Tercera parte/ parte II / parte I
Madrid, España. En el número 44 de la Avenida Méndez Álvaro se ubica el edificio matriz de Repsol. Sus altos y transparentes ventanales –flanqueados por estructuras metálicas rectangulares– contrastan con la opacidad que ha caracterizado, durante más de 2 décadas, su ya casi extinta sociedad con Petróleos Mexicanos (Pemex).
En 24 años, muy poca información se ha conocido en México sobre esta relación empresarial, a pesar de involucrar recursos públicos superiores a los 40 mil millones de pesos. Ello, porque la participación accionaria de Pemex en Repsol se ha dado a través de un esquema de triangulación de recursos, que involucra a cuatro de sus 14 empresas fachada integrantes del Grupo PMI
Se trata de la holandesa PMI Holdings, BV (tenedora de las acciones); la española Pemex Internacional España, SA (intermediaria); la irlandesa PMI Trading, Ltd, y la mexicana PMI Norteamérica, SA (estas últimas, encargadas de aportar el capital, producto de los dividendos que se agencian por la comercialización del crudo mexicano en los mercados internacionales).
Ejemplos de la poca transparencia con que se ha manejado el caso Repsol han sido, primero, el aumento de la participación accionaria y, después, la desinversión que Pemex anunció oficialmente el pasado 4 de junio, y que implicó 2 mil 91 millones 546 mil euros (unos 36 mil 790 millones 309 mil pesos, a un tipo de cambio de 17.59 pesos por euro, registrado el día en que se dio la noticia).
El dinero provino de la venta de 104 millones 57 mil 57 acciones (equivalentes al 7.86 por ciento del capital de Repsol) a favor de Citigroup y Deutsche Bank. Esas instituciones financieras pagaron hasta 20.1 euros por acción, según la versión oficial de Pemex.
Con esa venta, hace poco más de 4 meses se concretó la inminente salida de Pemex: su relación con la directiva se deterioró en el momento en el que se conoció que la mexicana aumentaría su capital, en un frustrado acuerdo con la inmobiliaria Sacyr Valle Hermoso para controlar la petrolera española.
Así, en términos muy ríspidos y antes de que se cumplieran 3 años del aumento de su participación del 4.81 al 9.43 por ciento, Pemex inició una “operación estratégica” para terminar su sociedad con Repsol, que data de 1990.
Las acciones fueron aprobadas por el Consejo de Administración, que encabezan Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía, y Emilio Lozoya Austin, director general de Pemex, durante la sesión extraordinaria 871, del 3 de junio de 2014, apenas 1 día antes del anuncio.
Con ello, el Consejo admitía por fin que la operación que Pemex realizó en septiembre de 2011 de forma unilateral (es decir, sin avisar al Congreso de la Unión ni al propio Consejo de Administración) falló: no sólo no pudo controlar a la empresa española sino que tampoco se benefició de sus avances tecnológicos para la exploración y explotación de aguas profundas.
Y es que poco antes de que adquiriera los 57 millones 204 mil 240 acciones para aumentar su participación, la directiva de Repsol –encabezada por Antonio Brufau– se encargó de cerrarle las puertas a la petrolera mexicana.
La primera acción de Brufau –con quien Contralínea solicitó entrevista sin recibir una respuesta favorable– fue impedir la ejecución del acuerdo entre Pemex y Sacyr. Para ello, el Consejo de Administración de la española modificó sus estatutos con dedicatoria a la estatal mexicana. Tras esto, Pemex y Repsol se demandaron por prácticas desleales, aunque después retiraron sus alegatos.
Contrario al acuerdo que tomó el Consejo de Administración de Pemex para finalizar la sociedad con Repsol, la fallida ampliación accionaria –ocurrida el 1 de septiembre de 2011– no fue puesta a discusión ante los consejeros. Tampoco se enteró al Congreso, por considerar que no se involucraban recursos públicos en la operación.
Así, la decisión de compra se tomó en la Dirección General de Pemex, entonces a cargo del doctor Juan José Suárez Coppel. Y quien la ejecutó fue el actual director de PMI, José Manuel Carrera Panizzo.
