Invasiones con asentamientos irregulares, construcciones definitivas y diversos daños por incendios accidentales y provocados agravan la situación del Área Natural Protegida y arqueológica del Cerro de la Estrella. Ubicada en la alcaldía de Iztapalapa, hasta 2019 la reserva ecológica no contaba con un plan de manejo y conservación.
Ante décadas de descuido –atribuible tanto al gobierno de la demarcación como al capitalino–, pueblos originarios acompañados por asociaciones civiles y activistas medioambientales demandan que se cumpla el estatus jurídico de Área Natural Protegida, establecido en 1991 y que protege apenas el 10 por ciento del territorio que originalmente se debía conservar.
También exigen que se respete el amparo contra el decreto del 5 de junio de 2014, en cual la entonces delegación de Iztapalapa buscaba regularizar la situación de los llamados “paracaidistas” (personas que construyen chozas de forma irregular).
En un recorrido por el Área Natural Protegida –durante 4 días–, Contralínea constató que en el ejido Cufas, al Sur de la avenida Morelos y al Oriente de la calle Miguel Hidalgo, hay un asentamiento disperso: viviendas precarias con techos de lámina y sin servicios de agua potable y drenaje. En esta zona, los defensores del Cerro limpian y reforestan para evitar la entrada de “paracaidistas”, incendios y violencia.
Pero sus esfuerzos son insuficientes. Al avanzar por el “cinturón que corta la continuidad Norte-Sur del Área Natural Protegida” –que incluye los ejidos Matlalotzin, Matláloc y Maravillas [los cuales se encuentran en una zona con antecedentes de relleno al igual que Cufas, tras el sismo de 1985]– se observan, dispersas, las chozas que amenazan este pulmón.
El primero, Matlalotzin, en su zona Poniente fue sometido a la desincorporación del decreto de Área Natural Protegida y a dictámenes de factibilidad de servicios –en el Programa Parcial Cerro de la Estrella publicado el 15 de septiembre de 2000–; pero, el asentamiento se desdobló hacia el Oriente y se asentó dentro de los terrenos de la reserva ecológica. El ejido no es homogéneo: hay espacios libres, viviendas de cemento y ladrillo con techos de losa, pero también precarias.
Peor es el caso del ejido Matláloc, que se encuentra dentro del Área Natural Protegida –al Oriente del asentamiento de Matlalotzin y al Poniente del ejido Maravillas–, no cuenta con servicios y hay diversos tipos de construcciones.
Finalmente, Contralínea avanzó por el ejido Maravillas: en este asentamiento predominan construcciones de dos niveles, con techos de losa e incluso con acabados. A pesar de ello, no cuentan con agua potable, ni drenaje.
En mayo de 2019, la diputada local Teresa Ramos informó que el Cerro de la Estrella –como otras cinco áreas naturales protegidas que hay en la Ciudad de México– carece de un programa de manejo y conservación. Sólo el Desierto de los Leones, dijo la legisladora, cuenta con un plan al respecto.
Ello, a pesar de que “la zona arbolada del Cerro de la Estrella se puede considerar como la única presencia importante de árboles en la demarcación. No obstante, la alcaldía cuenta tan sólo con 3.8 metros cuadrados de áreas verdes por habitante”, admitía la administración de Iztapalapa en su Programa Provisional de Gobierno 2019-2020.
El documento agrega que el promedio en la Ciudad de México es de 14.4 metros cuadrados de áreas verdes. De ello se deriva que la demarcación está muy por debajo de esa media.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, sólo 41 hectáreas del Cerro de la Estrella (es decir, 3.8 por ciento del total de su superficie, de 1 mil 92.7 hectáreas) son de bosque artificial: Eucalyptus y otras especies clásicas de reforestación, como Pinus patula o radiata.
Además, en el lugar se localizan las ruinas arqueológicas del Templo del Fuego Nuevo. Según el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en diferentes puntos del Cerro “se pueden observar espacios ceremoniales y habitacionales de la época Clásica, además del Posclásico Temprano y Tardío”.
