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Las edades siguen sin coincidir. El cartel que los monosabios levantan ante la concurrencia de La México con los datos de los astados dice una cosa y los reportes del veterinario perito Javier García de la Peña apuntan otra.
Lo declarado por los ganaderos y las revisiones post mórtem siguen sin concordar a pesar de la imposición del médico exempleado de la empresa encabezada por Miguel Alemán Magnani y regenteada por Rafael Herrerías, revelan los documentos entregados a Contralínea en respuesta a las solicitudes 0403000179014 y 04030000464, y la posterior resolución del recurso de revisión RR.SIP.1663/2014 por parte del Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales del Distrito Federal.
Cada domingo saltan al ruedo de la plaza propiedad de la familia Cosío bureles con una edad menor a la anunciada públicamente, asientan los reportes de García de la Peña.
No obstante la cercanía de García de la Peña con la empresa, las irregularidades quedaron registradas en las dos primeras temporadas de su regreso como médico perito designado por la delegación Benito Juárez tras el despido del doctor Benjamín Calva Rodríguez, quien denunciara el fraude cometido semana a semana por Productora Global EMT, de Alemán y Herrerías.
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[toggle title=”Ver/ocultar: Cargos imputados por el gobierno estadunidense a García de la Peña ” open=”yes”]
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Aunque el médico nunca, nunca, anota que algún toro estuvo por debajo de los 4 años –a pesar de los constantes reclamos por la pobre presencia de los astados–, durante los seriales 2013-2014 y 2014-2015 se repite un patrón: las edades infladas ante los ojos de la afición, después en la revisión acaba por reducir el dato, algunos meses en la mayoría de los casos, en otros la diferencia es mayor a 1 año, incluso más.
[bctt tweet=”Documentos oficiales revelan que en @LaMexicoCom inflan edades de toros”]
El médico veterinario zootecnista Javier García de la Peña tiene una larga historia como aliado tanto de la empresa de Miguel Alemán como de los ganaderos que han enviado sus encierros a la Plaza México en los últimos lustros.
Durante más de 3 décadas, García de la Peña fungió como perito para el entonces Departamento del Distrito Federal (DDF).
Habiendo luchado en el pasado contra figuras del tamaño de Manuel Martínez Ancira, Manolo Martínez, e incluso consiguiendo instaurar un laboratorio dentro de la plaza para el análisis inmediato de pitones y bocas para determinar la integridad y la edad de las reses, el profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cambió su actuación tras el retiro del eterno empresario capitalino Alfonso Gaona.
La familia Alemán tomó el control del coso más grande del mundo por impulso de Televisa y del propio Manolo Martínez en la década de 1990. Entonces García de la Peña pasó del servicio público al privado.
Su iniciación fue la ideal para los intereses de la empresa que se mantiene hasta hoy día: como perito para el DDF discutió con la Comisión Taurina, órgano representante de la administración capitalina, por la edad de los toros presentados entonces. Mientras que la Comisión aseguraba que en esa época también se lidiaban novillos por toros, él categóricamente opinaba lo contrario. Para él, la nueva empresa y los ganaderos eran honorables; tomó partido por ellos y dejó su puesto como servidor público.
Los años pasaron, y en 2001 la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia (ANCTL) demandó a los entonces veterinarios peritos Benjamín Calva y Santiago Aja Guardiola por haber denunciado públicamente que la mayoría de los moritos estoqueados en los primeros ocho festejos de la Temporada Grande 2000-2001 en realidad fueron animales de 3 y 2 años de edad, es decir, novillos y erales, y además despuntados. Un doble fraude, una doble ilegalidad, que tanto en la Ley para la Celebración de Espectáculos Públicos como en el reglamento taurino están estrictamente prohibidos, cuyas penas incluyen el retiro del permiso a la empresa.
La bronca se desató. Los veterinarios fueron amenazados de muerte (Calva, golpeado personalmente por Herrerías) y demandados por los ganaderos. El doctor en el que apoyaron su defensa los criadores acusados de enviar becerros por toros fue García de la Peña.
