Lavado de dinero a costa del balón. Eso presumía la Procuraduría General de la República (PGR) que había ocurrido con los Gallos Blancos del Querétaro bajo la tutela de Amado Yáñez Osuna, quien como dueño de Oceanografía fuera acusado de un fraude multimillonario a Banamex, tras años de bonanza a costa de contratos con dinero público sostenidos gracias a su estrecha relación con el panismo.
Encarcelado, Yáñez perdió su imperio, del cual formaban parte tanto el equipo de primera división como los Delfines de Ciudad del Carmen, Campeche.
Durante el proceso judicial, la PGR ordenó el aseguramiento de los clubes, eslabón que facilita el encubrimiento del origen de los recursos de su dueño.
No obstante la importancia del caso, el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (Sae), a cuyo cargo estuvieron los activos del empresario hoy encarcelado, hizo todo lo posible por ocultar la información relacionada con el papel que desarrolló en esta historia, que terminó beneficiando a la familia Vázquez Raña.
“AJL Futbol del Golfo, SA de CV [razón social del equipo], es una empresa de carácter privada, por lo que la información relativa a las operaciones que realizó la misma, se encuentra clasificada” (sic), había respondido tajante el órgano dependiente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) a la solicitud 06811200048714 presentada por Contralínea.
Sin embargo, tras la resolución del recurso de revisión RDA 4781/14 se abrió el expediente del conjunto albiazul, cuyas copias certificadas tuvieron que ser entregadas a este semanario.
En él está un capítulo más de la historia enlodada del futbol mexicano, negocio frecuentemente señalado de ser parte del crimen organizado.
La primera semana de marzo de 2014 no fue buena para los Gallos Blancos de Querétaro, a pesar de que AJL Futbol del Golfo, SA de CV, su razón social, cumpliría su primer año de vida el 8 de marzo.
En aquel marzo las palabras futbol y lavado de dinero compusieron oraciones cuyo sujeto era el club mexicano de primera división. Todo había iniciado el 11 de febrero, cuando la Secretaría de la Función Pública anunció que su hermana mayor, Oceanografía, había quedado inhabilitada de hacer negocios con cualquier entidad gubernamental.
El Club Gallos Blancos, supuestamente implicado en movimientos significativos de recursos que sugieren un alto grado de probabilidad de proceder de la comisión de delitos”[/blockquote]La incertidumbre asoló al conjunto (antes chiapaneco, después mudado a la capital queretana, pero registrado en Campeche) desde que el gobierno federal puso la mira sobre su dueño, Amado Yáñez.
Desde entonces, tanto dentro de la cancha como afuera de ella, los resultados se hilvanaron en su contra: no sólo acumularon 5 derrotas consecutivas (entre las jornadas 7 y 11 del Clausura 2014), también vieron cómo agentes de la Procuraduría General de la República (PGR), armados y vestidos de negro, intervenían su estadio y campos de entrenamiento.
Marzo fue aciago para los trabajadores de AJL Futbol del Golfo, que ya contaban su tercer mes sin cobrar.
El 6 de marzo de 2014, la Unidad Especializada en Investigación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita y de Falsificación o Alteración de Moneda, de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), giró el acuerdo de aseguramiento precautorio de los Gallos Blancos como consecuencia de la averiguación previa UEIORPIFAM/AP/065/2014.
El director de Procesos Legales A de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, contundente pero con lenguaje burocrático, había explicado los motivos:
“[La] evidencia [de] la forma de actuación de personas físicas y una moral que se vinculan entre sí, generando una serie de operaciones dentro del sistema financiero nacional, con movimientos significativos de recursos que presentan características que llaman la atención a esta Unidad de Inteligencia Financiera y que nos sugieren de manera fundada, que los activos implicados en las transacciones realizadas con alto grado de probabilidad proceden de la comisión de conductas ilícitas, con el objetivo de ocultar el origen de tales recursos.”