La situación que enfrentan los habitantes de la alcaldía es histórica, pues la deforestación del Cerro lleva décadas. Ello, a pesar de que en 1938, el presidente Lázaro Cárdenas publicó en el Diario Oficial de la Federación la Declaratoria del Parque Nacional del Cerro de la Estrella, que en su artículo 1 estableció 1 mil 168 hectáreas como suelo de conservación, en el cual estaba prohibido cualquier tipo de edificación.
Sin embargo, ninguna autoridad frenó el crecimiento de la mancha urbana y el beneficio ambiental en esa zona Oriente de la Ciudad de México comenzó a reducirse. Con la proliferación de asentamientos irregulares de casas habitaciones con construcciones definitivas y provisionales vino la deforestación de más del 90 por ciento del área protegida, admiten informes oficiales.
Para 1991, el Cerro de la Estrella perdió la categoría de Parque Nacional para convertirse en Área Natural Protegida y en el mismo año se limitó con bardas las 90 hectáreas que quedaban libres de invasiones, pero que ahora están en riesgo.
Por ello, los defensores del Cerro de la Estrella no sólo rechazan los asentamientos irregulares, sino también la posible “regularización jurídica” de quienes ya habitan el lugar.
En ese contexto, hace 6 años promovieron el amparo 835/2014 en contra del Decreto que contiene el Programa Parcial de Desarrollo Urbano Cerro de la Estrella, en la delegación Iztapalapa, publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal –durante la jefatura de gobierno de Miguel Ángel Mancera–, que pretendía regularizar las invasiones en el Área Natural Protegida. Éste fue concedido en febrero de 2015 por un juez de Distrito en Materia Administrativa.
Jorge García Luna, presidente de la asociación civil Universo Azteca y defensor del Cerro de la Estrella, señala en entrevista con Contralínea que la sociedad comenzó a trabajar en la conservación de la reserva a partir de 1972, cuando se obtuvo una recomendación sobre la Protección en el Ámbito Nacional del Patrimonio Cultural y Natural, de la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Pero “viene el temblor de 1985 y se detienen esos trabajos por lo grave que se dio”.
En 1987, en los anteriores Programas Delegacionales de Desarrollo Urbano, una zona importante del Cerro fue considerada como suelo de conservación, cuenta. Para 1991, el gobierno federal declaró al territorio –aún no invadido– del “Parque Nacional como Área Natural Protegida”.
Jorge García afirma que si bien “el decreto de Lázaro Cárdenas no había sido abrogado, en ambos casos –sea Parque Nacional o Área Natural Protegida– la ley es muy clara: [el territorio] no está dentro del comercio, no es susceptible a enajenación”.
Dicha declaratoria dio paso al Decreto Expropiatorio de noviembre de 1994 durante el mandato local de Manuel Camacho Solís, “él nos da todo el apoyo y trabajamos 2 años y 7 meses con lo que quedaba del Cerro de la Estrella como bosque, como natural”, asevera el activista.
Lo anterior generó que se “exhortarán a todos los exposeedores, expropietarios para que participaran y llegaran a un acuerdo con el gobierno. Se hizo el trabajo. Más de cien personas nativas de Iztapalapa aceptaron colaborar y firmaron un convenio para que quedara y se respetara como bosque”, expone el presidente de Universo Azteca, AC. Con ello, se fijaron límites de 143.14 hectáreas dentro del suelo de conservación, esto es que se perdieron más de 1 mil hectáreas del plan original de 1938.
El Decreto de Área Natural Protegida actual se publicó el 2 de noviembre de 2005 en la Gaceta Oficial del Distrito Federal, bajo la categoría de Zona Ecológica y Cultural, con una superficie de 121.77 hectáreas (lo que reducía aún más la reserva ecológica). Como jefe de gobierno se encontraba Alejandro Encinas, quien “en lugar de evitar que se metieran [los invasores], se puso a hacer decretos”, asegura Jorge García.
