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Arsene: una madre holandesa lucha contra la impunidad en México

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Flor Goche / @flor_contra

Hester es la única extranjera que figura en la larga lista de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Chihuahua. Visitaba México sólo de paso: desde Holanda, su destino era Estados Unidos, donde estudiaría un posgrado o buscaría un empleo. Su camino, sus estudios y su vida se truncaron en esa zona fronteriza. Arsene, su madre, emprendió desde entonces una lucha incansable por la justica y en contra de la impunidad. Con la creación de la Fundación Hester ha apoyado a mujeres víctimas de violencia. Para la feminista María del Pilar Sánchez, el aporte de la holandesa Arsene a las luchas de las mujeres mexicanas es que transformó su indignación en acción. “Ella no se quedó paralizada ante la evidencia que es tan cruenta o grotesca. Accionó, puso una estrategia, realizó su fundación y empezó su búsqueda”

 

Ante la falta de respuestas oficiales, Arsene van Nierop-Seipgens, de origen holandés, ha indagado por cuenta propia el feminicidio de la mayor de sus hijas. Le inquieta, sobre todo, el momento del crimen.

¿Qué pasó aquél 19 de septiembre 1998 en Ciudad Juárez, Chihuahua? El corazón de Arsene busca detalles.

Los datos de la autopsia son el punto de partida. Suzanne Hester van Nierop, de 28 años de edad, habría perdido el conocimiento como consecuencia de un golpe en la sien. Acto seguido, la joven arquitecta habría sido violada y estrangulada en la habitación 121 del Hotel Plaza. Su cuerpo, envuelto en una toalla, fue hallado debajo de la cama. Ya no respiraba.

Arsene está segura de que su hija gritó para pedir auxilio y que por eso fue golpeada al grado de perder la conciencia. Esta certeza –una entre tantas dudas– se convirtió en el título de su libro: Un grito de socorro desde Juárez. Crónica de un asesinato impune. En él narra el acontecimiento que viró su existencia y cómo ha sobrevivido a ello: cómo convertir el dolor en gasolina para la acción.

—¿Por qué un grito de socorro? ¿De quién es ese grito? –se le pregunta.

—Es el grito de Hester. Espero que toda la gente escuche su grito porque estoy segura de que ella ha gritado en el momento del asesinato, y nadie la ha escuchado. Espero que desde este momento escuchen este grito.

Entre 1992 y 1998, 400 mujeres fueron víctimas de feminicidio en Chihuahua. Los crímenes sistemáticos contra mujeres apenas iniciaban. En los últimos años (de 2007 a 2012), 1 mil 670 mujeres más han sido víctimas de homicidio doloso en esta entidad, según las estadísticas vitales de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

Hester, nacida en Holanda, es la única extranjera de los registros. Apenas concluidos los estudios universitarios, la joven decidió partir a Estados Unidos para admirar la arquitectura y buscar empleo por 6 meses.

El viaje de su vida se convirtió, sin embargo, en el viaje de su muerte. Luego de visitar a su hermana Melissa, quien participaba en un proyecto de protección de tortugas en la costa mexicana, Hester se encaminó a Ciudad Juárez por considerarla el mejor sitio para cruzar la frontera con Estados Unidos; Tijuana fue desechada por su “atmósfera desagradable”. En pocas horas, la joven de mirada azul fue asesinada.

Para Arsene, “lo peor que le puede pasar a uno es perder a un hijo. Y cuando es asesinado, ese sentimiento se intensifica por la inutilidad del acto”.

Jardines de esperanza

La actitud jovial de Arsene contrasta con su edad; también con su dolor. A sus 66 años se define como una mujer optimista e hiperactiva. Ella ha sobrevivido al feminicidio de su hija, una muchacha que en su tesis final escribió sobre jardines petrificados: “una construcción sobre agua, de cuatro pisos, con fuentes y cascadas, asientos y rincones escondidos donde la gente pueda sentarse y hablar”.

“El jardín más espléndido”, así se refiere Arsene a la tumba de Hester. En su libro narra cómo la familia se esforzó por convertir su sepulcro en un lugar agradable: plantas, una fuente con semillas para atraer a los pájaros, girasoles de tela, una esquela que dice “¡seguirás viva en nuestros corazones!”

El jardín dispuesto para la entrevista de aquella tarde de mayo es otro: el patio trasero de la casa de Martha, una periodista mexicana que dio alojo a Arsene en su visita a México. El viaje es con motivo de la presentación de su libro, que ya había sido difundido en neerlandés y que ahora puede leerse español.

