Saleem Shaikh/Sughra Tunio/IPS
Bindo Gol, Pakistán. Jaliq-ul-Zaman, un productor rural del aislado valle de Bindo Gol, en la norteña provincia pakistaní de Jyber Pajtunjwa, vive desde hace tiempo a la sombra del desastre.
Con abundante tierra fértil y agua dulce, este pintoresco valle en mitad de las montañas sería el lugar ideal para vivir de no ser por la constante amenaza de los vecinos lagos glaciares que se desbordan y fluyen a borbotones por las laderas, sembrando destrucción a su paso.
Hubo una época en que familias como la de Zaman vivían tranquilas en estos ecosistemas aislados, pero temperaturas más altas y lluvias más fuertes, que según expertos son consecuencia del recalentamiento planetario, causante del cambio climático, convirtieron áreas como Bindo Gol en un semillero de riesgos naturales.
eslizamientos de tierras, inundaciones y erosión del suelo son cada vez más frecuentes, alterando canales que transportan agua dulce desde manantiales ubicados corriente arriba hacia las tierras agrícolas, y privando a las comunidades de su única fuente del líquido.
“Las cosas se están poniendo muy difíciles para mi familia. Empecé a pensar que la agricultura ya no era viable y estaba considerando abandonarla y emigrar a Chitral [una localidad ubicada a unos 60 kilómetros] en busca de trabajo”, explica Zaman a Inter Press Service (IPS).
Él no estaba solo en su desesperación. Azam Mir, un anciano cultivador de trigo de la aldea de Drongagh, en Bindo Gol, recordó un devastador deslizamiento de tierras que en 2008 arrasó dos de los canales de agua más antiguos del área, obligando a decenas de familias a abandonar la agricultura y a reasentarse en aldeas cercanas.
“Quienes no pudieron irse de la aldea padecieron hambre y enfermedades originadas en la mala calidad del agua”, dice a IPS.
Ahora, gracias a una asociación público-privada para la adaptación climática que busca reducir el riesgo de desastres, como las inundaciones causadas por el desborde de lagos glaciares, los habitantes de los valles del Norte de Pakistán recuperan gradualmente sus medios de sustento y sus esperanzas de tener un futuro en las montañas.
Según el Departamento Meteorológico de Pakistán, en 2010 había unos 2 mil 400 lagos glaciares potencialmente peligrosos en los valles más aislados del país. Ahora, esa cifra aumentó a unos 3 mil. Solamente el distrito de Chitral alberga 549 glaciares, de los cuales 132 fueron declarados “peligrosos”.
Una de las iniciativas más exitosas actualmente en marcha es un proyecto cuatrienal de 7.6 millones de dólares respaldado por el Fondo de Adaptación de la Organización de las Naciones Unidas, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el gobierno de Pakistán.
Creado en 2010, su principal objetivo, según su director sobre el terreno, Hamid Ahmed Mir, es proteger las vidas, los medios de sustento, los canales hídricos existentes y la construcción de infraestructura para el control de inundaciones, que incluye diques, estructuras para mantener a raya la erosión y muros de contención.
El proyecto ha mejorado enormemente las vidas de los lugareños, ayudando a reducir las alteraciones en las corrientes y permitiendo un flujo sostenido de agua potable así como para saneamiento e irrigación en 12 poblados.
“Planeamos extender esa infraestructura en otras 10 aldeas del valle, donde cientos de hogares se beneficiarán de la iniciativa”, dice Mir a IPS.
Más lejos, en el valle de Bagrot, en Gilgit, un distrito de la provincia de Gilgit-Baltistán, limítrofe con Jyber Pajtunjwa, organizaciones no gubernamentales desarrollan programas similares.
Zahid Hussain, del proyecto de adaptación climática en Bagrot, dice a IPS que 16 mil de los residentes del valle son vulnerables a inundaciones causadas por el desborde de lagos glaciares y a crecidas repentinas en general. En tanto, en los últimos años la infraestructura existente en materia de saneamiento e irrigación sufrió severos daños debido a las inclemencias del tiempo.
Ubicado a unos 800 kilómetros de Islamabad, Bagrot se compone de 10 aldeas dispersas, cuya población depende, para satisfacer casi todas sus necesidades, de las corrientes que fluyen desde la cordillera del Karakórum, en la subregión Himalaya del Hindukush, el área más fuertemente glaciar del mundo fuera de las regiones polares.
Lugareños como el agricultor Sajid Ali esperan que obras de infraestructura preserven este vital recurso y protejan a su comunidad contra la arremetida de las inundaciones.
Una preocupación aún mayor, dice, es la propagación de enfermedades causadas por la mala calidad del agua, pues inundaciones y deslizamientos de tierras dejan a su paso grandes depósitos de lodo corriente arriba.
Así como las estructuras destinadas a reducir riesgos son clave para evitar emergencias humanitarias, también lo es crear resiliencia comunitaria y conciencia entre la población local, según expertos.
Hasta ahora, 2 millones de personas en los valles de Bindo Gol y Bagrot se han beneficiado de los programas comunitarios de adaptación y mitigación, no sólo a partir de un mejor acceso al agua potable sino también de estaciones de monitoreo, mapas del sitio y sistemas de comunicaciones capaces de alertar a los residentes ante una catástrofe inminente.
Jalil Ahmed, gerente del programa nacional para el proyecto, dice a IPS que ahora se ejecutan sistemas de alerta temprana para informar a las comunidades con mucha anticipación sobre desbordes o inundaciones, dando a las familias “mucho tiempo” para evacuarse hacia terrenos más seguros.
Existen pocos datos oficiales sobre la cantidad exacta de afectados por desbordes de lagos glaciares, aunque Ahmed señala: “Podemos decir con seguridad que hay unos 16 mil desplazados, que lo siguen siendo incluso después de varios meses”.
Sólo en los últimos 17 meses, el país experimentó siete desbordes de lagos glaciares que no sólo desplazaron población, sino que también arrasaron cultivos enteros y redes de irrigación en todo el Norte del territorio nacional, según Ghulam Rasul, experto en clima del Departamento Meteorológico de Pakistán en Islamabad.
La situación sólo puede empeorar, mientras las temperaturas aumentan en las áreas montañosas del Norte de Pakistán y los científicos pronostican más eventos meteorológicos extremos para las próximas décadas, lo que volverá urgente que la sociedad esté preparada para afrontarlos.
Varias iniciativas de adaptación basadas en la comunidad, incluida la construcción de unos 15 “refugios seguros” temporales en los valles de Bindo Gol y Bagrot, ya inspiran confianza entre la población local, mientras la plantación generalizada de vegetación en las laderas de las montañas potencia la contención contra deslizamientos de tierras y erosión.
Científicos y activistas sostienen que replicar programas similares en todas las regiones del Norte ayudará a prevenir la pérdida de vidas y a ahorrarle al gobierno millones de dólares en daños.
Saleem Shaikh/Sughra Tunio/IPS
TEXTOS RELACIONADOS:
Contralínea 423 / del 08 al 14 de Febrero 2015
En el actual gobierno no habrá “protección” para presidentes municipales, jefes de policía o funcionarios…
“La violencia hacia las mujeres se debe, entre otras cosas, fundamentalmente a la discriminación que…
Hubo 18 mil 447 registros en el micrositio del Poder Ejecutivo para poder participar en…
Los viajes del Inai al paraíso fiscal de Bermudas Nancy Flores, noviembre 23, 2024 En…
En vísperas de su extinción, el Inai se sigue revelando como un organismo sumido en…
Durante una sesión privada, y por mayoría de votos, el Pleno de la Suprema Corte…
Esta web usa cookies.