Asimismo, el 21 de enero de 2005 se publicaron las Áreas de Actuación del entonces Distrito Federal, estableciendo para el Cerro de la Estrella el Área de Conservación Patrimonial. Finalmente, el 16 de abril de 2007 [estando como jefe de Gobierno Marcelo Ebrard] se publicó en la Gaceta el Programa de Manejo para el Área Natural Protegida del Cerro de la Estrella.
María de la Paz Fragoso –originaria del Pueblo Culhuacán– dice a Contralínea que el Programa de Manejo debió basarse en la investigación “PIACE” que hizo el Instituto Nacional de Antropología e Historia por más de 6 años, encabezada por el antropólogo Jesús Sánchez, pero no fue así. Explica que la investigación no ha sido publicada por el INAH ni por el gobierno.
Hoy en día, la consecuencia del desconocimiento de la investigación “PIACE” en el Cerro de la Estrella es la realización de obras del “Plan Maestro” [construcciones de alto impacto en la pirámide e infraestructura para turismo], que “no respetan el Plan de Manejo y éste se está violando flagrantemente”, expresa Alfonso Olvera, presidente de Áreas Verdes Sustentables, AC.
El 5 de junio de 2014, el gobierno de Miguel Ángel Mancera publicó el decreto para escriturar las zonas invadidas del Cerro de la Estrella. El activista Jorge García indica: “en esa ocasión sí pudimos presentar el amparo el 17 de junio de 2014 y el 19 de febrero de 2015 nos conceden la razón. El juez ordenó la suspensión de la escrituración y la reubicación de todos los que están viviendo de una forma provisional”. Pero el amparo no se ha cumplido en su totalidad, pues el Área Natural Protegida sigue sufriendo invasiones sin que la autoridad reubique a las personas.
Para los activistas, aún existe poca atención por parte del gobierno actual a la problemática. Por años, coinciden, el Cerro ha fungido como “botín político” y por ello hay una gran incertidumbre frente al incumplimiento del amparo.
Al respecto, Jorge García Luna comenta que “ni Jesús Valencia [exjefe delegacional en Iztapalapa] ni Clara Brugada [actual alcaldesa] cumplen con la sentencia. Hemos dialogado en varias ocasiones ya con la jefa de gobierno [Claudia Sheinbaum] solicitándole audiencia para que ella presente el Proyecto de Decreto al presidente [Andrés Manuel López Obrador] y declaren al Cerro de la Estrella como área de monumentos arqueológicos y que de alguna manera incida con el alcalde para cumplir con la sentencia”.
Por su parte, Alfredo añadió que han agotado las instancias en el mecanismo institucional “hemos metido muchísimos escritos y hablado con la Secretaría del Medio Ambiente, no ha cumplido con lo que hemos acordado. Claudia nos dice que nos va atender pero no, tenemos un año buscándola, hemos hablado con ella como 15 veces y al final de cuentas no quiere tratar el tema.”
El activista explicó que la doctora Sheinbaum les indicó que precisarán en tres o cinco puntos lo que querían para el Cerro de la Estrella. El documento “Propuestas de solución a la problemática del Cerro de la Estrella” fue entregado a la licenciada Rocío Vilchis, directora de Atención Ciudadana; pese a que el documento fue sellado el 16 de octubre de 2019 a las 12:25 horas, no hay respuesta.
La petición plantea dos puntos: 1) que se cumpla su estatus jurídico, y 2) que el Área Natural Protegida donde se encuentran vestigios de la cultura precolombina sea declarada Zona de Monumentos Arqueológicos. Para ello se solicita el cumplimiento y observancia irrestrictos del amparo, con el desalojo inmediato de los asentamientos provisionales.
Además se pide que la titular del gobierno capitalino gestione ante el presidente de la República la emisión de un decreto de declaratoria de Zona de Monumentos Arqueológicos para el Cerro de la Estrella; así como que se aplique y observe el programa de manejo.
