La extinción de los bosques del mundo

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IPS

Cada minuto, los seres humanos acaban con 15 hectáreas de árboles. A pesar de las advertencias de los científicos, en nada se reduce el ritmo de la devastación. En África y América Latina, los peores daños

Roma, Italia. Los bosques del mundo se degradan o se pierden al ritmo de 3.3 millones de hectáreas al año. En muchos países de Asia, su destrucción es rápida, pero aumentó 29 por ciento en la mayor selva del mundo, la Amazonia, respecto del año pasado. Además, las exploraciones y explotaciones de hidrocarburos y minerales amenazan a algunos de los ecosistemas más preciados de África.

La comunidad científica ha recordado en diversas oportunidades que alrededor de unas 1 mil 300 millones de personas son “pueblos selváticos” y dependen casi totalmente de los bosques.

Patrick Durst, oficial de Silvicultura de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés) para Asia Pacífico, dijo, el 15 de mayo pasado, que 28 por ciento de los ingresos de las comunidades que viven cerca o en los bosques proceden de ese ambiente y de su entorno.

En su Evaluación Global de Recursos Forestales de 2015, la FAO señala que se pierden bosques en muchos países de Asia Pacífico, incluso en Sri Lanka. Además, la degradación de la calidad perjudica más las capacidades de estos ambientes para ofrecer los bienes y servicios necesarios para la supervivencia de poblaciones humanas.

Las pérdidas se agravarán a medida que la demanda de productos forestales crezca de forma sostenida.

La mayoría de los países en Asia Pacífico tienen dificultades para responder a la pérdida de bosques, pero algunos han tomado medidas, reconoce la evaluación. Mediante programas de reforestación, China y Vietnam, de hecho, aumentan su cobertura forestal, añade. Y el gobierno de Sri Lanka anunció planes para aumentar 35 por ciento el territorio selvático.

América Latina

 “Las selvas más antiguas del mundo están en crisis, el pasmoso 80 por ciento ya se destruyó o degradó, y la mayoría de las que quedan están en peligro por la tala ilegal y destructiva”, señala el informe de la FAO.

Esas estimaciones no son nuevas, tienen unos 9 años. De hecho, Greenpeace ya señaló el 30 de junio de 2008 que la tala ilegal tenía consecuencias devastadoras en las selvas del mundo.

La organización trabaja para cambiar comportamientos, proteger y conservar el ambiente, así como promover la paz.

Los efectos de la tala incluyen deforestación, pérdida de biodiversidad y aceleración del cambio climático, lo que crea “conflictos sociales con las poblaciones indígenas y locales y genera violencia, delincuencia y violaciones de derechos humanos”, explicó entonces Greenpeace.

Según la organización, unos 1 mil 600 millones de personas en el mundo dependen de los bosques para sobrevivir, además de 60 millones de indígenas.

Deforestación de la Amazonia ahora

Hace apenas 6 meses, Greenpeace señaló que la deforestación de la Amazonia había aumentado 29 por ciento respecto del año pasado, según datos divulgados por el gobierno de Brasil el 31 de noviembre de 2016.

 “Brasil pierde control sobre la destrucción de su selva por malas decisiones políticas y ahora podría tener problemas para cumplir con sus objetivos en el marco del acuerdo climático”, observó la organización el 1 de diciembre de 2016.

Datos del Programa de Monitoreo de la Deforestación para una Amazonia Legal indican que 7 mil 989 kilómetros cuadrados de selva se destruyeron entre agosto de 2015 y julio de 2016, precisó.

“Este es el segundo año consecutivo en que aumenta la deforestación de la selva más grande del mundo, resultado directo de la falta de ambición del gobierno para hacer frente al problema de la pérdida forestal. Es la primera vez en 12 años que aumenta la deforestación en dos años consecutivos”, subrayó.

Cristiane Mazzetti, de la campaña por la Amazonia, de Greenpeace, alerta de que la aceleración de la deforestación puede relacionarse con señales del gobierno brasileño de que tolera su destrucción.