Otro actor fundamental fue el entonces abogado general de la empresa del Estado, Marco Antonio de la Peña Sánchez, quien aprobó la adquisición de las más de 57 millones de acciones, cuyo costo superó los 1 mil 264 millones de euros, según se desprende del Libro blanco. Inversión en Repsol.
Ello, porque la Subdirección de Planeación Económica de la Dirección Corporativa de Finanzas de Pemex le formuló una consulta a la Oficina del Abogado General para conocer la legalidad del acto que se pretendía realizar al margen del Consejo de Administración y del Poder Legislativo mexicano.
Esta última respondió –con el oficio OAG/396/2011, del 11 de julio de 2011– que las empresas filiales extranjeras, constituidas por filiales en las que Pemex o sus organismos tienen participación, no se consideran empresas paraestatales.
También determinó que la constitución, liquidación, fusión o escisión de empresas filiales de aquellas empresas constituidas en el extranjero por Pemex o por sus organismos subsidiarios, que no se ubican en los supuestos para ser consideradas entidades paraestatales, no requieren autorización del Consejo de Administración de Pemex.
El entonces abogado general de Pemex indicó que, de conformidad con el artículo 19, fracción IV, inciso a, de la Ley de Petróleos Mexicanos, y en atención a lo que establece la Ley del Mercado de Valores, la creación o aportación de capital en una empresa en la que Pemex o sus organismos subsidiarios tengan control o influencia significativa no se considera una operación con partes relacionadas y, por tanto, no requiere aprobación de su Consejo de Administración. En ese punto, aseguró que dicho supuesto normativo tampoco se aplica a la participación en Repsol.
En este caso, todos esos puntos evaluados por el abogado se cumplieron: Pemex involucró a PMI Holdings, BV, para la compra de las acciones, pero luego se apropió de una parte de ellas: al cierre de 2011, su filial holandesa decretó el pago de dividendos en especie a favor de su único dueño, es decir de Petróleos Mexicanos, por 70 millones 650 mil euros (unos 1 mil 214 millones 957 mil pesos).
Dicha retribución se efectuó con 4 millones 254 mil 755 acciones de Repsol. Por ello, PMI Holdings disminuyó su porcentaje accionario a 4.42 por ciento y Pemex lo aumentó a 5.1 por ciento, revela la Auditoría Superior de la Federación (ASF) en su revisión a la gestión financiera del Grupo PMI, publicada en febrero de 2014.
En una segunda opinión, la Oficina del Abogado General de Pemex se pronunció sobre el acuerdo con Sacyr Valle Hermoso, y reiteró que no era necesario consultar al Consejo de Administración.
Mediante el oficio OAG/GJCP/SAFC/920/2011, del 26 de agosto de 2011, indicó a la Dirección de Finanzas que “no se requiere autorización o aprobación del Consejo de Administración de Pemex” para suscribir un acuerdo con otro de los accionistas de una empresa, para la alineación y consenso en la instrumentación de una estrategia y visión común en Repsol.
Ello, indicó, porque “no se advierte que se actualicen los supuestos que establece la Ley de Petróleos Mexicanos y demás disposiciones aplicables para someter dicho caso a la aprobación del mencionado órgano de gobierno”. Además, la Oficina encabezada por De la Peña Sánchez señaló que no existía inconveniente jurídico para la celebración del acuerdo con Sacyr, en los términos que establecían las partes, y que finalmente se frustró.
Editado por la filial PMI Comercio Internacional, el Libro blanco revela que los recursos utilizados para la adquisición de los títulos representativos del capital social de Repsol provinieron esencialmente de “dividendos” generados por las filiales PMI Norteamérica, SA, y PMI Trading, Ltd, por 462 millones 100 mil euros, así como de varios créditos por 802 millones 60 mil euros. Es decir, las “utilidades” que Pemex les paga por comercializar el crudo mexicano.
El monto, que sumó 1 mil 264 millones de euros y no 1 mil 150 millones como se filtró a la prensa aquel año, fue desconocido incluso para los consejeros independientes de Pemex, tal como consta en el voto razonado del doctor Rogelio Gasca Neri, de fecha 24 de octubre de 2011.