Presunción de ser un instrumento futbolero de lavado de dinero. Por ello la PGR decidió asegurar a AJL Futbol del Golfo, SA de CV: los Gallos Blancos del Querétaro.
“Documentos, contabilidad, activos, recursos, bienes muebles e inmuebles” no sólo de los Gallos Blancos sino también de los Delfines de Ciudad del Carmen fueron a parar a la Procuraduría General primero, y al Servicio de Administración y Enajenación de Bienes después.
Iván Miranda Tamayo, agente del Ministerio Público de la Federación, ordenó al Registro Público de la Propiedad y del Comercio del Estado de Campeche “realizar las anotaciones marginales respecto del aseguramiento de los derechos reales, empresas, negociaciones, establecimientos, acciones, partes sociales y cualquier otro bien o derecho susceptible de registro o constancia” a nombre de los equipos de Yáñez (oficio CG2/F3/350/2014), ambos afiliados a la Federación Mexicana de Futbol Asociación, AC (Femexfut).
El 7 de marzo, Guadalupe del Rocío Mena Santos, registradora y responsable de la oficina del registro campechano, respondió que bajo el folio 110690*3 ya había quedado inscrito tanto el aseguramiento del club queretano, aunque con residencia en Ciudad del Carmen (oficio SG/RPPC/CARM/645/2014) como el de “la persona moral AMRH International Soccer, SA de CV”, es decir, los Delfines de Ciudad del Carmen del Ascenso Mx, con todo y “los derechos reales, empresas, negociaciones, establecimientos, acciones, partes sociales y cualquier otro bien o derecho susceptible de registro o constancia a [su] nombre” (folio mercantil 11036).
Oficialmente se le notificó a Yáñez hasta el 18 de marzo, después de la jornada 11, en la que los Gallos cayeron blanqueados 0-2 en La Corregidora ante el Toluca, sumando así su quinta derrota consecutiva; antes de los Diablos Rojos, Atlante (4-2), Puebla (1-0), Cruz Azul (1-3) y Guadalajara (2-1) habían derrotado al Querétaro. Por su parte, los Delfines ocupaban la décima posición de la tabla general del ascenso, torneo en el que irónicamente su mayor patrocinador fue precisamente Banamex: mientras en los medios se publicaba que el motivo de la pelotera era un fraude millonario contra la filial de Citibank, uno de los equipos del defraudador jugaba con el logo de ese mismo banco en el pecho.
Ambos equipos competían sin cobrar, en un periodo en el que en sendas plazas se habló más de las jugadas armadas por uno de los dueños del balón que de las hechas por los propios jugadores de futbol.
Los señalamientos cayeron sobe Amado Yáñez muchos años antes de que éste decidiera invertir en el césped: registros del florecimiento de Oceanografía gracias al abono de las relaciones de su dueño con el panismo en el poder, del enriquecimiento vertiginoso por la corrupción que allana el camino.
Desde 2004, cualquiera pudo conocer las irregularidades en la obtención de multimillonarios contratos petroleros por la intervención de los hijos de Martha Sahagún, de Juan Camilo Mouriño y de Felipe Calderón (como secretario de Energía); de los fraudes a los bancos Interacciones y de Comercio Exterior (Bancomext); también se hicieron de dominio público las demandas interpuestas contra periodistas, paralelas al amedrentamiento.
No era difícil enterarse de todo ello, de cómo Yáñez construyó su imperio. Bastaba con sentarse unos minutos frente al computador y teclear su nombre y el de su empresa naviera.
A pesar de ello, la asociación civil que explota la imagen de la Universidad Nacional Autónoma de México, en contubernio con los poderes y funcionarios universitarios, no tuvo empacho en hacer negocios en 2012 con el empresario hoy inquilino del Reclusorio Sur.
