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Tras la coartada antiterrorista, la guerra del gas en el Levante

Publicado por
Red Voltaire

El discurso antiterrorista de Washington y sus aliados del Golfo sólo es la justificación oratoria de una guerra que en realidad persigue otros fines. Estados Unidos dice querer destruir el Emirato Islámico –organización que él mismo creó y que realiza, precisamente para Estados Unidos, la limpieza étnica necesaria para concretar el plan de rediseño del “Oriente Medio ampliado”–. Más contradictorio aún, Estados Unidos dice querer combatir en Siria del lado de la oposición, supuestamente moderada, de la que forman parte los mismos yihadistas del Emirato Islámico. Y, para terminar, Estados Unidos ha destruido en Rakka edificios que el Emirato Islámico había abandonado 2 días antes de los bombardeos estadunidenses. Tras esas aparentes contradicciones, se lleva a cabo la continuación de la guerra del gas

Thierry Meyssan/Red Voltaire

Damasco, Siria. La campaña de bombardeos aéreos de Estados Unidos en Irak y en Siria resulta sorprendente en la medida en que es imposible destruir un grupo terrorista solamente con bombardeos aéreos. En Irak, Estados Unidos y el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCEAG) han sincronizado sus bombardeos con las acciones de las fuerzas terrestres irakíes o kurdas. Pero en Siria no disponen de ninguna fuerza terrestre realmente capaz de luchar contra el Emirato Islámico. Y aunque la tuviesen, “esos bombardeos no pueden afectar las capacidades del Emirato Islámico ni sus operaciones en otras regiones de Irak o de Siria”, según el general William Mayville, jefe de operaciones del Estado Mayor estadunidense.

En todo caso, y a pesar de las declaraciones oficiales, el Emirato Islámico es una creación de Estados Unidos y del CCEAG. Y esa criatura sirve a los intereses de sus creadores, tarea que está cumpliendo al pie de la letra:

• En mayo de 2013, el senador estadunidense John McCain entraba ilegalmente en territorio sirio para reunirse allí con el Estado Mayor del Ejército Libre Sirio (moderado), Estado Mayor del que formaba parte Abu Yussef, alias Abu Du’a, alias Ibrahim al-Baghdadi, el actual califa Ibrahim (jefe de los extremistas del Emirato Islámico).

• En enero de 2014, la agencia de prensa Reuters revelaba que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, había convocado a una sesión secreta del Congreso en la que los congresistas decidieron armar y financiar a los “rebeldes” que operan en Siria, entre los que se incluye el Emirato Islámico, hasta septiembre de 2014. No se trataba de una sesión a puertas cerradas, sino de una sesión secreta que la prensa estadunidense nunca mencionó, en estricta aplicación de la orden de censura que había recibido.

• Orgullosa de este reconocimiento, la televisión pública de Arabia Saudita proclamó que el Emirato Islámico obedece a las órdenes del príncipe saudita Abdul Rahman al-Faisal.

• Por su parte, el jefe de la inteligencia militar de Israel, general Aviv Kochavi, lanzaba una advertencia ante un aumento del número de combatientes antisirios y revelaba que los miembros de Al-Qaeda –entre ellos el Emirato Islámico, que todavía no se había divorciado de Al-Qaeda– estaban entrenándose (bajo control de la Organización del Tratado del atlántico Norte) en Turquía, más exactamente en tres campamentos situados en Sanliurfa, Osmaniye y Karaman.

• En mayo de 2014, Arabia Saudita entregó al Emirato Islámico armamento pesado nuevo comprado en Ucrania y grandes cantidades de vehículos de la marca Toyota, también nuevos, para invadir Irak. Para el transporte de todo ese material se utilizó un tren especial contratado por los servicios secretos de Turquía.

• El 27 de mayo, el presidente del gobierno regional kurdo de Irak, Masud Barzani, viajaba a Amán, la capital de Jordania, para coordinar la invasión de Irak entre los kurdos irakíes y el Emirato Islámico. El 1 de junio tuvo lugar otra reunión, también en Amán, con numerosos cómplices sunitas.

• A principios de junio, el Emirato Islámico y el gobierno regional del Kurdistán pasaban al ataque. En cumplimiento de su misión, el Emirato Islámico sembraba el terror al realizar la limpieza étnica que el Ejército de Estados Unidos no pudo hacer en 2003. De esa manera se concreta el plan del Estado Mayor estadunidense para el rediseño del “Oriente Medio ampliado”, adoptado desde 2001.

No hay por lo tanto razón alguna para que Estados Unidos se esfuerce por destruir el Emirato Islámico, aparte de las muertes ampliamente divulgadas por los medios –y altamente sospechosas– de tres ciudadanos estadunidenses, pero esos crímenes no justifican por sí solos el diluvio de fuego estadunidense.

Si bien es evidente que el principal blanco de la campaña de bombardeos no es el anunciado, nadie dice con precisión qué es lo que se quiere destruir. Lo que sí se sabe es que hasta el momento Estados Unidos y sus aliados del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo han estado bombardeando edificios vacios en Raqqa –de donde el Emirato Islámico se había retirado 2 días antes– y una docena de refinerías en el este de Siria.

La aviación estadunidense bombardea una refinería en Siria el 24 de septiembre de 2014.

Las refinerías de petróleo están entre las inversiones industriales más costosas de cualquier país.

