El fracaso del operativo de captura de Ovidio Guzmán López –el 17 de octubre de 2019– evidenció la vulnerabilidad de las secretarías de la Defensa Nacional, Marina Armada de México, y del Centro Nacional de Inteligencia –sustituto del Centro de Investigación y Seguridad Nacional.
La eficacia que mostró la defensa del hijo del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, alias Chapo, también reveló la falla en la toma de decisiones del Gabinete de Seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador frente al poder del crimen organizado, quien puso en jaque el sistema de seguridad nacional, advierten expertos y académicos.
En su análisis Inteligencia y contrainteligencia militar frente a fallos y desafíos. El caso de Culiacán, Paloma Mendoza Cortés –doctora en asuntos organizacionales en la Universidad Autónoma Metropolitana y egresada del William J Perry Center for Hemispheric Defense Studies, National Defense University– subraya que ese operativo de captura constituye “el mayor fallo de la historia contemporánea de México”.
Al respecto, observa “fallos analíticos, prejuicios, falta de tolerancia al error y falta de intercambio de información interagencial, por una tendencia natural hacia la competitividad entre los organismos de inteligencia del Estado”.
En entrevista, el vicealmirante Diplomado de Estado Mayor Raymundo Pedro Morales Ángeles, director del Centro de Estudios Superiores Navales (Cesnav), explica que “el presidente ya lo dijo: el gobierno de México tomó la decisión de suspender una operación para evitar un daño mayor a la sociedad y en eso coincidimos porque se evitó un daño a la nación”.
-¿Pero se dejó de aplicar la ley y la Constitución?
-Ése es un debate que habría que profundizar un poco más porque tiene muchas variables.
-¿En qué momento se encuentra la inteligencia y contrainteligencia en México?
-Está avanzando: hay una mejor coordinación cada vez, comparten informaciones un tema que no manejo (el Cesnav) es una área académica, no de inteligencia, pero si se ve un trabajo de mayor conjunto. Todo es perfectible, no podemos decir que todo está mal, sino que todo se puede mejorar. Desde la academia vamos a aportar ideas para mejorar.
“Las Fuerzas Armadas en el Cesnav como en la (Secretaría) de la Defensa hacemos un análisis permanente coyuntural del país; no es la excepción, es un trabajo rutinario, analizamos todos los campos de poder y básicamente es una visión académica que nos permite definir nuestros conceptos”, dice a Contralínea el vicealmirante.
Para el general de brigada Diplomado de Estado Mayor Armando Gómez Mendoza –director del Colegio de la Defensa Nacional–, el fallido operativo en Culiacán “es un problema que se atendió en su momento y la opinión ya la expresaron en forma oficial el Estado mexicano […]. Nosotros analizamos los temas desde el punto de vista académico; vemos temas de seguridad nacional y ése es un problema que se sucedió y que atendió el gobierno del estado”.
Por su parte, Emilio Vizarretea Rosales, experto en seguridad nacional, advierte que la manera en que se comunicaron las instituciones de inteligencia del país y autoridades civiles durante el evento de Culiacán fue deficiente, pero asegura que “la responsabilidad es del presidente del Consejo de Seguridad, es decir, el presidente de la República”.
Y subraya: “no creo que haya fallado todo el aparato de seguridad e inteligencia, sino que fue un problema en la toma de decisiones de alguien que decidió abortar, porque todo se estaba siguiendo conforme a los protocolos y manuales de operaciones militares y policiacos”.
En entrevista, resalta que la amenaza de asesinar a familiares de militares como ocurrió en Culiacán siempre estará latente o manifiesta. Sin embargo, considera que ése no era el problema. “Debieron detenerlo y extraditarlo [a Ovidio Guzmán], porque, ¿la ley se cumple o no se cumple? El presidente dijo que se hizo para proteger vidas humanas, pero no por arriesgar vidas vamos a permitir que la delincuencia pulule por todo el territorio nacional”.
Doctor en ciencias políticas por la UNAM, Vizarretea Rosales considera que hay un problema de toma de decisiones, pero no de inteligencia ni de operativo: “ya tenían el objetivo determinado y sólo faltaba la extracción y alguien tomó la decisión y dijo: ‘libérenlo’”.