Después de 12 semanas de aseguramiento y 3 meses de suspenso, el club de futbol pasó de estar bajo investigación judicial a tener un nuevo dueño poderoso en cuestión de horas.”[/blockquote]Cuando Yáñez Osuna saltó del agua al campo de la mano del Club Universidad, comprándole su filial Pumas Morelos, la Federación Mexicana de Futbol no se opuso, tampoco sus colegas empresarios. Al contrario: lo recibieron como un honorable integrante más de la familia –o famiglia– del futbol profesional. El empresario dueño de Oceanografía cumplía con lo necesario para estar sentado a la mesa de dueños al pie de patrones como Emilio Azcárraga, Carlos Slim, Jorge Vergara, Jorge Hank o Salinas Pliego.
Los colores azul y oro arroparon primero al empresario hoy encarcelado en su introducción en el futbol mexicano, quien después, ya encarrilado, se hizo de una franquicia de primera división cobijado ahora de la influencia del dueño de Tv Azteca.
El contrato de sustitución y cesión celebrado entre Interticket Sport, SA de CV (Grupo Salinas), y AJL Futbol del Golfo, SA de CV (Oceanografía) –del cual Contralínea posee copia–, registra que la franquicia de los entonces Jaguares de Chiapas se vendió en 11 millones de dólares, pagados –como si Yáñez hubiera comprado el club en Elektra– en abonos chiquitos (para él).
Como quien adquiere un establo con todo y caballos, el documento se centró en tres puntos: la “titularidad” sobre los contratos de 30 jugadores, los derechos de transmisión de los partidos y el Certificado de Afiliación expedido por la Federación.
“Interticket en este acto renuncia a ser titular de los derechos de afiliación del club profesional Jaguares de Chiapas y se separa de la Femexfut, ocupando su lugar a partir el nuevo titular [Yáñez], quien lo sustituye en los derechos y obligaciones inherentes a la afiliación”, asentó el convenio.
Quien se encargó, por contrato, del papeleo ante la Federación fue Grupo Salinas.
Pero se supone que no es un trámite que cualquiera pueda llevar a cabo. La Femexfut es la que oficialmente aprueba o no las solicitudes.
“La Asamblea General Ordinaria de la Femexfut es el único órgano facultado para otorgar la afiliación”, establece el artículo 2 del Reglamento de Afiliación, Nombre y Sede del rector del futbol profesional en el país. El documento fue presentado en 2012 como parte de la renovación moral de la federación de futbol. Con él, decían, se evitará la incursión de hombres con carteras llenas de fajos de dudosa procedencia.
Para recibir la venia, los solicitantes deben cumplir con una serie de requisitos económicos y administrativos, entre los que está la honorabilidad.
El Estatuto Social de la Federación asienta que, para conseguir el visto bueno, el peticionario debe “ser una persona de reconocida capacidad y solvencia moral”, así como “no ser parte [y] no haber participado en negocios de dudosa reputación [ni] en conductas delictivas, a juicio del Comité Ejecutivo”.
La Femexfut no tuvo dudas sobre Yáñez, y éste no tuvo problemas para pasar el filtro.
Y es que la empresa futbolística del concesionario frecuente de Petróleos Mexicanos juraba tener por objetivo “la ejercitación del ser humano, manifestaciones y realizaciones humanas en materia de actividades encaminadas a la educación, competición, aptitud física y salud”.
Un equipo de futbol puede ser muchas cosas, y el caso del equipo de Yáñez pinta la aspiración –retórica, casi melosa, en unos puntos; real en otros, sobre todo en los comerciales– del resto de los clubes mexicanos.
Así que el objeto social principal de sus Gallos Blancos registrados en Campeche iba de “la creación, modernización y mantenimiento de parques deportivos que cuenten con las canchas, campos y locales necesarios para la práctica de las diferentes ramas deportivas de más arraigo a nuestra idiosincrasia, a favor del desarrollo integral” (sic), a la celebración “de convenios de colaboración con el gobierno federal, estatal y municipal para desarrollar y participar en programas y servicios públicos que impulsen el desarrollo integral y fomenten la participación social de largo plazo”.
