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Así, dice, la situación operativa desde el punto de vista de los motivos que utilizábamos para el reclutamiento de agentes resultaba especialmente favorable por el antinorteamericanismo presente en los mexicanos, por haber perdido parte importante de su territorio a manos de Estados Unidos.
—¿Cómo fue la penetración cubana al PRI?
—El PRI, desde su nacimiento, ha sido un partido esencialmente demagógico que utilizó las simpatías del pueblo hacia la Revolución Mexicana para monopolizar el poder durante 70 años; cuidó siempre durante sus gobiernos, hasta el año 2000 con el advenimiento de los gobiernos del PAN, mantener una buena relación con el gobierno cubano como una manera de atraer y neutralizar a los sectores opositores de izquierda.
“A pesar de ser aliados por intereses muy específicos, los gobiernos del PRI han sido siempre objeto de un fuerte trabajo de penetración de la dirección de Inteligencia de Cuba. En el periodo que permanecí en México había en el Centro al menos seis oficiales encargados de la atención de los diferentes sectores: gobierno, Relaciones Exteriores, el PRI, círculo académico, periodístico, empresarial, Gobernación.
“Cada oficial tenía objetivos básicos de penetración muy bien determinados, con agentes reclutados y personas de interés en estudio para reclutar y relaciones de confianza que eran contactadas para obtener información o realizar labores de influencia. Por lo general, cada oficial podría atender entre seis y 15 agentes, dependiendo de las características de los oficiales y de los agentes. En promedio, 10 oficiales podrían atender unos 60 agentes; y relaciones de inteligencia en general, los seis oficiales mencionados. A estos oficiales se añadían cuatro oficiales de la Contrainteligencia Exterior que se encargaban de la Estación CIA, la embajada de Estados Unidos, Emigración y Contrarrevolución, Seguridad Interna y Servicios Especiales Mexicanos. Esto sumaría otros 40 agentes y relaciones de inteligencia. Después vienen dos oficiales de Ilegales, y tres de la línea científica-técnica, con 20 y 30 agentes y relaciones, respectivamente. Esto hace un total de 150 agentes y relaciones de inteligencia atendidas en total por el Centro México entre 1986 y 1991.
“En el caso de México no creo que haya habido una reducción del personal de inteligencia en los 21 años transcurridos, pienso que al menos debe mantenerse o quizás aumentado, calculo unos 20 oficiales incluyendo los asignados en los consulados de Mérida y Veracruz y algunos con fachada no diplomática en empresas o agencias representadas.
“Teniendo en cuenta el avance en la computación y los sistemas electrónicos clandestinos de comunicaciones, que comenzaban a desarrollarse a finales de la década de 1990, la eficacia de los oficiales fácilmente pueden haberse duplicado, al facilitarse las comunicaciones y tener que invertir menos tiempo en las comunicaciones, sobre todo en los contactos personales que años atrás nos llevaban bastante tiempo. Fácilmente, con la misma cantidad de oficiales se puede haber duplicado la cantidad de agentes y relaciones de inteligencia que se atienden, por lo que la penetración y control sobre el gobierno mexicano se ha incrementado considerablemente en estos años.
“La Estación tenía un grupo de varios oficiales dirigidos al trabajo de penetración a los órganos de gobierno y los partidos políticos mexicanos, que no eran de izquierda. Se englobaban dentro de operaciones de Contrainteligencia contra el Partido Comunista, aunque incluían también a todas las organizaciones de izquierda.
“Dentro de los intereses informativos de la CIA se situaba a agentes como Amalia (Marta Solís Campos, periodista de la Revista Siempre), que tenía posibilidades de acceso a este tipo de información. Por ejemplo, se interesaban en la posición de México respecto a las negociaciones que se efectuaban por parte del Grupo de Contadora y los Acuerdos de Esquipulas para lograr la Paz en Centroamérica, a lo cual se oponía el gobierno del presidente Reagan. La información de Amalia se refiere a los años de 1983 a 1987. Recuerdo que en aquella época ella tenía una fuente en Gobernación y la Estación se interesaba en obtener información, que si mal no recuerdo se llamaba Mario Morales. Y desde luego toda la información relativa a las posiciones de personajes del gobierno respecto a la política del gobierno de Cuba.
