Siguen las provocaciones de Calderón, los calderonistas y el Partido Acción Nacional (PAN) contra la prensa, no en lo general (que el inquilino del búnker de Los Pinos tiene sus simpatizantes; y él, a sus favoritos, ambos con pleno derecho a esas adicciones), pero sí contra el periodismo que se muestra crítico contra sus indecisiones y mal gobierno enmarcados en un tufo a la Victoriano Huerta: militarismo y alcoholismo. Las libertades de prensa en todo el país están siendo igualmente combatidas por delincuentes y calderonismo mediante amenazas cumplidas, por órdenes de los capos del narcotráfico y agresiones gubernamentales que han llegado no solamente a la censura, los tenebrosos llamados a no informar sobre la “no guerra” de Calderón y la barbarie de los sicarios de la cada vez más desafiante criminalidad, sino que el calderonismo y el propio Calderón han orquestado perversos ataques (usando a Televisa) contra la revista Proceso. La última “hazaña” del derechista abusando del poder presidencial ha sido contra la comunicadora Carmen Aristegui.
Van más de 30 homicidios, cientos de desaparecidos y miles de ataques físicos, que incluyen a periodistas exiliados, en lo que va de los regímenes panistas. Y en la Procuraduría General de la República están escondidas cientos de denuncias contra presidentes municipales, gobernadores y funcionarios de la Presidencia de una República desnaturalizada inconstitucionalmente por el desempeño de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, quien al parecer se prepara, con las complicidades del chuchismo perredista y el camachismo-ebradorista, a ir más de allá de las “alianzas” y coaliciones del centro a la ultraderecha para apurar al militarismo-policiaco, al apadrinamiento del proceso electoral para la sucesión presidencial, antes que elección, en lo que lleva visos de un golpismo preventivo al contagio de las revueltas-revoluciones de los árabes, donde el pueblo, sin más camino que la violencia social, se está deshaciendo de sus malos gobernantes.
El señor Calderón tiene un tufo a Victoriano Huerta, no solamente por su, con o sin hipótesis o el supongamos sin conceder, adicción alcohólica; también por su incontrolable militarismo que lo mismo combate a muerte a los narcotraficantes y otros delincuentes, como impunemente quita de en medio, como “daños colaterales”, a cientos de mexicanos que nada tienen que ver con ellos. Y con esa doble actitud victorianohuertista se ha dedicado directamente a pisotear las libertades constitucionales de la prensa escrita, de radio y televisión.
Esto respecto de periodistas que las ejercen como contrapoder para criticar e informar verazmente a la opinión pública el abuso del poder autoritario y sus corrupciones; apegados no a códigos de ética particulares, sino conforme a la ética republicana y democrática del estado de derecho a través de su orden jurídico positivo. No hay la menor duda de que Calderón, el PAN y sus aliados (Camacho, Ebrard y los Chuchos del perredismo derechista) continuarán intentando la censura previa en los medios de comunicación que se resisten a ponerse a las órdenes del tufo a la Victoriano Huerta.
*Periodista
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