Suman 89 las naciones, tribus y pueblos indígenas –con cientos de comunidades– adscritas al Concejo Indígena de Gobierno (CIG) y al Congreso Nacional Indígena (CNI).
Un documento del propio CNI, Regiones del Concejo Indígena de Gobierno. Distribución preliminar, da cuenta del crecimiento de la organización indígena anticapitalista en los albores del nuevo sexenio. Hoy tiene presencia en 179 municipios de 24 estados de la República Mexicana. Es el movimiento de los pueblos indios más numeroso desde la Revolución.
Que haya crecido en los últimos meses y años es natural, a decir de Gilberto López y Rivas, doctor en antropología por la Universidad de Utah (Estados Unidos) y maestro en antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Explica que los procesos de despojo contra los pueblos indígenas se han agudizado y las comunidades han tenido que fortalecer sus resistencias apoyándose mutuamente. Argumenta que la lucha de los pueblos es profundamente anticapitalista, porque es precisamente el capitalismo el que les está despojando de sus montes, sus aguas, sus minerales. Para ellos, su oposición al sistema es un asunto de supervivencia, asegura.
Cristian Chávez González, integrante de la Comisión de Coordinación del CNI, detalla las razones del crecimiento de la organización en los últimos meses. Explica que en años previos el Congreso había suspendido sus reuniones porque las comunidades apenas estaban entendiendo qué era lo que estaban enfrentando por primera vez: una extrema violencia ejecutada por grupos armados estatales (corporaciones policiacas de los tres niveles de gobierno y Fuerzas Armadas) y no estatales, de manera descatada entre estos últimos, el narcotráfico.
“Cambiaron los paradigmas de la lucha, de los perpetradores de las violaciones a derechos humanos, de los saqueos, de los despojos, de las represiones. Al interior de los pueblos que conforman el CNI, y ahora el CIG, estaba ocurriendo una reorganización; se estaban rearticulando ante una nueva situación para la que nadie, ni en lo colectivo ni en lo individual, estaba preparado.”
Ahora que han entendido lo que está ocurriendo, los pueblos, tribus y naciones vuelven a reunirse periódicamente para seguir construyendo su organización nacional y acelerar la articulación de respuestas y resistencia.
Las incorporaciones de las comunidades al CNI y al CIG no son sólo declaratorias de adscripción. Los pueblos, tribus y naciones indígenas que se suman al CNI y al CIG profundizan sus resistencias, fortalecen sus gobiernos propios y construyen, de acuerdo con el contexto de cada comunidad, estructuras autonómicas. La confrontación con el Estado mexicano no es uniforme. Según los medios con los que cuenten, hay comunidades que mantienen cooperación con las autoridades formales de los tres niveles de gobierno. Otras han roto cualquier tipo de contacto y mantienen una resistencia total.
“Estar en el CNI es para nosotros la manera de conseguir nuestros sueños y reivindicar nuestros derechos de tener nuestra propia manera de gobernarnos y de decidir sobre lo que queremos hacer. Muchas de las comunidades ya tienen sus propias organizaciones desde antes, pero el CNI es nuestra casa grande”, dice el concejal me’phaa del CIG Amador Cortés Robledo, quien también es integrante del Cipo-EZ (Concejo Indígena y Popular Emiliano Zapata), cuyas comunidades de la Montaña baja de Guerrero están bajo asedio de los grupos narcoparamilitares Los Ardillos y Los Rojos (Contralínea 644, 3 de junio de 2019, https://bit.ly/2YjPnhE).
Las entidades con mayor número de comunidades integrantes del CNI son Oaxaca, con pueblos de 46 municipios; Chiapas, de 23; Guerrero, 16; Veracruz, 15 y Puebla, 11 municipios. Le siguen Yucatán, nueve; Sonora, ocho, Chihuahua y Estado de México, con comunidades de siete municipios cada una; Jalisco, cinco, y Baja California y la Ciudad de México con cuatro cada una. Completan la lista Campeche, San Luis Potosí y Tabasco, con tres por entidad; Morelos y Sinaloa, dos, y Colima, Durango, Guanajuato, Hidalgo y Quintana Roo, con comunidades de un municipio por cada estado.
