Gandalla-agandallarse, en la investigación que nos brindó el poeta, escritor y defensor de las culturas indígenas Carlos Montemayor, y que el 7 de enero de 2009 empezó a publicar en el periódico que puso a su disposición sus páginas y él su lealtad, La Jornada, nos precisó que esos dos mexicanismos –sin jota– significan: bandolero, fugitivo, tortuoso, torcido, elusivo, vagabundo, bribón, holgazán, pillo, truhán, bandido de baja estofa. Por cierto que en el Diccionario de mejicanismos de 1959 de Francisco J Santamaría y en el Diccionario de México, de Juan Palomar, no aparecen ninguna de las dos palabras.
En el caso de los yaquis, llevó a cabo su abuso con el apoyo-complicidad de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y el resto con la cuña de Enrique Peña, quien empezó a mostrar descaradamente su panismo; del presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), César Camacho, y la pinza Miguel Ángel Osorio Chong-Luis Videgaray. Los cinco están muy interesados en descarrilar al PRI y su candidata para agandallarse (robarse, arrebatar a la mala) la dirección de la entidad, con la mira de seguir controlando la sucesión-candidatura presidencial de 2018. Y en un amarre Partido Acción Nacional (PAN)-PRI con la alternativa Gustavo Madero o Videgaray, optar por uno de estos que representan cuidarle las espaldas al desgobernador y al presidente de la ingobernabilidad.
Aunque parezca absurdo, se trata de una maniobra para agandallarse la derrota del PRI, pues Peña, Padrés, Videgaray, Camacho y Osorio ya sellaron su contubernio para continuar preparando la sucesión peñista, a cambio de impunidad al desgobernador; así tengan que favorecer la victoria del expriísta y panista oportunista Javier Gándara y su grupo multimillonario encabezado por su esposa Marcela Fernández, poder tras el trono y festejada en el lujoso muestrario: Mil días transformando Hermosillo, donde, por supuesto, Gándara Magaña no exhibe sus corruptelas cuando estuvo al frente de la presidencia municipal de Hermosillo.
El quinteto antes mencionado busca perpetuarse en una Presidencia de la República que se ha ido degradando y desgastando por la impericia política, el abuso del poder, la impunidad y la incapacidad económica con que se han conducido los presidentes desde Carlos Salinas, quien inauguró el neoliberalismo económico privatizador, y desde los pasillos de su poder se fraguó el homicidio de Luis Donaldo Colosio. Éste fue sustituido por Ernesto Zedillo, quien siguió al pie de la letra esa política económica desnacionalizadora (enamorado de Milton Friedman y el monetarismo); y contagió sangrientamente (Acteal, Aguas Blancas, El Charco, etcétera) al foxismo, para que éste dejara el campo a Felipe Calderón y su militarismo que arrojó más de 100 mil muertos. Militarismo que han continuado Peña y su pandilla después de asaltar la Presidencia mediante Monex, Soriana, la compra de gobernadores a través de la ahora encarcelada exdueña del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y del “hombre del maletín”, que fue Videgeray; la ayuda tras bambalinas del tío Arturo Montiel y el factótum Televisa y Tv-Azteca.
Casi a la mitad del sexenio peñista, el grupo de Atlacomulco ha decido hacerse del poder presidencial a la manera de la mancuerna Porfirio Díaz-Manuel González (1876-1884), guillotinando al PRI que muestra ya síntomas y hechos de su decadencia por la falta de una dirección política al estar en manos burocráticas: Enrique Peña y César Camacho. Y se aprestan a una complicidad con el PAN (éstos perdieron el partido y el gobierno, sentencia que persigue a Peña-Camacho) para, en la sucesión de 2018, retener la Presidencia a cualquier precio. Y éste es derrotar al PRI en Sonora, ejerciendo una componenda con el desgobernador Padrés y un arreglo con Gustavo Madero que haga triunfar al candidato panista en la entidad, Javier Gándara. Así como facilitar otras victorias a los gobiernos locales de esa derecha.
Se trata, además, de marginar y anular lo que ha quedado de las desdibujadas centro-izquierdas. Y, sobre todo, impedir que el lopezobradorismo, posicionado ya, sea un adversario al que la alianza PAN-PRI no pueda presentar resistencia. Así que en Sonora, con siete candidatos en la disputa por el gobierno de la entidad (donde solamente cuentan Claudia Pavlovich y Gándara), el peñismo quiere derrotar al PRI y alzarle el brazo al PAN para afianzar su “pacto por la Presidencia”. Política, económica y socialmente Peña, Padrés, Videgaray, Osorio Chong y Camacho cada vez tienen menos control; y el malestar de las mayorías, la pavorosa inseguridad y el desastre en todos los frentes que ya asomó con la caída del precio del petróleo y la devaluación vislumbra que el peñismo priísta-panista no sabrá cómo conducir la nave estatal.
Si derrotan al PRI en Sonora y logran apuntalar al PAN, habrán logrado parte de su pacto. Y solamente la crisis general puede llevarlos a un callejón sin salida, a menos que reculen y se vean obligados a renegociar y abandonar su estrategia, para que la alternativa del PRI o el Movimiento Regeneración Nacional, de cuyos candidatos, sobre todo del PRI, dependerá el viraje al que se quieren oponer Peña, Padrés, Videgaray, Osorio y Camacho… con el invitado a la complicidad Gustavo Madero, para agandallarse la sucesión presidencial de 2018.
Álvaro Cepeda Neri*
*Periodista
[Sección: Contrapoder]
Contralínea 436 / del 11 al 17 de Mayo 2015
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