Primera parte / Segunda parte / ♦ Tercera parte
La operación de la estadunidense Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) en Chile muestra como, a pesar de que la CIA desmanteló su base JMWAVE (nombre clave que utilizó Estados Unidos para realizar operaciones encubiertas y de recopilación de inteligencia desde 1961 hasta 1969, ubicada en el Campus sur de la Universidad de Miami, Florida), supuestamente para concluir sus operaciones paramilitares y de atentados contra Cuba, estas acciones continuaron a través de sus agentes y exagentes con apoyo clandestino, información y recursos.
En 1978, cuando se realizó el Festival Mundial de la Juventud en La Habana, el exespía cubano Aníbal Riera Escalante preparó la ponencia que presentó el entonces presidente del Tribunal Supremo de Cuba, José Raúl Amaro Salup, acusando al gobierno de los Estados Unidos de las actividades desarrolladas por la CIA contra Cuba entre 1959 y 1978. Como testigos se presentaron varios agentes de la seguridad y de la inteligencia infiltrados en la CIA, el Departamento de Estado y en las organizaciones terroristas.
—¿Qué oficiales del Departamento de Estado de Estados Unidos fueron penetrados por la inteligencia cubana?
—Marta Rita Velázquez, Bárbara, exfuncionaria del Departamento de Estado, puertorriqueña de nacimiento y residente en Suecia desde 2002. Fue acusada de haber reclutado a Ana Belén Montes, oficial de la DIA (Agencia de Inteligencia de la Defensa). En 1989 entró a la Agencia de Desarrollo Internacional (USAID) del Departamento de Estado, donde tenía autorización para acceder a documentos clasificados. Ocupó cargos en las embajadas estadounidenses en Nicaragua y Guatemala. En junio de 2002, Velázquez renunció a la USAID, cuando comenzaron a aparecer reportes de prensa sobre la captura de Ana Belén Montes y su presunta cooperación con investigadores estadunidenses. El 25 de abril de 2013, el Departamento de Justicia de Estados Unidos reveló la existencia de una acusación clasificada (455 kb) contra Rita Velázquez, acusada de un cargo de conspiración para cometer espionaje. Ella salió del país para no volver. Y es que la más importante de los agentes reclutados fue Ana Belén Montes, analista que atendía los asuntos cubanos en la Agencia de Inteligencia de la Defensa. Desde 1984 hasta septiembre del 2001 trabajó proporcionando información secreta. Fue detenida después del atentado a las torres gemelas y condenada a 25 años de cárcel por espionaje.
“El servicio de inteligencia cubano a menudo se comunica clandestinamente con sus funcionarios y agentes que operan fuera de Cuba mediante la difusión de mensajes de radio cifrados a ciertas frecuencias altas; tales comunicaciones clandestinas fueron utilizados por Ana Belén Montes y por algunos de los acusados, condenados en junio de 2001 en el Distrito Sur de Florida, en el caso de ‘Estados Unidos vs Gerardo Hernández, et al, 98-721-CR-Lenard’, de cometer espionaje a favor de Cuba y de actuar como agentes no registrados de Cuba. Montes espió durante 17 años, con paciencia, con método. Ella proporcionó a lo largo de tantos años secretos acerca de sus colegas –y de las plataformas avanzadas de escucha que los espías estadunidenses habían instalado secretamente en Cuba– que los expertos de inteligencia la consideraban como uno de los espías más dañinos que se tuviera en la memoria reciente.
“El 21 de septiembre de 2001, 10 días después del derribo de las Torres Gemelas en Nueva York por una acción terrorista y a pocas semanas de que terminara el juicio a los cinco de la Red Avispa en Miami, la FBI [sigla en inglés de Oficina Federal de Investigaciones] arrestó en Washington a Ana Belén Montes, ciudadana estadunidense, quien ocupaba un alto cargo en la Agencia de Inteligencia para la Defensa, perteneciente al Pentágono de Estados Unidos. Había trabajado para el gobierno de Cuba durante 17 años, en el corazón mismo de la comunidad de inteligencia estadunidense y en su organismo más sensible. Luego de ser descubierta reconoció su culpabilidad, evitando así una posible condena de pena de muerte. Cooperó con las autoridades en la evaluación del daño que sus acciones habrían causado a la seguridad nacional de los Estados Unidos. Agentes de la FBI que investigaron los hechos explicaron al juez federal ante el cual se presentó la acusaci6n que en algunos casos se trataba de la entrega de secretos tan sensibles que no podía mencionarse siquiera el asunto a que estaban referidos. Ana Belén Montes fue condenada a 25 años de prisión sin libertad condicional posible.
