Los primeros días de junio, un equipo de antropólogos físicos y arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) habrían ingresado al predio marcado con el número 159 del Paseo de la Reforma, delegación Cuauhtémoc, en el Distrito Federal, para continuar con los trabajos de salvamento arqueológico.
Propiedad de la firma inmobiliaria Living SLVK, el lugar –uno de los últimos relictos del Cementerio de Santa Paula, designado oficialmente Panteón General durante los años de la Colonia Española– podría albergar hasta 2 mil entierros humanos de los siglos XVIII y XIX.
Al considerar que el primer proyecto de salvamento arqueológico fue insuficiente –y luego de que Contralínea hiciera público el hallazgo arqueológico–, el Instituto decidió extender por tiempo indefinido las labores en el lugar, asegura en entrevista con este semanario Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador Nacional de Arqueología.
“En este momento las exploraciones continúan. No sabemos todavía por cuánto tiempo, pero hay el acuerdo con los desarrolladores de que en tanto haya necesidad de recuperar vestigios, lo haremos. Hasta que consideremos que ya está agotado el depósito y que la muestra obtenida ya es suficiente.”
De acuerdo con Sánchez Nava, la ampliación del proyecto de salvamento arqueológico para Reforma 159, donde se pretende construir una torre de departamentos, fue aprobada por el Consejo de Arqueología el 10 de junio de 2015. “Se vio que era necesario”.
—¿El Instituto todavía no libera el predio?
—No.
—¿La empresa no puede empezar a construir?
—No, eso es definitivo.
Salvamento insuficiente
El INAH trabajó en el salvamento arqueológico al interior de Reforma 159 desde los últimos días de octubre de 2014 y hasta los primeros días de marzo de 2015. Tras los 5 meses de trabajo, recuperó 249 entierros (50 son esqueletos completos), alrededor de 131 cráneos y un número indeterminado de restos óseos humanos y animales, además de cerámica, sahumadores, tepalcates y metales.
Las más de 400 osamentas de la época de la Colonia se extrajeron de ocho pozos de exploración cavados en apenas el 10 por ciento de los 1 mil 200 metros cuadrados que mide aproximadamente el predio.
—¿Por qué se decidió explorar solamente el 10 por ciento?
—En los trabajos de arqueología, en todos, es imposible, incluso por metodología, agotar los contextos. Siempre, lo que se procura hacer son muestreos, sacar una muestra representativa que te indique las tendencias del universo. Por esa razón se consideró que con el tiempo que se había programado y con la muestra que se tenía era suficiente.
—El trabajo fue deficiente, ineficiente o ¿cómo lo calificaría?
—No, no, no. Deficiente de ninguna manera. Ahí están los resultados. Insuficiente, en el sentido de que se vio que todavía había un área, un espacio, sobre todo hacia el centro del predio, cerca de donde estuvo la capilla del Panteón, donde había restos completos y se llegó al acuerdo con los desarrolladores para decir: “bueno, todavía nos interesa seguir recuperando”.
A 1 mes de reiniciadas las labores, el INAH ha recuperado más de 100 entierros completos. “Como 110, pero el área donde están los completos, ya como que se está acabando. Ya lo demás, sobre todo hacia la parte Norte, es un batidillo, padecería, y aun así se tendrán que sacar muestras […]. En el proceso de investigación se irá determinando el número de individuos”.
—¿Dónde está el material?
—Todo se tiene en bodegas de salvamento arqueológico. Existe la posibilidad de que parte de ese material pudiera darse a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) que ha manifestado interés en hacer estudios; ojalá se cristalice este acuerdo, y si no, Salvamento Arqueológico, a través del área de Bioarqueología, que encabeza Arturo Talavera, le dará seguimiento al estudio de estos materiales.
Luego de que Contralínea diera a conocer que el Instituto preparaba la liberación para construir una torre de departamentos en el lugar habiendo explorado y rescatado únicamente el 10 por ciento del material, un acuerdo informal entre el Instituto y la inmobiliaria habría posibilitado extender por 1 mes más el rescate, pues el límite estaba contemplado para los primeros días de marzo.
En el arreglo se definió que 20 estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) podrían entrar al predio para trabajar bajo estricto secretismo durante 4 semanas.
Las condicionantes para continuar con el rescate irían desde la firma de una carta de confidencialidad, la expedición de credenciales ex profeso, hasta la prohibición de ingresar al lugar con teléfonos celulares o cámaras fotográficas, con el fin de evitar “filtraciones” a los medios de comunicación.
