Desinformado y enredado en los datos que le proporcionaron, Felipe Calderón estuvo en la capital sonorense para reinaugurar un tramo carretero hacia Caborca, y ordenar al desgobernador Padrés Elías que aliste dinero y recursos humanos para apoyar su decisión cuando imponga candidato presidencial en el Partido Acción Nacional (así sea Ebrard, Juan Ramón de la Fuente o cualquiera de sus dos preferidos: Ernesto Cordero y Heriberto Félix Guerra). Ahí se presentó a una entrevista que dejó ver su ignorancia total respecto del conflicto y problema del agua potable. Su ignorancia jurídica lo exhibió como un funcionario que no sabe ni lo que es un amparo y menos, una resolución de suspensión, por disposición de un juzgado federal, de la obra con la que Padrés quiere robarse el agua de la presa El Novillo, que surte del líquido al municipio de Cajeme y al Valle del Yaqui.
E ignorante como su desgobernador, pasó por alto que ya existe desacato de Padrés y su organismo descentralizado del Fondo para Operación de Obras en Sonora. Éste y una empresa ad hoc, integrada por empresarios, entre prestanombres y favorecidos para el botín de construir un acueducto, insisten en llevar a cabo lo que Calderón, a pesar de la suspensión y el desacato, dijo que “no hay impedimentos que puedan detener la obra” (El Imparcial, 11 de marzo de 2011).
Propiedad de la nación (artículo 27 constitucional), el agua es un recurso natural cada vez menos recuperable y escaso; y en Sonora, como en otras partes del país, se almacena en presas. La presa Plutarco Elías Calles, con el alias de El Novillo, es para riego agrícola y consumo municipal. A raíz de que Hermosillo y otros municipios conurbados han acusado falta de ese líquido vital (por abuso y sobreexplotación de pozos en la costa hermosillense y la incapacidad para surtir con agua de otros yacimientos), la mala administración padrecista ha reincidido en el proyecto de quitarles el agua de esa presa que, por decreto de Lázaro Cárdenas aún vigente, les corresponde a los cajemenses y municipios yaquis, cuyo centro de gravedad agrícola es el Valle del Yaqui.
Por su autoritarismo, Padrés y su facción panista se han encaprichado en construir un acueducto, burlonamente bautizado como Acueducto Independencia, para robarse el agua de El Novillo, la cual, desde hace 30 años, apenas alcanza (por la escasez de lluvias) para un cultivo anual y consumo de la población. Calderón no tiene idea, y por eso, desinformado e ignorante, se puso de parte de Padrés, afirmando que llevarse el agua del Valle del Yaqui a Hermosillo “no afecta la disponibilidad de agua que se utiliza para riego”.
No le dijeron que el desgobernador se había comprometido a la compra de una desaladora (una empresa israelita le presentó a Padrés el proyecto y de dientes para fuera dijo, por segunda vez, estar de acuerdo; pero a pesar de la resolución federal de suspender la obra y la sentencia por desacato, ha ordenado que sigan las obras). No obstante que se mantiene firme el amparo para la suspensión provisional y el incidente de desacato a la suspensión, el desgobernador sonorense mantiene su autoritarismo e irracionalidad política, al grado que la situación se ha tensado mucho, con riesgo de que la violencia se abra paso si la policía de Padrés provoca enfrentamientos con quienes defienden el agua de El Novillo.
Tan está pasando por encima de la suspensión y la resolución, que Padrés ya incurrió en desacato. Carlos Espinosa Guerrero, secretario de la Dirección Jurídica (¡un funcionario que presume de abogado!), retadoramente, declaró: “El Acueducto Independencia no se detiene”; también, que la resolución federal de suspensión de la obra y de desacato por no suspenderla “no afecta en lo físico al acueducto” (Expreso, 16 de marzo de 2011). Las tribus yaquis en sus respectivos municipios, los agricultores y la población de Cajeme-Ciudad Obregón, desde el Valle del Yaqui, han manifestado su rechazo al robo del agua. Y argumentan que la desaladora (proyectos del Tecnológico de Sonora y otro de una empresa israelita han cotizado la instalación de desaladoras a menor precio, pero, para no ceder, los del gobierno de Padrés lo han inflado, lo que hace suponer corrupción) es la solución inmediata.
Padrés llegó a sostener que si la desaladora le ponía a 10 pesos con 50 centavos el litro cúbico en Hermosillo, aceptaba y se cancelaba el acueducto. Empero, en realidad mantiene su capricho autoritario de construir el Acueducto para robar el agua a los cajemenses y las tribus yaquis que dependen de la presa El Novillo, para un único cultivo, cuando las necesidades del país requieren que zonas como las del Sur sonorense tengan dos cultivos. Lo grave del asunto es que Padrés (quien hizo a todos sus empleados de elite secretarios para que ganen sueldos millonarios), al que le dicen el “gobernador de los dos uniformes”, ya que uniformó a los alumnos de primaria y secundaria, con una compra oficial que significó un negocio que huele a corrupción; y, por otra parte, uniformó a los medios de comunicación para que “informen” que todo es color de rosa… o no hay publicidad oficial. Y otras cosas que maneja su secretario de Comunicación.
La cuestión es que el abuso de Padrés, de continuar la construcción del Acueducto, está llevando a los sonorenses del Sur, que se oponen a que les roben el agua de la presa, a un choque que apunta a un desenlace violentamente sangriento. Y que los agricultores del Valle del Yaqui tratan de impedir, llevando el problema por la vía pacífica de las instancias ante los tribunales. Calderón fue a Sonora y, queriendo o no, atizó la violencia con presagios de sangre que ha estado promoviendo el desgobernador Padrés, quien ha hecho de la disputa por el agua su guerra.
*Periodista
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