“Gracias a Dios no vivimos del futbol ni vamos a vivir de él, [AJL Futbol] es una empresa que está tratando de hacer un beneficio social para que la gente crezca”, llegó a resumir Yáñez sus intenciones.
La Femexfut, sin escrúpulos, creyó en tan noble causa y le abrió los brazos, certificando su “capacidad y solvencia moral”.
El cuento del futbol-caridad no duró mucho:
“En la Ciudad de Santiago de Querétaro, Querétaro, siendo las 16:00 horas del día 8 de mayo de 2014, reunidos en el domicilio ubicado en Avenida 10 S/N, esquina calle 57, colonia Lomas de Casa Blanca, CP 76080 de esta ciudad de la empresa AJL Futbol del Golfo, SA de CV, con Registro Federal de Contribuyentes AFG130308 J36”, el agente del Ministerio Público de la Federación de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada de la PGR y el licenciado Manuel Guillermo Moreno Flores, coordinador de Administración de Empresas Aseguradas del Sae, formalizaron “la entrega-recepción” del equipo al dependiente de la Secretaría de Hacienda.
Entonces la Liguilla estaba en plena efervescencia con la disputa de las semifinales. Pero al haber terminado en el decimotercer puesto de la tabla general, hacía rato que los Gallos Blancos habían sido eliminados del Clausura 2014. A su vez, desde el 19 de marzo quedaron fuera de la Copa, tras caer ante un equipo de segunda división (Ascenso MX, le llaman), los Guerreros de Oaxaca.
La PGR le entregó al Sae los contratos del cuerpo técnico y jugadores de los Gallos Blancos de primera división, del equipo sub 20, sub 17 y del “Club Irapuato” (sic); así como “los convenios de comodato, contratos de patrocinio y colaboración; la copia del Contrato de Sustitución y Cesión celebrado entre Interticket Sport, SA de CV [representada legalmente por Héctor Iván Lara López y socia de Ricardo Salinas Pliego] y AJL Futbol del Golfo, SA de CV, respecto del certificado de afiliación expedido por la Federación Mexicana de Futbol Asociación, AC, de la franquicia de futbol integrante de la Liga Mx/Ascenso Mx”.
Moreno Flores también recibió el acta constitutiva, el Registro Federal de Contribuyentes y el “informe de los estados financieros” elaborado “por el depositario designado por la PGR”: el exfutbolista Adolfo Ríos; además, un racimo de dictámenes y fes ministeriales: de los campos de entrenamiento, del estadio Corregidora y demás inmuebles, de valuación e inventario de vehículos, de Tránsito Terrestre e identificación vehicular, así como de contabilidad respecto del numerario encontrado.
“Por la premura en la puesta a disposición y urgencia por parte de la PGR para que el Sae recibiera en administración la empresa, no se convocó al Órgano Interno de Control de Sae para asistir”, se consignó en el acta A/PGR/ADM/DEAECM/060/2014.
Esa misma noche del 8 de mayo, pero en la Ciudad de México, el Sae (dirigido por Héctor Orozco, quien rehusó conversar con Contralínea) nombró oficialmente al mismo Adolfo Ríos como administrador (DCEAF/DEAECM/061/2014).
Los Gallos Blancos quedaron a cargo del exarquero y colaborador de Yáñez. Se le entregaron poderes para pleitos y cobranzas, para interponer y desistirse de diversos procedimientos jurídicos y judiciales, para realizar actos de administración en materia laboral, y para otorgar y recibir títulos de crédito.
Ríos García se quedó con la responsabilidad ante Hacienda, ante las aseguradoras; también de la contabilidad y auditoría. Todo bajo supervisión del Sae y con el compromiso de “guardar confidencialidad de toda actuación”.