Estima que es difícil que pueda repetirse una falla de esta naturaleza, pero aclara que el episodio de Culiacán sí deja una mala escuela, porque ese día se estaba replicando la violencia de narcodelincuentes en Oaxaca y Quintana Roo y otros estados del país. “Si seguimos por esa ruta es contra producente, porque pareciera ser que los delincuentes tienen un salvoconducto de hacer lo que quieren”.
El catedrático matiza que los órganos de inteligencia del Estado están en una fase de readaptación a las nuevas formas de trabajar de la nueva administración: es un proceso de readaptación del manejo que tiene el secretario de Seguridad Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño.
Por su parte, el doctor Javier Oliva Posada advierte que hubo un problema de coordinación incluso con las autoridades locales. “Los delincuentes cruzaron líneas rojas que eran impensables como tomar por asalto una unidad habitacional militar, disponer de armamento militar procedente de Estados Unidos, y se conjuntaron varios aspectos que llevaron a este resultado”.
El catedrático de la UNAM señala que “falló la coordinación interinstitucional con las autoridades locales, junto a la ausencia de comunicación”. La falta de coordinación me parece clave, es un antecedente que se tiene que corregir, acota.
Indica que todos los países –“no sé si en México existe– todas las áreas de inteligencia tienen un centro de lecciones aprendidas y a veces se aprende más de los fracasos, porque cuando logras un éxito no tienes que mejorar aparentemente mucho; en cambio, ante un fracaso, es importante analizar al detalle. Espero que eso se esté ocurriendo en las áreas especializadas civiles de inteligencia”.
El análisis Inteligencia y contrainteligencia militar frente a fallos y desafíos. El caso de Culiacán –de la doctora Paloma Mendoza Cortés– enumera la cadena de errores de los órganos de inteligencia para la seguridad nacional del país, que condujeron al fracaso en la captura de Ovidio Guzmán el 17 de octubre del año pasado en Culiacán, Sinaloa.
“Fallo en contrainformación y contrainteligencia de engaño: en momentos críticos, el crimen organizado posee un mejor manejo de redes sociales que las fuerzas de seguridad, que saben aprovechar la desinformación y la información falsa para obtener sus objetivos”.
Señala que ello resultó en el posicionamiento de Ovidio Guzmán como figura pública del crimen organizado, al ser un presunto narcotraficante que logró doblegar al gobierno mexicano y así evitar su arresto y extradición a Estados Unidos.
Falló la cooperación interagencial, ya que el caso muestra la evidente falta de intercambio de información y coordinación operativa entre las fuerzas de seguridad de México, especialmente en operativos conjuntos entre organismos civiles y militares de seguridad, indica.
La conclusión del operativo –sostiene– se hizo sobre dos premisas que no lograron aclararse: “si se trató de un operativo experimental de la Guardia Nacional o un fracaso operativo y de coordinación interagencial entre esta y el Centro Nacional de Inteligencia, por parte de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, el Ejército Mexicano y la Secretaría de la Defensa Nacional”.
-Fallo de contrainteligencia defensiva: “la vulnerabilidad de las comunicaciones y transmisiones del Ejército Mexicano fue evidente al ser intervenidas para exigir la liberación de Guzmán e incluso para amenazar de muerte a las familias en instalaciones militares de Culiacán”.
-Fallo de manejo de crisis: “se evidenció la inexistencia de comunicación en el interior y hacia el exterior del gobierno federal para situaciones de emergencia en materia de seguridad. En el interior, con la incomunicación entre el presidente de la República y el Gabinete de Seguridad para la toma de decisiones (fin último de la inteligencia)”.
Mendoza Cortés destaca que el presidente no tuvo conocimiento del operativo hasta 3 horas antes de ejecutarlo. Es decir, “existió incertidumbre de quién tomó la decisión de liberar a [Ovidio] Guzmán y con base en qué información”. Y hacia el exterior, la nulidad de información oficial propició el incremento de rumores y desinformación en redes sociales y medios de comunicación, citaron hasta seis versiones diferentes de lo ocurrido.
También observa que hubo un fallo de contrainteligencia ofensiva, por incompetencia de organismos de seguridad para prevenir y contrarrestar los efectos de Operaciones Psicológicas en el ciberespacio de las redes sociales, en dos frentes: las acciones del Cártel de Sinaloa, que buscaban el objetivo de liberar a Guzmán y opositores políticos que aprovecharon la coyuntura para atacar al presidente López Obrador.
