Noche en Pie: irrumpen de nuevo los estudiantes franceses

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Luis Josué Lugo*

En un país donde los jóvenes son los principales afectados por la contracción de empleo y las políticas de austeridad, se desarrollan las protestas más intensas que se viven actualmente en Europa. Están educados y tecnologizados, crean sus propios medios de comunicación y se asumen herederos del mayo de 1968

Era la ajetreada década de 1960. Olas de manifestantes juveniles se levantaban alrededor del mundo: México y Tlatelolco, Praga y la protesta contra el “socialismo vulgar” y por supuesto Francia, la tierra de la “democracia, igualdad y fraternidad”, que hacía patente su tradición revolucionaria al tomar las calles y reclamar diversos derechos en la “primavera francesa”.

En las fotos que ilustran el hecho se puede obeservar a miles de jóvenes, pero también a intelectuales de la talla de Michael Foucault y Jean Paul Sartre. Y precisamente, este autor existencialista, pareja de Simone de Beauvoir, y aportador de una filosofía que pondera vivir el presente para sentir la existencia con todo el peso de la angustia para transformar la sociedad en que se vive, es quien con optimismo asegura que para ese momento y contexto el foco revolucionario no son los proletarios como aseguraba Marx, o los indígenas, como señalaron Mao Tse Tung o Juan Carlos Mariategui, sino los estudiantes.

Aspecto que poco a poco, al irse diluyendo dichos movimientos, fue olvidándose entre las letras de una nostálgica historia para las izquierdas a nivel mundial. Pero que, en el posterior devenir de la historia, se seguiría haciendo presente con más movilizaciones: desde México y hasta Francia. Por eso, no sorprende que hoy uno de los temas que más llaman la atención en medios internacionales sea la emergencia de otro movimiento de estudiantes en Francia, denominado Nuit Debout (Noche en Pie), y cuya lucha va contra la reforma laboral y que, según palabras de sus dirigentes, intentará emular al 15M (15 de marzo) español, conformado en 2011.

Pero, ¿qué hay de diferencia entre los actuales estudiantes y los que Sartre consideraba el foco revolucionario en la década de 1960? ¿Cuáles son sus alcances  y límites?

Breve contexto de Nuit Debout

Nuit Debout (Noche en Pie) emergió tras la propuesta de una reforma laboral en Francia. Parece tener referentes de movilizaciones recientes, como el Ocuppy Wall Street, el 15M e incluso el #YoSoy132. Toman las plazas, son gestadas por nuevas organizaciones y no por las viejas militancias de izquierda, funcionan por asambleas y utilizan las tecnologías para difundir y propagar sus mensajes (en este caso, con la incorporación de Periscope).

Su reivindicación es en defensa de los derechos laborales contra un gobierno que se dice de izquierda, sobre todo, en contra de los privilegios que la reforma brinda a las empresas. Cabe decir que dicha ley coadyuva a la generación de despidos colectivos (también en empresas sin pérdidas económicas), además de que acorta el periodo de cobro de la indemnización de 1 año a 6 meses y legaliza los aumentos de jornada hasta las 12 horas diarias y las 40 horas semanales para los contratos de aprendizaje.

Ante esto, las movilizaciones comenzaron desde el 9 de marzo. Acudieron alrededor de 225 mil y 500 mil manifestantes. En su mayoría se trató de estudiantes. Los convocantes fueron jóvenes de la Unión de Estudiantes de Francia (UNEF, por su sigla en francés). Además de las protestas, cerca de 90 institutos y facultades se fueron a huelga. El economista Fredéric Lordon, uno de los principales impulsores del movimiento, dijo: “Agradeceremos a la ley El Komri [la reforma laboral] que nos hace salir de nuestro letargo político”. Con ello, queda claro que si bien, la reforma fue el elemento detonador de la acción colectiva, el descontento se venía arrastrando desde tiempo atrás; sobre todo contra el contubernio de la clase política y empresarial.

De este modo, para el 17 de marzo, de nuevo jóvenes son quienes toman las calles. Ahora ya son 115 institutos en huelga. Destaca que se suman estudiantes de secundaria a la protesta. Precisamente, una agresión de la policía a un adolescente de 15 años genera una profunda indignación que culmina con el arresto del policía.

Ya para el 1 de abril, los manifestantes intentan tomar la plaza pública de París. En los medios internacionales se destaca que los participantes señalan su intento por ser otro 15M. Los antidisturbios los desalojan. Algunos comparan la situación con lo que pasó en la Plaza de España, cuando surge el 15M y son reprimidos por las fuerzas policiales.

Los estudiantes siguen al frente del movimiento, y quienes los respaldan son sindicatos contra la reforma como la Confederación General del Trabajo (CGT), Fuerza Obrera (FO) y Solidarios Expresión Económica, que pese a sus fraccionamientos, intentan apoyar, pero en la periferia de la movilización. Destaca que se le da nombre al movimiento: Nuit Debout (Noche en Pie). Funcionan mediante asambleas y también discuten la necesidad de una democracia más participativa.

