la República Mexicana.
García formó parte del comité de directivos de ITF que en agosto pasado se entrevistaron con el subsecretario del Trabajo, Álvaro Castro, para conocer el marco regulatorio con el cual laborará el personal asignado a aguas profundas, además del rol de inspecciones que, por ley, la STPS deberá hacer a estos centros de trabajo. Resume el resultado de ese encuentro: “Encontramos que la Secretaría del Trabajo no ha hecho absolutamente nada sobre aguas profundas”.
Aunque no parece sorprenderle, pues el año pasado, durante una reunión de la STPS, los funcionarios al mando de Javier Lozano aceptaron ante inspectores de la ITF que no efectúan inspecciones en ninguno de los centros de trabajo de la industria petrolera en tierra y mucho menos en mar. En los 30 años de explotación de Cantarell, sólo han “supervisado” una plataforma y en una ocasión única.
“Bajo el mando del secretario Lozano, dicha secretaría está tan empeñada en sus estrategias de represión que no se ha ocupado de implementar políticas laborales para ir a aguas profundas. Pero eso no es ningún juego y ninguna cuestión de ai’ se va. Hay cuatro plataformas que empiezan a trabajar en unos meses y la gente que estará a bordo no sabe bajo qué condiciones”, explica García.
Norrie McVicar asegura que la administración de Felipe Calderón mantiene a la paraestatal en una situación “de colapso” similar a la que enfrentaba Petrobras antes del gobierno de Lula, cuando dicha petrolera “estaba ahogada por la corrupción”. Un punto de quiebre “donde las compañías internacionales estaban preparadas para tomar el control de la industria no a través de Petrobras, sino directamente”.
Lo emergente para un país como México, cuya economía depende en gran medida de los ingresos petroleros, explica, “es que el gobierno genere un cambio que implique acabar con la corrupción, transparentar su administración, las relaciones contractuales y regular las condiciones laborales”. De lo contrario, dice, “el desarrollo de la industria en aguas profundas potenciará estos problemas”.
“Por ejemplo –agrega–, por lo que sabemos la empresa Statoil, que es una de las que tiene los estándares de calidad más altos, estuvo en pláticas con el gobierno, expresándole la urgencia de aplicar la normatividad internacional en la industria petrolera. Ahora se comenta que Statoil está analizando la posibilidad de irse totalmente de México. Así es que esto pudiera ser una indicación de dos cosas: que ellos entienden que hay una falla y que no se va a corregir jamás la situación, o que, por otro lado, estarían esperando a un cambio real en México, un cambio de transparencia para posteriormente regresar y no hacerlo en las actuales condiciones.”
– ¿Qué implicaría explorar y explotar en aguas profundas sin subsanar las deficiencias actuales? –se le pregunta a Norrie McVicar.
– Es obvio, conducirá a México al colapso de su principal industria. Los días del petróleo barato donde se podía explorar y explotar a baja profundidad con costos bajos ya se acabaron; los días de perforar a baja profundidad se han terminado. Ante el consumo constante de hidrocarburos, es necesario empezar a explorar y explotar en aguas profundas, que son más costosas y requieren mayor tecnología, pero también requieren de normas estrictas de seguridad y de capacitación, y también de condiciones justas para los trabajadores, porque está probado: los accidentes de la dimensión de la BP también implicaron factores humanos.
Contralínea solicitó la postura de los directivos de Pemex sobre los comentarios vertidos por los directivos de ITF. Hasta el cierre de esta edición, no hubo respuesta.
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