El anarquismo está de vuelta en México y en el mundo. Colectivos, okupas, individualidades, comunidades, federaciones, mutualidades, reuniones de afines… crecen a diario. Los organismos de seguridad nacional los observan, los vigilan, los persiguen.
Todo anarquismo –no sólo el insurreccionalista o el clandestino que ha optado por la revolución– es sospechoso para el Estado. En México, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) dice a Contralínea que este organismo de inteligencia civil “no considera, califica ni atribuye como amenaza a la seguridad nacional grupo alguno por su ideología, sino hasta que el grupo o persona cualquiera realiza acciones contempladas en los supuestos del artículo 5 de la Ley de Seguridad Nacional”.
Sin embargo, lleva la cuenta puntual de los anarquistas que pacíficamente se organizan en toda la República y dónde se encuentran.
El organismo de inteligencia civil del Estado mexicano ha realizado un meticuloso seguimiento de las expresiones de esta opción teórica y práctica, mayoritariamente pacifista. Informa que “en el país existen 54 grupos que se autodenominan anarquistas”. El documento entregado a Contralínea complementa al de la Agenda Nacional de Riesgos, en la que se considera al anarquismo, de manera genérica, como la tercera amenaza, en orden de importancia, a la seguridad nacional.
Se refiere a aquellos que se organizan y asumen su pensamiento libertario de manera abierta y pública: realizan círculos de estudio, talleres y participan en política al margen de los partidos con registro, en colonias populares, comunidades campesinas e indígenas e instituciones educativas; se solidarizan con movimientos sociales con los que guardan alguna afinidad.
En listado aparecen Pueblos, Barrios y Colonias en Defensa de Azcapotzalco, y el Okupa Che, por citar dos ejemplos. El primer caso es de una organización integrada por habitantes de dicha delegación que se oponen a la privatización de los espacios públicos y luchan por mantener la propiedad colectiva de la tierra. El segundo es un espacio libertario dentro del campus universitario: el Auditorio Che Guevara de la Universidad Nacional Autónomo de México. En el espacio trabajan colectivos, individuos y organizaciones, pero no todos se asumen anarquistas, como explican integrantes del espacio.
Por el contrario, en el listado no aparecen los tres referentes históricos más importantes para el anarquismo en la Ciudad de México: la Biblioteca Social Reconstruir, el Multiforo Cultural Alicia y la Federación Anarquista de México.
Según el documento, titulado Cuadro de grupos autodenominados anarquistas, la capital del país es la entidad que alberga el mayor número de expresiones ácratas públicas. En la Ciudad de México se encuentran 14 grupos anarquistas. La relación sigue con 10 en Baja California; seis en el Estado de México, y cinco en Oaxaca y en Puebla. Además, tres en Nuevo León; dos en Morelos, en Veracruz, en Quintana Roo y en Zacatecas. Aguascalientes, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Querétaro y San Luis Potosí contabilizan un grupo por cada entidad. Dos de las agrupaciones cuentan con presencia en más de una entidad.
El órgano administrativo desconcentrado de la Secretaría de Gobernación (Segob) entregó a Contralínea el expediente, como parte de la respuesta a la solicitud de información 0410000022916 presentada por este medio. Es una relación, desglosada por cada estado de la República, de aquellos grupos que se atribuyen “de manera pública y discursiva”, señala el Cisen, “un sentido contrario al Estado y al gobierno”.
Más allá de las listas de los órganos de seguridad, lo que es un hecho es que el pensar y la práctica ácratas están de vuelta. “A finales del milenio y a principios de este nuevo, el anarquismo vive un nuevo auge; y particularmente aquí, en México”, señala el politólogo e historiador italiano Claudio Albertani.
Militante y uno de los referentes teóricos actuales del anarquismo, Albertani señala que el repunte de las expresiones libertarias es a nivel mundial. Enseguida destaca “el florecer aquí en México de organizaciones, colectivos y personas que se reclaman anarquistas”.