“Simple y llanamente, lo que solicitamos es justicia para el Cerro de la Estrella: protegerlo y que la sensibilidad ambientalista que tiene la jefa de gobierno lo recubra con un manto protector, pero no se nota. Ése es el asunto. ¡Queremos justicia para el Cerro de la Estrella!”, señala Alfonso Olvera.
El abandono actual en el que se encuentra la zona se da a pesar de que en junio de 2019, la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, y la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, iniciaron la campaña “Sembrando Vida” en el Cerro de la Estrella. Dicha campaña tuvo una inversión inicial de 20 millones de pesos con el fin de recuperar la vegetación y mejorar el subsuelo.
El ambientalista Alfonso Olvera observa que el programa realizado en la parte Norte no tuvo seguimiento: la alcaldía de Iztapalapa “nos dio un programa de reforestación de cantidades millonarias pero realmente no los atienden, los abandonaron. Fueron 16 mil árboles que están prácticamente secos”.
En el recorrido que realizó Contralínea por la zona “reforestada” se confirmó que los árboles están descuidados: unos aplastados, otros secos, a pesar de que se cuenta con un sistema de riego por gravedad.
Por ello, los activistas consultados promueven un plan de reforestación en el polígono Sur del Cerro de la Estrella, dentro del ejido Cufas. Éste ha sido uno de los espacios más agredidos por invasores, por descuido ambiental y violencia. Los activistas buscan mantener el espacio limpio (después de que fue tiradero de desperdicio sanitario) para evitar incendios forestales, comunes por los grandes pastizales y en ocasiones generados por los mismos “paracaidistas”.
Olvera señala que a partir de una invasión a Cufas en 2018, fueron los propios vecinos quienes se organizaron para expulsarlos de la zona reservada. “Ya tenían ahí sus casitas de madera con sus láminas”. Para restaurar la zona han plantado 1 mil 500 árboles y con ello, evitar la llegada de más invasores.
Karla Cortés, bióloga por la Universidad Nacional Autónoma de México y vecina de Fuego Nuevo, explica que en septiembre de 2018 la Asociación Áreas Verdes Sustentables junto con otras asociaciones iniciaron la reforestación con 1 mil árboles, los cuales fueron proporcionados por Semarnat.
Lamentablemente, agrega, a principios de 2019 hubo un incendio en Cufas y aproximadamente 3 hectáreas se quemaron. Después de este incidente hubo reforestación en junio, julio y septiembre del año pasado para tratar de revertir las afectaciones.
La bióloga dice que en la última reforestación se plantaron 500 árboles y que éstos fueron proporcionados por la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México. Para su cuidado le pidieron a la alcaldía un tambo de 10 mil litros y el riego funciona a base de gravedad.
En uno de los días en los cuales Contralínea recorrió la zona, se observó que en el ejido de Cufas hay deforestación a un costado de la zona llamada tres cruces; también es visible que el área reforestada por los activistas medioambientales está completamente limpia: los árboles están regados y creciendo en un espacio adecuado. Además comienza a crecer el Huizache, árbol endémico del Cerro de la Estrella.
Tras la presión social que han ejercido vecinos y activistas para el rescate de la zona protegida, el 30 de enero pasado los defensores del Cerro de la Estrella, asociaciones civiles y pueblos originarios fueron convocados a un diálogo con la alcaldesa Clara Brugada, en el que se acordó el rescate integral de forma conjunta.
De acuerdo con asistentes, Brugada se comprometió a: impulsar el reconocimiento del Cerro de la Estrella como “Zona de Monumentos Arqueológicos”, por lo cual sostendrá reuniones con las autoridades del INAH; respetar el plan de manejo para el rescate medio ambiental del Cerro de la Estrella; y tomar en cuenta el llamado “eje anti-invasiones”, iniciativa que impulsa la sociedad para realizar un censo de puntos de invasión de casas provisionales, que será contrastado con el censo realizado por las autoridades.
Otro acuerdo al que se llegó fue que el Programa Integral del Cerro de la Estrella tendrá un proceso de planeación participativa, en el cual se buscará cumplir con los interéses de los vecinos sin olvidar la normativa de los planes de manejo y maestro del Cerro de la Estrella. Así como crear un consejo asesor en el cual participe la sociedad civil y el gobierno.