El Sae, siempre prevenido y haciendo honor a la tradición burocrática, le exigió al administrador temporal que si durante su gestión “se hubieren realizado actividades ilícitas, [debería] rendir un informe de las actividades que se llevaron a cabo para su regularización”.
El expediente incluye un par de reportes del “estado y origen de recursos” del equipo de marzo y abril de 2014, cuando la PGR llevó las riendas del club, con el mismo Adolfo Ríos como depositario.
El primero, correspondiente al periodo del 21 de marzo al 21 de abril, informaba que “derivado del aseguramiento por parte de la PGR […] a esa fecha no se contaba con una cuenta bancaria disponible”.
Entonces corría la jornada 12 del Torneo Clausura 2012 y el equipo aún debía viajar a Monterrey, León y el Distrito Federal, en visitas a los estadios de los Tigres, los Panzas Verdes y el América.
Al tener congeladas sus cuentas Amado Yáñez y Oceanografía, los únicos recursos existentes, en efectivo, los “conformaban, principalmente, la caja chica, nóminas pendientes de entregar [y] pagos de algunos proveedores”.
Los reportes revelan los egresos oficiales de un equipo profesional de futbol en México: nómina, gastos de operación, gastos de operación del estadio, transferencia de jugadores, proveedores, comisiones bancarias y arbitraje.
En el futbol mexicano, los equipos y los árbitros tienen una relación monetaria directa, pues son los clubes quienes les pagan en los partidos de local.
Durante las primeras semanas del aseguramiento, la fuente de ingresos del equipo provino de ocho canales: taquilla, palcos y abono (todo exento de impuestos); patrocinio, publicidad en vallas; un donativo –cuya identidad del samaritano fue escondida por el Sae–; un préstamo “para poder operar el partido de Tijuana”, y dinero que había sido decomisado y después regresado por “la PGR para poder seguir operando el club”.
El séptimo flujo provino del Espanyol de Barcelona. En 2013, el técnico Ignacio Ambriz relegó al colombiano John Andrés Córdoba Copete, por lo que fue cedido al club catalán. Tal préstamo representó uno de sus principales ingresos durante el crítico periodo.
Pero la principal entrada vino del Proyecto de Formación de Jugadores. Aunque el Sae protegió su identidad, es de conocimiento público –porque él mismo lo publicitó– que Mario Yáñez López (hijo de Amado Yáñez) impulsó filiales de Gallos Blancos con el nombre de Querétaro Soccer University, que llegó a asociar al Parma de Italia. Mientras su padre estaba arraigado, Mario Yáñez siguió ligado al club.
Asegurado o no el equipo, los trabajadores de Amado Yáñez de cualquier forma no cobraban. El Clausura 2014 se cerró sin que ni jugadores ni personal administrativo hubieran cobrado su sueldo (lo mismo ocurría con los Delfines). Fue hasta abril que apenas recibieron la paga correspondiente a los meses de enero y febrero.
Amaneció el 29 de mayo de 2014, día de oficios exprés, día en el que los Gallos Blancos fueron liberados a pesar de que desde el 11 de ese mes Amado Yáñez había pisado la cárcel.
Los manejos financieros del equipo habrían podido cobrar valor probatorio en el proceso judicial. Pero eso no importó. Aquel jueves 29 de mayo tanto funcionarios (de la PGR, de Hacienda, del Sae) como implicados e interesados trabajaron desde temprano, a una velocidad poco común:
“La firma del acta de devolución” se dará a las 8:15 de la mañana, avisó por escrito a Adolfo Ríos ese mismo día la directora ejecutiva de Administración de Empresas y Concursos Mercantiles del Sae Marcia Erandeni Fuentes Méndez, por lo que debía tener todo listo. A su vez, más temprano, la PGR le había informado del “levantamiento del aseguramiento provisional de la empresa”, por lo que el club debía regresársele al consignado Yáñez.
