Cuatro son los peligros más graves y comunes que enfrentan los menores de edad que navegan en internet sin supervisión de adultos: cyberbullying, grooming, sexting y robo de identidad. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 74 millones de mexicanos tienen acceso a internet, de los cuales el 26.5 por ciento son niñas, niños y adolescentes.
La doctora en psicoterapia Nancy Steinberg, pionera del movimiento Prohibido Castigar, señala que muchos de esos menores quedan a la deriva de un gran cúmulo de riesgos. Pero en especial señala esos cuatro.
El cyberbullying es el acoso que ya no sólo se efectúa en los salones de clases sino también por internet, y ése es “a pasto”, es decir, sin límite y fuera de control, lo cual trae como consecuencia el suicidio porque simplemente no pueden ya enfrentar el abuso del que están siendo objeto, asegura la experta.
El grooming se refiere a “engatusar” y es cuando un adulto se hace pasar por un menor de edad y se hace “amigo” de un niño o una niña por las redes sociales y lo “acicala” hasta convencerlo de salir, por ejemplo, por un café. Al concretar esa salida desemboca en situaciones nada favorables, expresa la terapeuta y remarca, con angustia: “estamos hablando de un adulto que está engañando a un niño, a una jovencita, para obtener un beneficio personal. Es terrible lo que te estoy contando”.
Respecto del sexting, indica que se refiere a compartir contenido sexual. Entre parejas eso es muy común “y está chido” pero, ¿qué pasa cuando la situación se vincula con el grooming? Un adulto que se hace pasar por un joven y “engatusa” a una joven para que le pase fotografías desnuda y luego la chantajea para no publicarlas, entonces el problema con el sexting es compartir imágenes o textos de contenido sexual sin consentimiento, con el objetivo de incomodar, molestar y chantajear.
En cuanto al robo de identidad, la doctora subraya que ocurre debido a la existencia de un montón de páginas en internet que piden datos como el nombre, la dirección, la edad, la tarjeta de crédito, etcétera, y los menores de edad dan toda su información hasta que estas aplicaciones ya saben todo y se hacen pasar por ellos concretando así el robo de identidad.
“Lo más grave de todo esto es que estas situaciones realmente suceden, y que no sólo los niños también los adultos están en riesgo, por ello yo hago la invitación a que los padres tomen conciencia de que esto ocurre, le hagan llegar el mensaje a sus hijos de que si algo de esto les ocurre les informen, porque muchas veces los niños están viviendo esto pero se crea una especie de secreto entre ellos y no dicen nada”, asevera la psicóloga.
En el Módulo sobre Ciberacoso (Mociba) 2017, el Inegi reportó que de la población usuaria de internet, el 16.8 por ciento declaró haber vivido, en los últimos 12 meses, alguna situación de acoso cibernético. La prevalencia por sexo es diferencial, siendo ligeramente mayor para las mujeres con 17.7 por ciento, mientras los hombres que se vieron afectados fueron el 16 por ciento.
La experta Nancy Steinberg explica la importancia de que los padres dejen claro a sus hijos que en caso de experimentar alguno de esos problemas pueden acudir con un adulto para buscar ayuda y que ese adulto es precisamente el padre o madre. “Esto se les debe enseñar desde que los niños están pequeñitos, y claro que si el hijo acude a ti, ¡no es para que le revientes el espíritu y lo castigues, sino para que te conviertas en el vehículo de la solución! Quizá estoy sonando más apasionada de lo normal, pero me enoja porque esto ocurre y todos somos vulnerables, por eso se debe estar muy atento a lo que puede suceder”.
Los peligros de que los menores naveguen en internet sin ningún criterio de protección van más a allá de esos cuatro. La doctora Steinberg explica que otro de los riesgos es que, por el abuso de la tecnología, el desarrollo social de los menores se pueda ver afectado.
“Si ellos en lugar de ir al cine, a bailar, ir al parque a patear la pelota o trepar los árboles, lo que sea, prefieren estar en casa con sus aparatos móviles, no considero que sea lo más sano porque están dejando la interacción con las personas. Es ahí donde los padres deben actuar y acotar los tiempos que pasan en internet”.
