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Con manipulación social, El Yunque busca su máximo objetivo: el poder político

Con manipulación social, El Yunque busca su máximo objetivo: el poder político

El máximo objetivo de la asociación secreta El Yunque es alcanzar el poder político, revela el testimonio del filósofo español López Luengos. Contenido en los más de 17 mil archivos de Hazte Oír que WikiLeaks reveló, describe el método de manipulación y engaño con el cual no sólo logra disciplina y obediencia ciega de sus miembros, sino también el amparo de sacerdotes y obispos. Su juramento –además de obligar al silencio– pone a la organización por encima de causas legítimas, de personas y de la propia familia. Además, la afiliación de nuevos miembros sólo es entre adolescentes y jóvenes de hasta 20 años de edad para “forjarles su personalidad”

Segunda y última parte. La cúpula del Yunque es “un grupo de mercenarios cristianos que ansían conquistar el mundo”, afirmaba el filósofo español Fernando López Luengos en su testimonio, avalado por el Ministerio Fiscal en el procedimiento ordinario 285/2012 –ante el Juzgado de Primera Instancia número 45 de Madrid–, que pedía a la justicia española disolver la organización ultraderechista Hazte Oír por formar parte de la asociación secreta de origen mexicano. Éste revelaba que el máximo objetivo de los yunquistas es alcanzar el poder político.

“Hay una utilización del Evangelio para justificar su deseo de alcanzar el poder como estrategia para instaurar el reino de Cristo en la Tierra, y este planteamiento es cuestionable por cuanto, considerándose a sí mismos portadores de una vocación superior, creen justificado utilizar un método de control y poder sobre las demás asociaciones, movimientos eclesiales y sobre la misma Iglesia (y no sólo sobre las distintas realidades sociales, grupos políticos o medios de comunicación). Por lo tanto, utilizan lo religioso para justificar su método político.”

Este último, exponía López Luengos, consiste en la manipulación y el engaño no sólo de sus integrantes, sino también de terceros, incluidos representantes de la Iglesia católica. Por uno u otro engaño, hay quienes han confiado en su eficiencia y los amparan desde algún ámbito eclesial, “sea un sacerdote o cualquier otra persona con responsabilidad eclesial”, advertía.

Agregaba que “los miembros del Yunque utilizan su identidad eclesial y su fe cristiana para lograr la confianza de los que viven en la fe. Presentan como aval de sus acciones su compromiso en la fe cristiana y en sus correos y conversaciones utilizan frecuentemente alusiones a un trabajo que se realiza como una vocación. Organizan actos en los que invitan a obispos y otros cargos eclesiales para darse a conocer asociados a los mismos. Cuando alguien percibe algo extraño, inmediatamente le remiten a algún obispo que muestre confianza hacia ellos sin advertir que, en realidad, sólo reconoce el valor del grupo externo y no el de la organización secreta que hay detrás. En muchos casos, se han creado una confianza ciega y profunda debido al hecho de su pertenecía eclesial: entre dos hermanos de la fe es lógica la confianza incondicional.”

Precisamente con el método de manipulación y engaño, al interior de la organización han conseguido que sus integrantes sean disciplinados e incluso manifiesten una “obediencia ciega”, pues se les prohíbe indagar los fines para los cuales son utilizados: cuando se les asigna una misión –por ejemplo, recabar información de su trabajo, escuela, familia; participar en movilizaciones, o incluso actuar de forma violenta en manifestaciones– no pueden preguntar para qué o por qué, sólo deben hacer lo que se les ordena.

Según el testimonio, su juramento los obliga no sólo a guardar silencio sobre la existencia, actividades y miembros de El Yunque –incluso cuando ya han abandonado sus filas–, sino que pone a la organización por encima de causas legítimas, de personas y de la propia familia. “[…] En consonancia con su juramento, su organización está muy por encima de las causas por las que trabajan y de las personas que inocentemente colaboran con ellos”.

Respecto de los jóvenes cooptados con engaños –“haciéndole creer el apoyo inexistente de la Iglesia” y considerados miembros “inferiores”–, apuntaba que “ignoran muchos datos esenciales y obedecen ciegamente” a los dirigentes ocultos que toman las decisiones.

Al respecto, agregaba que “es un principio ineludible de la doctrina social de la Iglesia la primacía de las personas sobre las estructuras. Nadie les pide que dejen de trabajar con generosidad por causas buenas, pero son muchos los que les pedimos que dejen de utilizar ese método de ocultación, espionaje y control: son ya decenas los miembros de la organización que han comprendido que ese método es un error, son decenas de personas ajenas las que les han sufrido y han expresado su malestar en distintos ámbitos”.