Arsene viste fresca, acorde con el temporal: una falda corta de flores rojas y turquesas; una camiseta sin estampa y un collar de chaquira también en tintes turquesas. Sorprende la imagen de la Virgen Guadalupe que cuelga del único pendiente que trae puesto, el de la oreja izquierda.

La holandesa es cálida. Tal parece que la espesa y gris neblina en que se convirtió su vida semanas después del funeral de Hester, se ha difuminado a 15 años de distancia. No obstante, el dolor sigue ahí. Ese nunca se supera, sólo se aprende a vivir con él.

—¿Qué le gusta hacer? –acostumbrada a hablar con los periodistas del asesinato de su hija y de los detalles de la investigación, Arsene se sorprende con la pregunta.

—¡Oh!, me gustan muchas cosas. Me gusta jugar con mis nietos. Tengo tres. Me gusta cocer, trabajar en el jardín, ir de vacaciones, leer, comer…

—¿Le gusta la comida mexicana?

—Sí, claro –responde sin titubeo.

—¿Cómo se define?

—Pienso que soy una persona con mucho optimismo que siempre quiere hacer algo. No me gusta sentarme: escribo 5 minutos y tengo que ir abajo a tomarme un cafecito –sonríe.

Arsene estudió sociología por 2 años. “Pero pensé que era demasiado teórico para mí. Fui a la escuela de moda. Di clases de costura para niños. Cuando crecieron mis hijos quise trabajar de nuevo y tomé un curso para mujeres que se quieren introducir nuevamente en el trabajo; me enseñaron a trabajar con computadoras. Entonces trabajé en una organización grande de informática, en el departamento de Comunicación. He seguido con cursos en comunicación y marketing”, narra.

Cuando nació Hester, Arsene contaba 23 años. “Era muy especial para mí porque era mi primera hija. Ella era muy deseada. Era una hija muy amable. Dormía y comía muy bien”.

—¿Por qué decidieron llamarla así?

—Hemos buscado un nombre agradable, y ella tenía una abuela con este nombre. Significa mirto florido.

—¿Quién ha sido su principal sostén después del feminicidio de Hester?

—Mi esposo y mis hijos, claro. Y también, 2 meses después del asesinato, fui con un sicólogo porque pensé que un dolor como ése no era necesario vivirlo sola.

Arsene cuenta que antes del asesinato de Hester, su vida y la de su familia (su marido Roeland, su hijo Germán, su hija Melissa) era muy “normal y agradable”. En su libro reflexiona sobre la forma tan despreocupada en que ésta transcurría: “Antes de 1998 no era muy consciente de la felicidad ni de la facilidad con la que enfrentábamos la vida. No quiero decir que no era feliz o que no conocía la tristeza, pero no era consciente; daba la vida por sentada, incluso los momentos bellos y menos bellos”.

Hoy su vida es, sin duda, otra. En la búsqueda de justicia y contra la “ineptitud” de las autoridades mexicanas, Arsene encontró la forma de vivir sin Hester, aunque espiritualmente ella siempre está ahí.

Con la creación de la Fundación Hester, que brinda apoyo a mujeres de Ciudad Juárez víctimas de violencia, Arsene logró transformar tanta rabia y dolor en esperanza. Al menos así podía tener la sensación de que la muerte de su hija no había sido totalmente en vano. El logotipo de la fundación es una amapola, la flor que mejor retrata a Hester: “Transparente, presente y maravillosa. Una flor que se contenta con terrenos pobres y resulta a la vez tan frágil en su belleza”.

Fundación Hester, inaugurada formalmente el 4 de febrero de 2005, provee de recursos a Casa Amiga, organización con su sede en Ciudad Juárez, que busca fomentar una cultura de respeto a la integridad física, emocional y espiritual de las personas; especialmente de las mujeres, niñas y niños.

—¿Cuál es el aporte de Arsene van Nierop-Seipgens a las luchas de las mujeres mexicanas? –se le pregunta a María del Pilar Sánchez Rivera, directora general de Espacio Mujeres para una Vida Digna Libre de Violencia.

—Que su indignación se transformó en acción. Ella no se quedó paralizada, como muchas nos quedamos, ante la evidencia que es tan cruenta o grotesca. Accionó, puso una estrategia, realizó su fundación y empezó su búsqueda. Ella puso el dedo en la llaga, como extranjera.

La también exdirectora de Casa Amiga agrega que Arsene se ha caracterizado por ser impetuosa en su exigencia de verdad y justicia, y porque jamás se dejó quebrar por el dolor. Además porque siempre tiene un “abrazo sororal” para otras mujeres.

