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Europa: millones de niños pobres

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Prensa Latina

En el continente más rico del plantea, un número indeterminado de menores de edad, que podría alcanzar hasta los 27 millones, trabaja. Los problemas económicos de los países integrantes de la Unión Europea han provocado que crezca en los últimos años la cantidad de niños que padecen los efectos de la pobreza. Aunque algunas naciones mantienen un producto interno bruto alto, eso no quiere decir que la riqueza se distribuya de manera equitativa. Algunas de las naciones con empresas que acaparan grandes fortunas también son las que mayor número de infantes registran como carentes de los satisfactores básicos

Glenda Arcia/Prensa Latina
Alrededor de 27 millones de niños europeos se encuentran en riesgo de pobreza, muchos de los cuales se ven obligados a trabajar para subsistir, fenómeno que devela una imagen reprochable y alarmante del llamado Viejo Continente.
Los últimos reportes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indican que los índices de trabajo infantil varían desde el 5 hasta el 29 por ciento de la población menor de 15 años en varios países de esa región.
Tal situación ha desatado fuertes críticas por parte de organismos humanitarios que cuestionan la eficacia de las acciones de los gobiernos y la capacidad de la Unión Europea para cumplir con la promesa de erradicar ese problema antes de 2016.
“Muchos piensan que la explotación de los pequeños en Europa quedó en el pasado, pero, por el contrario, continúa siendo un asunto muy grave que va en aumento como consecuencia de la crisis actual”, señala Nils Muiznieks, comisario de Derechos Humanos del bloque comunitario.
“Es preocupante la poca atención prestada por algunos estados y la falta de medidas concretas: la mayoría de las naciones está consciente de la problemática, pero sólo algunas están dispuestas a combatirla”, asevera.

La otra cara de la moneda

Cerca de 168 millones de niños trabajan en el mundo y la mitad de ellos realiza labores peligrosas en la industria o en las calles, es víctima de la explotación sexual o reclutada a la fuerza para participar en conflictos y en redes de narcotráfico, divulgó a inicios de junio la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La cifra exacta de menores en esa condición en Europa se desconoce, lo cual, según Muiznieks, resulta inquietante y obstaculiza los esfuerzos para proteger a los más débiles.
No obstante, estimaciones de la ONU indican que en Georgia trabaja el 29 por ciento de los niños entre 7 y 14 años; en Albania el 19 por ciento y en Italia cerca del 5 por ciento.
Organismos internacionales destacan que en naciones como Bulgaria, Serbia, Turquía, Ucrania, Reino Unido, Grecia y Portugal, muchos pequeños están expuestos a esos peligros, en especial en aquellos países donde se han tomado medidas extremas de austeridad y existe gran cantidad de inmigrantes.
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en 2011, alrededor de 43 millones de personas tuvieron que abandonar sus naciones de origen para huir de los conflictos y la violencia y, de ellas, el 46 por ciento era menor de edad, la mayoría sin acompañante.
La ausencia de un tutor legal y la condición de indocumentados propicia el abuso contra los niños, al tiempo que dificulta la detección de ese fenómeno por las autoridades.
Un estudio de este año de la organización no gubernamental Save the Children concluyó que una de las principales causas del trabajo infantil es la pobreza, a su vez, origen y resultado de la desigualdad social.
Dicha investigación destacó que el 28 por ciento de los menores de 18 años residentes en estados miembros de la Unión Europea viven en condiciones de miseria y escasez, indicador que en el Reino Unido alcanza el 19 por ciento, en Portugal y Polonia el 22, en Italia el 26, en España el 30 y en Rumania el 35 por ciento.
“La pobreza es pluridimensional y una de las causas fundamentales de las violaciones de los derechos de los niños en Europa. Sus efectos sobre ellos no son a corto plazo, sino que pueden durar toda la vida y tener continuidad en generaciones futuras”, advirtió esa entidad.
Pese a la tendencia a afirmar que en las naciones de menor desarrollo existe mayor riesgo de una infancia marcada por la indigencia y la explotación, Save the Children asegura que en países como Italia y Francia, con altos niveles de producto interno bruto (PIB), cerca de una quinta parte de los pequeños está en riesgo de pobreza.
En el Reino Unido, el sexto PIB del planeta, unos 2 millones 300 mil pequeños viven en la miseria y dos tercios de ellos pertenecen a familias donde al menos un padre trabaja.
“La riqueza de un Estado no beneficia automáticamente a los más desfavorecidos, salvo que se (re)distribuya de manera equitativa. La pobreza infantil está relacionada con un apoyo económico insuficiente del sistema y con las condiciones laborales de los progenitores”, destaca esa entidad.