“Otros fueron Walter y Gwendolyn Myers, agentes cubanos en el Departamento de Estado, capturados en 2009 y condenados por espionaje. Fueron reclutados por la denominada línea política C-1 (después K-1) que trabajaba la penetración de las estructuras del gobierno que no formaban parte de los órganos especiales, es decir la CIA. Desde 1985, aproximadamente se tenía conocimiento de que existía una red de agentes cubanos en el Departamento de Estado.”
El 17 de julio de 2010, Spencer S Hsu, del Washington Post, relató la sentencia de los Myers: “Un analista de inteligencia del Departamento de Estado jubilado fue condenado a cadena perpetua y su esposa a más de 6 años por espiar para Cuba durante casi 30 años en un cuento-guión listo de romance y espionaje”.
Walter Kendall Myers, de 73 años, y Gwendolyn Steingraber Myers, de 72 años, también acordaron entregar 1.7 millones de dólares en efectivo y propiedades, incluyendo todo su sueldo federal de los últimos años.
“No actuamos con ira hacia los Estados Unidos o con cualquier pensamiento antiamericanismo”, dijo Walter Myers en su declaración de 10 minutos en la búsqueda de indulgencia para su esposa. “No teníamos la intención de herir a cualquier estadunidense individual. Nuestro único objetivo era ayudar al pueblo cubano a defender su Revolución. Sólo esperábamos evitar conflicto” entre los países.
Continúa Riera Escalante: “durante 3 décadas, la pareja se comunicaría con sus manejadores cubanos por radio de onda corta, mediante el intercambio en los carros de compras en una tienda de comestibles y el envío de correos electrónicos cifrados desde cibercafés. En viajes al extranjero, se encontraron con operativos cubanos clandestinos en Brasil, Ecuador, Jamaica, Italia y Cuba, a través de México”.
Myers, nombre código “202”, y su esposa, “123”, nunca aceptaron dinero. Sí aceptaron varias medallas y un viaje para conocer a Fidel Castro en 1995.
“En febrero de 1972 fui asignado a la Sección MQ, Contrainteligencia Exterior de la Dirección General de Inteligencia, en el Grupo Contrarrevolución del Buró de Información y Análisis Q4, encargado de la evaluación y confección de la información obtenida por los centros de la inteligencia en el exterior sobre las actividades de las organizaciones contrarrevolucionarias, principalmente las radicadas en Miami. El Buró Q4 tenía como misiones principales la dirección de la penetración contra los diferentes objetivos en tres direcciones principales: Agencia Central de Inteligencia, Contrarrevolución y Servicios de Contrainteligencia enemigos. El Buró se encargaba de evaluar la información de los agentes y relaciones de inteligencia y de realizar los partes e informes especiales al gobierno, generalmente, los de mayor importancia estaban restringidos sólo a Fidel y Raúl Castro y al Ministro del Interior, y eran firmados por el comandante Joaquín Méndez Cominchez, jefe de la DGI. Algunos se enviaban sólo a Fidel Castro.
“Los informes eran relativos a planes, intenciones y acciones descubiertas a través de los agentes infiltrados dentro de las organizaciones de exiliados contrarrevolucionarios radicados básicamente en los Estados Unidos; eventos relativos a la actividad enemiga, entre las que se clasificaban deserciones de funcionarios del gobierno en el exterior, acciones de agentes de la CIA detectados. Especial prioridad tenía cualquier información por mínima que fuera de algún miembro de organizaciones de exiliados relativa a acciones de atentar contra la vida del comandante en jefe Fidel Castro.
