El proyecto más ambicioso del Gobierno del Distrito Federal, Ciudad del Conocimiento, Campus Biometrópolis, se construirá sobre una reserva natural que alberga especies en peligro de extinción, protegidas, endémicas y un Monumento Natural de importancia mundial. Sin acreditar la sustentabilidad del proyecto, el gobierno capitalino y la iniciativa privada se empeñan en edificar sobre un predio que posee un alto valor geológico, biológico, ambiental e histórico, explican especialistas
Elva Mendoza / Primera parte
El paisaje rugoso del Pedregal de San Ángel apenas sobrevive a la mancha urbana de la capital del país. A pesar de su alto valor ambiental, el 80 por ciento se ha urbanizado y el resto se encuentra en permanente asedio por megaproyectos de inversión.
Ciudad del Conocimiento, Campus Biometrópolis –megaproyecto que consiste en edificar zonas de investigación, vivienda, atención médica, comercialización y amplias áreas de estacionamiento–, se habrá de construir sobre uno de los relictos del pedregal que quedan en la ciudad: Los Encinos, ubicado en la delegación Tlalpan.
De acuerdo con investigadores y expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que han realizado estudios en la zona, el predio posee un alto valor geológico, biológico, ambiental e histórico.
No obstante, el Gobierno del Distrito Federal y la inmobiliaria Grupo FRISA construirán una ciudad sobre la reserva natural que, dicen, será “sustentable”.
A su paso, esa ciudad destruirá formaciones lávicas de más de 2 mil años de antigüedad, el hábitat de especies en peligro y, consecuentemente, los servicios ecosistémicos que brinda.
Este sistema de cuevas ha sido explorado por Ramón Espinasa-Pereña, espeleólogo, quien por medio de sus recorridos mapeó 4 kilómetros de tubos distribuidos en seis cuevas de más de 10 metros de ancho y 5 metros de alto: Huesitos, Cocodrilo, Pedro el Negro y las tres cuevas Margarito, la mayor de ellas, de 2 kilómetros de largo.
Al interior de dichas formaciones, podrían habitar 15 especies de murciélagos, dos de ellas, amenazadas (Choeronycteris mexicana y Leptonycteris novalis). Además, innumerables especies utilizan las entradas como refugio.
El Sistema Padierna, del que son parte las cuevas, se conoce parcialmente. Espinasa-Pereña calcula que dos terceras partes del predio estarían ocupadas por los conductos de origen volcánico, donde inclusive se ha encontrado cerámica.
A pesar de que Grupo FRISA y el Gobierno del Distrito Federal se empeñan en argumentar que el trazo de Biometrópolis salvaguarda los tubos, no se realizaron estudios geológicos para determinar si existen más cuevas de las exploradas hace 15 años por Espinasa-Pereña.
Ana Lilian Martin, quien es parte de una comisión de científicos de la UNAM convocados por el gobierno capitalino, Grupo FRISA y la propia Universidad para evaluar la viabilidad del proyecto, asegura que el área está llena de estructuras lávicas que hay que respetar y preservar.
El investigador Zenón Cano, biólogo y académicode la Facultad de Ciencias, abandonó la comisión en 2009 debido a que detectó errores en el trazo arquitectónico que dañarían severamente la geología del lugar. Al exponer su opinión ante la constructora, no fue escuchado: “Me estaban haciendo parte de esta voz oficial; una manera de callar mi voz”.
Un mapa elaborado por Cano a partir del trazo arquitectónico del proyecto y la topografía de los tubos revela que una parte de las seis cuevas hasta ahora exploradas se perderá con la construcción de la ciudad “sustentable”.
Luego de elaborar el informe Evaluación del potencial biológico y del estado de conservación del predio Los Encinos a petición de la Comisión de Recursos Naturales de la administración local, los investigadores Cano, Jorge Arturo Meave y María del Coro Arizmendi propusieron que se declarara al predio Monumento Natural.
Sin embargo, el 1 de diciembre de 2009 un decreto publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal estableció 25 hectáreas como Área Natural Protegida, con la categoría de zona de protección hidrológica y ecológica. Las otras 46 hectáreas quedaron desprotegidas.
A decir de la también geóloga Ana Lillian Martin, la porción de tierra “protegida” no es suficiente para salvaguardar los tubos de lava.