Incluso Javier García de la Peña firmaba como representante de la “empresa Plaza México, SA de CV,” en documentos oficiales de los cuales se posee copia.
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[toggle title=”Ver/ocultar: Copia de una de las actas de los exámenes post mortem a los astados lidiados” open=”yes”]
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El médico y exprofesor se incorporó a la industria de los anabólicos veterinarios. Como socio de las empresas Denkall Dawes Vet y Laboratorios Tornel, García de la Peña encontró una fuente de beneficios en la venta de esteroides para diversos animales, incluido el ganado vacuno. Ambas firmas fueron marcadas en 2005 por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos (OFAC, por su sigla en inglés) como parte de una red de narcotráfico y lavado de dinero.
El gobierno estadunidense señaló directamente a De la Peña, y el juez M James Lorenz, de San Diego, California, giró una orden de aprehensión en su contra el 15 de diciembre de 2005. Dos años después, los cargos en su contra fueron desestimados. El proceso contra su empresa (Denkall) se alargó hasta 2010 en un camino que incluyó la detención de uno de sus socios y un pago millonario.
“¿Y eso qué tiene que ver con mi actividad?”, pregunta, con molestia, cuando se le insiste en el tema. “Vendíamos productos a las farmacéuticas de la frontera; en Estados Unidos estaban prohibidos y nos acusaron”, cuenta en entrevista el galeno.
Después del trance Denkall vendió su laboratorio a Tornel, empresa a la que sólo “asesora en su página de internet”, asegura.
El que sea un experto en el tema no es algo que se relacione con su deber de vigilar que no se presenten novillos disfrazados de adultos. Y los anabólicos precisamente son lo que les permite a los ganaderos ahorrar tiempo.
Durante la temporada de novilladas 2013, Contralínea publicó los informes de actividades de Benjamín Calva Rodríguez correspondientes a la temporada anterior 2012-2013 en los que se reafirma que en cada tarde en la Monumental es un flagrante fraude. El médico poblano fue cortado de su puesto de tajo por la Delegación; “por seguridad”, le dijeron; que después lo volverían a llamar, le prometió el coordinador taurino de la delegación Orlando Martínez. Se le despidió y García de la Peña tomó su lugar.
El médico García de la Peña nunca ha pertenecido a la Asociación Nacional de Veterinarios Taurinos de México (Anvt), organismo del cual son parte Benjamín Calva y Santiago Aja. Hacía falta apagar el fuego desatado y De la Peña fue el elegido. “Está para venderles protección a los empresarios y nunca ha estado en nuestra asociación”, respingó entonces Pedro Martínez Arteaga, de la Anvt.
En un encuentro anterior, el médico dejó clara su cercanía con Herrerías (“el hombre más respetuoso que usted se pueda encontrar… Pará mí es un absoluto y total caballero. Me trata de maestro”) y su absoluta confianza en la honestidad del grupo de ganaderos que envían sus toros a La México (Contralínea 361).
El doctor, que llama “caterva de imbéciles” a quienes crean que en la Plaza México no sale el toro con la edad reglamentaria de 4 años y con las astas intactas, regresó a La México para dotar de credibilidad a los festejos dados por Alemán y Herrerías, su alumno.
Pero las actas firmadas por él acabaron por documentar que en la Monumental las edades anunciadas ante el público no corresponden con las que él mismo verifica después. Sin darse cuenta, el amigo de la empresa reveló que en el coso de Insurgentes las edades de los astados siguen sin coincidir.
“Los diagnósticos que se indican son producto de la observación directa, tanto de mandíbulas como de las encornaduras. Las pruebas ordinarias nos indican con precisión los datos que en este escrito se expresan”, rubrica cada acta el doctor Javier García de la Peña.
No obstante lo asentado en cada documento –de los cuales Contralínea posee copia– el propio García de la Peña explica que una diferencia de meses (3 o 4) entre lo anunciado y la revisión dentaria es razonable. No así una disparidad de más de medio año ni mucho menos superior a 1 año. “Eso lo sabe cualquier zootecnista”, dice en entrevista.
