Al pueblo de México:
El Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) manifiesta su pesar por la muerte del obispo emérito Samuel Ruiz García.
En el EZLN, militan personas con diferentes credos y sin creencia religiosa alguna, pero la estatura humana de este hombre (y la de quienes, como él, caminan del lado de los oprimidos, los despojados, los reprimidos, los despreciados), llama a nuestra palabra.
Aunque no fueron pocas ni superficiales las diferencias, desacuerdos y distancias, hoy queremos remarcar un compromiso y una trayectoria que no son sólo de un individuo, sino de toda una corriente dentro de la iglesia católica.
Don Samuel Ruiz García no sólo destacó en un catolicismo practicado en y con los desposeídos; con su equipo, también formó toda una generación de cristianos comprometidos con esa práctica de la religión católica. No sólo se preocupó por la grave situación de miseria y marginación de los pueblos originarios de Chiapas, también trabajó, junto con un heroico equipo pastoral, por mejorar esas indignas condiciones de vida y muerte.
Lo que los gobiernos olvidaron propositivamente para cultivar la muerte se hizo memoria de vida en la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas.
Don Samuel Ruiz García y su equipo no sólo se empeñaron en alcanzar la paz con justicia y dignidad para los indígenas de Chiapas, también arriesgaron y arriesgan su vida, libertad y bienes en ese camino truncado por la soberbia del poder político.
Incluso desde mucho antes de nuestro alzamiento en 1994, la Diócesis de San Cristóbal padeció el hostigamiento, los ataques y las calumnias del Ejército y de los gobiernos estatales en turno.
Al menos desde Juan Sabines Gutiérrez (recordado por la masacre de Wolonchan en 1980) y pasando por el general Absalón Castellanos Domínguez, Patrocinio González Garrido, Elmar Setzer M, Eduardo Robledo Rincón, Julio César Ruiz Ferro (uno de los autores de la matanza de Acteal en 1997) y Roberto Albores Guillén (más conocido como el Croquetas), los gobernadores de Chiapas hostigaron a quienes en la Diócesis de San Cristóbal se opusieron a sus matanzas y al manejo del Estado como si fuera una hacienda porfirista.
Desde 1994, durante su trabajo en la Comisión Nacional de Intermediación (Conai), en compañía de las mujeres y hombres que formaron esa instancia de paz, don Samuel recibió presiones, hostigamientos y amenazas, incluyendo atentados contra su vida por parte del grupo paramilitar mal llamado Paz y Justicia.
Y siendo presidente de la Conai, don Samuel sufrió también, en febrero de 1995, un amago de encarcelamiento.
Ernesto Zedillo Ponce de León, como parte de una estrategia de distracción (tal y como se hace ahora) para ocultar la grave crisis económica en la que él y Carlos Salinas de Gortari habían sumido al país, reactivó la guerra contra las comunidades indígenas zapatistas.
Al mismo tiempo que lanzaba una gran ofensiva militar en contra del EZLN (que fracasó), Zedillo atacó la Comisión Nacional de Intermediación.
Obsesionado con la idea de acabar con don Samuel, el entonces presidente de México y ahora empleado de trasnacionales, aprovechó la alianza que, bajo la tutela de Carlos Salinas de Gortari y Diego Fernández de Cevallos, se había forjado entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN).
En esas fechas, en una reunión con la cúpula eclesial católica, el entonces procurador General de la República, el panista y fanático del espiritismo y la brujería más chambones, Antonio Lozano Gracia, blandió frente a don Samuel Ruiz García un documento con la orden de aprehensión en su contra.
Y cuentan que el procurador graduado en ciencias ocultas fue confrontado por los demás obispos, entre ellos Norberto Rivera, quienes salieron en la defensa del titular de la Diócesis de San Cristóbal.
La alianza PRI-PAN (a la que luego se unirían en Chiapas el Partido de la Revolución Democrática y el Partido del Trabajo) en contra de la iglesia católica progresista no se detuvo ahí. Desde los gobiernos federal y estatal, se apadrinaron ataques, calumnias y atentados en contra de los miembros de la Diócesis.
El Ejército no se quedó atrás. Al mismo tiempo que financiaba, entrenaba y pertrechaba a grupos paramilitares, se promovía la idea de que la Diócesis sembraba la violencia.