El dictamen de procedencia DCEAF/DEAE MCM/CJEACM/071/2014 emitido por Norma Romero Mendoza, coordinadora Jurídica de Empresas Aseguradas y Concursos Mercantiles, también se dio el 29, derivado de la orden dada, aún más temprano, por el agente del Ministerio Público Federal (oficio CGII/F3/0837/2014).
La Femexfut, Decio de María (su actual presidente, quien no respondió a la solicitud de entrevista hecha por Contralínea), estuvo pendiente del caso.
En las semanas previas, el Sae había recibido diversas propuestas de compra. Hubo reuniones e incluso un runrún se desató sobre la inminente “licitación privada” del equipo. Trascendieron los nombres de José Luis Higuera, Héctor Pérez Rojano y Alejandro Burillo Azcárraga, cuyo propio equipo, el Atlante, acababa de descender.
La presión era múltiple: de la Femexfut, de los interesados en el negocio, de quienes serían afectados si el club acabara desintegrado. Y es que si Yáñez era sentenciado siendo aún el dueño, la Federación ya no tendría excusas para seguir aplazando la desafiliación del equipo. Entonces la franquicia quedaría inservible y quien quisiera ocupar el lugar de Gallos tendría que empezar desde cero.
La asamblea de dueños de la federación estaba programada para el 2 de junio. En ella se decidiría qué hacer con el caso del club. Ése era el plazo final para “encontrar” un nuevo patrón o desconocer a Yáñez y a sus equipos, como finalmente ocurrió con los Delfines que formalmente estaban a nombre de su esposa. Pero la PGR, acorde con las fechas, decidió pocos días antes del vencimiento impuesto por los capos del futbol mexicano.
Al ser un aseguramiento preventivo, el Sae estaba imposibilitado de licitar el conjunto, de subastarlo o venderlo. Entonces la opción elegida por la PGR fue soltarlo, con todo y la sospecha del lavado de dinero a través del balón.
El 29 de mayo fue la fecha. Urgía. Y el Sae le restituyó el club a Yáñez Osuna a domicilio; no al de Acapulco ni al de Campeche –donde residía el empresario antes de ser apresado–, sino al actual, en el Sur de la capital.
“En la Ciudad de México, Distrito Federal, siendo las 9:00 [horas]”, inició el acto administrativo. Tras lectura de antecedentes y hechos, “y no habiendo más que hacer constatar, se da por concluida la presente acta de devolución de la empresa AJL Futbol del Golfo, SA de CV, al C Amado Omar Yáñez Osuna, representante legal de la empresa con todo lo que de hecho y por derecho le corresponde, siendo las 10:00”, se lee en documento signado por el propio Yáñez y por Marcia Fuentes, como representante del Sae, y por Paulina Borja Sanz y José Ignacio Martínez Zorrilla Fernández, como testigos. Norma Romero sancionó el acta.
Cuando el gobierno quiere –y hay un negocio millonario enfrente–, la burocracia no es un obstáculo.
30 de mayo. Tres de la tarde. Conferencia de prensa en la sede de la Femexfut. Detrás de Olegario Vázquez Aldir; Decio de María, entonces secretario General de la Femexfut; y de Ernesto Rivera, director general de Grupo Imagen Multimedia, los logos de la Liga Mx y del Ascenso Mx decoraban el escenario.
“Éste fue un proceso largo que lo hicimos de la mano con las autoridades, y al final, tomando la recomendación de todos, en la mesa de trabajo, la asignación terminó en manos de Grupo Imagen”, explicó De María. Hasta entonces el nombre del emporio encabezado por Olegario Vázquez Raña y su hijo había permanecido oculto.
Ni la PGR ni el Sae informaron sobre la liberación del club. La gente se enteró por la televisión.
“El día de hoy, todo el proceso jurídico del equipo Querétaro fue levantado”, aseguró Decio de María, quien sin embargo habría tenido pleno conocimiento del ajetreo del día anterior.
El plan habría sido montar un anuncio feliz, cuadrar el instante en el que un oscuro capítulo del futbol mexicano se cerraba airosamente.