Mientras que los anteriores veterinarios ejercían bajo una permanente amenaza de agresión por parte del personal de la plaza o del propio Rafael Herrerías, García de la Peña permanece tranquilo en su burladero al pie de la puerta de picadores y baja después al rastro de la plaza, pues la empresa cerró el laboratorio que para tal efecto existía.
Tras el despido de Benjamín Calva y Santiago Aja, García de la Peña se quedó como el único perito asignado por la delegación para vigilar los encierros enviados a La México, los cuales, según sus revisiones, mínimo cumplen con la edad reglamentaria, por lo que el dato más bajo anotado es el de 4 años cerrados, lo cual se repite en la mayoría de las corridas. Asimismo, asienta que todas, todas, las encornaduras estaban “íntegras”. Es decir, todo legal, nada hay de chueco en La México, como lo señalan aficionados tanto de acá como del otro lado del Atlántico.
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[toggle title=”Ver/ocultar: Datos dispares de las temporadas grandes 2013-2014″ open=”no”]
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[toggle title=”Ver/ocultar: Temporada 2014-2015 ” open=”no”]
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[toggle title=”Ver/ocultar: Temporada 2013-2014″ open=”no”]
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La disparidad entre lo anunciado en los carteles que muestran los monosabios y registrado después es un descubrimiento involuntario del médico amigo de la empresa.
Desde la corrida de la inauguración de la Temporada Grande 2013-2014 los datos inflados estuvieron presentes en los moritos de Barralva, dehesa queretana propiedad de la familia Álvarez Bilbao, socia de Miguel Alemán y Herrerías públicamente por medio de Pablo Álvarez, apodado Palillo. Es decir, otro hierro de la casa.
En la primera corrida de la primera temporada de la reivindicación tras la publicación de los informes de Calva Rodríguez, Arturo Saldívar lidió a Laurito, número 26, anunciado con 5 años y 9 meses; edad que después el veterinario bajó a 5.
No fue la única vez que tal discrepancia apareció en los toros de Barralva. Es más, es algo ocurrente en los resultados de la vacada con la divisa azul, gualda y rosa:
En la séptima de aquella temporada 13-14, Madrilito, marcado con el 18, y estoqueado también por Saldívar, pasó de los 5.2 años en el cartel a los 4 cerrados en la posterior revisión, una diferencia de 14 meses. En la 2014-2015 también abrió el serial; el séptimo toro, Comosiempre, número 4, regalado por Morante de la Puebla, fue anunciado con 5 años y 7 meses pero después bajó a 5; en la quinta saltó un sobrero de los Álvarez de nombre Revivex, también herrado con el 4, para Octavio García, Payo: 5 años y medio presumía la tabla, después el galeno apuntó que en realidad tenía 1 año menos.
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[toggle title=”Ver/ocultar: Orden de arresto contra el médico veterninario” open=”yes”]
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Valparaíso, de Ignacio Pliego y Victoria Rivera Llaguno, lidió siete astados la tarde del 8 de diciembre de 2013. El problema no fue que todos resultaran con los apenitas 4 años mínimos, sino que el 81 y el 51, Cachetón y Navajito, respectivamente, los anunció como si hubieran tenido 5.4 y 5.8 años; a los marcados con el 24 (Bodeguero/Mandela), 14 (Pardillo) y 21 (Canelito) De la Peña les bajó medio año de edad.
Ferruco, 90, de Los Cues, de Ángela Garfias y Raúl Lebrija, saltó al ruedo con supuestos 5 años y 3 meses; también bajó al piso de los 4 años. La Punta, de los hermanos Pedro y José Vaca Elguero, envió a los toros Aniversario, número 62, y Pelotari, con el 24, registrados con 5 años y 9 meses; ambos se quedaron con “4.6 años”, edad en la que se quedó el encierro completo que mandó para la novena corrida de la 14-15.
La ganadería de Fernando de la Mora registró a Ojosmíos, número 43, con 5 años y 1 mes, pero después bajó al mínimo de “4.0 años”, como el resto de la corrida de aquel 5 de febrero de 2014, aniversario de la plaza; así como la que envió 1 año después para el decimocuarto festejo de la temporada siguiente.
