/tercera de cuatro partes
Un informe enviado al entonces director Federal de Seguridad, Fernando Gutiérrez Barrios, firmado por los agentes Ángel Posada Gil, Fermín Esparza Irabién y el capitán Apolinar Ruiz Espinosa, señala que el régimen estadunidense veía “como un serio peligro” a los estudiantes normalistas rurales, agrupados en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM). Y que el gobierno de Estados Unidos buscaba saber más de esa organización estudiantil.
Según el documento –un informe interno de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), fechado el 14 de abril de 1966–, un “elemento” que pertenece “[…] a la FBI [sigla de la estadunidense Federal Bureau of Investigation, Oficina Federal de Investigación] norteamericana en México, de apellido HOILLT, viene haciendo invitaciones insistentemente, para que el Comité Ejecutivo de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas, estudien la oferta de hacer visitas a diversos lugares de la Unión Americana, inclusive con becas […]” (sic).
Los propios integrantes de la DFS, la entonces policía política del régimen, señalaban al director de la dependencia, Fernando Gutiérrez Barrios, cuáles eran los propósitos de los agentes estadunidenses. El lenguaje policiaco de los espías mexicanos, generalmente pobre, confuso por falta de concordancia y prejuicioso, deja ver, sin embargo, lo que a ojos de las autoridades mexicanas y estadunidenses representaban los estudiantes rurales que rondaban los 20 años de edad.
“[…] Se cree que la intención de estas gentes [los agentes estadunidenses], obedece al interés de atraerse a ese grupo estudiantil al cual ven como un serio peligro […]” (sic).
Al final de su reporte, los policías mexicanos recomiendan al gobierno no intervenir en esta acción de la FBI en México: No [se prevé] que pudiera resultar negativo en el caso de que se enviaran a células comunistas [a Estados Unidos]” (sic).
No era la primera vez que los agentes estadunidenses buscaban entablar comunicación con la FECSM disfrazando su labor policiaca como académica. Dos años antes, en vísperas de una huelga estudiantil, el propio gobierno mexicano promovió el envío de estudiantes a Estados Unidos con supuestos fines académicos. En realidad, los estadunidenses deseaban averiguar más sobre la organización normalista rural y el gobierno mexicano deseaba desactivar una movilización estudiantil. Así, los dos gobiernos colaboraban contra la FECSM.
El oficio 1668, fechado el 25 de febrero de 1964 y firmado por el agente Blas García Hernández señala:
“Al tener conocimiento de lo anterior [los preparativos de un Congreso de normalistas en el que podría tomarse la decisión de estallar la huelga estudiantil], el Profesor Mario Aguilera Dorantes, Oficial Mayor de la Secretaría de Educación Pública [SEP], giró instrucciones al Profesor Alfonso Sierra Partida, Director General de Normales, para que [Eleno] Medina Vázquez [entonces secretario general de la FECSM] fuera incluido en la relación de estudiantes que solicitó la Embajada de los Estados Unidos en México, con el objeto de auspiciar una jira de estos elementos por varios estados de la Unión Americana, maniobra con la cual se trata de que el Consejo aludido se suspenda, ya que Medina Vázquez permanecerá fuera del país hasta el 14 de mayo próximo” (sic).
Para 1963, la rebeldía de la FECSM era intolerable para el gobierno mexicano. Las autoridades intentaban hacerla priísta y, una y otra vez, fracasaban. También habían creado una disidencia que, aunque podría haber nacido auténtica, fue usada para disputarle a la Federación la representatividad de los alumnos.
Entonces la normatividad interna de la Federación databa del 1 de enero de 1951, cuando en la Escuela Normal Rural de El Mexe, el Comité Nacional de la FECSM expidió el documento con los Estatutos de la organización. En los documentos generados por la DFS se señala que los estatutos fueron resultado del Decimoprimero Congreso Nacional de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, llevado a cabo del 12 al 18 de septiembre de 1950 en la Escuela Normal Rural de Palmira, Morelos.
