Tharanga Yakupitiyage y Lyndal Rowlands/Inter Press Service
Nueva York, Estados Unidos. Hay muchos países en desarrollo que se enfrentan al peligro real de caer en una crisis de endeudamiento y, sin embargo, es sorprendente la falta de opciones disponibles para ayudarlos a gestionar la situación.
El delicado asunto fue objeto de debate a finales de octubre pasado en un seminario del Grupo de los 77 (G77) países en desarrollo sobre “Vulnerabilidades de la Deuda Soberana y una Oportunidad para un Nuevo Mecanismo de Renegociación de la Deuda en el proceso de la Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas)”.
“El desafío es que muchos países siguen vulnerables a la crisis de deuda”, subraya el embajador tailandés Virachai Plasai, quien preside el G77. Representantes de varias naciones coinciden con él durante.
“La caída drástica de los precios de los productos básicos de exportación y las tasas de interés históricamente bajas han sido ingredientes clave para un contexto que muestra similitudes perturbadoras con la etapa previa a la tercera crisis mundial de deuda en la década de 1980, que le costó a muchos países una década perdida de desarrollo”, explica el representante de Bolivia, Sacha Llorenti.
El embajador Llorenti también presidió la Comité Ad Hoc sobre Procesos de Reestructuración de Deuda Soberana, que derivó en la adopción de la resolución 69/319 por la Asamblea General. Señala que las causas subyacentes de las anteriores crisis de deuda no se habían atendido de forma adecuada.
“La raíz del problema de deuda todavía no se ha atendido ni se ha resuelto, por lo que debería ser una prioridad en la agenda política”, subraya Bettina Luise Rürup, directora ejecutiva de la oficina de Friedrich-Ebert-Stiftung en Nueva York.
“La crisis financiera es un problema recurrente. A menos que tengamos algo que realmente sea una medida preventiva, veremos cómo empeoran las crisis y no tendremos formas particulares de proteger a las poblaciones vulnerables”, indica Eric LeCompte, director ejecutivo de la organización Jubilee, de Estados Unidos, al destacar la importancia de las medidas preventivas.
Dessima Williams, asesora especial para la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) del presidente de la Asamblea General, señala que a pesar de los esfuerzos para condonar la deuda de los países más pobres en las décadas de 1980 y 1990, esta comenzó a aumentar tras la crisis económica global, que se propagó por el mundo en 2008.
También precisa que la deuda no es sólo con otros gobiernos o bancos de desarrollo, sino que “una gran parte es con el sector privado”.
“Una preocupación particular expresada en el último control fiscal del Fondo Monetario Internacional (FMI) es que la deuda de los gobiernos permaneció moderada, pero la del sector corporativo en todos los mercados emergentes se disparó en los últimos años”, detalla Marilou Uy, secretaria del Grupo Intergubernamental de los Veinticuatro sobre Desarrollo y Asuntos Monetarios Internacionales (G-24).
Por su parte, el economista estadunidense Joseph Stiglitz dice que esos problemas son consecuencia de la falta de una estructura financiera sólida, a pesar del riesgo que supone para el desarrollo sostenible.
Las brechas existentes en los sistemas legales y financieros internacionales crearon oportunidades para que entidades como los llamados fondos buitre se aprovecharan de países en desarrollo y en dificultades, socavando toda posibilidad de una nueva estructura de deuda, explica.
Mientras, los gobiernos que sufren una crisis de deuda no pueden declararse en bancarrota, pues es una medida sólo disponible a escala nacional, observa LeCompte.
Además, la condonación de deuda ya resultó ser sólo una medida temporal.
El director del programa de gestión de deuda del Instituto de Gestión Macroeconómica y Financiera del África oriental y austral, Raphael Otieno, observa que muchos países africanos “comenzaron a acumular una gran deuda” tras las anteriores rondas de condonación.
El aumento de la deuda en países como Angola y Etiopía es “muy preocupante”, indica Otieno.
Mientras, las medidas impuestas a los países para gestionar sus deudas también pueden resultar financieramente paralizantes, explica Isidro López Hernández, diputado y portavoz adjunto de la Comisión de Estudio sobre Endeudamiento, del parlamento de la Comunidad de Madrid.
“Estamos confinados a una suerte de jaula de metal”, ejemplifica Hernández, y recuerda que siempre que el gobierno de España logra un pequeño superávit, debe destinarlo a saldar la deuda, más que a invertir en el futuro del país.
Plasai reclama una “renegociación de deuda justa, rápida y eficiente” lo que implica una estrecha colaboración entre deudores y acreedores para resolver los insostenibles niveles que alcanza.
Con el fin de lograr la sostenibilidad de la deuda, Stigliz llama a la implementación de un “régimen no vinculante”, basado en los principios de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en materia de reestructuración de la deuda, adoptados en 2015.
Esos principios jurídicos internacionales ayudarán a impulsar la cooperación y un “ambiente más sano” para deudores y acreedores, explicó Stiglitz.
LeCompte coincide y subraya la importancia de leyes relacionadas con mecanismos de préstamos y de créditos responsables y sostenibles.
“En la ONU tenemos que resolver cómo comenzar a pasar (de la reestructuración de la deuda) a normas no vinculantes, cómo comenzamos a crear un marco y una estructura que permita que los problemas se resuelvan de forma más responsable”, explica a Inter Press Service (IPS).
La amenaza de una crisis de deuda puede tener un impacto significativo en el desarrollo, pero los delegados coinciden en que una gestión sostenible de la misma puede ser beneficiosa para los gobiernos que buscan alcanzar los ODS.
“Los préstamos son un mecanismo importante para financiar inversiones de desarrollo sostenible. La financiación de la deuda puede contribuir al crecimiento y a atenuar el ciclo económico”, indica Nabil Munir, representante permanente de Pakistán y vicepresidente del Consejo Económico y Social.
“Al mismo tiempo, es necesario gestionar la deuda con prudencia”, acota Munir.
“Creo que en esta sala todo el mundo coincide en que los préstamos soberanos son fundamentales para ayudar a los gobiernos a financiar inversiones, en particular en esta época, destinadas a lograr el desarrollo sostenible”, indica Dian Triansyah Djani, representante permanente de Indonesia y presidente del Segundo Comité de la 71 sesión de la Asamblea General.
“Pero es igual de importante” gestionar las deudas soberanas”, precisó Djani.
“Hemos sido testigos varias veces de cómo el debt default (incumplimiento de deuda) de un país pone en riesgo el crecimiento de la economía global y obstaculiza los esfuerzos para alcanzar su desarrollo”, recuerda.
Si bien en “el escenario actual es muy relevante que se trabaje para contar con un marco reglamentario para resolver la crisis de deuda, no es factible a corto plazo”, precisa Llorenti.
“Sin embargo (la medida en la Asamblea General) es un paso en la dirección correcta”, añade. (Traducido por Verónica Firme)
Tharanga Yakupitiyage y Lyndal Rowlands/Inter Press Service
[BLOQUE: INVESTIGACIÓN][SECCIÓN: LÍNEA GLOBAL]
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