Pero la preocupación de los Estados es también porque este “repunte del anarquismo” está “en todas partes” y no se agota en las organizaciones. “Es un fenómeno doble, porque hay organizaciones que no se reclaman anarquistas, pero practican formas organizativas horizontales que son típicas del anarquismo”, explica el profesor de tiempo completo en la Academia de Historia de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y fundador del Centro Vlady de la misma casa de estudios.
“El anarquismo vuelve a cobrar vigencia a partir de la autoimplosión del socialismo soviético, de la bancarrota política del llamado comunismo chino”, dice Albertani.
Pero no es todo: la credibilidad del sistema político mexicano es casi nula entre la población joven. La confianza de las personas en la democracia electoral ha hecho crisis. Las tasas de abstencionismo son cada vez mayores.
“¿Cuándo votar ha significado una mejora en la vida de las personas?”, preguntan integrantes de la Cruz Negra Anarquista México. Las personas saben que votar no cambia en nada su situación. El camino está cancelado por ese lado, el de la democracia electoral. Y por el otro, el del marxismo también no resulta ya atractivo; tuvo su oportunidad y el socialismo real fracasó. “Es natural que volteen a ver otras formas de organización, que se vuelvan a ver al anarquismo”.
Las ideas libertarias, anarquistas o ácratas son potencialmente subversivas aun en las prácticas y corrientes más pacíficas del anarquismo. Los principios que todo anarquista comparte “son la crítica al Estado y la crítica al capital. Y la idea de que para llegar a una sociedad libre se debe caminar en la libertad”, dice Albertani. Se explica: “para llegar a una sociedad libre hay que luchar de manera libre”.
La crítica a la autoridad se dirige contra sus dos expresiones autoritarias: “básicamente el capital y el Estado”, dice Albertani.
Tobi, de la Biblioteca Social Reconstruir define al anarquista como “una persona que cree en la libertad; que los seres humanos pueden vivir libres. Sostenemos que el mundo funciona, y funciona mejor, sin gobierno. Sin la autoridad. Lo que define a un anarquista es que se opone al poder, a la relación de mando y obediencia, de explotados y explotadores”.
La sociedad que pretenden construir los anarquistas “no es como ésta: un obstáculo para el individuo”, explica Tobi, quien llegó al anarquismo en su temprana juventud por una de sus expresiones musicales de la segunda mitad del siglo XX: el punk. La sociedad por construir “será un nido, el lugar donde la gente pueda sentirse bien y salir adelante”. Esta comunidad estaría basada en la democracia directa, sin delegarla, y en la que todo se resuelva por medio de la acción directa, “es decir, los directamente responsables resuelven los problemas”.
Tobi profundiza en los valores que privarán en esa sociedad y que desde hoy son una realidad entre quienes viven el anarquismo: “la solidaridad, el apoyo, la comprensión, donde la igualdad sea real. Y la educación, que es una de las bases fundamentales del anarquismo junto con la propaganda y la agitación”. El objetivo es generar “seres humanos solidarios, responsables, amorosos con sus semejantes”.
Es una utopía que indudablemente puede llevarse a cabo porque, además, “es lo único que podría algún día ayudar a vivir al ser humano más o menos estable. El otro camino que hemos seguido, el del capitalismo, de ir destrozando el planeta, acabándolo, es el de seguir sembrando dolor, arrojando a la pobreza extrema a millones de seres humanos”, dice tranquilamente Tobi, desde una de las mesas de la Biblioteca Social Reconstruir. Por momentos observa el espacio que, de manera ordenada y pulcra, ocupan los estantes que alberga una colección de más de 3 mil libros. Los 850 títulos libertarios que resguarda hacen que sea una de las bibliotecas especializadas en anarquismo más completas de América.
El principal valor del anarquismo es la libertad, dice César, de la editorial La Voz de la Anarquía. No mayor de 25 años, César es integrante de un colectivo que se ha echado a cuestas la difusión de las ideas ácratas. Por ello, ha fundado una editorial que ha publicado más de 30 títulos de autores para difundir el pensamiento de Proudhon, Bakunin, Kropotkin, Malatesta, los Flores Magón y Librado Rivera, entre otros. Estudioso, César apunta otra característica que hermana a las diferentes maneras de asumir anarquistas: el trabajo autorganizativo.