“Mi primera tarea fue elaborar el informe sobre la estructura y funcionamiento de la Estación de la CIA en Santiago de Chile. Las informaciones provenían básicamente de dos fuentes, la principal era el exoficial de la CIA Philip Agee, quien se había acercado primero al Centro de la KGB en la Ciudad México y había sido rechazado por considerársele un enviado por la CIA, en una operación desinformativa, lo que se llama en el argot de la inteligencia un presentado. Al ser rechazado por los soviéticos, Agee se dirigió al centro de la inteligencia cubana en la misma ciudad. Allí sí lo escucharon y recibieron sus informaciones. Comenzaba así su larga y valiosa colaboración con la inteligencia cubana por casi 40 años, que duraría hasta su muerte en el 2008.
—¿De qué hechos presenciales supo usted, previos y posteriores al golpe de Estado contra Allende?
—A partir de las informaciones y análisis suministrados por Philip Agee, entonces P-103, identificamos a la mayor parte del personal. Para ello contamos con la guía telefónica interna de la embajada, donde aparece todo su personal. Establecimos la estructura, grupos de trabajo y las posibles direcciones de trabajo de la Estación para el derrocamiento del presidente Salvador Allende, direcciones que posteriormente los hechos confirmaron. Agee ya nos había informado antes de la entrega de varios millones de dólares a los partidos opuestos a Allende en las elecciones anteriores en 1964. Informaciones y desclasificación de documentos confirmaron nuestros pronósticos.
“La Estación tendría aproximadamente unos 40 oficiales, secretarias, analistas y personal de comunicaciones. Recuerdo que Kathleen Blevins, a quien 18 años después trabajamos en función de su reclutamiento en México a través de Linda Vrom, Laura, y de Julio Rochón, Sirio. Era entonces una de las principales oficiales de informes de la Estación en Santiago de Chile.
“En octubre de 1971, cuando me encontraba cursando de oficial de inteligencia en el barrio de Mulgoba, cerca del aeropuerto de La Habana, en uno de mis pases semanales a casa de mis abuelos maternos, conocí que a mi tío Aníbal Escalante que cumplía 15 años de prisión, llevaba ya tres, por encabezar una corriente de oposición dentro del Partido Comunista de Cuba (Fidel Castro lo denominó peyorativamente la microfracción y lo había acusado falsamente de contrarrevolucionario y de servir a la CIA) le habían comunicado de la decisión de liberarlo. La importancia de esto es que fue un gesto de Fidel Castro de acercamiento con el Partido Comunista de Chile, a quien había considerado unos traidores por apoyar la línea pacífica y no la armada y apoyar a Anibal Escalante.
“Pocos días después de iniciar Fidel Castro su visita a Chile conocí que había sido una decisión para propiciar la unión de las fuerzas revolucionarias chilenas. Había fuertes contradicciones entre el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) que propugnaba la lucha armada para tomar el poder, con el Partido Comunista y el Partido Socialista, que había triunfado llegando a la Presidencia mediante las elecciones, vía rechazada en aquellos momentos por Fidel Castro. Ante el triunfo de Allende decidió darle todo el apoyo que le fue posible.
“La decisión había sido un gesto ante gestiones del Partido Comunista de Chile y el Partido Comunista de la URSS. Al leer los discursos de Fidel en Chile en aquellos años me di cuenta que la liberación de mi tío había sido una decisión política, pues Fidel esperaba que le preguntaran por él y así no tendría que reconocer que estaba en prisión.
“En marzo de 1973 viajé a Chile con la fachada de Correo Diplomático. El objetivo del viaje fue revisar con el jefe del centro de la DGI, Manolo, y con los oficiales de la Contrainteligencia Exterior las posibilidades informativas de los agentes y otras fuentes, a fin de ajustar sus planes y guías informativas sobre las actividades de la CIA dirigidas a derribar al presidente Salvador Allende. Como parte de mi misión estuvo ayudar al traslado de armas en las valijas diplomáticas para proteger a la embajada cubana. Después del golpe la embajada fue atacada por orden de Pinochet y desde allí le respondieron con fuego. Después intervino el embajador de Suecia que medió y se buscó una salida a la situación.