Los Estatutos fueron obtenidos por la DFS hasta el 15 de octubre de 1963 y fueron archivados bajo el folio 63-19-63.
En el Preámbulo de los Estatutos, la FECSM deja en claro sus principios. Declara que “[…] su fin supremo será el de obtener una Educación Revolucionaria, democrática y sin ninguna discriminación para la juventud campesina […]” (sic).
Agrega que “[…] la doctrina que sustenta la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México es y será la misma que animó a los grandes próceres de nuestra historia, desde Hidalgo, Morelos, Juárez y Francisco I Madero, que consistió y sigue consistiendo en dos cosas fundamentales: lograr nuestra Independencia Nacional tanto económica como política, en superar las condiciones de vida de nuestro pueblo; en tal sentido nos declaramos partidarios del programa de la Revolución Mexicana y lo haremos nuestro en todas nuestras luchas, defendiéndolo con nuestra propia sangre si fuese necesario, en contra de los detractores y mixtificadores de él.
“Seremos los jóvenes más decididos en esta lucha, porque sabemos que sólo ello sabrá darnos los frutos que todo nuestro pueblo exige de la juventud del campo.
“Jamás vacilaremos en combatir a los falsos Revolucionarios, que al amparo de los nobles ideales por los que siempre ha luchado nuestro pueblo roban y se enriquecen defraudando y engañando a lo más valioso de la Patria Mexicana.
“La FECSM se declara por una educación que se base de los principios de la Revolución Mexicana y apegada estrictamente a los conocimientos científicos, sin prejuicios ni fanatismos de ninguna naturaleza, por ende nos declaramos en contra la Educación mixtificada que hoy en día se imparte en muchas Escuelas confesionales, que funcionan muchas veces con el consentimiento del Gobierno Federal y muchas otras a espaldas de él.
“Necesitamos entonces, que la Educación Sindical y Política de nuestras Sociedades sea una tarea inaplazable […]” (sic).
En el mismo Preámbulo, la FECSM “Se declara enemiga de las fuerzas regresivas que intentan a toda costa dominar a la humanidad cooptando así la libertad de que tiene derecho todo ser humano; tales como el nazifascismo, el franquismo y sus satélites en México, los partidos Acción Nacional, Fuerza Popular (el Sinarquismo, etc)” (sic).
Desde entonces la Federación de Estudiantes velaba por la independencia de la organización estudiantil de las autoridades educativas. En esa época era una organización totalmente abierta y no había pasado aún a la clandestinidad ni a la semiclandestinidad.
Entonces la FECSM estaba adherida a la Confederación de Jóvenes Mexicanos (CJM). Le mantenía lealtad, reconocimiento y hacía suyos sus principios. Sin embargo, la CJM de manera secreta comenzaba a actuar en contra de la FECSM. Lo anterior se desprende de las fichas e informes elaborados por Blas García Hernández para el director de la DFS.
Mientras el secretario general de la FECSM Eleno Medina Vázquez gestionaba ante la Secretaría de Educación Pública (SEP) el incremento a las becas estudiantiles y organizaba una huelga nacional de Normales Rurales, el dirigente de la CJM, quien acompañaba formalmente las gestiones de los normalistas, recibía instrucciones para abandonar a la FECSM en sus demandas o sabotearlas.
Según el oficio de la DFS fechado el 23 de octubre de 1963, en el que se informa de las actividades que los normalistas realizaban previas a la huelga nacional, se lee: “En el supuesto caso de que se trate de organizar una concentración en los patios de la Secretaría de Educación Pública, los días 29 y 30 como se ha anunciado, las autoridades educativas han tomado las medidas correspondientes por conducto de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para que todos los camiones que traigan transporte no autorizado a estudiantes normales federales, se les regrese en el camino.
“Además se tiene conocimiento de que Vicente Oria Razo [presidente de la Confederación de Jóvenes Mexicanos] ha recibido consigna de no intervenir en los problemas que plantean los dirigentes de la Federación de Estudiantes Socialistas Campesinos de México” (sic).