¿Un anarquismo con muchas caras?
Para Tobi, hay un solo anarquismo: una sociedad sin opresores ni oprimidos, todos en igualdad. “La forma de llegar a ese anarquismo es lo que nos hace diferentes”.
Las prácticas anárquicas pueden dividirse en dos grandes grupos: individualista y societario. Y subdividirse en un abanico que parece inacabable: individualismo; mutualismo, anarquismo comunista; anarcosindicalismo; anarcofeminismo; ecoanarquismo; anarquismo insurreccionalista.
El anarquismo individualista, explica Tobi, es el de aquellos que creen que el individuo debe liberarse a sí mismo y que, a través de liberarse a sí mismo, pueden liberar a otros y hacer un trabajo individual sin perderse en la masa. Señala que sus expresiones más comunes se dan en los espacios del arte, la poesía, las ciencias humanas.
Los que asumen el anarquismo de tipo societario consideran que se puede cambiar el mundo desde la sociedad: mediante el trabajo colectivo o el compartir todo con todos. “Hay tendencias pequeñas de anarquistas cristianos y anarquistas de tipo ascético también”.
A los anarquismos los hermana la crítica al Estado y al capital. “Hay una corriente dentro del anarquismo, innegable, que se reclama del cristianismo y de los ideales de la comunidad, del cristianismo original”, expone Claudio Albertani.
César, de la Voz de la Anarquía, aclara que no hay una corriente predominante en el anarquismo; no hay una corriente más importante que otra. Su prevalencia en determinado periodo de tiempo depende de las condiciones políticas, sociales y económicas en que se desarrolle. Considera, sin embargo, que hoy en México la mayoría de los anarquistas son de tipo comunista e insurrecionalista.
Se trata, para la mayoría de los entrevistados, de varias tipos de anarquismo que tienen una base común. Sin embargo, para Tobi la diferencia sólo radica en el camino que cada individuo, colectivo u organización escoge para llegar al objetivo común. Por ello, lo que él reivindica es el “anarquismo sin adjetivos”.
Así, considera que no hay contradicciones de fondo entre las maneras de asumir y vivir la anarquía. “Todos somos individualistas en el sentido de que defendemos nuestra integridad intelectual, moral y no permitimos que nos impongan ideas contrarias a esta integridad; y también somos societarios porque creemos que solamente con la gente participando podemos cambiar las cosas; somos comunistas porque queremos en común toda la tierra para todos. Todo se resume en el anarquismo sin adjetivos, aunque cada quien elija su camino”.
Los tipos de anarquismo definen sus métodos de destrucción de las actuales condiciones de opresión y la construcción de la nueva sociedad. “Los anarquistas vamos a luchar por querer transformar esta sociedad y lo queremos hacer lo más pronto posible”, dice Tobi.
Destaca que “casi todos tendemos a lo que le llamamos la evolución pacífica: crear bibliotecas, escuelas; crear en un barrio en una comunidad un referente, un colectivo, un ambiente anárquico, es decir, una ambiente en donde esté la solidaridad, donde se desarrollen las mejores cosas humanas. Todos los anarquistas vamos en ese sentido”.
Por ello, actualmente priva el anarquismo educacionista. “Abren un centro y empiezan a hacer círculos de estudio, charlas, conferencias, periódicos, editoriales”.
La lucha es principalmente pacífica: “al anarquista no le gustan las armas. Un anarquista, por lo general, es pacifista. Sabe que las armas es la razón de quien tiene más balas”, dice Tobi.
“Lo que no identifica al anarquismo es la violencia. La violencia es un problema imposible de resolver en términos teóricos, porque la violencia es necesaria y es detestable. Pero no es cierto que los anarquistas sean particularmente partidarios de la violencia. Los hay partidarios y críticos de la violencia”, dice Albertani.