Sergio González Rodríguez, autor de Huesos en el desierto (libro publicado en 2002 que aborda el tema de los asesinatos contra mujeres en la frontera de México y Estados Unidos), se refiere a ella como “un personaje muy importante de nuestro tiempo”. Esto, explica, por el “enorme valor civil” que mostró al involucrarse en la investigación del asesinato de su hija y, eventualmente, crear una fundación para ayudar a otras mujeres.

Arsene consiguió que Amnistía Internacional mencionara el feminicidio de Hester en su informe anual de 2013. En 2006 expuso ante el Parlamento Europeo su experiencia con la policía y justicia mexicanas a raíz del asesinato de su hija. Dos años después, la madre de tres hijos recibió la Orden de Orange-Nassau, una condecoración que otorgan los reyes de Holanda a los personajes más destacados de su país.

—¿Qué es lo que ha permitido a Arsene visibilizar su causa en tantos espacios? ¿Hay algo en su personalidad que se lo haya posibilitado?

—Yo creo su empeño. El empeño de Arsene ha sido ejemplar. Es un empeño singular que, desde luego, lleva de por medio una voluntad a toda prueba: soportar la falta de estímulos de la autoridad mexicana, el silencio, las mentiras, el ocultamiento, la manipulación de datos… Y a pesar de eso persistir –responde González Rodríguez, también columnista del diario Reforma.

Para Ingrid de Vries, su traductora y quien también forma parte del Consejo Directivo de la Fundación Hester, Arsene es valiente, alegre, tenaz y, lo mejor, “no se hace la pobre con su dolor ni quiere compasión”. Contrario a ello, dice, “se ha negado a destruir su vida por un cabrón asesino”; se ha esforzado por defender los derechos de las mujeres de Juárez, por darles publicidad. Ingrid comenta, por ejemplo, que fue precisamente gracias a Arsene que ella y otros holandeses se sensibilizaron ante los feminicidios que ocurren en esa región del mundo.

—¿Cuál ha sido la clave para sumar tantos esfuerzos y voluntades a su lucha? –se le pregunta a Arsene.

—No es trabajo de un momento. Comenzó en 2005 con la Fundación, y desde ese momento he buscado a cada persona que podría ayudarme. Y sabes, la gente quiere ayudarme porque piensa: ‘¡Oh, un asesinato es lo más horrible que puedes encontrar, y esta mujer sigue luchando!’ Estoy alerta de buscar a la gente; de hablar con la gente inmediatamente si es necesario. Y a todos los que contribuyen con la Fundación Hester les mandamos cada 3 meses un informe de noticias”.

—¿Qué la motiva a seguir luchando?

—Lo que me motiva son las mujeres, claro –Arsene pide a las mujeres mexicanas que han atravesado por una situación semejante a la suya que se unan, pues “son más fuertes cuando están juntas”.

Un juicio honesto

A finales de 2013, Arsene supo de un “milagro”: la justicia parecía dar la cara. Transcurridos 15 años del asesinato de su hija, las autoridades mexicanas le informaron que el sospechoso del crimen, un tal Roberto Flores, había sido localizado. Figura atlética; una oreja mal formada; un gran tatuaje en el brazo. El 23 de enero pasado, en consecuencia, el hombre de 51 años de edad quien libraba una condena en una cárcel de Misisipi por un delito menor fue deportado a México.

Minutos después de la captura, el video de la hazaña fue difundido en Youtube. Entonces, Arsene se enfrentó por primera vez “tan de cerca” con el supuesto asesino de su hija: una experiencia “estrambótica”.

El hombre, cuyas características físicas se corresponden con el retrato hablado elaborado hace 15 años, fue localizado gracias a las imágenes que él mismo compartió en Facebook.

—¿Cuál es su sentimiento a raíz de la detención del presunto asesino de Hester? ¿Desea encontrarse con él? –se le pregunta.

—No, porque habla mejor el español que yo, y no habla en holandés. No puedo explicarle mi sentimiento en su lengua.

—¿Es sólo por la lengua o hay otra razón?

—Tengo también un repudio tan grande… Pero también sé que es muy difícil, porque en televisión ha dicho que no sabe nada, y a mí no me va a decir: ‘Oh, lo he hecho’.

Arsene asegura sentirse contenta a raíz de esta captura. Su confianza en que el hombre deportado a una cárcel mexicana es realmente el responsable del crimen se basa en que fue la misma policía holandesa en Washington quien se lo confirmó. Aun así tiene sus dudas: “Si resulta que no hay suficientes pruebas… No quiero ni pensarlo”.