Los estudiantes de antropología física y arqueología, dirigidos por un arqueólogo subcontratado, intentarían durante 4 semanas explorar y rescatar la que podría ser una de las colecciones esqueléticas de la época de la Colonia más completa y en mejor estado de conservación de la que se guarde registro.
No obstante, el Instituto decidió prescindir del trabajo de los estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia e iniciar las labores con su propio personal.
—¿Quién está haciendo la exploración?
—Los arqueólogos responsables. Creo que es Cristina Cuevas Carpintero la responsable [quien también habría estado al frente del primer proyecto, de acuerdo con información obtenida por Contralínea a través de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública], junto con otros arqueólogos, y con el apoyo del antropólogo físico Arturo Talavera, que de alguna manera también es parte integrante de Salvamento Arqueológico. Tiene un proyecto ahí.
—Teníamos entendido que la ENAH iba a coadyuvar con ustedes para hacer esta continuación del salvamento –se le cuestiona.
—Se vio esta posibilidad, pero era… fue muy complicado, porque no teníamos el compromiso real de los muchachos, por cuestiones de horario, de calendario, vacaciones, puentes, en fin, y había que dar continuidad a la investigación. Por esa razón no pudo consolidarse esa colaboración y se decidió hacerlo con los recursos de la Dirección de Salvamento Arqueológico.
Ya sin la manta que anunciaba la preventa de los departamentos y que cubría por entero la barda del lote 159; completamente tapado en puertas y rendijas; resguardado las 24 horas por un vigilante, no es posible observar lo que ocurre dentro del predio, incluso si ello implicara los inicios de la construcción de la torre departamental.
—¿Podemos entrar a ver los trabajos que hace el INAH? –se le pregunta a Sánchez Nava.
—Es propiedad privada –responde.
De acuerdo con el convenio de colaboración para llevar a cabo labores de salvamento arqueológico para la ejecución del proyecto denominado Paseo de la Reforma número 159, colonia Guerrero, delegación Cuauhtémoc, Distrito Federal –cuya copia posee Contralínea–, Living SLVK acreditó la propiedad del inmueble mediante escritura pública de fecha 1 de febrero de 2013.
En dicho instrumento, firmado el 16 de octubre de 2014 por el Instituto –representado por su secretario administrativo, José Francisco Lujano Torres, asistido por Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador Nacional de Arqueología, y por Salvador Pulido Méndez, director de Salvamento Arqueológico– y Edgardo Slovik Jansenson, en su carácter de copropietario, y en representación de los copropietarios del inmueble, queda asentado que para los trabajos, la firma Living SLVK se obliga a aportar al INAH 185 mil 876 pesos en especie, que serían destinados a pagar recursos humanos y materiales.
—¿Esta ampliación la está financiando la empresa?
—Sí.
—¿Los copropietarios de Reforma 159 han estado de acuerdo?
—Te puedo asegurar que han estado sensibles. Obviamente ellos cuidan su patrimonio, su interés, su proyecto, pero han sido sensibles. Se han tenido muchas reuniones con ellos y se ha llegado a acuerdos. Se han ampliado los plazos, los recursos. Ellos defienden su interés y nosotros defendemos nuestra posición y en esa interacción siempre tratamos de lograr que se concilien los intereses –asegura Sánchez Nava.
—¿Usted ya visitó el predio?
—Sí, sí, cómo no.
—¿Y qué le parece?
—Eso lo veo todos los días.
—¿Como coordinador Nacional de Arqueología, le parece que este hallazgo es importante?
—Es importante como todos aquellos hallazgos que nos permitan conocer de manera más puntual el devenir social de la Ciudad.
El arqueólogo ve en las obras de infraestructura una oportunidad para conocer el patrimonio nacional. “Constantemente estamos encontrando vestigios. A través de esas obras ha habido grandes hallazgos. El INAH está atento al desarrollo de las obras de infraestructura para, en los casos que se amerite, recuperar información, inhibir el proyecto, darle luz verde o modificarlo. Es difícil”.
Y concluye afirmando que el Instituto no autoriza proyectos, tarea que, dice, le corresponde a la autoridad. “Nosotros velamos por la preservación de los vestigios y cumplimos con nuestro trabajo de la manera más profesional. Normalmente una vez recuperada la información se da curso a las obras o no o se adecúan, dependiendo de la calidad y cantidad de los hallazgos”.
Para la realización de este trabajo se solicitó la postura del arquitecto Gustavo Slovik, director de Living SLVK, quien se negó a proporcionar información.
Redacción
[CULTURA]
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