Sin embargo, reconoce que “ahorita hay un movimiento armado de corte anarquista. Pero parte de las calumnias históricas del anarquismo es reducirlo a la cuestión violenta. Dicho esto, es cierto que una tendencia que existe y que tiene cierto arrastre en México es el anarquismo insurreccionalista. Discrepo con esos compañeros”, dice Albertani.
La discrepancia de Albertani con quienes han optado por la insurrección no es condena. “Todo mundo tiene derecho de hacer lo que considere pertinente, pero no se puede reducir el anarquismo a esas expresiones y que son producto del hartazgo y la indignación que viven los chavos; y que de pronto frente a tanta muerte y violencia estatal se entiende que la respuesta es en el mismo terreno. Históricamente ha sucedido”.
Para Albertani los insurreccionalistas “no son terroristas”. Sus acciones buscan servir de ejemplo para mostrar que la autoridad se puede eliminar; “sin embargo, hay que ver los resultados que procuran y no son para nada favorables para el anarquismo”.
Albertani aclara que no descalifica completamente la violencia, porque en ciertos momentos ha sido una forma de lucha para personas que hacen la revolución, sea ésta o no de carácter anarquista. Lo que sí considera “un gran error es que algunos anarquistas hagan lo que algunos bolcheviques y de otras tendencias: idolatrar la violencia”.
Para los integrantes de Cruz Negra Anarquista México, sería raro que no floreciera el anarquismo insurreccionalismo en el México de hoy.
“Estamos viviendo una sobre explotación salvaje y una lógica de despojo y precarización cada vez más exagerada. Si vives en la parte de los desposeídos todo va a ser más brutal: más hambre, menos vivienda, más desalojos, más violencia; qué peligroso es hoy ser un joven que vive en el Norte o en el Oriente de la Ciudad de México”, consideran.
Además, se tiene que lidiar con la impunidad de quienes ejercen poder y con la cancelación de oportunidades de estudio o trabajo para jóvenes pobres. Incluso deben luchar diariamente para poder comer. Las opciones que esta sociedad les ofrece a los jóvenes que viven en la miseria son la muerte, las drogas o la incorporación a las filas de sicariato del narcotráfico.
“Se acumula una gran cantidad de odio y de rabia contra la explotación, la represión y se forma este ambiente cada vez más tenso, más violento, más agresivo”, señala un integrante de la Cruz Negra Anarquista, colectivo comprometido con el acompañamiento a los presos anarquistas para lograr su liberación y solidarizarse con ellos durante el encierro.
La persecución contra el anarquismo no es porque exista una vertiente insurreccionalista. Cruz Negra ejemplifica: “Cuando hay una celebración en el Ángel de la Independencia porque ganó la Selección, hay vidrios rotos y saqueo de tiendas; pero no hay una persecución sistemática por el vidrio roto. Ni condena mediática. La persecución específica del gobierno no es contra las expresiones de violencia, ni siquiera contra las expresiones de violencia organizada. Es en concreto contra las expresiones de un pensamiento político: el anarquismo”.
Tobi aclara, sin embargo, que “el rechazo a la autoridad no es lo que distingue al anarquista. Hay mucha gente que rechaza la autoridad porque, por ejemplo, sabe que los policías son corruptos porque desaparecen o asesinan gente y son impunes. Hay quien tiene un odio de manera natural hacia ellos porque sufrió injusticias. Pero eso no lo hace anarquista. Tampoco es suficiente odiar al opresor, tampoco es suficiente odiar al capitalismo. Se requiere de algo más: el anarquismo tiene una gran dosis de tolerancia, comprensión y amor a la humanidad”.
Si el Estado no estuviera considerando a los grupos anarquistas como una amenaza, sería porque los anarquistas estamos haciendo algo mal. Justo a eso aspiramos: a ser una amenaza para el Estado, a ser una amenaza para las relaciones de dominación y explotación. No clamamos porque el Estado no nos persiga, no nos criminalice. Clamamos porque desaparezca”, dicen, desde el centro de la ciudad, integrantes de Cruz Negra Anarquista México. El colectivo acompaña en estos momentos la huelga de hambre de cinco presos anarquistas, libertarios y políticos que de manera coordinada llevan en dos cárceles de la Ciudad de México y dos del estado de Oaxaca.
