“Tengo fuertes dolores de estómago; todo el tiempo me mareo. Duermo 16 horas al día para no perder energía”, señala Jorge Mario González en entrevista con Contralínea, vía telefónica, desde el Reclusorio Oriente.
“Yo no debería de estar aquí. No hice nada. Es una venganza. Soy un chivo expiatorio. En mi caso buscan mostrar un castigo ejemplar, pero debido a el coraje y a la dignidad que tengo, hasta ahorita he podido aguantar.”
Guillermo Selvas, médico particular de Mario, ha ingresado en varias ocasiones a visitarlo. En ningún momento se le ha permitido realizar un registro fílmico o fotográfico del deterioro de la salud del joven.
El médico explica que Mario ha perdido 14 kilos desde el pasado 8 de octubre, fecha en la que inició la huelga de hambre. Ahora pesa 59 kilos 300 gramos, lo cual contrasta con su estatura de 1.80 metros.
“Ya no es el Mario que conocemos. Está muy delicado. Su hígado y riñones están funcionando con la mínima capacidad. Cuando deje de producir glucosa, corre el riesgo de perder el conocimiento y morir”, señala.
También comenta que en caso de salvarse, tendrá secuelas físicas permanentes. “Únicamente consume suero, agua y miel para mantenerse con vida. No obstante, su situación es muy preocupante”.
El doctor Selvas ha tratado de persuadirlo para que deje la huelga de hambre. No lo ha logrado: Mario González, detenido el pasado 2 de octubre antes de iniciar la marcha en conmemoración de los 45 años de la matanza en Tlatelolco, se mantiene firme. En varias ocasiones ha expresado que no desistirá en su intento por obtener su libertad, a pesar de que esté en riesgo su vida.
“Existen animales que, cuando se les quita su libertad, dejan de comer hasta morirse. Mantengo la huelga de hambre porque sé que tengo la razón”.
—¿Cómo es tu encierro? –se le pregunta 1 día antes de que fuera trasladado al hospital de Tepepan.
—He bajado mucho de peso, pero he tomado precauciones para no lastimarme tanto. Todavía no pierdo la conciencia. Algo que me ayuda es que tengo 21 años y siempre he sido sano. Durante el día sólo leo y duermo. Todos los días leo el periódico, ahorita estoy leyendo Un mundo feliz, de Aldous Huxley. Me encuentro con 17 personas en una celda que tiene capacidad para cuatro. Todo el tiempo se roban las pertenencias de los presos. Siempre hay tratos vejatorios, humillaciones y torturas constantes.
—¿De dónde sacas fuerzas para continuar?
—De la furia que tengo contra todo lo que pasa.
—¿Haces efectiva la frase: “Prefiero morir de pie que vivir arrodillado”?
—¡Claro!
Mario fue detenido junto con nueve personas en el cruce de las calles Isabel la Católica y 5 de Mayo, aproximadamente a las 15:00 horas. Momentos después, fueron aprehendidos dos personas más que documentaban la detención.
Fue bajado por policías capitalinos del camión en el que se trasladaba de Ciudad Universitaria a Tlatelolco.
“Le aplicaron descargas eléctricas en plena vía pública para someterlo, a pesar de que no opuso resistencia”, denuncia su abogada, Lizbeth Lugo Hernández.
Tras de la detención, los jóvenes fueron trasladados a la agencia cuatro del Ministerio Público en Iztapalapa. El trayecto duró casi 4 horas. Durante éste, los jóvenes acusan que fueron bajados en varias ocasiones para catearlos y golpearlos.
De acuerdo con la versión oficial, los muchachos aventaron piedras y petardos contra personas y locales comerciales en la calle de Isabel la Católica. El centro de monitoreo C4 dio aviso a la policía capitalina, la cual inició el operativo.
“Hay personas [detenidas] con quemaduras producto de las pistolas eléctricas. Fueron amenazados de muerte. Los buscamos en la agencia 50 del Ministerio Público toda vez que los hechos corresponden a la jurisdicción de la delegación Cuauhtémoc; no obstante, los trasladaron a Iztapalapa”, dice la abogada Lugo Hernández.