“Teníamos una apreciación de los círculos en los que se movía cada oficial de la CIA. A través de un estudio que hicimos partiendo de la información proporcionada por el agente L-107, en el periodo que estuvo situado en el Consulado en el Distrito Federal. Tenía acceso a un mecanismo denominado ‘Recomendados’, cuyo nombre en inglés no recuerdo ahora. Éste consistía en un pequeño modelo o forma que se llenaba por parte del funcionario para recomendar a un personaje mexicano para que se le autorizara una visa.
“Había tres categorías que se podían marcar: un contacto de mi oficina; una persona bien establecida en la comunidad y alguien relacionado con alguna de las dos primeras. Mediante el análisis de cientos de recomendaciones, establecimos los círculos e instituciones en los que se movía cada oficial de la CIA y por ahí establecíamos a cual grupo de trabajo pertenecía. Esta información tenía gran valor pues a partir de ahí podíamos establecer los objetivos específicos de trabajo, lo cual se complementaba con las informaciones secretas y públicas obtenidas.”
—¿Qué personajes del PRI y del PAN eran agentes de la Dirección de Inteligencia (DI) de Cuba?
—La DI no trabajaba a estos partidos políticos. La relación con los partidos en general era una función de los diplomáticos adscritos a la Sección Política de la Embajada. Antes de que yo llegara a México estaba José Luis Joa, que era el Consejero Político. En el periodo que estuve (1986-1991) era Adalberto Marrero. Ellos eran los encargados de desarrollar las relaciones para la obtención de información política proveniente de dichos partidos y aunque habían sido oficiales de inteligencia y podrían utilizar algunos métodos, no reclutaban agentes como tal sino que tenían relaciones políticas.
“Existe alguna confusión sobre esto, incluso dentro del Cisen [el mexicano Centro de Investigación y Seguridad Nacional]. Por ejemplo, en 2000, cuando sostuve la primera reunión con José Luis Valles, me preguntó que si mi jefe era Joa, atribuyéndole el papel de jefe de Centro, cuando en realidad era Ángel Morales Bello. En la mayor parte del tiempo que estuve en México, Valles no lo conocía aparentemente o no buscó bien en los archivos.”
—¿Qué empresarios de México fueron cooptados por la DI?
—Por ejemplo, René Ortiz Muñoz, Cometa, quien desde hacía años trabajaba en la dirección de Cámara Nacional de la Industria de Transformación. En un periodo yo lo atendí para dirigirlo en el estudio de funcionarios de la Embajada de Estados Unidos.
—Durante los gobiernos de Ernesto Zedillo y Carlos Salinas, ¿qué funcionarios colaboraban con la CIA y/o con la inteligencia cubana?
—Además de José Luis Valles que, considero, cumplió un interés de la CIA en el caso de mi secuestro, no recuerdo otros. Había una Sección dedicada a México, en lo que era entonces el Departamento K-2 de la línea política, una estructura geográfica aparte de la Contrainteligencia Exterior donde yo estaba. Esa Sección tenía un fuerte trabajo en México dirigido a penetrar el gobierno, la Secretaría de Relaciones Exteriores, Gobernación, círculo empresarial, diplomático, periodístico. Ellos tenían numerosos agentes y relaciones pero yo no conocí su identidad aunque el grado de penetración que se tenía era muy alto.
—¿Y en el periodo de Fox?
—Lo anterior es extensivo al gobierno de Fox, aunque ya entonces yo no estaba en la Inteligencia, pero siguieron las mismas líneas de trabajo.
—Qué opina de Jorge Castañeda, ¿operaba para la CIA?
—Por su posición hacia el gobierno cubano, no lo descarto. Con anterioridad, según es de conocimiento público, él tuvo relaciones con el Departamento América del Comité Central de Cuba. En mi caso, cuando yo me dirigí públicamente a Fox desde la prisión de Guanajay solicitándole que intercediera por mí, él como Secretario de Relaciones Exteriores no adoptó ninguna posición por mi liberación, cuando correspondía en derecho internacional, lo cual coincidía con un interés de la CIA, que he comprobado.
Durante las décadas de 1970, 1980 y 1990 se desarrollaron varios operativos bajo la estrategia que Riera Escalante perfeccionó de agentes de juegos operativos, es decir, oficiales de la Inteligencia cubana reclutados por la CIA, pero que respondían a los intereses de Cuba, así como el reclutamiento de empleados, contactos y funcionarios de la embajada de EU en México, cuyos resultados permitieron al gobierno cubano obtener información valiosa.