El método usado por los yunquistas, advertía, violenta la confianza entre las personas, falta gravemente a la lealtad y a la caridad, engaña incluso a obispos, intenta ejercer mecanismos de espionaje y control sobre otras realidades eclesiales, y cuenta con un eficaz sistema de captación de menores de edad desconocido por los padres de familia.

Por ello, el filósofo consideraba que, “por muy útil que pudiera ser el trabajo de alguien o de alguna organización, por muy eficaz que pudieran ser sus acciones, nunca legitimarían la utilización de medios que dañan a las personas, que dañan a la comunión, que hieren profundamente la lealtad debida entre los que trabajan por un mismo fin. El mal nunca puede ser el camino para alcanzar el bien”.

Derivado de esto, indicaba que “en ningún modo se puede consentir que se nos imponga a los demás aceptar el secretismo de su método y obligarnos a callar sobre ellos, máxime cuando hemos constatado muchos defectos graves donde ellos solo ven exigencias del sistema de seguridad”.

López Luengos consideraba que “El Yunque comete fraude cuando sus miembros pasan por cristianos comprometidos a pesar de utilizar un método y unos criterios teológicos ajenos a la identidad cristiana. No significa esto que los cristianos no puedan entrar en la vida política, todo lo contrario: su presencia pública ha sido magistralmente propuesta en la doctrina social de la Iglesia con una riqueza y armonía difícilmente alcanzable en el ámbito civil”.

Basado en otra treintena de testimonios, el filósofo afirmaba que “no es lícito hacer creer que sus miembros actúan desde dentro de la Iglesia, pues su organización no tiene aprobación canónica. Cuando la organización ha consultado al respecto se les han ordenado cambiar sustancialmente sus principios y ellos han rehusado hacerlo desobedeciendo abiertamente las instrucciones del obispo”.

Infiltrarse por su propia agenda

Otro punto que sobresale del testimonio tiene que ver con la infiltración de este grupo secreto ultraderechista en asociaciones, institutos políticos, medios de comunicación, movimientos y la propia Iglesia católica para, clandestinamente, promover su agenda. Al respecto, apuntaba que los miembros del grupo político Yunque han trabajado en asociaciones, en distintos medios de comunicación y en grupos políticos y lo ha intentado en diversos movimientos eclesiales y en plataformas dirigidas por laicos cristianos, para desde ahí influir en la sociedad.

“Ellos se muestran como excelentes personas, muy comprometidos con su trabajo y que utilizan medios muy eficaces: notable poder de convocatoria, de influencia social y de influencia en los medios de comunicación, elaboración de materiales muy útiles, organización de charlas, etcétera. Cuentan para ello con un buen grupo de gente disciplinada que permanece oculta trabajando para los que dan la cara al público. De ahí el éxito de algunas de sus acciones públicas (aunque es más lo que publicitan que lo que realmente logran) y de ahí también, el éxito de lograr crear redes de personas comprometidas que han puesto su confianza en ellos.”

En el fondo, se desprende del testimonio de López Luengos, todo ello sirve para un mismo fin, que es su búsqueda insaciable por el poder político. Y es que, señalaba, los miembros del Yunque utilizan la energía y generosidad de muchas personas a las que engañaban sobre sus segundas intenciones, usando su trabajo sin su consentimiento para fines políticos diferentes al trabajo que realizaban. También, a través del engaño, sistemáticamente obtienen información privilegiada para los objetivos de su organización (“para lograr el control y poder”).

Sobre las redes de trabajo, el filósofo apuntaba que manipulaban a la gente haciéndola creer que participaba en asambleas, cuando la directiva estaba controlada por yunquistas. Así, “las discrepancias serias se atajaban firmemente y con estrategias distintas, en ocasiones de manera silenciosa, y en otras ocasiones con modos desproporcionados”.

Además, señalaba que “a la hora de trabajar con ellos en plataformas que agrupan a asociaciones diversas en varias ocasiones no han respetado las decisiones asamblearias actuando con notable falta de lealtad a los compromisos adoptados y a los demás miembros de las plataformas. Han hecho prevalecer su propia organización por encima de las causas por las que luchan”.

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Uso de jóvenes y menores de edad

El ultraconservador López Luengos destacaba también en su testimonio la manipulación de jóvenes y menores de edad. Al respecto, apuntaba que la afiliación de nuevos miembros se realiza sistemáticamente entre gente joven (hasta los 20 años, aunque hay excepciones), porque “sólo a esa edad se puede forjar su personalidad para que sea un disciplinado miembro de la organización”.

