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UNAM defiende programa especial para profesores menores de 37 años

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Flor Goche / @flor_contra

El Subprograma de Incorporación de Jóvenes Académicos de Carrera a la UNAM no transgrede los derechos de igualdad y tampoco discrimina a los profesores mayores de 37 años, indica la casa de estudios. La AAPAUNAM manifiesta su respaldo, pues se trata de un programa especial para abrir una vía de acceso a jóvenes hacia la carrera académica, y que no cancela el resto de plazas para profesores de edades que rebasan la contemplada en éste. Sin embargo, docentes universitarios consideran que el programa sí violenta la normatividad universitaria y deja fuera a los de mayor edad

El Subprograma de Incorporación de Jóvenes Académicos de Carrera a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Programa de Renovación de la Planta Académica –publicado en la Gaceta UNAM el 11 de noviembre de 2013– fue creado para abrir una vía de acceso a jóvenes hacia la carrera académica, afirma la máxima casa de estudios del país.

Dante Morán Zenteno, director General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM, asegura que las oportunidades que se están abriendo resultan de un esfuerzo que hace la Universidad por liberar un grupo de plazas a partir del Programa de Retiro Voluntario, pero que el resto está ahí para concursarse sin ninguna restricción de edad.

Advierte que, para cumplir con la legislación universitaria, los jóvenes que se van a contratar tendrán que concursar por la plaza.

No obstante, algunos profesores de dependencias universitarias sostienen que el subprograma es “ilegal”. Aseguran que pasa por encima de las normatividades que rigen su quehacer.

Ni el Contrato Colectivo de Trabajo ni el Estatuto del Personal Académico (EPA) establecen un límite de edad para impartir cátedra en la máxima casa de estudios del país. El Subprograma, sí: ser menor de 37 años, para el caso de los hombres; y de 39, para el de las mujeres. Así, los profesores que aspiren ocupar las vacantes generadas por el Subprograma de Retiro Voluntario por Jubilación y por la Reasignación de Plazas de Profesor o Investigador Emérito deben cubrir el nuevo “requisito” de la edad.

Las primeras críticas al documento signado por Eduardo Bárzana García, secretario general de la UNAM, constan en dos cartas que los profesores de bachillerato entregaron a la Rectoría universitaria a finales de 2013. En éstas, se quejan de discriminación por razones de edad.

Concluido el periodo vacacional, los docentes de bachillerato y licenciatura se reagruparon y refinaron su crítica. El movimiento se reactivó desde el 16 de enero, cuando en el Auditorio Narciso Bassols, de la Facultad de Economía, algunos académicos de 20 escuelas, colegios y facultades de la UNAM se reunieron para organizar acciones en contra del Subprograma, bajo el argumento de que incrementa los requisitos de ingreso a planta docente de la Universidad y desaparece las equivalencias.

María de la Luz Arriaga Lemus, profesora de la Facultad de Economía, considera que las autoridades universitarias se están aprovechando del envejecimiento de la planta docente, problemática real, para “violentar” el EPA y para aplicar, a su vez, “cambios que durante mucho tiempo han querido hacer y no han podido”.

La docente con 38 años de servicio explica que, de acuerdo con la normatividad universitaria vigente, para impartir clases en determinado nivel escolar es necesario contar, como mínimo, con el mismo grado académico o la preparación equivalente. En tanto, el Subprograma pide estudios de maestría a los aspirantes a impartir cátedra en el bachillerato, de doctorado a los de licenciatura, y de maestría a los técnicos académicos que buscan incorporarse a cualquiera de las entidades o dependencias universitarias.

Respecto de las equivalencias, Arriaga Lemus precisa que éstas tienen que ver con lo que se conoce como carrera universitaria, es decir, con la incorporación del egresado de licenciatura a la docencia, primero como profesor adjunto, luego de asignatura y, finalmente, de carrera. El hecho de que el Subprograma no contemple esta posibilidad, denota, a decir de la normalista de formación, la primacía del grado académico sobre la experiencia docente.