En su manuscrito, “Mis 25 años en la inteligencia cubana”, el exagente Aníbal relata sucintamente sobre algunos juegos operativos (a los que describe como Operación Lupa, Operación Moncada, Operación Turquino, de los que explica sus resultados durante la entrevista con Contralínea.
—¿En qué consistió la Operación Lupa?
—En el reclutamiento de Arturo Durán, Duarte, empleado mexicano de la oficina de correos (Mail Room) de la Embajada para la obtención de la correspondencia personal de los oficiales de la CIA. Fue una mina de información. Se obtuvieron alrededor de 3 mil cartas. Fue un reclutamiento complejo por su instrumentación y ejecución. Arturo no tenía ningún tipo de simpatía hacia la Revolución Cubana ni de tipo progresista que nos permitiera utilizar una base de reclutamiento política o ideológica. La base que utilizamos fue una de las más complicadas, la tercera bandera, a nombre del Cisen, combinada con el pago en efectivo. Se desarrolló en un momento convulso en Cuba y en la Inteligencia en particular. Comenzó en agosto de 1989 cuando acababan de ser fusilados el general de división Arnaldo Ochoa, el coronel Antonio de la Guardia y otros oficiales.
“Hacía años que veníamos estudiando a Duarte, a través de su compadre José de Jesús Gutiérrez Mercado, agente L-107, quien había trabajado en la embajada y después de haberla penetrado durante 10 años había sido despedido. En aquellos momentos, trabajaba en el recién nacido Cisen a nivel de base. Después de un mes que no funcionaba la colaboración, pusimos al agente Buzo a atenderlo y también fracasó. Finalmente lo efectué en septiembre de 1989 y comenzó a desarrollarse fluidamente la operación que fue decisiva para desarrollar la Operación Moncada, dirigida al reclutamiento de la secretaria del segundo jefe de la Estación CIA en México, Richard Kitchen.
El 21 de febrero de 1985, el Diario Oficial de la Federación publicó el acuerdo del entonces presidente Miguel de la Madrid por el que ‘se concede permiso al ciudadano José de Jesús Gutiérrez Mercado para prestar servicios como investigador de seguridad en la Embajada de los Estados Unidos de América, en México’.”
A finales de 1989, dice en sus memorias Aníbal Riera Escalante, “me encuentro con Philip Agee en México para la ejecución de la operación Moncada, consistente en el reclutamiento de la secretaria del segundo jefe de la estación de la CIA en México, el coronel retirado del Ejército y activo en la CIA, Richard Kitchen.
“Como resultado de la operación Lupa, obtuvimos información importante sobre el estado crítico y descontento entre los oficiales de la Estación por la actuación de Kitchen, en particular de su secretaria, Moncada, quien expresaba en su correspondencia a los agentes que teníamos cerca de ella que su jefe estaba haciendo malos manejos para su beneficio de los fondos de la Estación. Su descontento era tal que tenía el propósito de renunciar o que la reasignaran a otro país. Con base en base a estos resultados iniciamos la operación Moncada en septiembre de 1991, dirigida a su reclutamiento. La operación consistía en que nuestro agente Philip Agee, representando el papel de enviado del inspector general de la CIA, estableciera un encuentro con ella para investigar los elementos que tenía sobre su jefe. El encuentro se efectuó en el hotel Nikko de la Ciudad de México, durante varias horas, fue grabado y respondió el cuestionario preparado por nuestro Centro principal en Cuba, proporcionándonos información de valor.
“Sin embargo el camuflaje físico de Philip no pasó la prueba, y fue identificado por otro oficial de la CIA que había acompañado a la secretaria. Al ser confrontado por ese oficial, tuvo que salir rápidamente, del hotel y del país.”
“El trabajo en México lo incrementamos con varios juegos operativos y agentes de penetración a la red de la CIA, lo cual nos permitió la organización de la operación que bautizamos como Turquino, para reclutar al oficial de la CIA con clave Q-187, Gerald Jerry Peterson, entre 1984 y 1985.
“Desde 1977 habíamos comenzado a estudiarlo mediante el método de relaciones en el marco diplomático, directamente con un oficial de la Dirección General de Inteligencia. Obtuvimos información de caracterización y biográfica de utilidad. Q-187 había terminado una primera misión en México en 1978 y regresó para una nueva en 1981. Era un oficial en la curva final de su carrera, tenía 55 años, estaba en planes de retiro. Era un especialista en el trabajo contra Cuba, sin embargo había caído en la rutina y perdido profesionalidad, estaba tirando sus últimos cartuchos, sin mucho entusiasmo, tratando de llegar a su retiro con buenos resultados, pero sin mucho esfuerzo.