Los delitos que se les imputaron en un inicio fueron ataques a la paz pública, ultrajes a la autoridad y narcomenudeo. Ahora, Mario sólo es acusado del primero.
Lugo Hernández comenta que Jorge Mario llegó con un brazo luxado y un tobillo torcido al Ministerio Público, a causa de la tortura policiaca.
Su causa, la 378/2013, radica en el Juzgado 19 Penal de Delitos No Graves. Ésta se inició a partir de la consignación que hizo el Ministerio Público cuatro de Iztapalapa.
Según la defensa, los policías que lo acusan aseguraron que habían testigos del “desastre” causado, así como un automóvil dañado; sin embargo, hasta ahora no han presentado pruebas.
La abogada señala que, en un peritaje realizado por agentes ministeriales en el lugar de los hechos, se asienta que hay evidencias del supuesto ultraje: no hay locales dañados ni muestra de la explosión de artefacto alguno, tampoco hubo gente que sustentara la versión de los policías. La única evidencia que se presentó fueron botellas de cerveza vacías.
La defensa de Mario solicitó los videos del centro de monitoreo al Gobierno del Distrito Federal, pero hasta la fecha no se los han proporcionado. “Con ello dejan en total indefensión a Mario”, señala Lizbeth Lugo.
Después de rendir su declaración, el 4 de octubre fueron consignadas dos mujeres al penal femenil de Santa Martha Acatitla, y siete hombres al Reclusorio Oriente. Los jóvenes que documentaron la agresión lograron salir bajo fianza (de unos 15 mil pesos); no obstante, su proceso continúa.
Ese mismo día, los jóvenes fueron obligados a rendir su declaración preparatoria sin la presencia de sus abogados, señala la defensa de Mario.
“Nunca se toma una declaración preparatoria el primer día. Aquí se nota la premura para continuar violando los derechos humanos de los acusados y las garantías del debido proceso, toda vez que se les negó hablar con sus familiares y abogados para dar aviso de la rendición de su declaración.”
Al día siguiente les fue negada la entrada al juzgado a sus abogados. A pesar de las irregularidades jurídicas, la jueza Marcela Arrieta les dictó auto de formal prisión. Fijó la caución en 130 mil pesos. El lunes 7 de octubre, los abogados pagaron una póliza de fianza de 16 mil pesos por cado uno. Los abogados firmaron la boleta de libertad de todos los jóvenes.
En la madrugada del martes 8 salieron libres todos los muchachos. Mario fue sacado con una camiseta beige que le cubría el rostro. Inmediatamente fue reaprehendido e ingresado al reclusorio. La orden fue girada por la misma jueza.
Al siguiente día, el agente del Ministerio Público afirmó que Mario es una persona con “peligrosidad social”, toda vez que ya tenía antecedentes penales y por cambiar su nombre en la averiguación previa. Por ello, argumentó el agente, “podía sustraerse de la justicia”.
“Eso no es un argumento válido: existe el derecho a no autoinculparse; lo cual significa que puedes realizar cualquier tipo de defensa a tu favor, hasta el grado de mentir. Tú puedes negar todos los hechos. La ley no te lo impide. El delito por el que había sido juzgado Mario es no grave y la peligrosidad social se sustenta en estudios sicológicos criminalísticos, no por la apreciación de un ministerio público”, explica la abogada.
“La juez traspasa todas las argumentaciones que hizo el ministerio público al auto de revocación de libertad sin ningún criterio ni mediación. Estamos ante un sistema inquisitorio. Somos culpables hasta que no se demuestre lo contrario.”
Para Lizbeth Lugo, a partir del criterio personal de la jueza se vulnera la seguridad jurídica de Mario. No hay sustento legal para que lo mantenga en prisión, pues para garantizar la no sustracción de la justicia existe la póliza de fianza. Sobre la peligrosidad social, dice, no hay estudios que la acrediten.
En la segunda instancia, el caso se ubicó en la Quinta Sala de lo Penal con el expediente 1763/2013. La magistrada Celia Marín Sasaki se comprometió a resolver la situación y revisar el auto de revocación de libertad del joven estudiante, ya que era una cuestión prioritaria. El 15 de noviembre la magistrada resolvió en contra de Mario.