Según la negociación, también se instrumentarán políticas de seguridad pública (se retomarán las cinco casetas de vigilancia abandonadas), habrá contingentes de seguridad contra invasiones e incendios, y se dividirá el Cerro en cuadrantes para su mejor supervisión.
Otro punto que los vecinos consiguieron fue que se genere una estrategia contra incendios, con brigadas, brechas contra incendios cada 60 hectáreas y poda masiva de pastizales.
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En entrevista, Carlos Cervantes –director de Gobierno y Seguridad de la alcaldía de Iztapalapa– indica que el Cerro de la Estrella es el principal pulmón verde de la demarcación. Por ello, dice, se acordó con los grupos defensores promover la declaración de patrimonio arqueológico: “por todo lo que representa el Cerro, nosotros consideramos que vale la pena rescatarlo”.
El funcionario reconoce que de la reforestación de gobiernos pasados “hoy quedan pocas especies arbóreas”. Agrega que “ahora tocó la reforestación, seguiré con las invasiones”. Al respecto, indica que el tema del derecho a la vivienda es le corresponde al gobierno de la Ciudad y no a la alcaldía.
“Realmente el ir a invadir zonas de reserva ecológica o Área Natural Protegida no implica hacer valer un derecho, porque estás transgrediendo un derecho ambiental finalmente. De entrada no puedes transgredir un derecho para obtener otro.”
Con base en un mapeo con drones, la alcaldía determinó los polígonos de la zona de reserva ecológica y de los terrenos ejidales donde no se permite la construcción de vivienda –área de Cufas, Maravillas, Matlalotzin, Morelos–, explica Carlos Cervantes.
El director de Gobierno y Seguridad refiere que muchos de los que se han establecido allí no son ejidatarios ni originarios del Cerro de la Estrella: llegaron, invadieron, construyeron chozas o casas y las están rentando; hay mucha vivienda precaria allá arriba; son personas que rentan, no llegaron por sí solas; alguien los llevó y les rentó el espacio”.
Agrega que actualmente se dialoga con las familias para que renten en otro lugar o acudan al Instituto de Vivienda para que adquieran una vivienda popular. “Hemos logrado buenos consensos: entre el año pasado y éste hemos logrado retirar 60 asentamientos, que van desde chozas, cabañas, cercas, sembradíos, hasta algunos negocios como pulquerías, carnicerías y demás, que estaban instalados. La mayoría se ha logrado por consenso, no hemos utilizado la fuerza pública ni represión, ni nada”.
Carlos Cervantes afirma que la alcaldía ya logró limpiar un aproximado de 13 hectáreas que estaban invadidas con algún tipo de construcción. “Para nosotros ha sido un avance importante pero ya estamos llegando a la parte difícil, a esa parte ya más consolidada que nos va a llevar un poquito más de tiempo. Pero la idea y el compromiso que hizo la alcaldesa con los defensores del Cerro de la Estrella es seguir avanzándole”.
En materia de seguridad del Cerro de la Estrella, el funcionario explica que el actual gobierno también hizo un diagnóstico de las condiciones en las que se dejó el sistema compuesto por módulos de vigilancia, donde se compartía la responsabilidad con la Policía Preventiva de la Ciudad de México y la Policía Auxiliar que maneja la alcaldía: “cuatro están completamente abandonados, casi en ruinas, y solo uno, el que atiende la Policía Auxiliar y que está en la entrada hacia el museo, está en condiciones y está operando pero con muy pocos elementos”.
Por ello, indica, el compromiso fue la recuperación de esos módulos y dividir en seis cuadrantes todo el Cerro de la Estrella. “Estamos hablando de más de 91 hectáreas de extensión”. Con esto, dice, se buscará tener presencia permanente –día y noche–, y los policías harán recorridos en sus cuadrantes en cuatrimotos o en caballos.
Nayeli Escalona
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