A la sombra del malestar social, económico, político y las manifestaciones de la democracia directa contra los capitalismos enmascarados de globalización y los abusos de la democracia indirecta o representativa, han aumentado las acciones del terrorismo y las delincuencias que, de 20 años para acá, encabezan los cárteles del narcotráfico. Esto tiene en riesgo la gobernabilidad en casi todos los estados de la República, lo que han aprovechado las elites gobernantes y los poderosos dueños del dinero para apretar su autoritarismo en todos los regímenes políticos que se mueven entre los polos de China y Estados Unidos, más el debilitado contrapeso de la Unión Europea, golpeada por severas crisis económicas que contaminan de recesiones, desempleo masivo, corrupción y hambre con pandemias por contagios de la misma globalización.
En las autocracias y aun en las democracias, los gobernantes son proclives al autoritarismo, pero hay épocas en que éste se acentúa, ampliando el catálogo de delitos de sus gobernados para controlarlos. A esto se llama gobernar a través del delito. Así, construyen más cárceles que escuelas, hospitales o espacios para la recreación cultural. La irrupción de los delincuentes profesionales ha dado más motivos a los gobernantes para criminalizar los actos y las omisiones de los ciudadanos y disminuir la edad para tratarlos como delincuentes mayores.
En el texto Gobernar a través del delito (traducido al español por Victoria de los Ángeles Boschiroli), en más de 400 páginas, su autor Jonathan Simon explica y prueba en los distintos capítulos cómo crece la gobernabilidad al aumentar los delitos y hacer de cada ciudadano un delincuente, con lo que se limitan las libertades constitucionales. Una cosa es “gobernar a través del delito” y otra, “gobernar el delito”. Ya no son los ciudadanos potenciales delincuentes, ahora lo son por ejercer las libertades: manifestarse, criticar, reclamar. Se recurre “a la categoría del delito para dotar de legitimidad a [las] intervenciones motivadas por otras razones”. Y recurren al estado policiaco (que vislumbró Ferdinand Lassalle), enaltecido y usado por los nazifascistas, estalinistas y otros sistemas despóticos, hasta en las democracias, para reprimir las manifestaciones de protesta de sus pueblos.
En su libro el autor analiza: “Poder, autoridad y justicia penal”; “La autoridad ejecutiva y la guerra contra el delito”; “El miedo al delito y la actividad legislativa”; “La jurisprudencia del delito y la caída de la gobernabilidad judicial”; “La raza, la guerra contra el delito y el encarcelamiento masivo”; “El gobierno de las relaciones domésticas a través del delito”; “La reforma de la educación a través del delito”; “Delito, victimización y sanción en el mercado de trabajo desregulado”. Cuenta con una bibliografía utilísima y cada capítulo, con notas. El texto es impresionante y de actualidad para alertarnos sobre cómo nuestros gobernantes optan por criminalizar toda la vida pública y privada, para controlar a la sociedad e ir transformando la democracia en una autocracia, en nombre de restaurar la seguridad perdida al precio de restringir las libertades.
Ficha bibliográfica:
Autor: Jonathan Simon
Título: Gobernar a través del delito
Editorial: Gedisa, 2011
*Periodista
Fuente: Contralínea 322 / febrero 2013