El método se ha repetido en los últimos años: la noche dominical se cierra, las luces se apagan y las familias se disponen a arrancar un último descanso al fin de semana; hasta que el estruendo de las motosierras corta de tajo los silencios de la madrugada.
El ¡ddzzzrrrrrrrgghhh! de las cadenas atravesando la madera fondea los gritos de los operadores, el estruendo de las ramas cayendo, de los troncos que crujen mientras son partidos a tajadas. Las torretas de las patrullas anuncian que la policía armada hará lo necesario para que la escena se cumpla.
El método ha sido el mismo en múltiples madrugadas tras las que la Ciudad de México amaneció con menos árboles y más empresarios contentos.
El aserradero interrumpe la noche en varios puntos del Distrito Federal. Así ocurrió en la Magdalena Mixhuca, en Mixcoac, en Santa Fe, en Tlalpan, en Masaryk, en Chapultepec; en las delegaciones Miguel Hidalgo, Azcapotzalco, Gustavo A Madero, Iztacalco, Coyoacán, Benito Juárez…
Los árboles han desaparecido por cientos, miles, denuncian activistas y organizaciones que no sólo encontraron cerrazón por parte del gobierno de Miguel Ángel Mancera, sino que se estrellaron con los escudos de los granaderos que salieron a responder sus súplicas.
Mientras fotografías, videos y recuentos de la destrucción se hacen de dominio público, oficialmente la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) del Distrito Federal, encabezada por Tanya Müller, admite que ha dado permisos para talar, pero que en los 2 años y medio de la actual administración sólo han sido 20, lo cual, según la dependencia, ha significado el derribo de 126 árboles nada más.
De acuerdo con el listado entregado, la Secretaría del Medio Ambiente no otorgó ningún permiso para derribar árboles hasta agosto de 2014. Es decir, que en los primeros 20 meses de su administración, el gobierno de Mancera no autorizó talar ni un solo árbol. Eso afirma por escrito.
Después, entre ese mes y abril de 2015, la Ciudad solamente habría perdido 126 árboles por autorizaciones de tala que fueron de a uno, cuatro, seis, ocho, 10 o 15 cada uno, siendo el mayor el 001246/ 2015 firmado el 13 de febrero del presente año por el cual se derribaron 34, trasplantaron nueve y podaron 28 para dar paso a la edificación de 10 casas en un predio de 2 mil 270.8 metros cuadrados. Ése es el caso de mayor impacto ambiental que admite la Sedema haber aprobado.
La información enlistada se refiere únicamente a proyectos inmobiliarios: construcciones de edificios departamentales, casas, conjuntos habitacionales. Nada dice sobre los de mayor gravedad como la reconstrucción del Autódromo Hermanos Rodríguez u obras como las correspondientes para la Línea 6 del Metrobús o el desnivel en Río Mixcoac, en los cuales la tala se ha contado por millares.
—La Secretaría del Medio Ambiente solamente admite haber dado permiso para el derribo de 126 árboles –se le comenta a Elías García, presidente de la asociación civil Ecoactivistas.
—¿Cuántos? ¿En dónde?
—126. En toda la Ciudad.
—¿126?… Pff… La risa está de más –es la primera reacción del miembro de la organización que en la década de 1990 logró revertir el plan de construcción del estadio del equipo de futbol Cruz Azul dentro de la Magdalena Mixhuca y que ahora pelea contra la ampliación del autódromo y la edificación de la casa de los Diablos Rojos del México ahí mismo.
“Una respuesta así es una burla. Tan sólo en la Magdalena se han tirado más de 1 mil árboles. A la fecha van alrededor de 1 mil 200”. Es decir, 10 veces más de lo que asegura la Sedema que se ha tirado en toda la Ciudad se destruyó en un solo punto, por un único motivo: la vuelta de la Fórmula Uno a México.
Las máquinas y sierras entraron a la Ciudad Deportiva a fines de 2014. “Aprovecharon la Navidad y el Año Nuevo para hacer la tala clandestina, para cometer el delito”, dice Elías García.
La empresa inmiscuida es Operadora de Centros de Espectáculos, SA de CV (Ocesa), subsidiaria de Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE), que además recibirá más de 3 mil millones de pesos del erario por organizar los grandes premios de Fórmula Uno (Contralínea 422).
Ocesa cuenta con la concesión para operar el circuito y los llamados Foro Sol y Palacio de los Deportes por medio de un permiso administrativo temporal revocable, del cual Contralínea tiene copia (folio 0114000099315), otorgado por la Oficialía Mayor del Distrito Federal y renovado por Marcelo Ebrard.