En la segunda tarde del serial 2014-2015, Paloderosa, herrado con el 6, de La Estancia, de Alejandro Martínez Vértiz, fue anunciado con 5 años y 9 meses; el veterinario le quitó esos 9 meses, tiempo promedio de gestación de la res brava. De igual forma Legionario, número 690, de José María Arturo Huerta, fue anunciado ante la afición con 5.5 años, pero el médico lo dejó en 4 años y medio nada más.
En la corrida de aniversario del 5 de febrero de 2015, La Joya, de José González Dorantes, presentó tres astados con supuestos 5 años y 1 mes exactos; dos de ellos (Jugador, 105, y Desafío, 95) no pasaron de los “4.6 años” para el benévolo veterinario.
“Lo que lidia el ganadero a mí no me interesa”, responde García de la Peña cuando se le pregunta si ha notado tal disparidad entre lo anunciado y lo registrado por él. “Eso es lo que a mí me da de edad dentaria y ya. ¿O quiere que diga lo que dice el ganadero?”, añade con molestia.
En un contexto en el que frecuentemente los aficionados se quejan por la escasa presencia del ganado que se lidia en La México, siempre bajo la sombra de presunción de fraude, los “4.0 años” que rayan en la legalidad cuelgan de la mayoría de los hierros en los reportes de Javier García de la Peña de las temporadas grandes 13-14 y 14-15: Barralva, Julián Hamdan, D’Guadiana, Marrón, Marco Garfias, Xajay, Fernando de la Mora, Valparaíso, Los Cues, La Punta, Montecristo, San Isidro, La Soledad, Lebrija, Rancho Seco, Teófilo Gómez y Monte Caldera; entre ellos también se encontró el hierro tlaxcalteca de De Haro, cuyo encierro completo (ocho toros) fue marcado por el veterinario con los mismos “4.0 años” a pesar de haber sido señalado, por comportamiento y presentación, como uno de los mejores en los últimos años, en una tarde en la que Federico Pizarro bordó al bravo Gonzalero, número 83.
—Si tú me preguntas que si salen novillos por toros es imposible. ¡No pueden salir novillos por toros! Y qué… ¿en las novilladas salen becerros? ¡Por favor! Ahí están las pruebas: la gente, el público asistente, ¿tú crees que es tan tonto para permitir eso? ¡No! Nosotros como autoridad de entrada no lo permitimos, y yo sí lo digo y lo subrayo categóricamente: que no se lidian en temporada grande novillos y que en temporada novilleril no se lidian becerros.
—Y despuntados…
—No, no, no. ¡Despuntados nunca! Y eso es una acusación muy delicada porque ni un sólo toro que se lidie para matadores de a pie sale despuntado. Lo dice el reglamento.
“Todos los toros que se lidian para matadores de a pie no salen despuntados. Noooo, eso no lo permite la ley. Cómo voy yo a permitir eso. Nooo. Y no sólo yo, los jueces de plaza no lo permiten, están al pendiente.”
Aclaración: Quien habla no es la autoridad de Bilbao, ni de Pamplona o Nimes, ni siquiera de Guadalajara –donde hace poco se castigó a una ganadería por enviar toronovillos–; el funcionario que asevera que en la plaza que él vigila todo se hace recto y honesto tampoco es de Madrid ni el encargado de la Maestranza de Sevilla. Es Orlando Rafael Martínez Martínez, servidor de la delegación Benito Juárez responsable de verificar el cumplimiento del reglamento y la ley que normativamente garantizan la categoría de la Plaza México, vilipendiada en todo el mundo taurino por lo que temporada a temporada se da en su ruedo, por colusión de toreros, ganaderos, empresa y autoridades.
El político panista asegura que él y su equipo están trabajando por el bien de la fiesta, que su labor está dedicada a la afición. Eso dice sin pestañear en su oficina, entre cuya decoración taurina resalta un portarretratos en su escritorio; no con la imagen de su madre ni de Jesucristo –de quien es ferviente devoto–, sino de Rafael Herrerías, el empresario al que debería vigilar.