Días más tarde un nuevo oficio, fechado el día 24, confirmaba que la CJM había hecho su trabajo: “Por diferencia de opiniones entre Vicente Oria Razo y Eleno Medina Vázquez […] fue suspendida la concentración de alumnos de las Escuelas Normales Rurales Federales […].”
Toda la vida académica, cultural y hasta deportiva era motivo de escrutinio por parte del régimen. A propósito de un encuentro deportivo a realizarse en la Escuela Normal Rural de Mactumactzá, Chiapas, los normalistas rurales habían girado invitación a estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México, del Instituto Politécnico Nacional y de otras instituciones de educación superior.
Por ello, en un informe fechado el 30 de octubre de 1963, Blas García Hernández solicita al director Federal de Seguridad: “Es posible que en esta reunión se traten asuntos políticos de carácter nacional y se cree necesario que se mande un elemento para que cubra este evento e informe oportunamente a esta Oficinas” (sic).
El movimiento finalmente se desactivó porque las autoridades prometieron que se destinaría una mayor partida presupuestal para las normales rurales para el siguiente ejercicio fiscal (1964). Dijeron que buscarían cumplir con todas o la mayoría de las demandas de los estudiantes.
Sin embargo, 1964 llegó y las normales rurales seguían en las mismas condiciones económicas y materiales. Así lo informó el entonces director Federal de Seguridad, Manuel Rangel Escamilla, al secretario de Gobernación mediante el oficio 1668, fechado el 25 de febrero de 1964:
“En virtud de que el aspecto económico del problema que provocaron el año pasado los estudiantes de las Escuelas Normales Rurales, encabezados por Eleno Medina Vázquez, se dejó pendiente a fin de resolverlo en el curso del presente año, y de que la alimentación que se proporciona a los alumnos de esos Planteles no ha sido mejorada y la consideran muy deficiente, dichos elementos que en su mayoría están afiliados al Frente Electoral del Pueblo y al Movimiento de Liberación Nacional, amenazan con llevar a cabo una nueva campaña de agitación en contra de las autoridades de la Secretaría de Educación Pública” (sic).
Líneas abajo, el documento también establece que las autoridades buscaron hacer frente a las demandas con la represión académica: “El Profesor Mario Aguilera Dorantes, Oficial Mayor de la Secretaría que se menciona, giró una circular a los directores de las Normales Rurales, indicándoles que deben procurar que los estudiantes no participen en actividades políticas por considerar que éstos son menores de edad, apercibiéndose a los que violen esta disposición con aplicárseles las sanciones correspondientes” (sic).
El oficio enviado por el titular de la DFS está basado, a su vez, en un informe que le proporcionó el elemento Blas García Hernández. En éste se especifica cuál será la única sanción para el alumno que proteste: “Será dado de baja”.
La estrategia no paró ahí. En los documentos de la DFS se da cuenta de la resurrección de una organización que buscaba disputarle a la FECSM la representación de los alumnos: el Consejo Permanente de las Normales Rurales, que había surgido 2 años antes, cuando Lucio Cabañas Barrientos era secretario general de la FECSM. Para mayo de 1964 y a 2 meses de las elecciones federales volvía a la vida; contaba con presencia en 11 normales rurales: El Mexe, Hidalgo; Aguilera, Durango; Palmira, Morelos; Panotla, Tlaxcala; El Roque, Guanajuato; Zocoyucan, Tlaxcala; Cañada Honda, Aguascalientes; Saucillo y Salaices, Chihuahua; San Marcos, Zacatecas; y Santa Teresa, Coahuila.
El presidente de esta organización era el alumno Eusebio Mata Mejía, de la escuela de El Roque, Guanajuato. Convocó al II Congreso realizado en Cañada Honda. De acuerdo con un informe firmado por el titular de la DFS el 24 de mayo de 1964, “Dicho Consejo fue patrocinado por la Dirección General de Normales Rurales de la Secretaría de Educación Pública, con una partida de $10,000.00 para gastos” (sic).