“Mi asignación al trabajo contra la Estación en Chile de la CIA había ocurrido cuando en marzo de 1972 el jefe del Buró Q-4 me comunicó que sería trasladado del Grupo Contrarrevolución al Grupo CIA. En Chile, el socialista Salvador Allende había ocupado la Presidencia. Éramos tres analistas y el jefe del grupo: uno atendía Chile; otro se encargaba de México y el tercero del centro principal o Cuartel General de la CIA y las actividades desde Miami, por parte de los agentes de la CIA que habían integrado el JMWAVE, la Base Operativa de la CIA, encargada de las operaciones contra Cuba, que había sido cerrada en 1969, éstas eran las tres prioridades de la DGI en el trabajo contra la CIA. En enero de 1972, con 20 años de edad, me había graduado como oficial de inteligencia en el Primer Curso Básico en Cuba para Oficiales, organizado con base en las Metodologías de la KGB y las experiencias de la DGI y a principios de febrero había sido asignado al Buró Q-4, como oficial analista.
“Chile constituía un país de alta prioridad para Fidel Castro. Mi primera tarea en 1972 fue elaborar el informe sobre la estructura y funcionamiento de la Estación en Santiago de Chile. La información provenían de tres fuentes: el agente de la inteligencia y exoficial de la CIA Philip Agee, quien colaboraba con la inteligencia bajo la sigla de P-103; información de inteligencias amigas, en primer lugar de la KGB y la otra fuente era un agente del Departamento C-2 (que atendía Chile en cuanto a la penetración a los partidos políticos y las instituciones de gobierno) tenía el seudónimo de Embarque, quien tenía acceso a información sobre el personal de la embajada; disponíamos también de un agente de origen cubano: Q-182 ( no recuerdo su nombre) que trabajaba en la Cepal [Comisión Económica para América Latina y el Caribe], cerca de Enrique Iglesias su presidente. Por cierto, Fidel Castro dio un discurso en esa institución. En Chile operaban varias estructuras de la inteligencia cubana que existían en aquellos momentos: la DGI; la DGLN (Dirección General de Liberación Nacional) bajo la jefatura del comandante Manuel Piñeiro, que había sido Jefe de la DGI hasta 1969 y los oficiales de la incipiente Dirección General de Operaciones Especiales y Tropas Especiales (que todavía no tenía ese nombre) de la cual formaba parte quien años después sería el coronel Antonio de la Guardia, condenado y fusilado junto al General Arnaldo Ochoa en 1989, acusados de narcotráfico y años después el General de Brigada Patricio de la Guardia, Max Marambio, El Guatón, jefe del GAP (Grupo de Amigos del Presidente) encargado de la protección del presidente Salvador Allende.
“Durante 1973 los oficiales de la DGI que atendíamos Chile dentro de las diferentes estructuras: Q-4 (Análisis de MQ Contrainteligencia Exterior); C-2 (inteligencia política que atendía Chile) y MH (Información y Análisis Político de la DGI que estaba separado de Q-4 que se encargaba de Información y Análisis de la Contrainteligencia Exterior), quizás algún otro Departamento que no recuerdo ahora, nos reuníamos semanalmente en el Piso 6 del Edificio de la DGI en Línea y A en el Vedado, en La Habana, para intercambiar la información sobre Chile. Ha pasado demasiado tiempo y no recuerdo muchos detalles. Cada semana recibíamos informaciones sobre los preparativos del golpe [de Estado] por diferentes grupos de altos jefes militares. Recuerdo también que había contactos con Eduardo Paredes, director General de la Policía de Investigaciones del Gobierno de Allende, quien combatió en La Moneda el 11 de septiembre de 1973; fue detenido junto a otros consejeros, después fue asesinado.