La fotografía enmarcada de él, sonriente en un burladero al lado del “doctor” y de Gonzalo Martínez, “veedor” de la empresa, ornamentan el espacio cuando afirma que la honorabilidad del espectáculo que se da en la plaza más grande del país está asegurada:
“El público debe estar completamente tranquilo que sus autoridades trabajan para el público. Aquí no es de nos vamos a lavar las manos. No somos Poncios Pilatos. No. Nosotros, literal, agarramos al toro por los cuernos. Nos apostamos, vemos.
“Cuando los toros no den el peso los regresamos. No ha pasado: todos los toros han cumplido con la edad, y han cumplido con el trapío y han cumplido con el peso. Eso sí te lo puedo garantizar, porque si hay un toro que no cumpla nosotros lo regresamos.”
Para el coordinador taurino la disparidad entre las edades anunciadas y las reportadas por el veterinario oficialmente designado por él no es un tema que se deba resaltar, no obstante que hay casos en los que la diferencia es mayor a 1 año.
—Ha notado que las edades no coinciden…
—¿No coinciden qué edades de qué? –evade con un ademán y pregunta frunciendo el ceño.
—De los toros.
—Ajá. ¿Pero en qué no coinciden?
—No coinciden en lo anunciado en la plaza y en el reporte del doctor Javier García de la Peña –se le insiste.
Martínez Martínez aspira, tensa la cara, se apoya en el escritorio desde el que Herrerías lo observa e instruye al reportero, remarcando cada oración:
—Tenemos que situarnos en algo: las edades que revisamos son mandadas por la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia. Nos mandan el registro de nacencias. Seguuundo: en base (sic) a esa edad, nosotros colocamos en los carteles que sale el monosabio a exhibir, es la que exponemos. Teeerrcero: habrá que modificar la ley, porque el examen post mórtem para verificar las edades se hace hasta muerto el toro.
“Si la ley nos permitiera revisar previo a que se registraran los animales en el registro nacional ante la ANCTL, si la ley nos permitiera ir a corroborar lo haríamos. Pero la ley nos dice que hasta que se muera el toro –ironiza–. Ahora, eso de las disparidades. Tú te estás yendo muy lejos: ¿por qué? porque pueden ser 4 años 1 día lo que nos reportó.
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[toggle title=”Ver/ocultar: Reducción de edades” open=”yes”]
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—No se habla de 1 día… –se le acota, pues la edad del ganado se determina y marca por meses.
—Es un ejemplo… y segundo: a lo mejor el examen arroja que fue 4 años 0 días. ¿Qué estamos hablando? Es un tema no de la autoridad, es un tema de los ganaderos. Con nosotros están cumpliendo con la edad reglamentaria. Si varía por día, por meses, hermano, nosotros estamos dando fe de que cumple con la edad reglamentaria.
—¿Pero lo ha notado? –se le repite.
—La disparidad… pues no porque todas [las edades] cumplen. Todas coinciden. […] Tooodos cumplen cooon laaas edaades… coon laa edaad reglamentaaaria –responde sin ocultar su molestia, pues, explica, mientras los animales aparezcan con más de 4 años basta para cumplir.
Además, agrega, “no es recurrente la disparidad: No nos salgamos de la realidad. Cumplen los toros. Ésa es la realidad. No nos salgamos de contexto. No señor: no hay disparidad. Cumplen con la edad reglamentaria y punto. A pie juntillas cumplen todos los toros”, subraya ante el bigote blanco de Herrerías enmarcado a su lado.
Decir lo contrario “es una acusación muuuy delicada, y es una acusación ¡falsa!, ¡falsa!”, remacha.
Sobre el caso del médico Javier García de la Peña, el comercio de anabólicos y el problema sufrido con el gobierno de Estados Unidos, Orlando Martínez se desmarca asegurando que al nombrarlo como veterinario perito no sabía nada de nada, y que además no es un asunto que tenga que ver con la Coordinación a su cargo.
—¿Sabía del caso de De la Peña?