En su oficio 38 –dirigido a Iván Aleksei Alemán Loza, entonces secretario del Consejo de Administración de Pemex–, Gasca Neri apuntó que los tres consejeros profesionales se enteraron “por los medios de comunicación, sobre la compra que hizo Pemex de acciones de Repsol por alrededor de 1 mil 600 millones de dólares –para elevar su porcentaje de acciones en Repsol del 5 al 9.8 por ciento [sic]–, así como de la firma de un convenio de Pemex con Sacyr que comprometía el voto de Pemex en el Consejo de Repsol por lo menos por 10 años”.
Más aún, ni siquiera la Auditoría Superior reporta la misma cantidad que indica PMI Comercio Internacional en el Libro blanco. Y es que en la auditoría financiera y de cumplimiento 12-1-18T4I-02-0007, el máximo órgano de fiscalización indica que “durante el periodo del 18 de julio al 7 de septiembre de 2011, PMI Holding, BV, erogó 1 mil 158 millones 451 mil euros para la adquisición de 57 millones 204 mil 240 acciones que representaron el 4.69 por ciento del capital social de Repsol”.
Otro dato en el que difieren Pemex y la ASF es el del precio de la acción: según la petrolera, cada título se pagó entonces a 19.95 euros, pero el máximo órgano de fiscalización refiere que el precio promedio fue de 20.1404 euros por acción.
Por ello, indica la ASF, el importe erogado incluyó el costo bruto de las acciones y las comisiones de corretaje, por 1 mil 156 millones 497 mil euros y 1 millón 954 mil euros, respectivamente.
El Libro blanco –única versión oficial dada a conocer por Pemex sobre esta compra de acciones– señala que la holandesa PMI Holdings consiguió las líneas crediticias por 802 millones 60 mil euros en septiembre de 2011, con Credit Agricole Corporate and Investment Bank (Credit Agricole), Natixis y HSBC Bank.
Para ello, firmó con dichas instituciones los contratos de financiamiento denominados share forward transaction; financial collateral agremeent; accelerated share purchase transaction; guaranty; ISDA master agreement; ISDA credit support y schedule to the 2002 ISDA master agreement.
A pesar de las inconveniencias que enfrentó Pemex en su sociedad con Repsol, los bancos de origen francés e inglés no vieron afectados sus capitales: el plazo del financiamiento se fijó a 3 años, con vencimiento en este 2014, descubre la ASF en su revisión a la Cuenta Pública 2012.
Por ello, en septiembre de este año Pemex liquidó su deuda: cada año, la petrolera saldó amortizaciones al capital por el equivalente de la tercera parte del financiamiento para liberar 19 millones 68 mil 80 acciones de Repsol. Y es que como garantía del financiamiento PMI Holdings había empeñado los propios títulos de la petrolera española: 57 millones 204 mil 240 acciones, que correspondían al 4.69 por ciento de su capital social.
A pesar de todos los esfuerzos que hizo Pemex por permanecer en la compañía española, esa sociedad fracasó, generando pérdidas multimillonarias a la empresa mexicana. Desde que aumentó su participación accionaria, poco a poco se fueron diluyendo los “beneficios” que supuestamente “justificaban” la permanencia de la empresa estatal en Repsol. Así, lo que la gestión de Suárez Coppel autodenominó “alianza estratégica” para la industria mexicana, concluyó con presumibles pérdidas de capital por unos 55 millones de euros.
Y es que aunque el actual director, Emilio Lozoya, haya asegurado que Pemex no perdió dinero pues la adquisición del paquete de acciones de Repsol en 2011 se dio a un precio de 19.95 euros, frente a los 20.1 euros por acción obtenidos en la operación del 4 de junio de 2014, la ASF reporta un costo superior por título. Aunado a ello, Pemex también desembolsó los intereses a favor de los tres bancos que le concedieron los créditos.
Una de las justificaciones era pagar menos impuestos al gobierno español por los dividendos que arrojara Repsol a favor de Pemex en la próxima década.
Además, PMI Comercio Internacional aseveró que esa inversión se dio como parte de la estrategia de crecimiento de la paraestatal en el ámbito internacional, para “alinear visiones y apalancar fortalezas y oportunidades en ambas empresas, coadyuvando al cumplimiento de algunos de los objetivos estratégicos más importantes del Plan de Negocios de la paraestatal”.
Por ello, la llamó “alianza estratégica” y dijo que tendría beneficios específicos para México que, sin embargo, en 32 meses jamás se cumplieron.