“Se están violando los artículos 14 y 16 constitucionales. Se le piensa dar un castigo ejemplar a Mario por ser anarquista. No les importa dejarlo morir”, señala su defensora.
Patricia García Catalán, madre de Jorge Mario, comenta que la coordinadora de Concertación Política del Gobierno del Distrito Federal, Berenice Téllez Hernández, desestimó y se burló de la huelga de hambre de su hijo. “Señaló que del reclusorio le habían dicho que Mario estaba comiendo. Hasta que le presentamos el reporte médico se preocupó por la situación.
“En la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal nos atendió Erasmo Alejandro de León Romero, coordinador de asesores del procurador Rodolfo Ríos Garza. Nos dijo tajantemente que el procurador no nos iba atender, ya que el caso dependía únicamente de la juez Marcela Arrieta. Sólo se comprometió a agilizar el proceso.
“La licenciada Perla Ema Rodríguez Ortiz, fiscal en procesos en juzgados de delitos no graves, señaló que a pesar de las irregularidades jurídicas, respalda al Ministerio Público; que ni el procurador puede hacer nada, únicamente la juez. En el Senado sólo recibieron nuestro oficio. En la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, lo mismo; no ha habido respuesta. Nadie nos da la opción de liberar a Mario.”
En entrevista con Contralínea, la coordinadora de Concertación Política del Gobierno del Distrito Federal asegura que el gobierno capitalino ha atendido las solicitudes de la mamá de Mario para que su hijo tenga servicio médico y para que pueda hacer llamadas.
“Tenemos trabajo con la Liga [de Abogados] 1 de Diciembre. Con ellos revisamos temas para coordinar manifestaciones y evitar que se sigan dando estas situaciones. El tema jurídico lo desconozco. Nosotros vemos la parte de coordinación y vinculación política, pero la parte jurídica no la conozco. No conozco tampoco el expediente.
“Nosotros hemos ofrecido la hospitalización en el momento que lo requiera, porque [la huelga de hambre] es una decisión personal. No podemos obligarlo a nada. Si requiere el servicio médico de urgencias se dará todo el apoyo.”
—Además del ofrecimiento de hospitalización, ¿hay otro apoyo del Gobierno del Distrito Federal en este caso?
—Le hemos ofrecido que entre de manera formal un médico de su confianza para que atienda todas las cuestiones de su salud, porque hasta ahora han ingresado como visita. Ese es nuestro ofrecimiento. Pero su familia nos ha comentado que no lo requieren por el momento.
—¿Empaña la imagen del Gobierno del Distrito Federal la huelga de hambre de Mario?
—Eso si no sé… No sabría decirte los alcances de ese tema. Lo desconozco.
—Pero las protestas van dirigidas contra el jefe de gobierno.
—Desconozco los alcances de la huelga de hambre en ese sentido. Es una decisión personal, y lo que hace el gobierno es lo que nos compete y hasta donde nos permiten sus familiares. No depende de nosotros la resolución del juez.
Mario tiene 21 años de edad. Le gusta leer y aspira a estudiar ingeniería, pedagogía o –después de vivir la situación carcelaria– derecho. Estudiaba en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), plantel Naucalpan. Se dedica a vender libros en algunas escuelas.
Le gusta la trova y el punk. Su canción favorita es El congreso de los ratones, de La Polla Records. Su autor favorito es Oscar Wilde, y una de las películas que más le gusta es la alemana ¿Qué hacer en caso de incendio?
Desde que ingresó al CCH comenzó a organizarse contra el porrismo y los cobros ilegales en su plantel. También protestó contra la reforma integral de la educación media superior por considerar que era un mecanismo de privatización de la educación pública. Asimismo, realizaba –junto con sus compañeros– actividades culturales.
En 2011, el grupo de estudiantes organizados en el que participa Mario tomó un salón del CCH y lo convirtió en un cubículo político. Después de 1 año y medio de trabajo, las autoridades del plantel les quitaron el espacio. Mario fue suspendido temporalmente.
En agosto de 2012, el primer día del nuevo ciclo escolar, le negaron la entrada por no portar su credencial; él argumentó que el ingreso era su derecho por ser alumno y porque su clase estaba por comenzar. Ingresó al plantel y lo detuvieron. Fue golpeado en la explanada por trabajadores.