Con ello, detalla la también maestra en ciencia política, “la gente ya no estaría obligada a hacer la carrera universitaria, sino que ahora puede, siendo egresado de doctorado, acceder a las plazas más altas. Y eso tiene un problema: efectivamente puedes atraer a doctores muy brillantes, pero sin experiencia docente o de investigación y, por lo tanto, la Universidad puede perder, porque el hecho de que termines un doctorado no te hace investigador, así como no te hace profesor el que termines una maestría o un doctorado”.

Si bien la institución ha manifestado que el Subprograma de Incorporación de Jóvenes Académicos de Carrera a la UNAM busca el “equilibrio” de la planta académica en términos de experiencia y juventud, María de la Luz Arriaga cree que, lejos de esto, se está promoviendo la confrontación entre los docentes universitarios mayores de 37 años de edad y los jóvenes que están presionando para que se les den plazas. “Esto es terrible porque en lugar de promover la solidaridad y la mejora del tejido social entre los académicos, te empiezan a confrontar: jóvenes contra viejos”.

Al igual que otros docentes universitarios que rechazan el Subprograma, la también doctora en estudios latinoamericanos considera que la UNAM sí debe atender el problema del envejecimiento de su planta docente, así como dar oportunidad a los jóvenes de integrarse a la misma. No obstante, dice que esto no debe ser a costa de los ayudantes de profesor o de los profesores de asignatura que cuentan con la formación y la experiencia que les ha aportado la propia institución, y que llevan años aspirando a una contratación de tiempo completo.

A decir de Arriaga Lemus, una posible alternativa es la ampliación de la matrícula estudiantil, lo que necesariamente impactaría en el número de plazas académicas. Asimismo, la creación de un programa de jubilación digno que permita a los docentes de mayor edad seguir vinculados a la Universidad en tareas de investigación y docencia, “puesto que son gente muy valiosa”.

UNAM: Subprograma no discrimina ni genera inequidad

El 22 de noviembre de 2013, José Narro Robles, rector de la UNAM, asistió a la Casa Club del Académico. A la reunión también acudió Bertha Guadalupe Rodríguez Sámano, secretaria general de la Asociación Autónoma del Personal Académico (AAPAUNAM).

En compañía de Rodríguez Sámano, Narro Robles se encaminó hacia un amplio jardín de carpas sobrepuestas, el lugar dispuesto para la celebración de los 34 años de vida de la AAPAUNAM, organización gremial que desde 1975 ostenta la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo de los académicos universitarios. Detrás de ellos, una comitiva de funcionarios y personal de seguridad. Trajes, corbatas, lentes oscuros.

A mitad de camino, un hombre interrumpió el andar del grupo. Llegó con un sobre bajo el brazo. Adentro, un documento respaldado por alrededor de 120 firmas, mismo que depositó en manos del rector universitario. En el legajo de seis cuartillas, los académicos de la Escuela Nacional Preparatoria 4, Vidal Castañeda y Nájera, manifiestan su rechazo al Subprograma de Incorporación de Jóvenes Académicos de Carrera a la UNAM.

Margarito Clavellina Sotelo, integrante de la Mesa Directiva de la Sección 49 de la APPAUNAM, que agrupa a los docentes de la Preparatoria 4, fue el encargado de la entrega. Días antes, los profesores de esta dependencia habían acordado arribar a la Casa Club del Académico con mantas y pancartas de protesta. Para ello imprimieron también un pin con la insignia: “en la UNAM no se discrimina y menos por la edad”. No obstante, Bertha Rodríguez habría solicitado a Clavellina evitar la manifestación bajo el argumento de que esto pondría en riesgo la participación de Narro Robles en el acto protocolario.

Más por presión que por gusto, Clavellina Sotelo cedió a la petición de su dirigente con la condición de que la entrega del documento quedara garantizada. Así fue. Esa tarde, en las instalaciones de la AAPAUNAM, el profesor de historia cumplió con su cometido.

El rector se comprometió, por su parte, a dar respuesta al contenido del documento que le fue entregado.

La respuesta llegó días después, a través del oficio SGEN/304/2013. En éste, la Secretaría General manifiesta que el “Subprograma de Incorporación de Jóvenes Académicos de Carrera no transgrede per se los derechos a la igualdad o a la no discriminación, ni genera inequidad”.