Algunos de ellos fueron: potencializar tecnologías desarrolladas por Repsol en interpretación de sísmicas (caleidoscopio) en el portafolios de Pemex y en proyectos de gran complejidad (Chicontepec, aguas profundas); intercambios de tecnología con el Centro de Investigación de Repsol; intercambios para el desarrollo de personal de Pemex Exploración y Producción en campos complejos o de características similares (carbonatados).
Según PMI, se contaría con un socio que permanentemente participaría bajo los nuevos esquemas de contratación en México; se tendría mayor acceso a tecnología, prácticas y conocimiento para el desarrollo de recursos no convencionales (shale gas) y a una capacidad de refinación de cerca de 800 mil barriles diarios.
Al respecto, a Pemex le interesaban en específico dos proyectos tecnológicos, revela la comunicación enviada en julio de 2011 a la Comisión Nacional del Mercado de Valores español. Se trataba de las tecnologías Kaleidoscope (un programa de sísmica creado en 2007, que procesa 15 veces más rápido las imágenes que cualquier otra alternativa tecnológica) y el Proyecto Sherlock (un proyecto multidisciplinario de geología, geoquímica y química analítica de alta resolución, cuyo objetivo es disminuir el riesgo geológico y aumentar la tasa de éxito exploratorio).
Otro supuesto beneficio de la inversión que superó los 1 mil 200 millones de euros era materializar acuerdos comerciales en la región que favorecerían a ambas empresas.
Por su relevancia financiera, la inversión fue considerada una de las dos operaciones altamente relevantes de PMI Comercio Internacional en su Libro blanco. Estructura de las empresas PMI, correspondiente al periodo 2007-2012. La otra operación fue la tesorería centralizada del Grupo PMI, asentada en Holanda y no fiscalizada por las autoridades mexicanas.
En su más reciente informe de fiscalización, correspondiente a la Cuenta Pública 2012, la Auditoría se refirió al tema de la ampliación del paquete accionario: “Pemex y PMI Holdings, BV, se propusieron en 2011 alcanzar una mayor participación en el Consejo de Repsol, SA, sin embargo, al haberse suscrito la ‘alianza industrial estratégica’ mediante la cual se acordó que Pemex no podría poseer más del 10 por ciento del capital social de la empresa española, la inversión se mantuvo en el 9.43 por ciento.
“Durante 2012 el precio de la acción de Repsol disminuyó a 15.3 euros, menor en 8.4 euros en comparación con el precio reportado en 2011, de 23.7 euros, por lo que el valor de la inversión de Pemex y PMI Holdings, en su conjunto, reportó una minusvalía de 18 mil 411.6 millones de pesos, con relación a lo registrado al 31 de diciembre de 2011.”
Las aspiraciones de Pemex para controlar Repsol no sólo fueron rechazadas por Brufau, sino también por La Caixa. Luis González Reyes, coordinador de la organización no gubernamental Ecologistas en Acción y estudioso de las prácticas de Repsol en España, explica que el accionista de referencia en la petrolera española históricamente ha sido esa institución financiera.
Para contextualizar, el coautor del libro Qué hacemos frente a la crisis ecológica indica que al poseer el 12.8 por ciento de las acciones de Repsol, La Caixa es la entidad que ha controlado a la petrolera española.
“Ésta [participación accionaria] le ha permitido, en general, controlar la compañía. Un control que siempre ha tenido una alianza bastante buena con Brufau. Y esto siempre ha sido un conflicto importante [para los intereses de otros accionistas].”
La relación de Antonio Brufau –presidente de Repsol desde 2004– con la institución financiera data de hace un par de décadas, pues antes de participar en la petrolera era ejecutivo de La Caixa.
A esta trama también se suma otro actor: el magnate Carlos Slim, accionista individual de referencia de La Caixa desde mayo de 2011, meses antes de que Pemex aspirara a controlar Repsol.
Luis González Reyes explica que, como consecuencia de la burbuja urbanística en España, las empresas constructoras e inmobiliarias empezaron a tener una liquidez muy importante y a invertir en el sector de la energía: “Así es como Sacyr entra en Repsol llegando a comprar hasta el 20 por ciento de las acciones, con lo que supera a La Caixa. Pero el caso de Sacyr no es el único, otras empresas compraron acciones, por ejemplo, de Unión Fenosa”.