“Ahí es cuando empieza la represión por parte de la UNAM [Universidad Nacional Autónoma de México]”, comenta su compañera Nuria Ramírez.
“Las autoridades del plantel lo persuaden para que deje de organizarse. No lo logran y lo expulsan. Sin embargo, ese mismo mes fue reinstalado debido a una movilización.”
En enero de 2013, el sistema electrónico de su escuela le informó que estaba suspendido, por lo cual no pudo inscribirse. Le explicaron que fue por tomar la dirección 1 mes antes.
El 1 de febrero se enfrentaron estudiantes del CCH contra porros y trabajadores.
“El martes 5 de febrero, alumnos intentaron tomar la dirección en contra de las agresiones sufridas: fueron detenidos por maestros, luego fueron golpeados por los porros y, finalmente, detenidos por policías del Estado de México que ingresaron al plantel violando la autonomía universitaria”, señala Nuria.
Dos meses después, el 11 de abril, Mario fue detenido al término de un foro sobre educación realizado en el CCH Azcapotzalco. Lo acusaron de robar diversos productos de la tienda Walmart que se encuentra enfrente de ese plantel. Días después fue expulsado definitivamente de la UNAM.
En menos de 4 horas fue trasladado al Reclusorio Norte. Fue sentenciado a 2 años y 8 meses de prisión por robo calificado; pero el Ministerio Público apela la sentencia para que fuera más severa. La tienda no ha presentado aún los videos que mostrarían la evidencia del robo, indica la defensa.
Mario dice que en la cárcel fue interrogado por su actividad política; maltratado física y sicológicamente por custodios y presos. “Eres de esos anarquistas que les gusta quemar policías. Aquí te vamos a curar”, le decían constantemente.
Obtuvo su libertad después de 3 meses de prisión. El juez cambió su criterio y consideró que el delito no había sido robo calificado sino robo simple. Walmart de México no presentó ningún cargo.
“En algunos medios lo acusan de liderar, desde la cárcel, la toma de la Rectoría de la UNAM el 20 de abril pasado; eso es hasta risible”, señala su pareja Nuria Ramírez.
“José Antonio Garibay de la Cruz, funcionario de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal [CDHDF], me dijo que no se podía comprobar la tortura, pues Mario no supo definir ese término cuando lo cuestionaron, que sólo la Comisión determinaba si había tortura o no.”
Nuria Ramírez considera que Elvia Trejo, también funcionaria de la CDHDF, no ha brindado la atención suficiente al caso. “Me dijo que Mario no saldría y que de nada servía la huelga de hambre”.
“Mario está llevando la lucha mas allá de lo que cualquiera de nosotros hubiera sido capaz de llevar, y lo está haciendo con dignidad; es un gran ejemplo para el movimiento anarquista a nivel mundial, y es un gran ejemplo el que nos enseña este luchador social que, a pesar de su salud, sigue de pie y seguirá”, se lee en un blog creado para expresar la solidaridad con Mario González.
Ese mensaje fue enviado desde Monterrey, Nuevo León, pero hay muestras de solidaridad de internautas de España, Argentina, Italia, Francia y de varios estados de la República en los que han organizado actos políticos y culturales por su libertad.
Los estudiantes del CCH Vallejo también se han movilizado: han bloqueado la avenida de los Cien Metros durante horas para protestar contra el encarcelamiento de Mario.
Mario responde: “Hago un llamado urgente a la sociedad: no dejemos que el Estado me deje morir aquí. Al Estado no le importa que yo muera aquí dentro. Les pido que hagamos todo lo posible y lo imposible para cambiar esta situación.
“Le expreso a la gente que no se preocupe tanto. Todavía no me muero [risas], espero no hacerlo. Todavía tengo tiempo para seguir resistiendo y para conseguir que pueda salir bajo su debido proceso. Agradezco a todos.”
También señala que lo más importante de la noticia es su posible liberación, no su posible fallecimiento.