En este aspecto –prosigue la académica– vale la pena considerar el papel de las subsecciones y los grupos de acopio de propaganda y contrapropaganda, de guerra electrónica, de monitoreo de sistemas computarizados y de información a medios de comunicación, que corresponden a la Sección Segunda del Estado Mayor de la Defensa Nacional.
Esto sucedió ante la falta de un cibercomando (Centro de Operaciones del Ciberespacio), que Sedena no ha podido concretar por falta de presupuesto, a pesar de que en las hipótesis de conflicto está considerado el ciberespacio como teatro de operaciones.
Y pese a que la Semar cuenta con la Unidad de Ciberseguridad, “debemos cuestionarnos en qué áreas de Sedena se hace operativa la Estrategia Conjunta de Ciberdefensa Sedena-Semar, más allá de la asistencia a conferencias sobre ciberseguridad”, ironiza Mendoza Cortés.
Finalmente, apunta que falló la toma de decisiones críticas y delimitación de responsabilidades por las consecuencias de la operación, que resultó de una cadena de omisiones, incomunicación y pérdida de control. “Los sucesos concluyeron en la liberación de Guzmán a cambio de proteger la integridad de la población de Culiacán frente a las amenazas de escalada de violencia de los delincuentes”.
En su análisis, publicado en Revista Latinoamericana de Estudios de Seguridad (enero-abril 2020), Mendoza Cortés refiere que aunque la operación militar fue exitosa por la captura de Guzmán, el gobierno perdió el control de la situación y, según la versión oficial, no tuvo más alternativa que liberarlo para pacificar la ciudad, apelando a información de inteligencia con la cual no contaban.
“Hasta el momento la decisión no tiene nombres, apellidos o cargo para asumir la responsabilidad pública. A ello se suma la interrogante sobre el papel del Centro Nacional de Inteligencia en el planeamiento de la operación y en la información en la cual se basó la decisión crítica de liberar a Guzmán”, destaca la autora de El proceso de toma de decisiones en el Ejército Mexicano: la función de la Inteligencia Militar (tesis doctoral, 2018).
Califica como un hecho inédito e histórico que el presidente López Obrador ordenara al secretario de Defensa hacer públicas las funciones, el personal e incluso el nombre del jefe del Grupo Inteligencia Contra el Narcotráfico (GIAN) adscrito a la Sección Segunda del Estado Mayor de la Defensa Nacional. “Generó malestar dentro del Ejército, tanto para militares en activo como en retiro, que cuestionaron la relación institucional con el presidente de la República”.
Egresada del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey, del Centro de Investigación y Docencia Económicas y del Instituto Nacional de Ciencias Penales, la experta sugiere necesario investigar las fallas de los organismos de seguridad. Sin embargo, considera poco probable, en vista del anuncio de reserva por cinco años de la información militar sobre la operación para capturar a Guzmán.
Los fallos en la detección de las vulnerabilidades y su anticipación dan cuenta de disfunciones, necesidades y desafíos para los servicios de inteligencia. Es indispensable identificar y contrarrestar las causas por las cuales los analistas de inteligencia fallaron en la anticipación del uso del ciberespacio como teatro de operaciones para difundir desinformación y pánico entre la población, como un acto de guerra psicológica.
Es necesario reconocer que los organismos civiles de seguridad no cuentan con solidez institucional, situación que es evidente en sus continuas transformaciones y en las señales de desconfianza, principalmente entre los servicios de inteligencia civil y militar.
En Culiacán fueron muy graves los fallos de contrainteligencia y contrainformación, así como la argumentación, delimitación y comunicación de responsabilidad de las decisiones del Gabinete de Seguridad. Si bien ese es un aspecto que rebasa los límites de la inteligencia, es una variable que aprovechó a su favor el Cártel de Sinaloa. Esto potencialmente será imitado en el futuro por otras organizaciones.
Palabras clave: Chapo Guzmán, AMLO, Sedena, Semar, Centro Nacional de Inteligencia, crimen organizado, inteligencia, contrainteligencia seguridad nacional, ciberespacio
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