Los errores no sólo fueron detectados en el trazo, sino también en la determinación del área sujeta a protección ambiental. Antonio Lot, actual secretario ejecutivo de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel de Ciudad Universitaria y coordinador de dicha Comisión, dice estar inconforme con los límites de la reserva por su imprecisión.
Los Encinos es parte del corredor biológico que conforman la Reserva Ecológica de Ciudad Universitaria, el Cerro Zacatépetl y el Parque Urbano Bosque de Tlalpan. Corredor que ofrece a insectos, aves y mamíferos migratorios un lugar de descanso, alimento y reproducción.
La reserva natural ofrece servicios ecosistémicos a los habitantes de la ciudad. Uno de los más importantes: la filtración de agua a los mantos freáticos. En la Evaluación se estima que el predio acumula 900 litros de agua anualmente por cada metro cuadrado. Reduce el ruido; amortigua los cambios de temperatura; impide el efecto invernadero al capturar carbono; alberga plantas de importancia médica, especies raras, protegidas y en peligro de extinción; es hábitat para animales; sitio de hibernación y posee valor paisajístico.
Debido a su importancia y belleza, en 1997 el predio fue designado Área Verde de Valor Ambiental en suelo urbano, lo que impedía a los propietarios, entre otras cosas, realizar construcciones de tipo habitacional y, en cambio, promovía la restauración, protección y conservación del área.
No obstante, en 2008 el juez Noveno de Distrito en Materia Administrativa en el Distrito Federal obligó, luego de un juicio, a la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda del Distrito Federal otorgar los usos de suelo habitacional y mixto, con una densidad de hasta 400 habitantes por hectárea, y corredor urbano con usos mixtos comerciales y de servicios.
Al respecto, en el Convenio de Concertación para la Creación del Campus Biometrópolis –pactado entre el Gobierno del Distrito Federal y los propietarios del predio, y del que Contralínea posee copia–, la administración capitalina afirma estar situada en una posición “muy difícil”, pues al cumplir con la resolución judicial “se causaría un gran daño al medio ambiente”, y de no cumplir, “violaría la ley”.
En dicho documento, el Gobierno del Distrito Federal asegura estar imposibilitado financiera y presupuestalmente para llevar a cabo una expropiación cuyo objeto sería el crear un Área Natural Protegida.
Por ello, se determinó construir la Ciudad del Conocimiento, Campus Biometrópolis, sobre Los Encinos, considerado por los propietarios “baldío urbano”. El 50 por ciento del predio estará destinado a la urbanización; el 35.5 por ciento, equivalente a 25 hectáreas, corresponderá al Área Natural Protegida; el resto será utilizado como área verde.
En la Comisión de Medio Ambiente y Protección Ecológica de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el asunto no ha sido discutido. Alejandro Sánchez Camacho, diputado del Partido de la Revolución Democrática y miembro de la Comisión, dice no tener detalles acerca del proyecto y sus impactos, debido a que son acciones de gobierno. El legislador se muestra preocupado por los costos políticos que acarrean al Partido los proyectos “polémicos” del gobierno de la ciudad.
Mientras, Juan Carlos Zárraga, también miembro de la Comisión y diputado del Partido Acción Nacional, argumenta que el tema no ha sido discutido por corresponder a la legislatura anterior. “Vamos a estar vigilantes”, amenaza el panista. “Si hay investigaciones de gente de alguna universidad o de algún instituto que señalen que pudiera haber un daño, vamos a tomar cartas en el asunto”.
La Manifestación de Impacto Ambiental, Modalidad Específica (MIA-E) -documento elaborado por la propia empresa, el cual señala las severas consecuencias ambientales que habrá de traer la construcción y operación de Campus Biometrópolis fue presentada y aprobada por la Secretaría del Medio Ambiente (SMA) a través de una resolución fechada el 9 de septiembre de 2010.
La cuarta cláusula del Convenio de Concertación, “Permisos y vialidades; incentivos fiscales”, establece que el Gobierno del Distrito Federal se compromete, a manera de incentivo para el desarrollo del Campus Biometrópolis, a coadyuvar con la obtención expedita de permisos, licencias y autorizaciones que se requieran.
Así, Bernardo Lesser Hiriart, director de Regulación Ambiental del gobierno de Marcelo Ebrard, dictaminó la autorización condicionada en materia de impacto ambiental al Plan Maestro del megaproyecto privado.