Las 89 naciones tribus y pueblos a las que pertenecen estos cientos de comunidades de 179 municipios son: Cucapá, Kumiai, Castellano de Candelaria (Campeche), Maya de Campeche, Chol de Campeche, Tseltal de Campeche, Maya de Campeche, Castellano de la Costa de Chiapas, Tsotsil de la Costa de Chiapas, Chol, Tseltal de la Selva Norte, Mame, Tojolabal, Tseltal de los Altos de Chiapas, Tseltal de la Zona Fronteriza, Tsotsil de los Altos de Chiapas, Tsotsil de la Costa de Chiapas, Tsotsil de la Región Centro de Chiapas y Zoque del Norte de Chiapas.
También, Náhuatl de la Ciudad de México, Nahua de Colima, Wixárika de Durango, Chichimeca de Querétaro, Afromexicano, Me’phaa de la Montaña de Guerrero, Náhuatl del Centro de Guerrero, Náhuatl de la Montaña de Guerrero, Ñomnda de Xochistlahuaca, Ñu Savi de la Costa de Guerrero, Ñu Savi de la Montaña de Guerrero, Náhuatl de Hidalgo, Coca, Náhuatl del Sur de Jalisco, Tepehuano de Jalisco, Wixárika de Jalisco, Matlatzinca, Náhuatl del Centro del Estado de México, Náhuatl del Oriente del Estado de México, Otomí Ñatho, Otomí Ñañhú, Mazahua de Michoacán, Náhuatl de la Costa de Michoacán, Otomí de Michoacán, Purépecha, Náhuatl de Morelos, Náyeri y Wixárika de Nayarit.
Finalizan el listado: Chinanteco de la Chinantla Alta, Chinanteco de la Chinantla Baja, Cuicateco, Ikoot, Mazateco, Mixe, Ñu Savi de la Costa Chica Oaxaqueña, Ñu Savi de la Mixteca Alta Oaxaqueña, Ñu Savi de la Mixteca Baja Oaxaqueña, Ñu Savi de la Mixteca Media Oaxaqueña, Triqui de la Región Baja, Zapoteco de la Sierra Norte, Zapoteco de la Sierra Sur, Zapoteco del Istmo, Zapoteco de Valles Centrales, Zoque de Chimalapas, Náhuatl de la Mixteca Poblana, Náhuatl de la Sierra Norte de Puebla, Náhuatl de los Volcanes, Totonaco de la Sierra Norte de Puebla, Otomí Ñañhú de Querétaro, Maya de Quintana Roo, Castellano de Wirikuta, Nahua de la Huasteca Potosina, Mayo de Sinaloa, Guarijío, Mayo de Sonora, Seri, Tohono Odham, Tribu Yaqui, Chol de Tabasco, Chontal de Tabasco, Zoque de Tabasco, Náhuatl del Norte de Veracruz, Náhuatl del Sur de Veracruz, Náhuatl de Zongolica, Otomí Ñuhú, Popoluca, Sayulteco, Tepehua del Norte de Veracruz, Totonaco de la Costa de Veracruz, Totonaco de la Sierra del Totonacapan y Maya de Yucatán.
La fortaleza de la organización indígena, a decir de María de Jesús Patricio Martínez, concejala de los pueblos nahuas de Jalisco y vocera del CIG, es que no se integra de personas aisladas.
“No se integran personas solamente; son comunidades completas. Deciden su incorporación al CNI después de platicarlo para tomar la decisión.”
Acerca de cuáles son los motivos que impulsan a las comunidades a integrarse al CNI, la médica tradicional destaca en particular el despojo y la destrucción del territorio. “Las comunidades son las guardianas de los territorios, que son sagrados, no tienen valor en pesos. Por eso nos juntamos, como hermamos que somos, para resistir y oponernos a los proyectos de muerte que solamente benefician al que tiene dinero, al capital”.
Precisamente la labor del María de Jesús es llevar el mensaje y hacer crecer la organzación. “El objetivo ahorita es llegar a todas las comunidades, sobre todo las más lejanas, que no han estado nunca en el Congreso Nacional Indígena. Queremos escucharlas y plantearles lo que es el CNI; decirles que buscamos que se articulen con todas las demás comunidades para apoyarnos entre todos y juntos hacernos fuertes para detener todo este despojo y todo lo que se viene contra nuestros pueblos”.