¿Qué tienen que ver estas refinerías con una supuesta guerra contra el terrorismo? Según el Pentágono, esas instalaciones estaban bajo control del Emirato Islámico y le reportaban grandes ganancias.

Pero se trata de otra justificación falsa. Cuando países sometidos a embargos tratan de vender gas o petróleo en el mercado internacional simplemente no logran hacerlo. Pero el Emirato Islámico sí logra vender el petróleo robado, a pesar de las resoluciones 1373 y 2170 adoptadas respectivamente en 2011 y 2014 por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Es de público conocimiento que el Emirato Islámico está robando hidrocarburos en Irak y Siria y que los envía a través de los oleoductos existentes hasta el puerto turco de Ceyhan, de donde son transportados por barco hasta Israel por los tanqueros de la Palmali Shipping & Agency JSC, la compañía del millonario turco-azerí Mubariz Gurbanoglu. Ya en el puerto israelí de Ascalón, las autoridades de Israel blanquean el petróleo robado proporcionando certificados falsos, como si viniera del yacimiento de Eilat. El petróleo robado por el Emirato Islámico es exportado entonces hacia la Unión Europea, cuyos miembros fingen creer que se trata de petróleo israelí.

Es importante señalar que por esa misma vía también se exportan el gas y el petróleo robados por el gobierno regional del Kurdistán irakí. Es decir, si Estados Unidos y el CCEAG actuasen conforme a las resoluciones 1373 y 2170 del Consejo de Seguridad de la ONU también tendrían que bombardear el Kurdistán irakí. Pero lo que hacen es respaldarlo, no en contra del Emirato Islámico, sino en contra del gobierno central de Irak.

En resumen, lo que se busca con los bombardeos contra las refinerías situadas en territorio sirio es privar a la República Árabe Siria de sus posibilidades de refinar su propio petróleo si recupera esas instalaciones.

Cualquiera es capaz de notar que en todo este asunto Estados Unidos se apoya en las monarquías del CCEAG, sobre todo en Arabia Saudita. Es evidente que los aviones de Arabia Saudita no despegan desde su propio suelo. Según la prensa iraní, están operando desde Israel, lo cual, aunque no está comprobado, es muy probable.

A menudo hemos señalado que uno de los principales objetivos de la guerra contra Siria es el control de sus gigantescas reservas de gas natural y del territorio sirio por donde podría pasar un pipeline proveniente de Catar y Arabia Saudita… O de Irán, rival de esas dos monarquías.

Pero, a partir del inicio de la resistencia de la Novorossia (Nueva Rusia) y del respaldo que Rusia le aporta, la Unión Europea está tratando de reducir su dependencia del gas ruso. De ahí la idea del gobierno iraní de proponer su propio gas a ese mercado, como anunció el viceministro iraní del Petróleo, Ali Majedi, el 9 de agosto de 2014. Para Irán, eso sería una alternativa ante el hecho que el Emirato Islámico le ha cortado el camino hacia Siria a través de Irak.

Esa opción, que defiende los intereses de Irán como Estado pero abandona el combate antiimperialista iniciado por el presidente Ahmadineyad, podría obtener el aval de Washington en el marco de un acuerdo más amplio durante las negociaciones 5+1. Irán aceptaría renunciar a sus investigaciones revolucionarias sobre un modo de producción de energía nuclear capaz de liberar al Tercer Mundo de su dependencia del petróleo mientras que los “occidentales” levantarían sus sanciones contra Irán.

Pero ese viraje, si tuviese lugar, modificaría profundamente todo el equilibrio regional. Y sería difícil obtener su aceptación por parte de la misma Rusia que acaba de acoger a Irán en el seno de la Organización de Cooperación de Shanghái. Por otro lado, eso exigiría una inversión de 8 mil 500 millones de dólares para la construcción de 1 mil 800 kilómetros de tubería y conectar los campos petrolíferos iraníes al sistema Nabucco. El gas iraní transitaría entonces por Azerbaiyán y Turquía antes de hacerlo a través de Bulgaria, Rumania y Hungría para ser finalmente distribuido en la Unión Europea a partir de Austria. Así lo confirmó el ayatola Hasán Rouhaní al presidente austriaco Hans Fischer en un encuentro al margen de la Asamblea General de la ONU.

La resurrección del sistema Nabucco sería un excelente negocio para Azerbaiyán, que podría entonces exportar más fácilmente la producción de su yacimiento de gas de Shah Deniz. Y al mismo tiempo Bakú se alejaría de Moscú para acercarse a Washington, lo que quizás explica sus inesperadas compras de armas a Israel.

Desde el punto de vista sirio, un viraje de la política energética iraní no sería necesariamente algo negativo, ya que la mayoría de los enemigos de Siria –con excepción de Israel– ya no tendrían así razones para continuar la guerra. Por otro lado, el alejamiento de Irán fortalecería la utilidad de Siria para Rusia. Ante ese tipo de acuerdo, Washington seguiría estimulando la inestabilidad en la región sunita de Irak para mantener la separación territorial entre Teherán y Damasco, y seguramente apoyaría la permanencia del Emirato Islámico en la región siria de Deir ez-Zor, pero dejaría tranquilo el resto de Siria.

Thierry Meyssan/Red Voltaire

 

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 Contralínea 406 / del 05 al 11 de Octubre 2014

 

 

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