Sí es verdad que el anarquismo pone en jaque al Estado, dice César, de la Voz de la Anarquía. “La cacería de brujas que actualmente se desarrolla contra los anarquistas nos dice que el Estado tiene miedo. La represión es producto del miedo”.
Tobi tiene otra opinión. Todo “es una exageración”. Reconoce que los anarquistas siempre van a ser enemigos del Estado y del sistema. “Y vamos a luchar contra ellos a la manera en que nosotros lo entendemos: mediante la difusión, la propaganda, la educación”.
Pero hoy los anarquistas no constituyen un peligro para el Estado. En su análisis, Tobi señala que todo es parte de una estrategia de los gobiernos para crear enemigos. “En otros tiempos lo fueron los comunistas, los musulmanes…. Y ahora quieren que sean los anarquistas. Que el anarquismo sea hoy un peligro para la seguridad o la defensa nacional, la verdad: no es cierto”.
Reflexivo, agrega: “que nos esperen unos 20 años, y entonces sí; porque nuestra idea es crecer, organizarnos más, tener más influencia en los sindicatos, en los movimientos sociales. En ese momento sí vamos a transformar la sociedad. Y no de manera violenta. Será con organización, propaganda y agitación”.
Las 12 maneras de “atentar” contra la seguridad nacional
Según la Ley de Seguridad Nacional –artículo 5–, amenazan al Estado mexicanos quienes cometen 12 tipos de actos:
- Actos tendentes a consumar espionaje, sabotaje, terrorismo, rebelión, traición a la patria, genocidio, en contra de los Estados Unidos Mexicanos dentro del territorio nacional;
- Actos de interferencia extranjera en los asuntos nacionales que puedan implicar una afectación al Estado Mexicano;
III. Actos que impidan a las autoridades actuar contra la delincuencia organizada;
- Actos tendentes a quebrantar la unidad de las partes integrantes de la Federación, señaladas en el artículo 43 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos;
- Actos tendentes a obstaculizar o bloquear operaciones militares o navales contra la delincuencia organizada;
- Actos en contra de la seguridad de la aviación;
VII. Actos que atenten en contra del personal diplomático;
VIII. Todo acto tendente a consumar el tráfico ilegal de materiales nucleares, de armas químicas, biológicas y convencionales de destrucción masiva;
- Actos ilícitos en contra de la navegación marítima;
- Todo acto de financiamiento de acciones y organizaciones terroristas;
- Actos tendentes a obstaculizar o bloquear actividades de inteligencia o contrainteligencia, y
XII. Actos tendentes a destruir o inhabilitar la infraestructura de carácter estratégico o indispensable para la provisión de bienes o servicios públicos.
“Salvajes” y ecoterroristas, contra universidades y trabajadores
Grupos como Individualistas Tendiendo a lo Salvaje, Sombras de los Bosques, Secta Pagana de la Montaña y, entre otros, Guerra Ecoextremista Guamera han sido señalados como “anarquistas” sin que lo sean.
Publican sus “liberaciones” de animales (como conejos de granja y gallinas de corral) en bosques descampados, pero también sus atentados contra institutos de investigación y reivindican explosiones que ponen en riesgo la vida de las personas.
En sus comunicados, estas organizaciones repudian el anarquismo y cualquier tipo de esperanza en construir un nuevo tipo de sociedad o hacer la revolución. Acerca de que los hayan relacionado con el anarquismo, Individualistas Tendiendo a la Salvaje ha dicho, a través de sus comunicados, que esto se debe probablemente a que empezaron a enviar sus comunicados a portales de información anarquista.
Todos los anarquistas entrevistados coincidieron en que los ecoterroristas y ecoextremistas –que han atentado contra la vida de trabajadores, universitarios y científicos– no son anarquistas. “Estos grupos son de los cuales no podemos caminar con ellos”.
Zósimo Camacho
[BLOQUE: INVESTIGACIÓN][SECCIÓN: SEGURIDAD]
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