Sin la menor duda, en el sangriento salinismo iniciador del neoliberalismo económico como punta de lanza del capitalismo salvaje se inició la pobreza que 24 años después ha llegado a la miseria que raya en hambruna, al rebasar los 81 millones de mexicanos empobrecidos (continuaron con esa política Ernesto Zedillo, sanguinario como su antecesor; después Vicente Fox, el payaso cocacolero; y luego Felipe Calderón, el borrachín homicida de más de 100 mil mexicanos, 27 mil desaparecidos y los más de 10 mil feminicidios), con quienes la nación tiene a 54 millones en la vil pobreza.
Beneficiado por Carlos Salinas con la primera privatización al entregarle Teléfonos de México, en 24 años Carlos Slim se convirtió en el multimillonario número uno del mundo, con una fortuna de más de 73 mil millones de dólares. Y con él, desde ese salinismo, el zedillismo, el foxismo y el calderonismo, hay 14 multimillonarios más: los Baillères, Larrea Mota Velasco, Salinas Pliego, Gonda Rivera, Aramburuzabala Larregui, Jerónimo Arango, Azcárraga, Vigil, Calderón Rojas, Hank Rhon, Roberto Hernández, Harp Helú, Michel Suberville y Gallardo Thurlow. En estos 15 y no más de 300 familias se concentra la riqueza nacional, mientras sobreviven en la informalidad 24 millones de personas, no menos de 10 millones de desempleados y cientos de miles más en la pobreza alimentaria, las enfermedades y sin acceso a medicinas.
Y en esa crisis general, el peñismo toma decisiones contra la pobreza, en el papel de las promesas, amenazando con imponer no menos de 10 por ciento de impuestos a los alimentos y medicinas… ¡Dizque para que esos 15 empresarios multimillonarios no salgan beneficiados, cuando con las 300 familias consumen los servicios médicos y medicinas estadunidenses y se alimentan con productos traídos de los mercados europeos y en restaurantes de lujo!
Los miserables mexicanos no viven, sobreviven. Los salarios son de hambre y los trabajadores son explotados, mientras de las clases medias degradadas apenas 10 millones tienen para cubrir sus necesidades en el contexto de 114 millones de mexicanos en todos los grados de la pobreza masiva. Esos multimillonarios hicieron sus fortunas por la protección-complicidad de las elites que han gobernado a la nación, permitiéndoles enriquecerse explotando la mano de obra de los recursos humanos; apoderándose de todas las áreas de producción con base en los recursos naturales. Son dueños de las minas, las mejores tierras agrícolas, la ganadería y avicultura; en suma, apropiándose de los más redituables servicios.
Empresarios y gobernantes se han repartido el país como botín. “¡Ratero!”, le gritó desde su curul el exdiputado Aurelio Manrique al entonces presidente Plutarco Elías Calles, cuando éste salía del Congreso de la Unión tras su último Informe. El sonorense le replicó: “¡Pruebas!”, y Manrique soltó de inmediato: “¡Te acuso de ratero, no de pendejo!, frase que se ha completado con la cínica de Carlos Hank González (del Grupo Atlacomulco, que empolló a Enrique Peña): “un político pobre es un pobre político”. Así han engordado políticos. Y éstos han protegido a los empresarios que ahora son los multimillonarios del capitalismo salvaje, donde hasta los delincuentes tienen grandes fortunas, como para que abra la lista Carlos Slim y la cierre Joaquín Guzmán Loera, el Chapo. Uno presidiendo la delincuencia económica. El otro, la delincuencia del narcotráfico.
Para utilizar las palabras de Tocquevielle (pronunciadas en las vísperas de la Revolución Francesa de 1848): “es verdad que el desorden no está en los hechos, pero ha penetrado muy profundamente en los espíritus. Miren lo que pasa en el seno de esas clases obreras, que hoy –lo reconozco– están tranquilas. Es verdad que no están atormentadas por las pasiones políticas propiamente dichas, en el mismo grado que lo estuvieron en otro tiempo, pero, ¿no ven ustedes que sus pasiones políticas se han convertido, de políticas, en sociales?”. Y se pregunta el teórico de la democracia moderna: “¿Y saben ustedes porqué?”, para responder: “es que la clase que gobierna se había convertido, por su indiferencia, por su egoísmo, por sus vicios, en incapaz e indigna de gobernar”.
Añado que en nuestro país, empresarios, patrones y gobernantes se han convertido en multimillonarios sometiendo a los mexicanos a la miseria, mientras se enriquecen como nueva clase de delincuentes y que son la otra cara de la moneda de la delincuencia del narcotráfico. Ambas roban, saquean, matan… Y viven en la impunidad y la opulencia.
*Periodista
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Fuente: Contralínea 366 / 29 al 29 de diciembre de 2013
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