“Para empeorar su situación, atendía a uno de los mejores agentes de juego operativo de la Inteligencia Cubana: Amalia, quien durante 1984 provino de la Dirección de Contrainteligencia. Era una magnífica y experimentada agente, mexicana, periodista muy capaz. Fue quemada en 1987 por un desertor, el exmayor de la Inteligencia cubana Florentino Azpillaga.
“La actividad de Q-187 en contra del gobierno cubano era supuestamente muy eficaz a los ojos de sus jefes en el Cuartel General de la CIA en Langley, Virginia. Sin embargo, la inmensa mayoría de sus agentes dirigidos contra Cuba, en realidad eran fieles a nosotros.
“Los informes que preparaba la CIA para el presidente de los Estados Unidos se basaban en información suministrada por nuestros agentes, acorde con la imagen de Cuba conveniente para favorecer los planes del gobierno cubano y para hacer fracasar los suyos. Fue nuestra Burla Maestra, parafraseando las palabras de Walter Schellenberg. El trabajo sobre Jerry Peterson se desarrolló entre 1981 y 1984, con un nivel de control de su actividad tremendo, su especialidad era el trabajo contra Cuba. Cuando llegó a México en 1981 teníamos la ventaja de que contábamos con su expediente con información sobre su caracterización y datos biográficos. Era originario de Oklahoma, de trato afable, de complexión media, estatura mediana, usaba gafas y hablaba bien español. Jerry había contactado a tres agentes de juego operativo controlados por la Dirección General de Contrainteligencia (DGCI) que habían viajado a México como funcionarios cubanos. Generalmente la CIA les entregaba un plan de comunicaciones a sus agentes radicados en Cuba, consistente en: recepción por vía de radio de onda corta de mensajes cifrados y respuesta mediante cartas con escritura secreta. En los casos más importantes, les proporcionaban pequeñas plantas de transmisión radial vía satélite que eran prácticamente indetectables para la Radiocontrainteligencia, pues en uno o dos segundos se trasmitía el mensaje.
“A partir del establecimiento de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, la CIA comenzó a utilizar otras formas de comunicación tradicional como los escondrijos, consistente en depositar materiales o informes debidamente embutidos en contenedores especiales con apariencia de piedras u otros objetos situados en lugares previamente convenidos. También utilizaba los tiros rápidos a distancias relativamente cortas del agente al oficial situado en su auto en lugares previamente convenidos. Los agentes radicados dentro de Cuba eran contactados en sus viajes al exterior. Los tres agentes radicados en Cuba que atendió Jerry nos permitieron identificarlo a través del agente Voluntario, el primer agente de penetración radicado en México que reclutó Q-187, de nacionalidad mexicana. La única posibilidad de inteligencia que tenía para la CIA era que su esposa era la directora de la Casa Cuba y de la Asociación Cultural de Cubanos Residentes en México José Martí, organización creada para el trabajo de control e influencia sobre la comunidad cubana en el exterior y sus vínculos directos con los oficiales de la DGI vinculados con la Casa Cuba.
“El objetivo principal en esos momentos del trabajo de la Estación era el cónsul cubano Avelino de Arriba, Andrés, que había sido durante varios años oficial de la Seguridad del Estado en Santiago de Cuba. A mediados de 1981 Andrés partió para México y comenzó la atención de los agentes L-107 dentro de la embajada de Estados Unidos, los agentes de apoyo Carlos y Virginia, y otros. Su principal misión sería reclutar a Q187.
“Años antes habíamos obtenido a la agente cubana Fela, encargada de la Emigración y Contrarrevolución, quien conoció a un ingeniero mexicano con el que se casó y emigró a México, donde se dedicó a manejar orquestas cubanas para presentarlas en centros nocturnos y a vincularse con la Casa Cuba, donde fue contactada por un oficial de la Inteligencia y comenzó a brindar información de interés sobre personas y situaciones de tráfico de joyas.
“Teníamos a Voluntario ligado a la Casa Cuba, comenzamos a dirigirlo para proyectar a varios agentes nuestros en el campo visual de Jerry para que los reclutara para la CIA. Entrené a Fela como agente de penetración doble y en poco tiempo Jerry la reclutó. A partir de ahí comenzamos a dirigir a Fela para estrechar vínculos con Q.187 y con su esposa. Fela se hizo muy amiga de ambos y obtuvo abundante información de caracterización y biográfica que nos permitió ir delineando el plan de reclutamiento.
