Que “los Estados no pueden ser gobernados por medio de padrenuestros”, es un dicho atribuido a Cosme de Médici (John G A Pocok, El momento maquiavélico. El pensamiento político florentino y la tradición republicana atlántica, Tecnos-Grupo Anaya, 2002).
El monje Girolamo Savonarola (1492-1498), que organizaba las hogueras de la vanidad para que los florentinos arrojaran sus lujos y libros licenciosos mientras recitaba sus profecías, al considerar esto una equivocación, insistió en sus prédicas para instaurar la Ciudad de Dios, rezándole a San Agustín, los que provocó que Médici lo llevara a la hoguera, para regresarlo a la realidad de la Ciudad Terrena. Ante su fracaso político, Nicolás Maquiavelo lo bautizó como el profeta desarmado.
Con esta breve nota presento la penetrante, excelente y reveladora investigación del periodista Rodolfo Montes, que comprueba con puntuales precisiones el fundamentalismo de Felipe Calderón, quien ha gobernado –¿o desgobernado?– al Estado federal, socavando sus fundamentos laicos y el liberalismo político. Y como un Savonarola encabeza una “no-guerra” (con casi 60 mil homicidios, más los que se acumulan a diario) entre los buenos (del Partido Acción Nacional) contra los “malos” –montado en el catolicismo y algunas iglesias evangelistas; donde su esposa Margarita Zavala lleva la buena nueva de la Campaña Nacional de Información para una Nueva Vida–, al convertir a Los Pinos (y el búnker donde se esconden en caso de que su “no-guerra” los alcance) en la nueva versión bíblica de la Iglesia Cristiana Integral la Casa sobre la Roca.
En casi 200 páginas, 10 capítulos, el excelente prólogo y el ensayo “No necesitamos un presidente fundamentalista ni una guerra santa” (del investigador y periodista Roberto Blancarte), conocemos al “cristiano” Calderón que respira por la herida de su herencia cristera. Ya no reza de la mano de sus colaboradores, como hizo Vicente Fox, pero, en lugar de la Constitución Política, consulta la Biblia. Ni hay sesiones evangelistas al estilo de la Casa sobre la Roca, como las que Liébano Sáenz permitió que su esposa organizara durante el zedillato, mientras que él interpretaba en el órgano música religiosa.
La cruzada de Calderón es más evangelista-cristiana que católica, lo cual, dice el autor, ha distanciado a la cúpula del catolicismo mexicano-romano, de la pareja que se ha dejado seducir por Alejandro Orozco y su compañera, dueños del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (quienes han ingresado a todos sus afiliados como militantes de la Casa sobre la Roca). Y ha infiltrado todas las “políticas” calderonistas para que con padrenuestros, cantos e invocaciones a su Dios extraterrenal y el Cristo terrenal, no sean atendidos los pobres, que al fin y al cabo ya tienen ganado el cielo, mientras se entregan a los empresarios y en nombre de su doctrina fundamentalista, como nuevo Savonarola, combaten el “mal” de las delincuencias, como una obra diabólica.
El libro escarba y da con las raíces pentecostales (Paul Poupard, Diccionario de las religiones) de Calderón, Zavala y la iglesia calderonista.
Ficha bibliográfica:
Autor: Rodolfo Montes
Título: La cruzada de Calderón. Su herencia católica, Casa sobre la Roca
y el nuevo mapa religioso de México
Editorial: Grijalbo Mondadori, 2011
*Periodista