Antonio Rondón/Prensa Latina
El relevo político en la dirección polaca pareció una práctica pálida en comparación con los problemas de elección de otras naciones europeas, pues la opción oscilaba entre la derecha y la centroderecha, casi lo mismo.
Sin embargo, dentro de la propia derecha polaca existen matices, sobre todo en las diferencias de cómo se aborda uno de los temas más acuciantes de la política exterior de Varsovia en los últimos tiempos: el tema ruso.
Más allá de la crisis ucraniana, que pareció catapultar el diferendo de Varsovia y Moscú hasta llegar a asuntos directos de seguridad nacional como el incremento de la presencia de la alianza atlántica, las diferencias bilaterales son históricas.
Polonia y en su momento la Rusia zarista intercambiaron invasiones y ocupación de territorios que dejaron a la primera con motivos y propósitos de hegemonía regional con pocas posibilidades de desaparecer.
Así, la nación del Este europeo participa en un selecto club de Estados de la región de mayor población, junto a Reino Unido, Alemania e Italia, que la separa supuestamente del resto de los países exsocialistas europeos.
Por otro lado, la política exterior respecto a Rusia, que siempre marchó por una fina cuerda de balance de intereses, pareció romperse con el accidente aéreo ocurrido en abril de 2010 en la región rusa de Smolensk, donde murió el entonces presidente, el nacionalista Lech Kaczinsky.
Uno de los motivos del viaje de Kaczinsky –uno de los principales dirigentes del opositor Partido Ley y Justicia– a Smolensk era visitar una zona donde yacían los cuerpos de oficiales polacos asesinados durante la Segunda Guerra Mundial.
De cualquier forma, medios de prensa locales recuerdan que Smolensk ya había sido visitada por el entonces primer ministro Donald Tusk, en ese momento un poco más cercano al presidente ruso, Vladimir Putin.
Pero Kaczinsky, que se preparaba para participar en una campaña presidencial, decidió viajar a la misma zona para una ceremonia casi privada, acompañado por más de un centenar de funcionarios del gobierno, oficiales de las Fuerzas Armadas y otras dependencias.
Todas las referidas personalidades perecieron en el desastre, de cuyos resultados finales aún se esperan noticias.
Pero la catástrofe fue empleada por el opositor Partido Ley y Justicia como pretexto para relanzar su campaña presidencial, sobre la base de un mayor criticismo de Rusia, con lo que abrieron un tenso periodo de sus relaciones.
Con el estallido de la crisis en Ucrania, donde fuerzas ultraderechistas apoyadas por paramilitares neofascistas perpetraron en febrero de 2014 un golpe de Estado en Kiev, rechazado por Rusia que sí apoyó la soberanía de Crimea y la causa de la población sublevada en el Sureste, el abismo de las diferencias aumentó.
Varsovia, que empleó en otros tiempos la presunta amenaza de Rusia para buscar más apoyo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para al mismo tiempo aumentar su papel de potencia regional, fortaleció considerablemente sus ataques contra Moscú.
Polonia, junto a Letonia, Lituania y Estonia estuvieron entre los países que más abogaron por la aplicación de sanciones unilaterales de la Unión Europea contra Rusia y los más afanados en demostrar una supuesta amenaza de Moscú.
Tales temas fueron puntos manejados por el presidente Bronislaw Komorowski, quien pareció dejar en un segundo plano puntos cruciales relacionados con la realidad social de los polacos, empleados a fondo por el candidato antisistema, el exrockero Pawel Kukiz, quien obtuvo más de 20 por ciento en la primera vuelta.
Andrzej Duda más bien se vio beneficiado, en parte, en la segunda ronda, con el voto de protesta favorable al candidato exrockero, mientras la población creyó poco en el milagro del auge de la economía nacional y pareció mirar más de cerca el efecto de las políticas austeras.
Ello fue caldo de cultivo para el surgimiento de organizaciones como las de Kukiz o la conocida como Palikot, que hablaron del sufrimiento de los ciudadanos.
Tal fue el contexto de la segunda ronda de las elecciones presidenciales de Polonia, en las cuales el liberal Komorowski buscaba en una segunda ronda la reelección por otros 4 años frente a Duda, de Ley y Justicia.
Komorowski también mostró demasiado acercamiento a las instituciones de la Unión Europea en busca de un mayor apoyo regional a su diferendo con Moscú y a un respaldo económico fuerte, pero a cambio de recetas que debió cumplir el gobierno de Plataforma Cívica, pese a ser rechazadas por una parte de la población.
Duda, por el contrario, se mostró como un claro euroescéptico y rechazó la entrada en la zona euro antes de 2020, como planificaba el gobierno, y por ello pareció ser beneficiado con el voto de electores que defienden esa línea en los comicios.
Sus propuestas estuvieron más relacionadas con problemas internos de los polacos, incluidas las reformas de la sexta economía de la Unión Europea, que sin embargo cuenta con salarios muy bajos para sus trabajadores, mientras se busca retrasar la edad de retiro.
El discurso nacionalista de Duda pareció arrollar la campaña antirrusa desarrollada por Komorowski y su defensa extrema de la Unión Europea, lo cual constituye una clara advertencia para la gobernante Plataforma Cívica.
Además, entre los puntos fundamentales de la campaña del candidato conservador estuvieron la recatolización de la población, contrario a la secularidad defendida por la Unión Europea, y la denuncia de la precariedad social que impide a jóvenes tener más hijos. Sería necesario tomar en cuenta que Polonia pasó de ser una de las naciones con más crecimiento de la natalidad a una de las de más bajos índices en esa esfera.
Pero los resultados de las elecciones presidenciales, aún cuando Duda tendrá pocas facultades para introducir los cambios que prometió, tocan a la puerta del mercado bursátil nacional y pueden influir en cambios drásticos en el gobierno.
Desde el punto de vista de política exterior, aunque el Partido Ley y Justicia preconiza una línea más hostil aún contra Rusia, Duda parece ser más pragmático en sus relaciones con ese país.
En lugar de fortalecer los nexos con Alemania y Francia, con la administración de Duda se esperan mayores lazos regionales con Lituania o Ucrania, considera el analista Radoslaw Markowski, citado por The New York Times.
De esa forma, el pálido cambio de guardia en la Presidencia polaca, limitada en sus promesas por la propia naturaleza del cargo, parece animar poco dentro de Polonia y preocupar en cierta medida a Europa, sobre todo a socios como Alemania o Francia.
Antonio Rondón/Prensa Latina
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