“Entre los agentes dobles que utilizamos contra Jerry estaba Elsa Espinosa Chamorro, agente Amorosa funcionaria de Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional (DGISN), la cual comprobamos que respondía a la CIA y seguimos el juego haciéndole creer que la reclutábamos y confiábamos en ella.”
“Entre 1981 y 1982 recibimos información de la Contrainteligencia sobre el contacto de un agente de juego operativo con Q.187, establecimos coordinación con el teniente coronel Roger, oficial que atendía el caso, y para suerte nuestra la agente, periodista de origen costarricense nacionalizada mexicana, había estado casada años atrás con un oficial de Inteligencia y quería establecerse en México.
“La agente tenía el estatus de periodista extranjera, como corresponsal de la revista Siempre. Su seudónimo, Amalia. Llevaba varios años trabajando con la Contrainteligencia como agente, era una periodista muy preparada y capaz, no se limitaba a realizar algunas críticas al gobierno.
“Era muy amiga de Pablo Milanés, quien informaba de sus posiciones críticas al gobierno, también tenía relaciones con un intelectual, que después se convertiría en disidente. Amalia informaba minuciosamente de todas sus conversaciones con ellos. A Milanés no se le informó en ningún momento la condición de agente de Amalia, no había la suficiente confianza, aunque Pablo era colaborador de la Seguridad del Estado y en uno de sus viajes a México lo contacté para obtener información.
“Generalmente establecíamos líneas de acción con respecto de la información que podían entregar sin consultarnos, de otra manera no resultaba operativo y se convertía en un riesgo de dar indicios a la CIA que pusieran en peligro el juego. Amalia salió para México con sus dos hijos en 1982. De inmediato, nuevamente Jerry la contactó para proseguir el trabajo con ella. Debido a la importancia que le asignaban a su agente, la CIA le pagaba 1 mil dólares mensuales más gastos operativos. Los contactos con ella se desarrollaban en una casa de la mexicana Silvia Singer.
“Con su amplia experiencia, preparación cultural y periodística, su inteligencia y habilidades personales, logró un grado de compenetración muy alto con Jerry. Los resultados principales de su caracterización fueron: Q.187 estaba realizando su última misión en México, quería terminar sus últimos años sin trabajar mucho y sin buscarse ningún problema que pudiera afectarle su retiro; y estaba presionado para obtener resultados en su trabajo contra la embajada y el Centro de Inteligencia cubano. Mediante el estudio minucioso de las guías psicológicas entregadas a los agentes de juego operativo, se desarrolló la metodología para la caracterización de los oficiales CIA. Los estudios se actualizaban periódicamente y nos permitían aprovechar los aspectos favorables de esas entrevistas y tener en cuenta sus limitaciones para comprobar y complementar la información por otras vías y con otros agentes. Determinamos que los oficiales de la CIA habitualmente hablaban de sus conflictos y problemas verdaderos con los agentes, así como de las preocupaciones que tenían sobre su carrera, hasta conflictos con sus jefes o familiares. También proyectaban sus motivaciones reales, su forma de ver el mundo, sus aspiraciones y sus frustraciones, todo ello nos aportaba información muy valiosa para determinar la base del reclutamiento a utilizar y la manera de efectuarlo.
“Esta información se complementaba no solamente con otros agentes de penetración o de juego operativo, sino también a través de agentes de acceso y de agentes de penetración dentro del personal nativo de la embajada de EU. Es interesante destacar que el concepto de ‘agente de acceso’, era utilizado por la CIA en su trabajo contra los oficiales de inteligencia cubanos y del bloque soviético, que nos fue aportado por Philip Agee.
“Lo interesante de la guerra silenciosa entre la Estación de la CIA en México y el Centro Legal cubano, en la cual los contendientes principales eran Jerry y Avelino de Arriba, segundo jefe del Centro a cargo de la contrainteligencia exterior, consistía en que al mismo tiempo que trabajábamos a Jerry para reclutarlo, él trabajaba con sus agentes a Avelino.”
Era una estadunidense residente en México, de 35 años, alta, rubia, de ojos claros, hablaba perfectamente el español. Había estado vinculada ocasionalmente con la Casa Cuba. “Mi antecesor, el oficial Andrés (cónsul Avelino de Arriba), la había propuesto, pero yo plantee desecharla pues me pareció inicialmente una posible agente enviada por la CIA.