“Constantemente había informaciones sobre preparativos del golpe [de Estado] y nos llamaba la atención que Allende no procedía contra ellos de una manera efectiva para neutralizar el golpe. Asimismo se recopilaba toda la información por parte de MH (trabajaba de manera separada y compartimentada aparte de Q-4, aunque se intercambiaba información). La DGLN que dirigía el comandante Manuel Piñeiro, Barbarroja, tenía también su Sección de Información y Análisis que hacia sus informes al comandante en jefe, quien recibía la información de los tres servicios de inteligencia: DGI, DGLN y Operaciones Especiales.
“En aquellos días viajó a Cuba un presentado, quien suministró información sobre las operaciones de la CIA en Chile, fui designado para integrar un grupo de trabajo provisional conjunto de analistas de la Dirección General de Contrainteligencia y de la Inteligencia, para preparar los cuestionarios para las entrevistas y finalmente un informe sobre toda la información que disponíamos para elevar a la Jefatura superior y al comandante en jefe, le serviría para su información y reflejaría en sus discursos posteriores donde trató sobre el golpe militar en Chile.
—¿Qué agentes y oficiales de la CIA formaban parte de la inteligencia cubana que alertaron del hecho?
—En aquellos momentos el trabajo de penetración a las Estaciones de la CIA era muy incipiente. No teníamos por lo menos en la DGI juegos o agentes dobles reclutados. Sin embargo, teníamos las valiosas informaciones ya detalladas de Philip Agee y se contaba toda la información proveniente de las fuentes de la DGLN y de la coordinación con el director de Investigaciones. Yo sólo tenía una parte de la información; sin embargo, a Fidel Castro le llegaba toda la información de los tres servicios de inteligencia implicados: DGI, DGLN y DGOE (Dirección General de Operaciones Especiales).
—¿El gobierno cubano asesoraba a Allende sobre qué hacer ante la inminencia del Golpe?
—Se daba por sentado entonces que Fidel Castro directa o a través de sus representantes había alertado a Allende de que adoptara medidas para garantizar contar con unidades militares leales, pero Allende confiaba en el general Pinochet, y no fue capaz de anticiparse a su traición y tuvo que pagar con su vida. Por otra parte, un factor que afectó mucho fueron las contradicciones entre el Partido Comunista y el MIR y el Partido Socialista. Entonces me resultó sorprendente que el Partido Comunista no tuviera un aparato clandestino efectivo para oponerse al golpe y pasar a la clandestinidad.
—¿Quiénes eran los agentes cubanos más destacados dentro de las operaciones de apoyo?
—En Chile en aquellos momentos los roles principales lo jugaron DGLN y DGOE. La DGI se limitó a la evaluación de la situación y a elevar los informes a Fidel, Raúl y al Ministro del Interior sobre los preparativos del golpe. La DGI también tenía la responsabilidad de la protección de la Embajada, pero el asesoramiento, entrenamiento y proporcionar armas al MIR eran tareas de DGLN Y DGOE.
—¿Tuvieron contacto con la gente del Partido Comunista de manera directa y les advirtieron del golpe de Estado?
—Fidel Castro tenía una mejor relación con Allende y con el MIR que con el Partido Comunista, a quien ya años antes había acusado de oponerse a la lucha armada. No creo que les haya dado alguna información especial a ellos aunque no lo puedo asegurar. Los preparativos e información sobre el golpe eran algo constante. Además, los militares golpistas ya habían cometido crímenes, como el atentado y asesinato al jefe del Ejército General Schneider, para tratar de impedir que Allende accediera a la Presidencia. Allí estaba de cónsul Mike Solís; Enrique Cicard Labrada, encargado del trabajo contra la CIA, entre 1968 y 1972. Mike sería mi jefe años después, y sería una pieza clave en el desarrollo del trabajo contra la CIA, para lo que resultó muy importante su adquisición de Philip Agee. Debido al principio de la compartimentación, no me dieron a conocer la identidad de P103 (Agee). Es un principio de la Ley de la clandestinidad, por la cual se debe conocer únicamente lo estrictamente imprescindible para cumplir la misión encomendada. Lo más valioso en la inteligencia es la identidad de los agentes y se le debe dar la máxima protección. Agee conocía personalmente a un grupo considerable de oficiales, analistas, secretarias y personal de comunicaciones, agentes y contactos de la CIA, asignados en los países de América Latina, pertenecientes al área de la División WH, Hemisferio Occidental. En base a sus conocimientos durante los 12 años dentro de la CIA, había desarrollado un método para la identificación de los oficiales y personal en general; era una combinación del análisis de información pública, restringida y secreta.