Promesas vacías

“Decenas de millones de niños son obligados a trabajar en condiciones degradantes, de esclavitud, acoso y discriminación. Espero que la comunidad internacional fortalezca los esfuerzos para erradicar esta plaga”, manifestó el papa Francisco a mediados de junio de este año.
“Todos necesitamos renovar nuestro compromiso para proteger a los más chicos y ofrecerles la oportunidad de crecer en un ambiente sano. Una infancia vivida en paz permite mirar la vida y el futuro con confianza”, aseveró.
En un comunicado divulgado a inicios de ese mes, la OIT insistió en la necesidad de ejecutar medidas de protección social como condición fundamental para erradicar la indigencia y el trabajo infantil.
“No hay secreto alguno sobre lo que es necesario hacer –declaró Guy Ryder, director de ese organismo–: la aplicación de iniciativas efectivas, la enseñanza de calidad y obligatoria hasta la edad mínima de admisión al trabajo y la aprobación de legislaciones eficaces forman parte de una respuesta adecuada a esa problemática.”
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia abogó también por la educación como la “mejor arma en la lucha global para sacar a los niños del mercado laboral y romper el ciclo de pobreza y analfabetismo que limita sus posibilidades”.
Por su parte, la Unión Europea se comprometió en 2013 a contribuir con acciones concretas a los intentos por acabar con la explotación infantil y lamentó el grave peligro al que están expuestos muchos pequeños.
“Aunque la estrategia europea para un crecimiento sostenible e inclusivo aspira a sacar al menos 20 millones de personas del riesgo de pobreza y exclusión hacia 2020, en este momento el Viejo Continente se está alejando de ese objetivo”, advierte Save the Children.
“Salvo que estén respaldados por recursos suficientes, los compromisos políticos con los niños seguirán siendo promesas pequeñas y vacías”, señaló Ester Asin, representante de esa entidad ante el bloque comunitario. Estudios recientes realizados en esa región muestran que menos de la mitad de sus países cumplió con el objetivo de brindar la atención necesaria a más de un tercio de los menores de 3 años de sus respectivos territorios, meta que debía alcanzarse en 2010.
Dichas indagaciones concluyeron, además, que en Europa el 13 por ciento de los menores abandona la escuela después del primer nivel de secundaria; entre otras razones, por verse obligados a trabajar para ayudar a sustentar a sus familias.
Ante esa situación, Save the Children y otras instituciones caritativas abogaron por la realización de acciones eficaces y el cumplimiento por los gobiernos de las convenciones de la ONU sobre la protección de los pequeños.
“Instamos a todos los países europeos y a las instituciones de la Unión Europea a desarrollar estrategias que respeten los derechos de la infancia y contribuyan a erradicar este fenómeno, así como a emplear los recursos disponibles para promover cambios inmediatos, positivos y duraderos”, señalaron.
Nils Muiznieks se une a este llamado y asevera: “Ignorar esta problemática no sólo pone en peligro a los menores, sino también al futuro de nuestra sociedad, la cual estará integrada por personas a las que les fue negada la oportunidad de jugar y aprender. Es necesario actuar ahora por el mañana de esos niños y de nuestros países”.
Mientras las grandes potencias demoran en decidir qué camino tomar y priorizan el desarrollo industrial sobre el bienestar de sus ciudadanos más pequeños, millones de niños europeos crecen sin sueños, esperanzas ni juegos.
Glenda Arcia/Prensa Latina
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