Es por ello que la esta tarea es prioritaria y casi exclusiva para la rama juvenil del Yunque: “para ello crean asociaciones secretas que a su vez crean asociaciones juveniles públicas con carácter político y orientación católica a las que invitan a participar a muchos jóvenes (esto es muy frecuente en el ámbito universitario). También participan en diferentes actividades de pastoral juvenil y de diferentes movimientos de Iglesia que utilizan como semilleros. En varios de ellos han sido detectados y expulsados”.

A cada miembro de las células o centros “se le exige un número determinado de afiliados, aunque la mayoría de estos, finalmente, no llegarán al último nivel de pertenencia de la organización. Así por ejemplo, cada uno de los seis u ocho componentes de un centro captará a lo largo del año hasta 40 y 80 candidatos (en total ha habido años en los que han llegado a afiliar 600 o 700 jóvenes, aunque varía mucho de una época a otra)”.

Según el testimonio, sólo la mitad llega “al siguiente nivel de implicación (los llamados Pre), y de todos ellos tal vez lleguen a ser Orgánicos (miembros del Yunque) sólo uno o dos por centro y año, por ejemplo. El proceso de admisión tiene, pues, los siguientes pasos: ‘candidato’, ‘Pre’ y ‘Orgánico’ (miembros del Yunque que son mayores de edad)”.

El proceso que se sigue para este reclutamiento comienza por invitar a los candidatos a “actividades de asociaciones tapaderas en las que en ningún momento se les informa de la existencia del Yunque. Este proceso puede durar meses. A lo largo de este tiempo, el orgánico (miembro del Yunque) que le ha captado tiene la obligación de investigar en profundidad todos sus datos personales: entorno familiar, gustos, costumbres, hábitos, orientación ideológica, prácticas religiosas, etcétera. Para ello debe ganarse su confianza y amistad”.

Cuando se concluye que algún adolescente o joven cumple el perfil deseado, se le invita a integrarse como Pre y debe participar en ciertas acciones: “se les somete entonces a un estudio más exhaustivo de su forma de pensar y de su forma de actuar poniéndole a prueba en diversas acciones políticas (pintadas, tirar huevos en un mitin, etcétera). Sólo unos pocos de ellos serán finalmente elegidos por haber demostrado su valía (liderazgo, disciplina y reserva). Es sólo entonces cuando se les informa de la existencia del Yunque y de la necesidad de reserva”.

Cuando se llega a esa fase se realiza una ceremonia de ingreso, y “el nuevo orgánico debe guardar riguroso secreto que incluye a sus propios padres y amigos íntimos. En algunos casos los padres con el tiempo llegan a advertir ‘cosas raras’ o empiezan a descubrir mentiras en su hijo. Al estar mediada la captación por juramentos, en varias ocasiones ha provocado conflictos familiares graves en los que ha resultado ineficaz, incluso, la asistencia de un sacerdote en la confesión: aun siendo menores se les prohíbe decir nada a sus padres de todo lo que se refiere al Yunque”.

No obstante, el testimonio apunta que como parte de la propia estrategia de ocultación, a veces los miembros del grupo ceden y dan a conocer a determinadas personas (por ejemplo la familia del menor de edad) datos de El Yunque. “En estos casos se envía a una persona con instrucciones muy exactas sobre qué es lo que puede desvelar con la sola intención, dicen, de ‘tranquilizar’ a la persona implicada. En algunas circunstancias excepcionales han tenido que ‘tranquilizar’ a un grupo de colaboradores de uno de sus grupos externos”.

En todo momento, agrega, los adolescentes y jóvenes son sometidos al chantaje emocional. “En términos generales les resulta muy difícil poder salir de la organización: el discurso continuo es de una exigencia que considera mediocres a los que dudan o se plantean abandonar. Pero cuando un miembro tiene claro que se quiere ir le dejan con plena libertad con tal de que no revele nada de la organización”.

Para el filósofo López Luengos, “el método del Yunque, su secretismo, su estrategia de poder no puede imponerse sobre los preceptos de la caridad, de la verdad y la confianza, ni puede imponer su voluntad sobre los demás movimientos y realidades eclesiales. Ellos podrán tener sus reuniones secretas pero no podrán obligar a los demás a respetar su secreto. Asimismo podrán organizar un grupo político, pero no es legítimo que hagan creer que su trabajo está respaldado por la Iglesia y sus pastores”.

Documento: REFLEXIÓN sobre el Yunque en España y los cristianos