Televisa continúa con su campaña contra quienes critican su macartismo que se sustenta en filtraciones calderonistas para, desde los poderes presidencial y audiovisual, elaborar “ataques difamatorios, acusaciones infundadas”, que son los significados del macartismo (Roberta Strauss, McCarthy y el maccarthysmo). Pretendió calumniar a un reportero de la revista Proceso y al semanario mismo y le salió el tiro por la culata. La dramaturga Lillian Helman describió a sus personeros y compañeros de viaje como los “hombres que mentían cuando era necesario mentir, y que calumniaban aun cuando no era necesario calumniar”, conocedora de los canallas que abusan de su poder para intimidar y silenciar a los que les salen al paso. No acepta Televisa y su grupo externo, ambos estrechamente conectados, más periodismo que el suyo y el que practican los aliados del cártel empresarial audiovisual.
Pero hay periodismo y periodistas que ejercen sus libertades como “contrapoder del poder político, contrapoder del poder religioso, contrapoder del poder universitario, contrapoder del poder financiero, contrapoder del poder económico…”. Y contrapoder del poder cuasimonopólico de Televisa, que se ha convertido en un poder económico y político y completa su malvado poderío “al educar a nuestros niños hacia la violencia” (ensayo de Karl R Popper, “Licencia para hacer televisión”, Nexos, de la que es propietario y director Aguilar Camín, el historiador de “tijeras y engrudo” e ideólogo de Televisa).
El mismo Popper consideró que “ninguna democracia puede sobrevivir si no se pone final al abuso de este poder… Una democracia no puede sobrevivir si no se somete a control la televisión”, pues uno de los fines de las democracias, además de sus otras tareas (una de ellas el método electoral), es “poner bajo control el poder político”. Y Televisa reúne las características de un doble poder: el económico, como un cártel oligopólico, y el político y despótico. Es “un nuevo Hitler”, en cuanto es “un poder infinito” (Karl R Popper, La televisión es mala maestra, Fondo de Cultura Económica).
Televisa utiliza su imperio audiovisual no para replicar ni discutir, sino para atacar a quienes critican su poder y abusos, como hizo contra el semanario Proceso, a quien creyó exhibir ante la opinión pública para quedar una vez más reducida en sus desmedidas embestidas y bajeza. Ahora, no obstante que desprecia a los medios de comunicación escritos, envió a su director General Corporativo de Comunicación, Manuel Compeán Palacios, para intentar quitarle a Televisa el muy bien puesto calificativo de macartista que, con fundadas criticas, le colgó la periodista Denise Dresser. Ésta ha defendido a Proceso y al diario Reforma, a quienes Televisa les organizó un linchamiento público. En una carta (Reforma, 14 de diciembre de 2010), el empleado de Televisa vuelca su furia contra lo expuesto por Denise Dresser, justificando la embestida audiovisual contra Proceso (se acobardó para referirse a Reforma), al acusarlo de calumniar al cártel televisivo.
Televisa, a nombre de la cual suscribió la carta el señor Compeán Palacios, miente. Y mintió por medio de una filtración proporcionada desde Los Pinos a través de la Procuraduría General de la República para ver si lograba desacreditar al periodismo independiente y crítico que ejerce la libertad de expresión para el libre examen y discusión de las ideas, escribiendo y publicando escritos sobre cualquier materia… y Televisa es cualquier materia. Ya la periodista respondió a sus inquisidores. Pero es necesario ratificar que ese cártel audiovisual, con todo su poder macartista, no tiene toda la impunidad que presume, por sus complicidades, y que quienes no aceptamos la censura y convenimos en hacer un periodismo como contrapoder nos sumamos al periodismo que Proceso y Denise Dresser presentan a la opinión pública.
Si Televisa, usurpando funciones del Estado y sus órganos judiciales, se erige en un tribunal para enjuiciar a quienes discrepan de su conducta, hay quienes no aceptan ni reconocen ese despotismo. Sus ataques tendrán siempre respuesta de la crítica y la réplica para seguir conquistando y ratificando las libertades de prensa. El macartismo que imaginó fantasmas para desahogar sus odios, como el nazifascismo, se encontró con un ¡no pasarán! Así, el macartismo de Televisa con sus poderes tiene una pared: la del contrapoder del periodismo más democrático y más republicano.
*Periodista
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