Thalif Deen*/IPS
Organización de las Naciones Unidas, Nueva York, Estados Unidos. Los actuales conflictos militares que han desgarrado a Oriente Medio, y en especial a Irak, Siria y Palestina, dejaron varias víctimas civiles, en particular en los sectores más vulnerables: mujeres, niñas y niños.
La guerra civil de Siria, que avanza hacia los 4 años, es el conflicto que ha dejado un mayor número de víctimas, seguido del devastador ataque de Israel contra el territorio palestino de Gaza, que duró 50 días y terminó en agosto pasado.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que monitorea el campo de batalla, estimó que murieron más de 6 mil mujeres y más de 9 mil 400 niños y niñas hasta fines de agosto. Pero el total de víctimas fatales desde el comienzo de la guerra, en marzo de 2011, supera las 190 mil.
En ese contexto, la Red Internacional de Acción de la Sociedad Civil (ICAN, por su sigla en inglés) realizó una conferencia de 5 días en Turquía, que concluyó el 11 de noviembre y que se concentró en dos de los mayores desafíos que afrontan las mujeres, en especial en Oriente Medio: el extremismo y el militarismo.
“Este año que pasó, nuestras contrapartes han afrontado desafíos inconcebibles, desde violencia por motivos políticos y religiosos, pasando por graves dificultades económicas, hasta el cierre de espacios públicos”, precisó ICAN.
Entre los participantes del encuentro hay más de 50 mujeres activistas de 14 países de Oriente Medio, África del Norte y Asia meridional, incluidos Egipto, Irán, Irak, Palestina, Tayikistán, Libia y Yemen.
Al subrayar la importancia de la reunión, Sanam Anderlini, una de los fundadores de ICAN, dice a Inter Press Service (IPS) que es la primera vez que mujeres de la región se encuentran para hablar de sus experiencias desde que en Oriente Medio ocurrieron tres acontecimientos significativos: el surgimiento del Estado Islámico, el bombardeo de Israel contra Gaza y las elecciones tunecinas.
Lo más importante, remarca, es que el encuentro se concentra en las estrategias y las perspectivas de las mujeres con respecto de la crisis actual, así como en las soluciones a los problemas de la propagación del extremismo y del militarismo estatal.
ICAN divulgó un comunicado el 5 de noviembre pasado en el que señala que las mujeres siguen excluidas de los espacios internacionales de decisión y de los medios, pese a las disposiciones de la histórica resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU sobre mujeres, paz y seguridad.
Entretanto, la baja representación de las mujeres (tres de los 14 integrantes) en un nuevo panel de especialistas de la ONU sobre operaciones de mantenimiento de la paz generó duras críticas.
Stephen Lewis, exsubdirector ejecutivo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por su acrónimo en inglés), se quejó de la marginación de las mujeres en un panel tan importante, que presidirá el expresidente de Timor Oriental, José Ramos-Horta.
En una carta dirigida al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, los directores de AIDS-Free World, el propio Lewis y Paula Donovan escribieron: “Es necesario revertir esta tendencia. La equidad de género que usted dice defender sólo podrá alcanzarse con la designación de ocho mujeres más en el panel.
“Si un panel de ese tamaño le parece complejo, entonces algunas de las personas que designó deben dejar sus asientos a mujeres calificadas para poder lograr un equilibrio”, propusieron.
“Si deja las cosas como están, este panel será un testimonio de la enorme e insalvable hipocresía entre las acciones y la retórica de la ONU”, criticaron.
“Nos esforzamos al máximo por lograr la equidad de género y el equilibrio regional en estos grandes paneles, y a veces es una cuestión de disponibilidad”, explicó. “Pero cuando cometemos un error, tienen toda la razón, es un número muy bajo, tendremos que mejorar”, añadió.
El 31 de octubre se conmemoró el 14 aniversario de la resolución 1325, que subraya la importancia de una participación igualitaria de las mujeres y su implicación en los esfuerzos de mantenimiento y promoción de la paz y la seguridad.
También urge, antes que nada, a aumentar la representación femenina en todos los niveles de decisión en instituciones nacionales, regionales e internacionales y en los mecanismos de prevención, manejo y resolución de conflictos.
Al ser consultada si la resolución 1325 ha tenido algún impacto en la seguridad de las mujeres en zonas de guerra, Anderlini dice a IPS que la situación varía de un país a otro. En Sudán del Sur, por ejemplo, la organización no gubernamental Peace Force capacitó a varios grupos femeninos para distribuirlos en todo el país.
En Filipinas, indica, las mujeres reclamaron y crearon un grupo civil exclusivamente femenino de monitoreo del cese del fuego.
“Marcan una diferencia porque prestan atención a la seguridad de los civiles asegurándose que las personas tengan un corredor humanitario seguro”, apunta Anderlini.
También dice que, en general, la ONU y los Estados miembros no han hecho todo lo que podrían hacer. Por ejemplo, dice, India desplegó una unidad femenina para el mantenimiento de la paz en Liberia.
Otros países podrían hacer algo similar.
“Sin duda ayudaría a disminuir el riesgo o la incidencia de abusos sexuales de mujeres locales por parte del personal de mantenimiento de la paz”, subraya Anderlini.
Thalif Deen*/IPS
*Editado por Kitty Stapp/Traducido por Verónica Firme
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