Este día marca un hito en el movimiento, pues a pesar de tener casi un mes movilizándose, para los participantes es el momento en que nacen. Dicen que han asaltado el calendario, pues emergieron el 1 de abril, al que nombraron 32 de marzo. Así, cada que pasa un día lo siguen contando en función de esa tendencia.

El 6 de abril de 2016 las movilizaciones continuaron. Los indignados franceses desean que se expanda la semilla de la movilización. Se trata de la quinta protesta. Apelan a la movilización pacífica y organizada. Según cifras oficiales, se estiman 3 mil 409 movilizados. Estudiantes y sindicatos coreaban: “Ya tenemos suficiente de esta sociedad, que sólo siembra paro y precariedad” o “Contra los que quieren que trabajemos los domingos, resistencia”.

De tal forma que para el 7 de abril suman un logro más: se expanden hacia Bruselas y más allá de la ciudad parisina: Toulouse, Nantes, Rennes y Estrasburgo. Finalmente, el 8 de abril se lanzó una convocatoria para la marcha del sábado 9 de abril: “otra noche en pie”. A ésta, se suman ciudades como Lisboa, Madrid y Berlín con el objetivo de plantear una nueva huelga general para el 26 de abril.

El movimiento francés como novísimo movimiento social

Cuando uno lee en diversos medios, mencionan que los indignados franceses nacieron de forma espontánea. Como si de un día para otro los jóvenes se politizaran y salieran a protestar a las calles por sus derechos sociales. Cuando lo cierto es que estas protestas se han ido generando desde el movimiento altermundista, en donde se cuestionó a la globalización económica, y todas las consecuencias: sociales, ecológicas y políticas, que atraería, cuya realidad hoy se está haciendo presente.

De ahí, para pensadores como José Candón Mena, autor del conocido libro Toma las Calles. Toma las redes, se derivan los novísimos movimientos sociales, que combinan las demandas económicas de los primeros movimientos obreros, con propuestas de carácter cultural, cuya emergencia fue evidente con los nuevos movimientos sociales emergidos en la década de 1960, por ejemplo, el Mayo Francés.

La idea es que los primeros movimientos obreros no consideraban a la cultura, pues pensaban que cuando se modificara la estructura económica, temas como el género o lo ecológico se resolverían. Mientras que los nuevos movimientos sociales, tal como mencionan pensadores como Eric Hobsbawm y Alain Touraine, se focalizaron en reivindicaciones, casi siempre de tipo cultural, pues les tocó vivir el auge del Estado de bienestar.

Al caer el Estado de bienestar y emerger el neoliberalismo, los movimientos vuelven a retomar las demandas económicas, pero combinándolas con acciones culturales. Entonces, la protesta de los jóvenes franceses en las calles, tiene una ineludible relación con el neoliberalismo.

Es decir, dichos jóvenes protestan contra la reforma laboral que lanzó Francois Hollande, primer ministro francés, la cual se ajusta a una serie de reformas que recortan los derechos sociales y apelan cada vez más, como señalan especialistas tales como Delia Crovi o Perry Anderson, a un Estado mínimo; es decir, que cada vez interviene menos en impulsar políticas para la sociedad, privilegiando a las empresas y a intereses privados.

En este sentido, resulta revelador que de acuerdo con un sondeo publicado el 3 de abril por Orange e i-Tele, el 72 por ciento de los menores de 35 años apoyan las protestas contra la ley del trabajo. No resulta sorprendente, pues según el reporte publicado sobre la pobreza y desempleo de los jóvenes, por el think tank France Stratégie, el 31 de marzo: 23.3 por ciento de los 18-24 años vivían en el umbral de pobreza en 2012 (frente a 17.6 por ciento en 2002) y 23.4 por ciento de 15-24 años están desempleados.

Por ello, no resulta sorprendente que sean los jóvenes franceses quienes toman las calles e intentando emular al 15M (otro conocido novísimo movimiento social) en 2011 en España. Por ello, también se apropian de las plazas públicas, apelan a la desobediencia civil pacífica, utilizan las tecnologías para movilizarse y sus identidades son flexibles y plurales. Signos que pueden leerse como una re apropiación de espacios para los jóvenes y para la misma sociedad, los cuales se han ido perdiendo como consecuencia del neoliberalismo.

Además, siguiendo los principios de Indimedia: “no odian los medios, sino que los siembran libres”, pues igual que el 15M en España, poseen sus propias televisoras y estaciones de radio que transmiten digitalmente la toma de las plazas y sus asambleas. Además, le otorgan un rol central a la comunicación (otro principio de los novísimos movimientos sociales). Basta ver que el movimiento se estructura en los polos de Acción, Comunicación, Democracia y Logística.

Pero al mismo tiempo, están intentando generar lo que autores como Javier Toret, señalan como un “clima político”, que posteriormente les permita canalizar el descontento y la indignación en proyectos políticos que vayan más allá de una movilización. Cabe recordar que así surgió el partido político de Podemos en España.