Ella no es la única dudosa. En un encuentro con la prensa, Sergio González Rodríguez, el primer periodista mexicano con quien contactó Arsene, comentó que para que exista un debido proceso, las autoridades mexicanas deben basarse no sólo en la semejanza del inculpado con un retrato hablado elaborado 15 años atrás, sino en evidencias y pruebas periciales que lo vinculen con el crimen.

A decir del columnista del diario Reforma, el que la parte investigadora no presente evidencia en contra de los asesinos de mujeres es una constante para el caso de Chihuahua. Peor aún, asegura, “cada vez que hay un problema mediático porque hay presión internacional inventan culpables”.

Arsene precisa que justamente por eso escribió su libro: para decir que, a sus ojos, “la policía y la justicia en México no funcionan”.

Posterior a su detención, el presunto asesino de Hester promovió un amparo para obtener su libertad condicional. Se dice inocente. Por eso, durante su más reciente viaje a Ciudad Juárez, Arsene se entrevistó con el juez a cargo de resolver sobre el recurso jurídico. Le expuso sus razones para mantener preso a ese hombre que ha ostentado al menos cinco identidades distintas: “No quiero pensar en el momento en que ande de nuevo en las calles de Juárez, buscando nueva carne de caza”.

La mujer holandesa comenta que lo único que espera es un juicio honesto. Y es que, para ella, “tomar a una persona no es nada. La policía mexicana tiene que investigar de una manera más profesional el caso de Hester”. Al respecto, destaca que “es horrible cómo han hecho la investigación. El mismo gobierno mexicano me ha dicho que es horrible. Por ejemplo, la han comenzado tres veces”.

Efectivamente, en 2004 la Comisión para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en Ciudad Juárez constató que durante el periodo 2000-2003 las autoridades mexicanas habían fallado en la investigación: los servidores públicos habían cumplido mal sus tareas o simplemente no las habían cumplido. Además habían incurrido en diversas negligencias, como la desaparición de pruebas, entre ellas una mochila de 15 kilos con cosas personales de Hester.

Arsene cuenta que en un principio ella partió de la idea de que la policía y la justicia en México funcionaban igual que en Holanda, es decir, eficazmente. Y es que había visto en la Ciudad de México una importante presencia policial en las calles, incluso mayor que en Holanda.

Poco a poco los hechos fueron desengañándola, al grado de concluir que a las autoridades mexicanas les falta “voluntad, capacidad, profesionalismo y disposición para actuar”. Gracias a la lectura de la prensa extranjera, Arsene comprendió también la magnitud de los feminicidios en México y, entonces, que Hester no había sido víctima de circunstancias casuales.

—No sé si el culpable se queda en la cárcel. Si se queda en la cárcel, será el primero, pero vamos por los otros. Eso mismo le he dicho al fiscal general de Chihuahua en noviembre, cuando estuve por allá: “Muchas gracias que buscas al asesino de Hester pero no soy sola; soy de Holanda y por eso recibo tanta atención, pero estoy luchando por todas las mujeres aquí en Ciudad Juárez”.

El feminicidio de Hester, en la CIDH

Arsene no grita. Su voz es de una dulzura peculiar. La escuchan amigos cercanos y un puñado de periodistas que se dieron cita para escuchar los pormenores de su sexta visita a México luego del asesinato de su hija. La llegada tuvo lugar la primera quincena de mayo de 2014. Agua mineral y una cubeta con hielos para paliar el caluroso temporal.

En 2011, con el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Holanda, Arsene presentó la denuncia por el feminicidio de Hester ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Actualmente el caso, que se presentó junto con seis más, se encuentra en “tratamiento”. Una condena por parte de esta instancia sería, para Arsene, “una muestra de que la investigación ha sido inadecuada. Pensamos que eso es lo máximo que podremos alcanzar”.

—¿Al final con qué impresión te quedas de México? –se le pregunta.

—Es triste que un país que tiene tantas posibilidades y tanta gente amable conozca también tanta impunidad y, por eso, tanta violencia. Por eso no querría vivir aquí.

—¿Cómo sanar a una sociedad tan corrompida? Una interrogante que planteas en tu libro. ¿Ya encontraste respuesta?

—No, no comprendo en este momento. Sé que la combinación de las drogas, el machismo, la corrupción y la injusticia es lo más horrible en este país. Yo pienso que si dicen ‘las drogas son libres’, termina un gran pedazo del problema. En Holanda las drogas blandas se pueden utilizar libremente –responde Arsene desde una sala de terciopelo carmesí.

 

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