Con más claridad, el informe del propio titular de la DFS, dirigido al presidente de la República o al secretario de Gobernación, firmado el 25 de febrero de 1964 señala: “[…] líder estudiantil Eusebio Mata Mejía, patrocinado económicamente por la Secretaría de Gobernación y controlado por el Gobernador del Estado” (sic). En ese entonces el gobernador era Augusto Gómez Villanueva.
Al final del oficio se lee: “A instancias del Gobernador aludido, los nuevos dirigentes [del Consejo Permanente] tratarán de entrevistar al Lic. Luis Echeverría Álvarez, subsecretario de Gobernación, Encargado del Despacho, para patentizarle su adhesión al gobierno federal” (sic).
Al final, la organización estudiantil oficial se diluiría de nueva cuenta.
Un informe de la DFS, firmado por su entonces titular, Fernando Gutiérrez Barrios, y fechado el 10 de marzo de 1966 da cuenta de una “concentración” de la FECSM. Se trata de un congreso en el que participaron el Comité Ejecutivo de la organización y representantes de 27 de las 29 escuelas. El acto se realizó en el comedor Enrique Rodríguez Cano de la Escuela Normal Rural ubicada en Perote, Veracruz, internado para varones.
En el documento, titulado con un escueto Estado de Veracruz, Gutiérrez Barrios informa al secretario de Gobernación o al presidente de la República los pormenores de la reunión. Se detalla en la situación de las escuelas y las demandas de los estudiantes. De nueva cuenta quedan claras las demandas de los estudiantes: se trata de solicitudes académicas y de mejoramiento de la infraestructura de las escuelas. Podrían ser firmadas por los normalistas rurales de hoy.
Los alumnos señalan que “[…] las normales rurales están constituidas por gente pobre, hijos de campesinos, pero deben contar con buenos laboratorios de Física, Química, Biología, Biblioteca, talleres con los indispensable para su funcionamiento y vestuario; que en Perote hay 360 internos, soportando el frío por encontrarse el plantel en despoblado y en las faldas del Cofre de Perote; que hacen falta canchas para toda clase de deportes; que a la mayoría de estas escuelas no se les ha dotado de proyectores de cine y vistas fijas; se carece de medicinas y hasta de electrificación, como la Escuela Normal Rural para Señoritas de Galeana, Nuevo León, donde no hay ni agua potable y las alumnas tienen que caminar tres kilómetros para acarrearla […]” (sic).
La FECSM convocó a su 20 Congreso Nacional Ordinario a celebrarse los días 4, 5, 6 y 7 de mayo de 1966 en el que se nombraría al nuevo Comité Ejecutivo de la FECSM. Entre los demás puntos del temario se encontraban la elaboración de un pliego petitorio basado en las necesidades de las escuelas, la solicitud de adhesión de los centros normales regionales y de la Escuela Nacional de Maestros y una posible reforma a los estatutos de la FECSM. El Congreso se realizaría en la Escuela Normal Rural José Guadalupe Aguilera, ubicada en el estado de Durango.
De las dificultades de los policías para infiltrase en la FECSM ya se daba cuenta desde entonces. Un informe firmado el 3 de mayo de 1966 por el capitán Apolinar Ruiz Espinosa acerca del Congreso de la FECSM, señala: “El director de Escuelas Normales de la SEP, Alfonso Sierra Partida considera difícil la entrada de observadores o informadores al Congreso de referencia, por lo que espera solamente la información que le pueda proporcionar el director de la Escuela […]” (sic).
Por supuesto, Gutiérrez Barrios no se dio por vencido y envió a algunos de sus muchachos. Un reporte del 9 de mayo de 1966, firmado por el capitán Apolinar Ruiz Espinosa, señala: “[…] durante el día 7 del actual, en que se clausuraron los trabajos del Congreso, al descubrir los alumnos la presencia de seis agentes informadores, que ocurrieron a José Guadalupe Aguilera, trataron de lincharlos […]”.