El documento explícitamente establece que toda modificación a los inmuebles se hará con autorización del gobierno capitalino. Entonces la tala debió realizarse con la anuencia por escrito de la autoridad, de lo contrario la empresa habría incurrido en un delito que provocaría la revocación de la concesión.
“Cuando acudimos, yo vi hileras de árboles tirados, el director de la Magdalena nos respondió que fue la propia Sedema la que ordenó la tala”, recuerda en entrevista Miguel Valencia, miembro de Ecomunidades, Red Ecológica Autónoma de la Cuenca de México.
En los casos de la Línea 6 del Metrobús y el paso de Mixcoac-Insurgentes, los propios servidores públicos Guillermo Calderón, director del Metrobús, y Tanya Müller, secretaria del Medio Ambiente, han confirmado el número de árboles que desaparecerán: 1 mil 386 en el primero (“Pagarán 50 millones de pesos por tala de 1 mil 386 árboles para la Línea 6 del Metrobús, Excélsior, 3 de febrero de 2015) y 855 (“Gobierno del Distrito Federal suspende tala de árboles en Mixcoac, por el momento”, Animal Político, 11 de marzo de 2015), respectivamente. Sin embargo, sobre ninguno de estos proyectos informa la Sedema.
En cambio, cuando los activistas y vecinos afectados han levantado la voz, formaciones de granaderos los han recibido tanto en las avenidas como al pie de la sede el gobierno capitalino. Señoras, ancianos y niños presentes en las manifestaciones conocieron lo que es ser cercado a punta de escudazos por los elementos policiacos.
En el caso de Río Mixcoac, la obra se suspendió mas no se canceló. De cualquier forma los contratos ya estaban firmados y el daño ya estaba hecho. Y cuando los moretones aún marcaban los cuerpos de quienes gritaron contra la tala, tanto Miguel Ángel Mancera como su secretaria Tanya Müller anunciaron ante distintos medios que iniciarían una campaña de “información” para convencer a la población del “beneficio” que la obra traerá a la Ciudad.
“Los árboles están enfermos; bueno, estaban…”, es la justificación repetida por las autoridades ecológicas del Distrito Federal después de derribarlos y tras los reclamos desprendidos por ello.
“Cada vez que talan, dicen lo mismo”, protesta Elías García. El problema, prosigue el activista, es que tal señalamiento puede ajustarse a todos los árboles presentes en la Ciudad. “No hay un sólo árbol sano. Pero eso no es un argumento para justificar su destrucción”.
“El gobierno no invierte ni 1 centavo en la salud de los árboles”, acusa Miguel Valencia. El hecho de que presenten enfermedades no quiere decir que tengan que ser derribados. “Está en el ADN del gobierno tener mano seca. Desde que Tanya Müller estaba con Martha Delgado (en el sexenio de Marcelo Ebrard) ya dio visos de lo que podía hacer, de esa extrema inclinación a tirar árboles”.
Las autoridades son juez y parte a la hora de impulsar los grandes proyectos, subrayan los ecologistas. El problema, señalan, es que los peritos encargados siempre han ido acorde con las políticas depredadoras en turno.
“En México sobran técnicos corruptos. Ingenieros, ambientalistas y personas de este tipo que hacen unas manifestaciones de impacto ambiental que son una vergüenza. Indefendibles científicamente, pero eso se permite y tolera”. Analizan sólo el momento de la construcción, no ven que los impactos ecológicos más importantes aparecen años después, añade Valencia.
La Secretaría del Medio Ambiente, aunque no dé datos, ha estado presente en los proyectos de mayor impacto en la Ciudad… defendiendo las obras cada vez.
Es la contaminación de una “mentalidad tecnocrática, ambientalista de escritorio. Sin sensibilidad ecológica, creen que la ciencia y la tecnología lo resolverán todo. Y la depredación ecológica no se detiene”, remata el integrante de Ecomunidades.
Contralínea solicitó entrevistar a la secretaria Tanya Müller y al ingeniero Rubén Lazos Valencia, director de Regulación Ambiental de la Sedema. La Coordinación de Enlace Institucional confirmó la recepción de las peticiones; pasaron las semanas y la respuesta fue la siguiente:
“Le escribo para responder a su solicitud de información, por lo que le pido que ingrese a la página www.infomexdf.org.mx para hacer la solicitud de su información” (sic). Ante esto, se le insistió que la petición es de entrevistas periodísticas con los funcionarios Müller y Lazos. Sin embargo, hasta el cierre de edición no hubo otra comunicación por parte de la autoridad responsable.
Mauricio Romero, @mauricio_contra
[DISTRITO FEDERAL]
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