—No, no teníamos conocimiento.
—¿Y hasta el día de hoy no tiene conocimiento? –se le pregunta, pues el asunto se hizo público desde entonces y Contralínea tocó el tema en su edición 361.
—No tenemos conocimiento.
—Pero usted me acaba de decir que lee con sumo cuidado lo que publicamos. ¿No está enterada la Coordinación?
—Tú escribes una cosa. De eso a que sea verdadero dista mucho.
—Entonces sí conoce el tema…
—Pues no lo conozco. Si tú me estás preguntando que si cuando nosotros designamos al doctor Javier García de la Peña como médico perito adscrito a la Delegación Benito Juárez teníamos conocimiento de que tuvo empresas [de venta de esteroides]… no teníamos conocimiento.
“Y bueno… Es que esas acusaciones que tú haces…
—Yo no las hago. Las hizo el gobierno de…
—…que tú haces y que si hubieran sido así el gobierno de Estados Unidos y el gobierno federal [mexicano] debieron haber actuado en contra. No es mi función. Yo no soy PGR [Procuraduría General de la República] ni soy la estancia correspondiente para sancionar al doctor García de la Peña.
El currículum taurino es lo que importó y nada más, explica. “Si el doctor de la Peña tuvo en determinado momento esos detalles, él los debió haber resuelto. Cuando llega con nosotros, el doctor de la Peña merece todos mis respetos y todo mi reconocimiento como médico veterinario taurino, que es lo que a nosotros nos interesa para estar robando la edad, el trapío, que deben cubrir los toros. Lo demás, pos si el doctor tuvo algo que ver, pues ya [será con] las instancias correspondientes”.
—¿El que comercie o haya comerciado anabólicos veterinarios a la Coordinación le importa?
—¿Y en qué le puede afectar a la Coordinación Taurina?, ¿qué el doctor va a ir a alimentar a los toros? –responde con sarcasmo el funcionario.
Y es que ni la ley ni el reglamento hablan de verificar que los toros estén libres de sustancias relacionadas con el desarrollo artificial, revira Martínez.
“El doctor tiene que vigilar que los toros no hayan sido objeto de manipulación alguna. ¿Ahí hay anabólicos? No, señor. El doctor debe constatar que cumpla la edad con lo que nos mandan los ganaderos, ¿y qué ahí también tiene que ver el tema de anabólicos? No, señor, no. Y si el doctor ve que se utilizaron anabólicos nos lo hace saber.
“Hoy lo digo a pie juntillas que ni un ganadero de los que ha lidiado toros en la plaza México ha utilizado anabólicos. Lo digo. Pero también no se vale satanizar con acusaciones pasadas al doctor García de la Peña.
—¿Han realizado análisis médicos para sustentar lo que me acaba de decir: que no se utilizan anabólicos o sustancia alguna?
—En los exámenes post mórtem el doctor tiene la obligación de revisar a los toros.
—Pero los exámenes son visuales. Para detectar un tipo de sustancia debería hacerse un examen clínico.
—Pues mira: el doctor García de la Peña conoce la forma en la cual los anabólicos se pueden ser digeridos por los toros.
“El doctor García de la Peña conoce, y no sólo desde mi punto de vista sino de muchos actores de la fiesta brava, conoce el tema taurino. Sabe cómo es el comportamiento de un toro, me atrevo a decir, cuando le están metiendo anabólicos. Así. El doctor hace los exámenes de edad dentaria, edad ósea y abre los estómagos de los toros para revisar que no exista algún alimento que haya variado el comportamiento del toro.
“Es catedrático de la Facultad de Veterinaria de la máxima casa de estudios, y que en determinado caso en el que pueda haber un tema de esos yo no dudo en que el doctor nos diría ‘vámonos a los laboratorios de la UNAM’. Pero hasta ahora no ha habido necesidad”, finaliza, remarcando que su coordinación es la garante de que en La México simplemente no se da fraude alguno.
Mauricio Romero, @mauricio_contra
[BLOQUE: INVESTIGACIÓN][SECCIÓN: CONTRAGOLPE]
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