“En los últimos años, las políticas públicas de protección ambiental en Brasil se debilitaron”, observa. “Por ejemplo, se crearon muy pocas áreas protegidas y territorios indígenas, y el nuevo Código Forestal, aprobado en 2012, ofrece amnistía a los responsables de la deforestación ilegal”, detalla.

Según Greenpeace, la deforestación es responsable de alrededor de 40 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero del gigante sudamericano.

“Al aumentar otra vez la pérdida forestal, el país podría tener dificultades para cumplir con sus compromisos en el marco del Acuerdo de París, suscrito y ratificado hace poco por Brasil. Se estima que la deforestación de 7 mil 898 kilómetros cuadrados liberó a la atmósfera el equivalente a 586 millones de toneladas de carbono, el mismo volumen que emiten los automóviles en ese país en 8 años”, añade.

La recolección ilegal de madera, la expansión de la agroindustria y la conversión de bosques en pasturas son algunas de las actividades responsables de la deforestación, insiste Mazzetti.

Los grandes proyectos de infraestructura, como las centrales hidroeléctricas estimulan, además, la apropiación de tierras y la especulación, lo que genera más deforestación, añade.

África

El exsecretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Kofi Annan, actual presidente de Africa Progress Panel, alertó hace poco sobre la destrucción de los bosques, que ofrecen aire limpio y agua potable, y permiten a las comunidades locales tener alimentos y refugio, así como medios para ganarse la vida.

“Cada día, se talan más bosques por múltiples actividades, desde la agricultura, pasando por el desarrollo de infraestructura hasta el aumento de la demanda de madera y de otros productos forestales, lo que a menudo empeora por la tala ilegal”, subraya.

En su discurso en la conferencia “Bosques para el futuro. Nuevos bosques para África”, realizada en Accra el 16 de marzo, Annan señaló: “algunos de los ecosistemas más preciados del mundo, como el parque nacional Virunga, en la cuenca del río Congo, están en peligro por la exploración y la exploración de petróleo, gas y minerales”.

“La recuperación de los bosques y la reforestación en África pueden contribuir al esfuerzo global contra el cambio climático y acelerar el avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, observó Annan.

“La recuperación forestal de 350 millones de hectáreas puede generar 170 mil millones de dólares al año en beneficios netos de la protección de la cuenca, del mejoramiento de la producción agrícola y de los productos forestales”, añadió.

En el informe Granos, pescado, dinero: Financiación para las revoluciones verde y azul de África, Africa Progress Panel arguyó que la protección efectiva, la gestión y la movilización de los vastos recursos forestales son necesarios para respaldar un crecimiento transformador.

La organización estima que África perdió 12 mil 400 millones de euros (unos 17 mil millones de dólares) a causa de la exportación ilegal de madera en 2011.

Búsqueda de combustible agota los bosques

Los seres humanos son el mayor depredador de recursos naturales. Los bosques, el verdadero pulmón de la Tierra, pierden 15 hectáreas de árboles cada 60 segundos, principalmente a causa de la producción de alimentos y energía. En América del Sur desaparecen 45 mil hectáreas por cada millón de kilogramos de carne exportados.

Por si eso no fuera suficiente, la secretaria ejecutiva de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD) llamó la atención sobre otro asunto: “Cuando eliminamos los bosques, no sólo se van los árboles, sino que se desintegran ecosistemas enteros con terribles consecuencias para todos nosotros”, subrayó.

Barbut, quien suministró esos y otros datos en el marco del Día Internacional de los Bosques, el 21 de marzo, conmemorado este año bajo el lema “Los bosques y la energía”, también recordó que la deforestación y la degradación de los bosques son responsables de 17 por ciento de las emisiones de gases invernadero, producidas por actividades humanas.

En ese sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertó de que hasta 7 por ciento de las emisiones contaminantes causadas por los seres humanos son producto del uso del carbón vegetal y de la madera como combustibles.

Eso obedece principalmente a la gestión no sostenible de los bosques, a la ineficiente fabricación de carbón y a la quema de madera, según el informe La transición al carbón vegetal, publicado el mismo 21 de marzo.