En el apartado “Escenario modificado por el proyecto” de la MIA-E, se afirma que habrán emisiones vehiculares, generación de ruido permanente, paisaje totalmente urbano y cerrado, aumento de los efectos sísmicos y generación de eventos hidrometeorológicos extremos con riesgo de inundaciones.
Además, asegura que la vegetación y fauna podrá sufrir el impacto del desplazamiento con daños y pérdidas de muchos individuos, e incluso contempla la posibilidad de que la mayoría de los mamíferos nativos sobrevivientes desaparezcan cuando el predio sea urbanizado.
Aunque se contemplan medidas de mitigación, especialistas como Zenón Cano aseguran que construir el complejo conllevará la extinción de especies. Al no poder garantizarse su conservación, habrá, asegura el experto, una destrucción inevitable y un costo ambiental, pues “mitigar no significa eliminar los impactos”.
Biometrópolis fue presentada como un proyecto sustentable con azoteas verdes, pozos de absorción, paneles solares, planta de tratamiento de aguas residuales y la declaración de un Área Natural Protegida. Con ello se busca obtener la certificación internacional Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental.
Para Luis Zambrano, investigador en el Instituto de Biología de la UNAM, no es posible aplicar el término sustentable a la construcción de ciudades sobre reservas naturales. El término, explica, es utilizado cuando a los complejos urbanos ya existentes se le hacen modificaciones para reducir su consumo ecosistémico, es decir, en agua y energía.
Preocupado, el también coordinador del Laboratorio de Restauración Ecológica de la UNAM insiste en que se pretende utilizar tecnología para sustituir lo que la naturaleza hace y brinda de manera gratuita. De ahí la urgencia de preservar las áreas verdes de la ciudad.
El valor y la importancia de conservar y proteger los ecosistemas naturales, indica Zenón Cano, es cuidar el bienestar de las personas, mitigar su sufrimiento y preservar vidas humanas, pues se evitan las inundaciones, el cambio climático y la carencia de agua.
En opinión de Cano, las áreas naturales deben ser protegidas con leyes más severas, programas serios de salvaguarda y vigilancia, para evitar los asentamientos irregulares, y con la participación de la sociedad. “Una responsabilidad colectiva”, concluye.
Desde su oficina en el Programa Universitario del Medio Ambiente, Antonio Lot no duda en decir que la conservación depende del nivel cultural y educativo no sólo de las sociedades, sino de sus gobernantes y empresarios. Subraya que la preservación es también económicamente redituable. “Una joya como Los Encinos, en otros países sería intocable”.
Los investigadores y expertos coinciden en señalar que si bien el proyecto es necesario, de construirse sobre Los Encinos se estaría atentando irreparablemente contra las especies que ahí habitan, el valor geológico del lugar y el bienestar de los habitantes de la ciudad.
César Nava Escudero, experto en derecho ambiental e investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, indica que el responsable de salvaguardar los intereses comunes es el Gobierno del Distrito Federal; sin embargo, al ser parte del proyecto, erradica su posibilidad de ser juez.
Otra instancia competente es la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial del Distrito Federal. Érika Larios, de Comunicación Social, dijo a Contralínea que el predio se encontraba en litigio; pero por tratarse de un expediente abierto, no podían brindar información adicional.
Una instancia más que podría intervenir, dice el jurista Nava Escudero, es la Secretaría del Medio Ambiente. Cuestionado acerca de la construcción de Biometrópolis sobre una reserva natural, Jorge Fuentes Martínez, coordinador de Comunicación Social de la SMA, arguye que al tratarse de una propiedad privada, se pueden construir miles de edificios si se quiere. En la SMA, “vemos bien que un particular done una parte del terreno a la ciudad para su conservación”.
Para el investigador Espinasa-Pereña, quien caminó por los tubos de lava hace ya 15 años, el panorama es claro: edificar Biometrópolis en la reserva equivale a construir un Mc Donald’s dentro de las Grutas de Cacahuamilpa.
Los remanentes conforman un archipiélago de derrame repartido en distintas zonas.
Nombre | Delegación | Hectáreas |
Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel de Ciudad Universitaria | Coyoacán | 237 |
Parque Ecológico Guayamilpas | Coyoacán | |
Parque Ecológico Arqueológico Cuicuilco | Tlalpan | 23 |
Bosque de Tlalpan | Tlalpan | |
Parque ecológico Ecoguardas | Tlalpan | |
Los Encinos | Tlalpan | 71 |
Parque Ecológico de la Ciudad de México | Tlalpan | 726 |
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