Desmond Brown/IPS*
Lima, Perú. Desde hace más de 10 años, Mildred Crawford ha sido una voz en el desierto que defiende a las mujeres que trabajan en la agricultura.
Crawford, de 50 años, se crió en la pequeña localidad de Brown’s Hall, en Jamaica. Estaba “rebosante de entusiasmo” cuando recibió la invitación de la Organización Mundial de Agricultores (WFO, por su sigla en inglés) para formar parte de la delegación de la sociedad civil en la 20 Conferencia de las Partes (Cop 20) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CM-NUCC), que se realizó del lunes 1 al viernes 12 de diciembre pasado en Lima, Perú, donde su voz se oiría en un escenario con mucho más eco.
Pero pocos días después de llegar a la capital peruana, la alegría de Crawford se convirtió en decepción.
“Incluso en los eventos paralelos no veo que los representantes de los gobiernos escuchen la voz de la sociedad civil”, dice a Inter Perss Service (IPS).
“Si no están aquí para escuchar lo que tenemos que decir, el impacto será muy escaso. Ya existe una brecha entre la política y la aplicación, que es muy grave, porque hablamos por hablar, pero no practicamos con el ejemplo”, afirma.
“Nuestras agricultoras almacenan semillas. Si viene un huracán y los recursos escasean, comparten lo que tienen entre sí para que la agricultura se renueve”, explica.
La WFO reúne a 70 organizaciones de agricultores y cooperativas agrícolas de unos 50 países. Su delegación en Lima fue un ensayo de la que participará en 2015 en la Cop 21, en París, Francia.
Uno de sus objetivos es dar a conocer el papel que tiene la agricultura de pequeña escala en la adaptación y mitigación de las alteraciones climáticas, y que las negociaciones de la CMNUCC en 2015 así lo reconozcan.
Las negociaciones en París están destinadas a acordar un tratado jurídicamente vinculante que limite las emisiones de gases de efecto invernadero.
Diann Black Layne representa a los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID). La adaptación, las finanzas, las pérdidas y los daños lideran la lista de temas que este grupo de países quiere abordar en el mediano plazo.
“Muchos de nuestros países en desarrollo gastan su propio dinero en la adaptación”, explica a IPS la también embajadora de Antigua y Barbuda para el cambio climático.
Los PEID ya están “muy endeudados” con “dinero prestado” de sus presupuestos nacionales que se ven obligados a utilizar “para financiar sus programas de adaptación y recuperación de fenómenos meteorológicos extremos. Así que, tener que pedir prestado más dinero para la mitigación es complicado”, añade.
La secretaria ejecutiva de la CMNUCC, la costarricense Christiana Figueres, concuerda en que este tipo de compromisos de los países en desarrollo debe reforzarse con fondos internacionales destinados al clima, en particular para los más vulnerables.
“No hay duda de que hay que aumentar los fondos para la adaptación. Es muy claro que esa es la urgencia entre la mayoría de los países en desarrollo, para cubrir realmente sus costos de adaptación […]. Muchos países están […] poniendo su propio dinero en la adaptación porque no tienen otra opción”, dice.
“No pueden esperar a un acuerdo en 2015 ni pueden esperar que el financiamiento climático internacional les llegue, así que ya lo están haciendo de su propio bolsillo”, plantea.
“En esta Cop nos centramos en temas financieros de daños y perjuicios”, explica Black Layne. “En nuestra región, eso incluiría […] la pérdida de la industria pesquera y de la concha. Incluso si nos limitamos a un calentamiento de 2 grados perderíamos esas dos industrias, por lo que ahora estamos negociando un mecanismo que ayude a la adaptación de los países”, añade.
El subsector proporciona empleo directo a más de 120 mil pescadores y trabajo indirecto a miles de personas más, especialmente mujeres, en el procesamiento, la comercialización, la construcción de barcos, la confección de redes y otros servicios de apoyo.
En 2012, el valor de la industria de la concha, sólo en Belice, se valoró en 10 millones de dólares.
Una evaluación que se presentó el 3 de diciembre pasado a los gobiernos reunidos en la Cop 20 señala que actualmente hay cientos de miles de millones de dólares en financiación climática en todo el planeta.
La evaluación, que incluye un resumen y recomendaciones del Comité Permanente sobre Finanzas de la CMNUCC y un informe técnico, es la primera de una serie de informes que reunirá datos sobre los flujos financieros de apoyo a la reducción de emisiones y a la adaptación dentro de los países y mediante el apoyo internacional.
La evaluación calcula el financiamiento climático mundial entre 340 mil millones y 650 mil millones de dólares anuales para el periodo 2011-2012.
“Parecería que el financiamiento climático está fluyendo, no exclusivamente pero con prioridad hacia los más vulnerables”, afirma Figueres.
“Ésa es una parte muy, muy importante de este informe, porque es exactamente como debe ser. Debe ser la población más vulnerable, los países más vulnerables y las poblaciones más vulnerables dentro de los países quienes reciben la financiación climática con prioridad”, agrega.
Desmond Brown/IPS*
*Traducido por Álvaro Queiruga
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