El problema es que para más de 2 mil millones de personas en el mundo, la madera es sinónimo de alimentos cocidos, agua hervida para poder beber y un hogar templado, recordó el director general de la FAO, José Graziano da Silva.

Comunidades rurales pobres

En las zonas rurales de los países en desarrollo, la madera es especialmente importante porque suelen ser la única fuente de energía disponible.

Además, las zonas de mayor pobreza como y especialmente África subsahariana, así como los hogares de bajos ingresos en Asia también tienen una gran dependencia de la madera.

“Casi 90 por ciento de toda la madera y el carbón utilizado ocurre en las naciones en desarrollo, donde los bosques no son más que una fuente de energía disponible para los pobres”, observa Manoel Sobral Filho, director del Foro de la ONU sobre Bosques.

Sin embargo, la mayor parte de la producción actual de madera para combustible “no es sostenible”, lo que contribuye enormemente a la degradación de los bosques, los suelos y a la emisiones de gases invernadero, observa Graziano da Silva.

“En muchas regiones, la conversión al carbón vegetal suele realizarse con métodos rudimentarios y contaminantes”, apuntó.

El secretario general de la FAO urgió a los países a revertir la tendencia negativa en el uso y la producción de energía a partir de la madera. La agencia participa en varios programas para distribuir cocinas eficientes, en especial en las comunidades más desfavorecidas de América Latina y África.

 “Necesitamos, por ejemplo, adoptar mejores tecnologías para la conversión energética”, acota.

En Sudán del Sur, aquejado por un conflicto y donde reina la hambruna, la organización y sus socios ya distribuyeron más de 30 mil cocinas mejoradas.

Por su parte, el presidente de Fiyi, Jioji Konousi Konrote, subrayó: “Necesitamos concentrarnos en ampliar la transferencia hacia las tecnologías de energías renovables, en particular la biomasa, a fin de garantizar que los países en desarrollo las usen y sigan el crecimiento de la demanda de energía de forma sostenible”.

El gobierno de ese país asumirá la Presidencia de la 23 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, que se realizará en noviembre en la ciudad alemana de Bonn.

La madera como combustible

El desafío es enorme sabiendo que más de 2 mil 400 millones de personas, alrededor de la tercera parte de la población mundial, todavía depende del uso tradicional de la madera para cocinar, y muchas pequeñas empresas usan carbón y madera como vectores energéticos para varios fines como cocinar, procesar té y fabricar ladrillos.

De toda la madera usada como combustible, alrededor de 17 por ciento se transforma en carbón vegetal, precisa el informe de la FAO. El problema es que cuando la producción de este se realiza con tecnología y recursos no sostenibles, la emisión de gases invernadero puede llegar a nueve kilogramos de dióxido de carbono equivalente por cada kilogramo de carbón producido.

El informe subraya que ante la falta de alternativas realistas y renovables al carbón en un futuro próximo, en particular en África subsahariana, Asia sudoriental y América del Sur, es fundamental lograr que la producción de carbón vegetal sea más sostenible, así como utilizar prácticas más sostenibles en la gestión de los bosques para mitigar el cambio climático, al tiempo que se mantiene el acceso de los hogares a las energías renovables.

Cambiar la forma en que se obtiene la madera y el carbón es una gran oportunidad para reducir las emisiones contaminantes, subraya, así como pasar de cocinas y hornos tradicionales a otros más eficientes y modernos podría reducirlas hasta en 80 por ciento. Y a nivel de usuario, la transición podría reducirlas en 60 por ciento.

“La energía producida a partir de la madera representa 27 por ciento del suministro principal en África, 13 por ciento en América Latina y el Caribe y 5 por ciento en Asia y Oceanía”, estima la FAO.

Los bosques siguen bajo la amenaza del uso insostenible, de la degradación ambiental, de la rápida urbanización, del crecimiento poblacional y de los impactos del cambio climático. Entre 2010 y 2015, la cobertura boscosa del mundo disminuyó 3.3 millones de hectáreas al año. (Traducido por Verónica Firme)

Baher Kamal/Inter Press Service

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Contralínea 541 / del 29 de Mayo al 04 de Junio de 2017

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