“Como al año de estar en México sostuve una conversación con ella. Me llevé una impresión positiva y continué el proceso de acercamiento hasta que la recluté, sobre la base política-ideológica por sus simpatías hacia la Revolución Cubana. La agente jugaría un papel determinante en el desarrollo de operaciones de reclutamiento a oficiales CIA, en particular a la de la secretaria del segundo jefe de la Estación.”
Los juegos operativos
Pedro Aníbal Riera Escalante define en sus memorias la táctica de la Inteligencia cubana denominada juegos operativos (agentes dobles) como: Los agentes de la Inteligencia cubana reclutados por la CIA, pero que respondían a los intereses de Cuba.
“Para la elaboración de la metodología para el trabajo con los Juegos operativos contamos con la asesoría del coronel Víctor, jefe de la Sección de Juegos Operativos de la KGB y del coronel Pavel A Yatskov. Se trataba de una actividad altamente secreta en la Inteligencia y Contrainteligencia y cada juego y sus resultados eran considerados secretos de Estado”.
Los tres objetivos básicos de los juegos operativos eran: detectar las intenciones y planes de la CIA, a través de las tareas informativas y operativas que se le encargaban al agente; la detección y estudio de los medios y métodos utilizados por la CIA, y el estudio y caracterización de los oficiales CIA con vistas a su reclutamiento. El objetivo más importante de todos era mantener el balance de los resultados de la información que daba y recibía el agente y que debía tener un perfil favorable a la Inteligencia cubana.
La CIA utilizaba básicamente el reclutamiento sobre la base económica con algunos elementos de compromiso afectivo.
La Inteligencia tiene dos aspectos: la inteligencia humana y la técnica. El defecto básico de la CIA está en la primera, es decir, el reclutamiento de relaciones, la formación de los oficiales y su capacidad para interpretar y conocer la idiosincrasia, las características y las costumbres de un país determinado.
El juego operativo constituye la gran burla en la guerra silenciosa de los servicios de Inteligencia. Así los calificó Walter Schellenberg, jefe de la Inteligencia de Hitler en su libro: “La burla maestra de la guerra”, sobre el programa que dirigió en la Segunda Guerra Mundial, consistente en la infiltración de agentes dobles o de juego operativo dentro del territorio soviético.
“Un juego operativo es un agente que ha sido puesto en el campo visual del servicio de Inteligencia enemigo para que lo reclute, responde fielmente a nosotros y el balance entre las información que entrega y recibe es a favor nuestro”. El agente de juego operativo debe tener una adecuada dirección y explotación informativa; si no, el enemigo es el que saldrá ganando aun cuando responda lealmente a la Inteligencia cubana.
La teoría de la Inteligencia soviética, los grandes maestros de los juegos operativos, los dividía en dos tipos: el activo y el pasivo. El activo se desarrolla cuando se prepara a la gente carnada, se colocaba en el campo visual del enemigo ya entrenado y este lo reclutaba. El pasivo es cuando el enemigo se le acerca a una persona que puede ser o no agente y éste lo informa a la Inteligencia y a partir de ahí es reclutado y entrenado para aceptar el reclutamiento enemigo. El más efectivo y confiable es el activo, porque la iniciativa ha correspondido a la Inteligencia, lo que representa una gran ventaja porque el agente fue comprobado y entrenado.
Los elementos básicos para el desarrollo de los juegos operativos, eran: selección de la gente, reclutamiento sobre la base político-ideológica, características como estabilidad psicológica para trabajar bajo fuerte stress, valor personal, buena memoria, facultades de observación, sobre todo la de mentir sin dar señales extra verbales o fisiológicas importantes que lo hicieran capaz de burlar al polígrafo o el detector de mentiras que normalmente aplica la CIA a sus agentes.
Existe también la figura de oficiales ilegales, similares a los cinco oficiales encarcelados en los Estados Unidos pertenecientes a la red Avispa (recién liberados por los acuerdos tomados entre Cuba y Estados Unidos). Se denominan así porque actúan con una falsa identidad. Generalmente no son de nacionalidad cubana, sino de países latinoamericanos; son entrenados cuidadosamente para que interpreten su nuevo papel: dominar su falsa biografía, su vida o fachada, para esconder su personalidad real.
José Réyez, @jose_contra/Segunda parte
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