Escenarios: ¿hacia otro 15M?

El economista Frédéric Lordon, uno de los principales participantes del movimiento francés, menciona que no quiere ser como el 15M en el sentido institucional. En consecuencia, Podemos sería un “contra ejemplo”, pues aseguraría la muerte de su movimiento. Sin embargo, hay otra ala de Nuit Debout que sí quiere emular al 15M. Es así que se abre una disyuntiva: ¿es importante desbordar las instituciones mediante la creación de un partido que capitalice las demandas del movimiento?

Para especialistas como Alberto Mellucci y más recientemente Juan Carlos Monedero, sí es importante desbordar las instituciones mediante la generación de nuevas fuerzas políticas que provenientes de movimientos sociales, ocupen espacios que apelen a mayorías sociales y a problemas de las y los ciudadanos.

Así como sucedió con el 15M, el cual fue el primer novísimo movimiento social que ha logrado capitalizar el “clima político” en un partido que recientemente consiguió el tercer lugar en las elecciones españolas (aunque claro que, actualmente se observa como el candidato demócrata Berni Sanders está recibiendo apoyo de una base importante de jóvenes que ocuparon Wall Street en 2001. No obstante, no son los jóvenes quienes tienen su propia fuerza política).

Así, bajo la idea propuesta por los académicos Chantal Mouffle y Ernesto Laclau de ocupar las instituciones para radicalizar la democracia, apelando a ocupar la centralidad y de este modo favorecer a las mayorías sociales, el 15M capitalizó el descontento social en un partido político que trascendió con el nombre de Podemos.

Sin embargo, para el caso de los jóvenes franceses aún hay varios factores que parecen separarlos de expandir el movimiento e incluso capitalizarlo en una nueva fuerza política. En primera instancia, que el 15M, según diarios como El País, contó con el 80 por ciento de la aceptación social, mientras que Nuit Debout es un movimiento emergente que cuenta con un número de estudiantes aún pequeño, en proporción de la población francesa. Su apuesta, reside en expandir el movimiento a comunidades marginadas e incluso a refugiados. Como estrategias pueden ampliar su visibilidad, pero falta ver si funcionan.

Aunado a ello, el contexto juega de un modo distinto. El tema de los refugiados que tanta polarización ha generado, inclina la balanza hacia una democracia mucho más radical y participativa, como la piden jóvenes del movimiento Nuit Debout, o por el contrario, a cerrar fronteras, como plantean partidos de derecha en este país. Para muestra basta ver que Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional y adscrita a una corriente ultra conservadora, cada vez aumenta su popularidad y actualmente se presenta como la primera en intención de voto rumbo a las elecciones de 2017.

Asimismo, no debe obviarse el estado de excepción que vive Francia como consecuencia de los ataques terroristas del año pasado, lo que ha servido como justificación para la represión de movimientos juveniles e incluso el arresto domiciliario de activistas ecologistas, como sucedió en diciembre del año pasado.

Además, y a pesar de ser un movimiento pacífico, está conformado, de momento, sobre todo por estudiantes y miembros de sindicatos franceses. Es importante que amplíe su base social. Aunque también hay que poner en contexto la diferencia entre la principal problemática de ambos movimientos: por un lado, en España se trató de una crisis generalizada, mientras que en Francia es una reforma laboral.

Sin embargo, este escenario no obsta para desestimar el tema de las protestas de estudiantes franceses. Sobre todo, porque como señala el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Juan Carlos Monedero, actualmente Europa se está jugando un cambio en el contrato social.

En este sentido, existen vacíos políticos que ha dejado el neoliberalismo. Por ejemplo, los términos “izquierda” y “derecha” han ido perdiendo el sentido histórico de polos opuestos, y cada vez se han ido juntando más. Por ello, la ciudadanía no encuentra opciones institucionales que puedan ser un contrapeso real a reformas como la laboral en Francia; y como consecuencia, se ha generado una desafección hacia la política, por parte de una gran mayoría social, en especial los jóvenes. Estos espacios vacíos, pueden ser ocupados: por nuevas vanguardias de izquierda, o bien, por nacionalismos con tendencias hacia el fascismo.

En otros términos y a poco menos de 1 año de las elecciones en Francia, dichos jóvenes tienen frente a sí mismos la oportunidad de sumar más población a su movimiento y ocupar ese espacio vacío que ha dejado el neoliberalismo; o incluso, ser un actor político que en otro escenario, se convierta en un contrapeso a los partidos políticos que deseen seguir aumentando reformas de corte neoliberal. Regresando al planteamiento inicial en donde se señaló a Sartre, hoy no sólo es necesario que los estudiantes sean “el foco de los cambios sociales”, pues como sucedió con el 15M se requiere articular mayorías sociales.

Luis Josué Lugo*

*Académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios de maestría en la Universidad de Sevilla, especializado en temas de nuevos movimientos sociales y comunicación política

[BLOQUE: ANÁLISIS][SECCIÓN: INTERNACIONAL]

Contralínea 484 / del 18 al 23 de Abril, 2016

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