El activista por los derechos colectivos explica que, “conforme se deshincha la burbuja [inmobiliaria], empieza a haber cambios importantes en todo este proceso: Sacyr entra en problemas económicos muy graves y necesita deshacerse de las acciones que tiene en Repsol sacando un dividendo importante o tratar de sacar la mayor rentabilidad a través del reparto de beneficios año tras año, y eso genera una tensión muy importante tanto con Brufau como con La Caixa. A partir de ahí empieza a haber muchas tensiones en el consejo de dirección de Repsol”.
Ello porque La Caixa y Brufau se oponían a las exigencias de Sacyr. En ese contexto, esa última empieza a aliarse con Petróleos Mexicanos: “Ahí hay un origen de tensiones y Pemex sale perdiendo. Quien sale ganando es la alianza entre Brufau y La Caixa”.
Así, en la apuesta de la paraestatal mexicana por controlar Repsol no sólo perdió dinero público, sino también el acceso a las tecnologías para aguas profundas que ahora comprará.
[RECUADRO 1]
La presión de Estados Unidos
En 2011, poco después de que Petróleos Mexicanos (Pemex) ampliara su participación accionaria en Repsol, la administración de Estados Unidos mostró su rechazo sobre ese negocio, revela una comunicación enviada por Eduardo Raúl Calvo Barbeau, director general adjunto de Asuntos Jurídicos Financieros de la paraestatal, a Cecilia Blye, jefa de la Oficina de Seguridad Global de Riesgos de la Securities and Exchange Commission (SEC).
Con fecha del 11 de noviembre de 2011, la carta descubre la preocupación de la SEC por el aumento accionario y la alianza con Sacyr Vallehermoso para coordinar una participación combinada en Repsol de casi el 30 por ciento. Al respecto, la SEC se mostró reticente por lo que calificó como la “contribución” de Pemex a los negocios de Repsol en Cuba (exploración), Irán (oficina de representación) y Siria (“contactos”).
La SEC hace referencia a la opinión de algunos congresistas estadunidenses que advirtieron que los negocios de Repsol en esos países le podían hacer daño a los intereses comerciales con Estados Unidos.
Por ello, la institución le solicitaba a Pemex que se pronunciara sobre el potencial daño a su reputación derivado de esa nueva relación con Repsol. Al respecto, Pemex respondió que sí había evaluado la importancia de los negocios con Cuba y “otros países designados como patrocinadores del terrorismo o sujetos a los controles de activos y de exportación” de Estados Unidos.
Y aseguró que a pesar del aumento en la inversión en Repsol, el valor de ésta representaba menos del 1.42 por ciento de los activos totales de Pemex al 30 de septiembre de 2011 y los ingresos derivados de la inversión en Repsol representaba menos del 0.1 por ciento de los ingresos totales para los 9 meses finalizados el 30 de septiembre de 2011.
La paraestatal mexicana agregó que –según la propia información pública de Repsol– para la trasnacional española los negocios con Cuba, Irán, Sudán y Siria no serían significativos, ni cuantitativa ni cualitativamente: sus ingresos totales provenientes de las ventas asociadas con esos países ascendieron a menos del 0.1 por ciento de sus ventas consolidadas para el periodo de 9 meses finalizado el 30 de septiembre de 2010 y cada 1 de los años terminados el 31 de diciembre de 2008 y 2007.
La petrolera mexicana concluyó que “los contactos de Repsol con Cuba, Irán, Sudán y Siria son cuantitativamente irrelevantes para Pemex”, refiere la carta enviada a la SEC.
Para convencer a su interlocutor, Pemex añadió que “no tiene ninguna participación en las actividades planificadas de Repsol en territorio cubano”, y que “la futura cooperación con Repsol fue motivada por su necesidad de desarrollar los conocimientos técnicos y experiencia en la perforación en aguas profundas, y no por un deseo de invertir recursos en la exploración y producción fuera del territorio mexicano”.
Respecto de estas presiones, el coordinador de Ecologistas en Acción, Luis González Reyes, señala que las inversiones de Repsol más fuertes no están en Irán o Siria, sino sobre todo en América Latina, a pesar de la renacionalización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) por parte del gobierno argentino, “que es un golpe muy duro para Repsol”.