“También consultábamos un pequeño libro titulado: Who is who in CIA?, que había sido una operación de medida activa del servicio de inteligencia de Alemania Oriental y de la KGB, la casi totalidad de los denunciados allí eran realmente oficiales de la CIA.
“Agee personalmente participó en la identificación del personal de la Estación de la CIA en Chile y la ubicación de los diferentes grupos de trabajo, así como el jefe y el segundo jefe de Estación. También nos había suministrado información que nos servía de antecedente sobre una operación de suministro de dinero a los candidatos que se opusieron a Salvador Allende en las elecciones de 1964. Esto sería confirmado 10 años después en el informe de la Comisión Senatorial presidida por Frank Church.
“Los informes de actualización sobre la Estación comprendían las misiones que debía cumplir cada uno de sus grupos de trabajo. Para ello disponíamos del directorio telefónico interno de la embajada de los Estados Unidos en Chile que nos había proporcionado la KGB. La identificación de cada uno de los oficiales y de la esfera política, militar, de seguridad, económica o de cualquier tipo sobre la cual incidían, nos permitía seguirle la pista a sus operaciones y tener una idea de los planes e intenciones de la CIA, respecto al gobierno de Salvador Allende, que eran los de utilizar todos los medios a su alcance para apoyar a las fuerzas de derecha que se proponían su derrocamiento, entre ellos, en primer lugar, los sectores militares.
“En aquellos momentos teníamos la gran ventaja que la mayoría de los oficiales eran conocidos personalmente por Agee, y nos entregaba los datos sobre la especialidad de cada uno, así como sus características personales e información biográfica. Todos los oficiales que atendíamos Chile comenzamos a viajar a ése país con la fachada de correo diplomático y el doble fin de apoyarlos en el traslado de armas en las valijas diplomáticas que almacenábamos en el sótano de la Embajada (cubana), en previsión de que se produjera un golpe militar y la atacaran y para suministrarlas a los que se opusieran al golpe militar que conocíamos de un momento a otro se realizaría.
“En marzo de 1973 viajé por tres días. Me correspondió también ayudar a bajar del avión una pesada valija diplomática cargada con armas. Mi misión como analista de inteligencia fue la de reunirme con el oficial que atendía el trabajo contra la CIA y el jefe de Centro y revisar las posibilidades informativas de cada agente, para actualizar sus planes de búsqueda de información en correspondencia con la peligrosa situación. Me llamaba la atención que prácticamente a diario se recibían informaciones sobre los preparativos golpistas de los jefes militares, se producen acciones represivas y crímenes por parte de oficiales de la Marina de Guerra contra militantes del Partido Comunista Chileno. También la participación de los oficiales de la CIA en los contactos con los diferentes sectores golpistas, así como las campañas de guerra sicológica a través de la prensa de derecha con el fin de desprestigiar a Allende e ir socavando su autoridad.
“Finalmente, se produce el Golpe de Estado de Pinochet el 11 de septiembre de 1973. Seguimos de cerca todas las noticias, así como la situación con la embajada cubana, que fue rodeada por fuerzas militares. Esperábamos que al menos las organizaciones de izquierda y particularmente el Partido Comunista, se hubieran preparado para enfrentar el golpe y que tuvieran listo un aparato clandestino y militar, pero no fue así. A pesar de las múltiples informaciones sobre el golpe que además era evidente, fueron sorprendidos sin preparación, incluso Luis Corvalán, secretario general del Partido Comunista chileno, fue capturado y encarcelado, así como miles de dirigentes y militantes de las organizaciones de izquierda y populares, fueron capturados, torturados salvajemente y asesinados.”
José Réyez, @jose_contra / Tercera parte
[Sección: Entrevista]
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