Así, el nuevo Comité Ejecutivo de la FECSM estaba encabezado por Antonio Torres Valle, de Zaragoza, Puebla. Del nuevo secretario general de la FECSM, dicen los agentes ser “conocido discutidor”, […] de espíritu rebelde y agitador [como] ha venido significando a los dirigentes y en general a los estudiantes de las normales rurales federales” (informe del capitán Apolinar Ruiz Espinosa, fechado el 12 de mayo de 1966, dirigido a Fernando Gutiérrez Barrios).
Otros personajes buscaron influir en el devenir de la organización estudiantil. Además de Oria Razo (de la CJM), desde la izquierda, un joven muy activo trataba de “asesorar” e incluso “dirigir” a los integrantes de la FECSM. Se trataba de Rafael Aguilar Talamantes, entonces integrante y luego dirigente del Consejo Nacional de Estudiantes Democráticos.
No todos los que se acercaban a la FECSM buscaban acosarlos, espiarlos o manipularlos. Los agentes de la DFS dan cuenta de los apoyos y solidaridad de integrantes del entonces Frente Electoral del Pueblo, como José Santos Valdez, a quien identifican como “inspector de la zona norte de normales en el país de la SEP y escribe en las revistas Política y Siempre” (sic).
También identifican a la periodista Judith Reyes, del FEP. Se trata de la cantautora que acompañó, hasta su muerte, a los movimientos sociales y revolucionarios. También aparece Raúl Ugalde Álvarez, del FEP, quien apenas unos meses después del reporte de los agentes sería aprendido acusado de sedición.
Un apellido es constante en los reportes de la época de la DFS cuando se trata de hablar de las movilizaciones de los normalistas rurales: Cárdenas. Cada que se presenta la posibilidad de que los estudiantes realicen alguna actividad política, los agentes en sus reportes señalan: “Las escuelas normales rurales, fundadas por el general Lázaro Cárdenas…”, como si debieran señalar al responsable del dolor de cabeza que les representaban esas escuelas a las autoridades federales de la década de 1960.
Lo cierto es que las normales rurales no fueron fundadas por Lázaro Cárdenas del Río. Pero sí es verdad que su impulso decidido ocurrió durante su periodo de gobierno. Incluso, en pleno cardenismo se fundó la FECSM, como una organización de defensa de las obras educativas de la Revolución Mexicana y, particularmente, de la educación socialista y el normalismo rural.
Los agentes incluso se refieren a Lázaro Cárdenas como quien “siempre ha dado apoyo y consejo a los normalistas rurales”. Mediante un oficio fechado el 10 de octubre de 1963, Blas García Hernández informa al director Federal de Seguridad que Cuauhtémoc Cárdenas (hijo del general Lázaro Cárdenas) estaría ofreciendo ayuda a los normalistas rurales de Puebla, quienes se encontraban en movilizaciones por mayor matrícula estudiantil y la expulsión de un profesor.
Según el documento –en el que señala como asunto “Magisterio” y que al ingresar al archivo de la DFS fue catalogado con el folio Exp-100-13-1-63–, “El director General de Normales en la República, Profesor Alfonso Sierra Partida, reportó oficialmente al Profesor Mario Aguilera Dorantes, Oficial Mayor de la SEP, la intervención directa del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en el problema de las Normales Rurales, ya que está proporcionando ayuda económica y asistió personalmente a la última reunión que se llevó a cabo el día 8 del presente, en la Escuela Basilio Badillo [Vadillo], ubicada en Zaragoza, Puebla, Municipio de Teziutlán” (sic).
Zósimo Camacho, @zosimo_contra
Primera parte: Normales rurales: 3 décadas de embate de la DFS
Segunda parte: Normalistas rurales, los primeros estudiantes guerrilleros
Tercera parte: Normalistas rurales, espiados por el FBI
Cuarta parte: “Golpe de mano” contra el normalismo rural
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