Contralínea: el Cisen y los cárteles, innovación informativa
Publicado por
Álvaro Cepeda Neri *
agosto 18, 2013 12:16 am
Sobre la prensa escrita y los libros pesa, como grave amenaza cumplida, su lenta y agónica desaparición ante los embates y auge de los medios tecnológicos de comunicación modernos. Pero aún así, llevando valientemente hasta sus últimas consecuencias el periodismo de investigación, sigue cosechando victorias de veracidad para dar a los lectores mejor información sobre el quehacer de los poderes económicos (empresarial, banquero, financiero, etcétera), los poderes políticos (municipales, estatales y federales) e incluso sobre la presencia creciente y apabullante del poder del narcotráfico y la irrupción de poderes fácticos, como Televisa, Tv Azteca y sus apéndices en la radio, junto a ese inmenso poder del casi monopolio Radio Centro; y sobre los nuevos y aguerridos poderes de autodefensa comunitaria, paramilitares y otros grupos que a diestra y siniestra se multiplican. Es un periodismo, en el mejor de los casos, que hace las veces de contrapoder, como lo ha descrito Luis María Anson en su memorable ensayo La prensa como contrapoder, en lugar de aquella tentación que habla de la prensa como el “cuarto poder” para tratar de hacerla cómplice de los poderes institucionales y de facto, habida cuenta que la prensa es todo lo contrario.
Esta revista, que contra viento y marea conduce el reportero Miguel Badillo, y los reporteros de su plantilla, que en su nombre lleva el santo y seña de su deber, Contralínea, en sus números 336 y 337 (que vieron la luz el 26 de mayo y el 2 de junio pasados, respectivamente), ha puesto sobre la mesa de la discusión democrática, la representativa y directa, frente a los funcionarios electos y los de nombramiento, dos temas de gran relevancia para tener el conocimiento de lo que hay detrás de la burocracia federal y respecto de la llamada “delincuencia organizada” del narcotráfico. En el primer caso, la integración de la cúpula del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (el Cisen); en el otro, cómo son los cárteles y cuántos son los que se diseminan ya por todo el territorio, además de su actual disputa, a sangre y fuego, por la capital del país. Con lo cual, estos grupos completarían la total inseguridad que padece nuestra sufrida y angustiada nación con homicidios al por mayor.
Para conocer a este discípulo de la divisa platónica de que el gobernante tiene permiso para la “mentira política”, el reportero gráfico Alejandro Mendoza nos obsequia una fotografía de cuerpo entero del vocero Eduardo Sánchez, quien según sus cuentas alegres, esos homicidios van a la baja. Y en la nota de Benito Jiménez, el funcionario de marras se va encima de los datos de más inseguridad que hizo pública la organización México Unido Contra la Delincuencia en el diario Reforma el 7 de junio de 2013.
El peñismo de los Óscar Argüelles y los Carlos Olmos Tomasini, empleados todavía de Max Cortázar (como una más de las complicidades calderonista-panista con los grupos ultraderechistas del ala priísta más reaccionaria), le tiene gran aversión al desempeño de la labor a toda prueba de la revista Contralínea. Y en estos dos trabajos, la revista ha dado muestra de su apego a las libertades de prensa y un tributo a la investigación periodística, con la mira de innovar el desempeño de la información veraz y contrastada, para lograr una exposición enderezada a la crítica. La información de los –hasta este momento– 89 cárteles del narcotráfico y su distribución reflejada en un mapa-organigrama es un trabajo utilísimo y oportuno. Lo anterior, agregado a la información (desconocida) de los 39 más altos funcionarios integrantes del Cisen, pone a los lectores al tanto de quienes están encargados de vigilar (espiar) a los buenos y malos, para allegarle información al peñismo a través de la Procuraduría General de la República, Gobernación, Hacienda y Crédito Público, Defensa y Marina, para coordinarse en las tareas de seguridad. Y sobre la cual el peñismo no encuentra la cuadratura del círculo, con todo y el colombiano Óscar Naranjo que vendió (muy cara por cierto) su asesoría como el experto, pero que fue echado de su país por ineficaz.