González dice que la petrolera española “dejó de ser atractiva una vez que pierde a YPF, que era la que en realidad la hacía ser una compañía potente a nivel internacional. Quizá para Pemex dejó de ser interesante estar en Repsol una vez que ésta vuelve a ser una petrolera mediocre. Ésta es una hipótesis: quizá Pemex prefiera invertir en otras cosas que en una compañía que viene para abajo”.
[RECUADRO 2]
Desinversión: pérdidas reales por más de 55 millones de euros
La desinversión de Petróleos Mexicanos (Pemex) en Repsol, ocurrida el pasado mes de junio, representa una pérdida real para las finanzas públicas que oscila entre 55 millones 400 mil y 55 millones 900 mil euros, dependiendo del costo por acción.
Así, si la acción hubiera sido comprada en 2011 a 19.95 euros como afirma Pemex, la pérdida real en 2014 ascendería a 55 millones 465 mil 78 euros: al deflactar la cifra, el costo real actual de la acción, con la inflación acumulada, sería de 19.12 euros.
Si el costo de la acción hubiera sido el reportado por la Auditoría Superior de la Federación, de 20.14 euros, la merma real sería de 55 millones 993 mil 317 euros. (Con información de Marcos Chávez).
[RECUADRO 3]
Arenas bituminosas, la próxima contaminación ambiental
El que hasta hace unos meses era uno de los principales socios de Pemex en el extranjero, Repsol, es una empresa altamente contaminante en el mundo.
En entrevista, Mariano González, coordinador de Transportes de la organización civil española Ecologistas en Acción, explica que se trata de “una petrolera que a pesar de que en los últimos años ha tratado de lavar su imagen con las energías renovables y sus programas verdes, su único interés es obtener petróleo en el mercado sin que le importe en lo más mínimo cómo se obtiene y las consecuencias que tiene en el cambio climático”.
Agrega: “basta ver los yacimientos donde tiene sus intereses y de dónde obtiene su rentabilidad. Por eso se está posicionando en los petróleos no convencionales, como sucede en Canarias, sin el más mínimo escrúpulo de riesgo ambiental que suponen esas explotaciones. Solamente el hecho de que les han dado permiso para explorar, los procesos de exploración tienen impactos terribles en el mar porque utilizan cañones de sonido que chocan en el suelo marino para poder hacer el mapeo del suelo marino y con ello ven si hay petróleo. El impacto es terrible para la fauna marina, porque su forma de comunicación de los grandes mamíferos es por vibraciones a través del agua y los cañones tienen un impacto altísimo. Y en varios kilómetros alrededor se encuentran animales muertos”.
El activista indica que el caso de las arenas bituminosas es otro ejemplo de lo altamente contaminante que puede llegar a ser el proceso de obtención del energético. “Repsol sigue apostando por las energías más sucias sin importarle si afecta el cambio climático, si hay destrucción de la fauna marina, si se destruyen los bosques, si hay derrames; la empresa lo único que busca es rentabilidad para sus inversores”.
Sobre las arenas bituminosas indica: “para simplificarlo, es una especie de arena que está mezclada con petróleo, cuya extracción requiere de minería a cielo abierto, que es muy destructiva y con un impacto territorial terrible. Luego requiere un proceso especial, porque es un material muy viscoso. Al ser tan denso lo complejiza y ante cualquier derrame el impacto es muy superior al del petróleo convencional”.
Mariano González añade que los petróleos no convencionales se caracterizan porque son más difíciles de extraer, por lo que requieren de procesos más sofisticados a pesar de que el petróleo que se obtiene es de peor calidad.
Señala que todas las refinerías que hay en Europa están preparadas para refinar petróleos no convencionales, y es Repsol la que posee el 75 por ciento de esa capacidad instalada, lo cual quiere decir que 75 por ciento de esas energías sucias entraría a sus refinerías. “Evidentemente esto ha supuesto una inversión y una estrategia de posicionarse previamente porque están apostando a esto”.
Como ejemplo, detalla que en junio pasado llegó el primer cargamento: “un barco con 500 mil barriles de petróleo procedente de las arenas bituminosas de Canadá. Ese cargamento llegó para testar que las instalaciones están preparadas para refinar este tipo de petróleo”.
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