“Mi preocupación mayor no es mi muerte, es mi libertad. Hago lo que puedo en la medida de mis posibilidades, y la huelga de hambre es de las pocas opciones que tengo acá adentro. Qué más quisiera que me sacaran como a Lucio Cabañas, el cual fue liberado por sus compañeros de la guerrilla.”
Comenta que extraña dormir en una cama; pero también a su familia, a sus amigos y compañeros. Narra que sus compañeros de celda le llevan pasteles, costillas, tacos… pero él se mantiene firme en su huelga. “Porque no tengo otra opción para luchar aquí adentro”.
“Ya no andes de mamón hijo de tu puta madre, ya come. Somos 12 mil 800 culeros, ¿crees que uno menos nos importa? Ya te vimos comer”, le insistían los custodios, denuncia.
“Responsabilizo al Estado mexicano y sus instituciones por lo que pueda pasarme. El gobierno federal, el Gobierno del Distrito Federal, los policías que me acusan, el Ministerio Público, la jueza, toda esa mafia es la responsable de que yo esté aquí.”
Considera que las autoridades de la UNAM son “cómplices” de esa mafia.
“En la agencia 54 del Ministerio Público, elementos de la policía judicial le dijeron a un compañero que el Estado tiene la capacidad para aniquilar cualquier germen subversivo. Creen que por castigarme van a callar a todos los demás. Tratan de enviarle un mensaje a la juventud, a la gente que se moviliza, a quién desafía al Estado: ‘pueden caer en un reclusorio aunque no hayan hecho nada’. La historia es el mejor ejemplo de que a pesar de su intento por aniquilarnos; no van a poder.”
—¿Te suscribes dentro de alguna ideología política?
—Sí, el anarquismo. El Estado con la complicidad de los medios de comunicación quieren hacer creer al ignorante que el anarquismo es el desorden, es el caos, cuando es justamente lo contrario. La gente que no conoce, se asusta y lo cree.
“Nos han hecho creer que necesitamos una autoridad que nos diga qué hacer, que nos gobierne; pero existen otras formas de vivir sin ser gobernado. Me niego a pagar las cuotas que se cobran al interior del penal por dos razones: no quiero contribuir a la mafia carcelaria y además, no tengo dinero.”
Se empieza a cortar la comunicación con el entrevistado. Sólo quedan 30 segundos.
Antes de despedirse, Mario se agita. “Me faltó decir que la última actividad política que realizamos fue la movilización contra los 12 puntos, que son parte de las reformas que quieren implementar en los CCH. Hasta el momento están suspendidas, pero todavía falta mucho por hacer para evitar que las reformas…”
Suena el timbre del teléfono, ha concluido la llamada.
Un día después de la entrevista con Contralínea, el 22 de noviembre, Mario González fue trasladado al hospital de Tepepan, exclusivo para reclusos del Distrito Federal. Mario había firmado un documento de no intervención con el que reafirmaba su negativa a ser trasladado a algún hospital.
“Cruz Arteaga, funcionaria de la CDHDF me dijo que supuestamente el traslado de Mario fue voluntario, pero no lo creo porque él ayer me firmó un documento en el cual rechazaba la hospitalización”, explica, preocupada, Nuria Ramírez.
Cruz Arteaga señala a Contralínea que no puede proporcionar información sobre el caso.
El 26 de noviembre se realizó la segunda audiencia de Mario en el Juzgado 19 Penal de Delitos No Graves. Por segunda ocasión los policías que lo acusan no se presentaron, a pesar de haber sido notificados.
Por tanto, la jueza negó, también por segunda ocasión, la posibilidad de que Mario lleve su proceso jurídico en libertad. Ahora tendrá que esperar al 10 de diciembre, fecha de la próxima audiencia, para conocer su situación jurídica.
“Negras tormentas agitan los aires, nubes oscuras nos impiden ver, aunque nos detenga el dolor, la muerte, contra el enemigo nos llama el deber… ¡A las barricadas! ¡A las barricadas!…”, resuena la vieja canción anarquista en el juzgado. Es entonada con orgullo por sus compañeros libertarios. Minutos después, Mario fue trasladado al hospital bajo resguardo de tres custodios que portaban armas largas.
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Fuente: Contralínea 363 / 01 diciembre de 2013
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