La tesis de entonces (y que hoy es repetida por idiotas de la izquierda de escritorio) era que la Diócesis había formado las bases y los cuadros de dirección del EZLN.
Un botón de la amplia muestra de estos argumentos ridículos se dio cuando un general mostraba un libro como prueba de la liga de la Diócesis con los “transgresores de la ley”. El título del libro incriminatorio es El evangelio según San Marcos.
Hoy en día esos ataques no han cesado.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba) recibe continuamente amenazas y hostigamientos.
Además de ser haber sido fundado por don Samuel Ruiz García y de tener una inspiración cristiana, el Frayba tiene como “delitos agravantes” el creer en la integralidad e indivisibilidad de los derechos humanos, el respeto a la diversidad cultural y al derecho a la libre determinación, la justicia integral como requisito para la paz, y el desarrollo de una cultura de diálogo, tolerancia y reconciliación, con respeto a la pluralidad cultural y religiosa.
Nada más molesto que esos principios.
Y esta molestia llega hasta el Vaticano, donde se maniobra para partir la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas en dos, para diluir la alternativa en, por y con los pobres, en la acomodaticia, que lava conciencias en dinero. Aprovechando el deceso de Don Samuel, se reactiva ese proyecto de control y división.
Porque allá arriba entienden que la opción por los pobres no muere con don Samuel; vive y actúa en todo ese sector de la iglesia católica que decidió ser consecuente con lo que se predica.
Mientras tanto, el equipo de pastoral, y especialmente los diáconos, ministros y catequistas (indígenas católicos de las comunidades) sufren las calumnias, insultos y ataques de los neoamantes de la guerra. El poder sigue añorando sus días de señorío y ven en el trabajo de la Diócesis un obstáculo para reinstaurar su régimen de horca y cuchillo.
El grotesco desfile de personajes de la vida política local y nacional frente al féretro de don Samuel no es para honrarlo, sino para comprobar, con alivio, que ha muerto, y los medios de comunicación locales simulan lamentar lo que en realidad festinan.
Por encima de todos esos ataques y conspiraciones eclesiales, don Samuel Ruiz García y l@s cristian@s como él tuvieron, tienen y tendrán un lugar especial en el moreno corazón de las comunidades indígenas zapatistas.
Ahora que está de moda condenar a toda la iglesia católica por los crímenes, desmanes, comisiones y omisiones de algunos de sus prelados…
Ahora que el sector autodenominado “progresista” se solaza en hacer burla y escarnio de la iglesia católica toda…
Ahora que se alienta el ver en todo sacerdote a un pederasta en potencia o en activo…
Ahora sería bueno voltear a mirar hacia abajo y encontrar ahí a quienes, como antes don Samuel, desafiaron y desafían al poder.
Porque est@s cristianos creen firmemente en que la justicia debe reinar también en este mundo.
Y así lo viven y mueren, en pensamiento, palabra y obra.
Porque si bien es cierto que hay Marciales y Onésimos en la iglesia católica, también hubo y hay Roncos, Ernestos, Samueles, Arturos, Raúles, Sergios, Bartolomés, Joeles, Heribertos, Raymundos, Salvadores, Santiagos, Diegos, Estelas, Victorias, y miles de religios@s y seglares que, estando del lado de la justicia y la libertad, están del lado de la vida.
En el EZLN, católicos y no católicos, creyentes y no creyentes, hoy no sólo honramos la memoria de don Samuel Ruiz García.
También, y sobre todo, saludamos el compromiso consecuente de l@s cristian@s y creyentes que en Chiapas, en México y en el mundo, no guardan un silencio cómplice frente a la injusticia ni permanecen inmóviles frente a la guerra.
Se va Don Samuel, pero quedan muchas otras, muchos otros que, en y por la fe católica cristiana, luchan por un mundo terrenal más justo, más libre, más democrático, es decir, por un mundo mejor.
Salud a ellas y ellos, porque de sus desvelos también se nacerá el mañana.
¡Libertad!
¡Justicia!
¡Democracia!
Desde las montañas del Sureste Mexicano, por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN,
Teniente Coronel Insurgente Moisés. Subcomandante Insurgente Marcos.
México, enero de 2011
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