“Para mi padre y un servidor era una asignatura pendiente […]. Ésta es una oportunidad inmejorable para nosotros y lo hubiese sido seguramente para cualquiera para incursionar al futbol mexicano”, celebró Vázquez hijo ante las cámaras.
Las preguntas iban de lo futbolístico a lo administrativo en términos generales. Todo bien, para ellos. De repente, las formas y las sonrisas se trastocaron.
—Por acá… Romina Barrera, de Central Deportiva –pidió la palabra una voz femenina. Decio de María aspiró y arrugó el bigote–, preguntarle al señor Olegario: sabíamos que el empresario Héctor Pérez Rojano y la periodista Inés Sáinz también estaban involucrados en esta negociación –dijo mientras Vázquez Aldir asentía–. ¿Qué función van a tener ellos ahora con esta nueva administración?
La mujer sabía de lo que hablaba, y los tres de la mesa estaban conscientes de que Central Deportiva es propiedad de Pérez Rojano. Ninguno ocultó su molestia.
Vázquez rehusó contestar y le pasó el micrófono a su subalterno, quien –al tiempo que Decio de María hacía ademanes de que la rueda de prensa hasta ahí llegaba– confirmó la relación con los mencionados:
—Estamos en… en pláticas con ellos –respondió, nervioso, Ernesto Rivera–…eh, para, pues… definir cómo podemos colaborar de manera conjunta para hacer este proyecto una realidad…
—¿Y van a tener alguna función? –reviró la enviada, ya con el micrófono apagado.
—Estamos en ese proceso –contestó cortante Rivera.
El telón se bajó. La conferencia terminó. Para la Femexfut el problema se resolvió, incluso De María asumió la presidencia unos días después.
Transcurrió 1 año, y al escritorio de la Procuradora General de la República, Arely Gómez, llegó una denuncia presentada por parte de Sáinz y Pérez Rojano. De igual forma se inició un proceso en la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal.
En las denuncias de hechos, dadas a conocer por Ignacio Suárez, los empresarios apuntan directamente por presunta corrupción a Decio de María, Olegario Vázquez y funcionarios de la PGR y el Sae (Del “FIFAgate” al “Deciogate”, ¿corrupción en la compra de Gallos Blancos?, 11 de junio de 2015).
“A mediados de mayo de 2014 –cuentan Sáinz y Pérez–, el director general del Sistema de Administración y Enajenación de Bienes, Héctor Orozco Fernández, y los señores Jorge Hugo Ruiz Reynaud [quien después fuera titular de la SEIDO durante sólo 4 meses] y Jorge Márquez Serralde [director Corporativo de Empresas y Activos Financieros del Sae] nos manifestaron que nuestra propuesta de adquisición del club Gallos Blancos del Querétaro había sido aceptada y nos dieron por ganadores de la misma” (sic).
Además, aseguran en la denuncia, haber tenido “la aceptación de la Federación Mexicana de Futbol, quien otorgó su voto de calidad por la compra, por lo que procederían a preparar la documentación correspondiente”.
Todo estaba listo para que, 120 millones de pesos de por medio, la mancuerna Grupo Ángeles-Pérez-Sáinz se hicieran del equipo que Amado Yáñez había adquirido 1 año atrás a Salinas Pliego por 11 millones de dólares. Pero en el último momento fueron relegados y la franquicia se quedó en las manos del hijo de Vázquez Raña. ¿Cuánto pagó?: “El monto de la transacción, estoy imposibilitado de poder revelarlo”, dijo Vázquez Aldir. El pleito sigue en curso.
El capítulo negro de los Gallos Blancos y la intervención judicial se cerró, mas no por eso la obra terminó, en la cual del presunto lavado de dinero se pasó al tráfico de influencias, estafa y corrupción, palabras permanentemente ligadas al futbol profesional de México.
Mauricio Romero, @mauricio_contra
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