El CNI se constituyó el 12 de octubre de 1996 con los pueblos “que estamos levantados. Andamos en pie de lucha. Venimos decididos a todo, hasta la muerte. Pero no traemos tambores de guerra sino banderas de paz. Queremos hermanarnos con todos los hombres y mujeres que al reconocernos, reconocen su propia raíz”, como reza en la declaratoria de esa fecha.
Este primer congreso se realizó en la Ciudad de México como propuesta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a todos los pueblos originarios del país para participar en el Foro Nacional Especial de Derechos y Cultura Indígenas. En representación de los rebeldes zapatistas acudió la comandanta Ramona, quien pronunció al final de su discurso la frase: “¡Nunca más un México sin nosotros!”, que fue adoptado como lema del CNI desde entonces.
La organización surgió luego de los diálogos entre el EZLN y el gobierno federal que dieron como resultado los Acuerdos de San Andrés, llamados así por haber sido firmados en San Andrés Sakamch’en de los Pobres o San Andrés Larráinzar. Dichos acuerdos no fueron cumplidos por el Estado mexicano y, posteriormente, el EZLN señalaría que los haría valer por la vía de los hechos en sus comunidades bases de apoyo. Pueblos indígenas de otras regiones del país se han sumado a esta intención.
Los pueblos que conforman el CNI asumen que su autoridad máxima es la asamblea general, donde todas las personas tienen voz y voto; y –aseguran– se rigen por siete principios: 1) servir y no servirse; 2) construir y no destruir; 3) representar y no suplantar; 4) convencer y no vencer; 5) obedecer y no mandar; 6) bajar y no subir, y 7) proponer y no imponer.
El Segundo Congreso Nacional Indígena se llevó a cabo en 1998, también en la Ciudad de México. Entre las determinaciones destacó la de impulsar, junto con el EZLN, la Consulta Nacional para el Reconocimiento de los Derechos de los Pueblos Indígenas “y el fin de la guerra de exterminio”. El objetivo era impulsar la aprobación, por parte del Poder Legislativo federal, de los Acuerdos de San Andrés.
En 2001, en Nurío, Michoacán, se realizó el tercer Congreso Nacional Indígena. Fue el último en el que tanto el EZLN como los pueblos indios de otras regiones del país apostaron al diálogo con los tres niveles de gobierno y los tres Poderes para que cumplieran los acuerdos de San Andrés y se reconociera los derechos y la cultura indígenas.
El cuarto Congreso Nacional Indígena se realizó en 2006 en San Pedro Atlapulco, Estado de México. El principal resultado fue la adhesión del CNI a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, que ratifica al movimiento como anticapitalista y en el que se señala que los pueblos ejercerán la autonomía de facto.
Finalmente, el quinto Congreso Nacional Indígena se realizó en octubre de 2016 en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. De este encuentro resultó la creación de un Concejo Indígena de Gobierno para México –el CIG–, del cual es vocera María de Jesús Patricio Martínez y quien se inscribió como precandidata a la Presidencia de México a nombre del CNI y el EZLN.
En los hechos fue un relanzamiento de la organización con dos resultados: el crecimiento de la organzación y una andanada en contra por parte de poderes formales y fácticos como nunca en su historia. Varias de sus comunidades están enfrentándose al crimen organizado.
Carlos González, concejal nahua de Jalisco, señala que lo que resisten hoy las comunidades del CNI es “la ocupación, el despojo de los territorios y la destrucción de las culturas, las lenguas y las formas de gobierno”. Señala que es una guerra la que viven los pueblos, con saldos de desplazamientos forzados, despojos de recursos naturales, expropiaciones y contaminación de los territorios, pero también de muertos, desaparecidos y heridos.
Sólo desde que inició el presente gobierno, han sido asesinados 12 líderes indígenas adherentes a esta organización, dos más desde la publicación “La ‘guerra’ contra el Congreso Nacional Indígena” (Contralínea 648, 30 de junio de 2019, https://bit.ly/2XfD3i9).
“La Tierra está siendo destruida de manera imisericorde. La pervivencia de los pueblos indígenas está ligada a las condiciones de la vida humana del país y del mundo entero.”
