Cira Rodríguez César/Prensa Latina
A diferencia de lo que muchos piensan sobre Estados Unidos, donde pretenden hacer realidad las mayores aspiraciones económicas, en ese país crece la desigualdad y la pobreza a niveles nunca vistos.
Supuestamente en la norteña nación imperan la felicidad, la equidad y la justicia, pero sorprende que está calificada por no pocos estudiosos como una de las más desiguales del mundo, con una gran brecha entre los que ganan más y lo percibido por un trabajador medio, sin mirar a quienes nada ganan y viven en la pobreza extrema.
Recientemente el Premio Nobel de Economía Paul Krugman aseguró que la desigualdad en Estados Unidos supera hoy los niveles registrados en la época histórica posterior a la Guerra de Sesión, entre 1870 y 1890.
En declaraciones a la cadena Bloomberg, Krugman señaló que ese fenómeno no sólo crece sino que experimenta una escalada jamás vista en la historia de la humanidad, algo que consideró un récord malo para todos, pues no sólo es ofensivo para el sentido de la justicia, sino maléfico para el crecimiento económico.
Sus serias palabras ponderan que “no hay ninguna prueba de que la extrema desigualdad contribuya al crecimiento”.
El también profesor de la Universidad de Princeton y la Escuela de Economía de Londres apeló a la historia de ese país y sentenció que si se hubiera puesto freno y logrado que los políticos hablasen tan sinceramente sobre el peligro de la alta concentración de la riqueza como lo hizo Theodore Roosevelt en 1910, se habría avanzado mucho hacia un solución de esa situación.
Tales afirmaciones son compartidas por el profesor Gene Nichol, de la Universidad de Carolina del Norte, quien asegura que 50 millones de estadunidenses (16 por ciento de la población) no se salvan de ser pobres.
Y agrega más datos: “Casi la cuarta parte de nuestros niños vive en la pobreza, una gran vergüenza para la nación más rica del mundo; y hoy sucede la paradoja de que Estados Unidos se haya convertido, en muchos sentidos, en la nación avanzada más rica, más pobre y más desigual”.
Lo anterior también lo muestra el periodista estadunidense Jim Lobe, al señalar la enorme desigualdad económica existente en Estados Unidos y, “sobre todo, la tendencia hacia una acentuación de este flagelo en el último medio siglo”.
Cuando los gobernantes, ideólogos y publicistas de Estados Unidos y sus voceros locales erigen a ese país como el modelo a imitar, no dicen que una gran parte de sus habitantes tienen que resignarse a vivir bajo un régimen de radical e incontenible desigualdad, con una pequeña élite viviendo en una insultante opulencia y el resto luchando para sobrevivir.
En opinión de Krugman, la sociedad estadunidense cuenta con una enorme capacidad redentora y no ha perdido sus ideales, por lo cual no debe permitir que la dejen llevar hacia una oligarquía, en la que lamentablemente se está transformando por el momento.
La desigualdad de ingresos y de riqueza en Estados Unidos crece marcadamente desde que estalló la crisis financiera en 2008, pero una normalización de la política monetaria aplicada por la Reserva Federal podría marcar el principio del fin de esa tendencia, y debería servir para acelerar su camino inverso.
En esa nación, las 20 personas más ricas hoy poseen más patrimonio que la mitad inferior de toda la escala poblacional, según un estudio reciente del Pew Research Center.
La brecha de riqueza entre el grupo de altos ingresos y todos los demás nunca fue más extrema, plantea la investigación.
Lo anterior ratifica que Estados Unidos es, precisamente, el mayor ejemplo de la concentración del capital; expresa a su vez que, los que siempre llevan la de perder son las inmensas mayorías, pues dicho modelo está diseñado para la acumulación y centralización de la riqueza que producen los trabajadores, en una ínfima minoría.
Asimismo, como lo señalan varios estudios, dicho modelo está llevando a la población, aun a las más poderosas del planeta, a una injusta distribución de la riqueza y, consecuentemente, a una inconformidad creciente que pone en peligro la estabilidad y la paz social.
El ingreso medio real de los hogares en Estados Unidos es aproximadamente el mismo que en 1979. El estudio del Pew Research Center destacó que los estadunidenses tenían un ingreso cuatro por ciento menor en 2014 que en 2000 y, por primera vez en más de 40 años, los ciudadanos de clase media ya no son la mayoría de la población.
Al mismo tiempo, hay una considerable presión sobre los salarios como nunca antes, con una tasa de desempleo que cayó a 5 por ciento. Los ingresos medios por hogar en ese país se situaron en 2014 en los 53 mil 657 dólares al año, una cifra no muy diferente a la de 2013.
En total, desde 2007 en que comenzó la crisis económica, los ingresos medios por hogar se han reducido un 6.5 por ciento.
De acuerdo con Alexander Friedman, exasesor de la Casa Blanca durante la administración de Bill Clinton, las causas de la creciente desigualdad de ingresos y riqueza son múltiples y tienen muchos matices; pero las consecuencias no intencionadas del reciente periodo inédito de política monetaria excesivamente laxa tienen parte de la culpa.
Por otro lado la recuperación económica de la norteña nación beneficia a los inmensamente ricos, entre los que se incluyen los propios responsables de la crisis, pero esquiva al estadunidense medio.
Evidentemente, esto guarda relación con la estructura que ha tenido la economía del país desde 1981 bajo la presidencia de Ronald Reagan, algo resaltado por el Instituto de Políticas Económicas, un grupo de reflexión cercano al movimiento sindical estadunidense al plantear que entre 1979 y 2007, el 1 por ciento más rico concentraba el 53.9 por ciento del aumento de ingresos en ese país.
Dentro de esa enorme desigualdad, la última tasa oficial de pobreza reportada por Washington era del 14.8 por ciento, con 46.7 millones de pobres en 2014, nivel 2.3 puntos porcentuales superior a la de 2007, el año previo de inicio de la recesión.
Pero más interesante resulta que dentro de la mayor economía del mundo, el país de los sueños realizables, del total de pobres 20.8 millones están en condiciones de pobreza extrema.
Cira Rodríguez César/Prensa Latina
[BLOQUE: INVESTIGACIÓN][SECCIÓN: LÍNEA GLOBAL]
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