Al respecto, sugiere que cuando las familias van a desayunar, comer o cenar, “que son los momentos en los que pueden convivir, dejen todos su celular, los pongan en vibrador o los apaguen, y por lo menos durante ese rato no los utilicen. Es una hora para platicar […]. Quiero recalcar que tampoco se trata de que se convierta en un interrogatorio para los hijos, sino de compartir: que tú les cuentes cómo te fue y que ellos te cuenten cómo les fue, etcétera, sin cuestionar”.
También recomienda a los padres utilizar aplicaciones que sirven para restringir
las páginas a las que pueden acceder las niñas y niños, como una medida inmediata para dar solución a los problemas, y enseñarles a utilizar a los menores de edad la tecnología.
Steinberg expone que el movimiento que creó llamado Prohibido Castigar no se refiere a dejar que hagan lo que quieran; “se trata de enseñarles a tus hijos a cuidarse sin necesidad de castigarlos. En este caso, a hacer un uso racional de la tecnología, porque no se trata de decirles: ‘si no dejas el celular no puedes sentarte a comer con nosotros’; en lugar de ello es acercarte a dialogar con él y decirle que usen ese espacio para estar juntos y compartir. ‘Todos por igual dejaremos el celular: tú dejas el teléfono y yo también’. Se trata de modelar el ejemplo”.
-Que los niños estén tan expuestos a estos riesgos, ¿es por falta de una regulación del contenido de internet por parte de las autoridades, a que los maestros promueven que se use el celular incluso en los salones de clases, o por falta de atención de los padres?
-Definitivamente es una combinación de los tres. Creo que esta situación es algo que se nos está saliendo de las manos simplemente porque no sabemos cómo detenerlo. Las soluciones empiezan por acciones individuales. Primero se debe empezar a hacer consciencia sobre cómo usas tú el celular, y luego le das información a tu hijo y le das el modelo a seguir; porque además si tú no le dices las cosas se las va a decir alguien más, mejor tú mismo dile a tu hijo toda esta información, incluyendo la de contenido sexual, a que permitas que alguien se la diga de forma grotesca y poco respetuosa. Los padres deben ser el vehículo por el cual aprender a cuidarse.
“Ahora con respecto a los maestros, yo no creo que sea buena idea que los maestros les dejen estar usando el celular. Sé que ahora ya a través de tabletas les piden las tareas, pero en tal caso el maestro debe también enseñarles a hacer un uso responsable de estos aparatos y preparar clases inteligentes que compitan con todo lo que ya pueden aprender y encontrar ellos en internet. La verdad es que prácticamente deben hacer magia para darles información a los niños y niñas y hacer un manejo creativo de lo que tienen a su disposición, ya sea lo tecnológico y lo no tecnológico.”
Finalmente, en el tema de la regulación de los contenidos, la doctora Steinberg observa que las estadísticas del Inegi sobre la cantidad de niñas, niños y jóvenes que acceden a internet “es un foco rojo para decir esto está ocurriendo. ¿Y qué debemos hacer?, primero, tener información fidedigna y bien fundamentada de nuestro país para comenzar a actuar, porque además ellas [las autoridades] deben tomar en cuenta que las medidas que se hagan no pueden aplicarse para cualquier nivel socioeconómico: es muy diferente el contacto que tiene un niño de la ciudad con la tecnología a un niño de zona rural que, quizá, sólo tiene acceso durante una hora y el que tiene acceso las 24 horas. Entonces si se va a hacer una regulación debe ser bien informada y estratificada. Esto debe ser un trabajo en equipo y todos debemos estar siempre alertas”.
De acuerdo con la Mociba 2017, por entidad federativa la mayor prevalencia de ciberacoso se registró en Tabasco, con un 22.1 por ciento; seguido de Veracruz (21.8 por ciento), Zacatecas (21.4), Guanajuato (20.3), Aguascalientes (20.3), e Hidalgo (20.1); y en el extremo opuesto se encuentra Sinaloa con 12.3 por ciento.
Viridiana García
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