El abogado especialista en derecho agrario explica que el CNI es el espacio que han construido los pueblos indígenas para articular a nivel nacional las formas de lucha política basadas en la movilización, la organización comunitaria e, incluso, la defensa jurídico-legal de los territorios.
Para Carlos González, la actual lucha de los pueblos indígenas rebasa al lopezobradorismo. No es una lucha centrada en su administracion, pues las condiciones de despojo y explotación vienen de tiempo atrás. Se lucha contra un sistema más que contra un gobierno. Es decir, “la tenemos más difícil”.
El activista Efrén Cortés Chávez coincide: “No es un probema contra Andrés Manuel, sino contra un sistema [neoliberal] que se implantó en México hace unos 40 años y en el mundo hace unos 60. Y eso lo ha planeado el Ejército Zapatista cuando dice que ha cambiado el caporal pero que el finquero es el mismo. Si el problema fuera sólo López Obrador, sería más fácil. Debemos tener claridad en que Andrés Manuel va a estar 6 años, pero el sistema de producción, de consumo y de explotación actual lleva ya varias décadas”.
Luchador social, expreso político y sobreviviente a la masacre de El Charco, Guerrero, Cortés Chávez considera “muy importante” el crecimiento del CNI y “muy válida” la iniciativa de los pueblos indígenas para crear el CIG. “Todas estas iniciativas son una respuesta; son parte de la lucha por la supervivencia, porque el capitalismo destruye todo: destruye la naturaleza y destruye los pueblos”.
Por su parte, el antropólogo Gilberto López y Rivas aclara que la actual resistencia de los pueblos indígenas no es ante un gobierno de izquierda. “Estamos haciendo una resistencia contra un gobierno capitalista neoliberal, que utiliza una retórica de supuesta ‘cuarta transformación’ que no es más que una simulación”.
En contrapartida, a decir del antropólogo, “la lucha que están dando el CNI y el EZLN es una lucha legal, legítima y que representa un proyecto de protección a la Madre Tierra, un proyecto de vida, que protege territorios, que lucha contra estas simulaciones de la falsa izquierda, este nuevo gobierno que impone proyectos de despojo”.
Advierte que, de nueva cuenta y como en cada sexenio, los zapatistas y los pueblos del CNI, tienen “todo en contra”: los medios masivos de información, los grupos de poder económico-empresarial, los gobiernos estatales y municipales y el gobierno federal “con el manejo de programas asistencialistas” y un nuevo estilo que confunde, porque transforma varios elementos del ejercicio del poder pero que resultan superficiales “mientras que lo de fondo permanece intacto”.
Carlos González advierte que las luchas se están agudizando. Previene contra las supuestas consultas que realiza el gobierno federal para legitimar decisiones previamente tomadas.
“Eso del ‘derecho a la consulta’ es una pifia, una gran mentira. A los pueblos indígenas no se les debería consulltar sobre los proyectos que les quieren imponer. Lo que se debería hacer es construir una nueva relación entre el Estado mexicano y los pueblos donde éstos temgan la libertad de decidir cuàles son sus prioridades de desarrollo y qué proyectos deben realizarse en sus territorios.”
Por ello, avisa que las comunidades rechazarán todo tipo de consultas: desde aquellas que ha realizado el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sin ningún tipo de rigor ni metodología, hasta aquellas que pudieron cumplir con los estándares señaldos por el Convenio 169 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT). No considerarán legítima ninguna consulta que proponga despojarlos de sus territorios y que atente contra sus culturas e identidades.
Por su parte, el investigador adscrito al Centro Morelos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Gilberto López y Rivas califica de “crucial” la lucha indígena para la Revolución y la izquierda internacional.
“Representan la lucha de toda la humanidad que quiere prevalecer sobre la locura neoliberal. La lucha de los pueblos indígenas es contra un capitalismo de muerte, de destrucción; un capitalismo que acaba con la civilzación humana, como está acabando con los millones de especies de los reinos animal y vegetal. Los pueblos indígenas son la conciencia del mundo.”
Zósimo Camacho
[INVESTIGACIÓN] [SOCIEDAD] [SEMANA]
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