El documento explica que “se trata, en todo caso, de regulaciones o modulaciones inspiradas en la consecución de un objeto y fin legítimos acorde con los derechos humanos, como lo es dar acceso y oportunidad a jóvenes académicos para que ingresen a la planta docente o de investigación”.

En el escrito dirigido a Margarito Clavellina y a otros profesores de los planteles 2 y 4 de la Escuela Nacional Preparatoria, la autoridad universitaria aclara que no todas las plazas que se generen en la Universidad serán destinadas a este programa; es el caso, por ejemplo, de las vacantes por creación, renuncia o fallecimiento.

Asimismo, que “una vez concluido el plazo –no mayor de 3 años– de contratación de jóvenes académicos, se tendrá que convocar a un concurso de oposición abierto o de ingreso, en el cual podrán participar todas aquellas personas que reúnan los requisitos establecidos en la convocatoria correspondiente, el EPA y la Legislación Universitaria”.

El 23 de enero pasado, en conferencia de prensa, el director General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM, Morán Zenteno, comentó que ese mismo día se reunió con el grupo de profesores críticos al Subprograma para escuchar sus argumentos.

 Del encuentro derivó la posibilidad de una mesa de diálogo con la autoridad universitaria, así como el compromiso de dar respuesta por escrito a las inquietudes manifiestas.

Cuestionado sobre la posibilidad de derogación del Subprograma, el funcionario comenta que “el programa está en marcha; está desbordando en solicitudes de jóvenes en las entidades”.

—¿Esto significa que el Subprograma se queda como está? –se le pregunta.

—El programa se queda como está. Vamos a atender sus peticiones; vamos a analizar. Ellos [los quejosos] tienen algunas ideas que nos han propuesto; quieren una mesa de diálogo. Yo lo tendré que consultar con la autoridad universitaria y entonces daremos respuesta por escrito.

De acuerdo con Morán Zenteno, gracias a un importante esfuerzo por parte de la Universidad, lograron liberarse para efectos de este Subprograma un total de 362 plazas, número minoritario en comparación con las que normalmente fluyen en la máxima casa de estudios del país. De éstas, 225 corresponden a la primera convocatoria y 137 a la segunda, precisa.

UNAM, una “nueva metodología laboral”

María Esther Navarro Lara, docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, considera que, más allá del discurso político con el que las autoridades universitarias buscan justificar la incorporación de profesores jóvenes, la normatividad de la UNAM no se está cumpliendo.

Explica que esto se debe a la forma en que serán contratadas las personas que ingresen a la UNAM a través del Subprograma. El Capítulo III del mismo refiere que será en términos de las contrataciones excepcionales (fuera de concurso de oposición o concurso abierto) previstas en el artículo 51 del EPA.

Ingresar a la UNAM, conforme a lo dispuesto en este artículo, implica que los términos de la contratación sean previamente aprobados por el Consejo Técnico, Interno o Asesor (presidido por el director de la dependencia en cuestión). Asimismo, que el contrato sea temporal, por 1 año, con posibilidad de renovación en los 2 siguientes.

Al respecto, María de la Luz Arriaga Lemus, profesora de la Facultad de Economía, comenta que este tipo de contratación conlleva al abaratamiento de la fuerza de trabajo. Esto porque los recién contratados carecerán de estabilidad laboral durante el periodo de prueba.

El periodo de prueba trae consigo una implicación más. A decir de la economista, durante este lapso y debido a que el Consejo Técnico, Interno o Asesor será el encargado de decidir sobre los términos de las contrataciones en absoluta “discrecionalidad”.

A su parecer, esto implica que los nuevos profesores “se tendrán que portar bien” con el director o el Consejo Técnico para que les renueven su plaza, condición que en definitiva les “restringe derechos”.

La también integrante de la Coalición Trinacional en Defensa de la Educación Pública detecta dos similitudes entre el Subprograma de Incorporación de Jóvenes Académicos de Carrera a la UNAM y la llamada reforma educativa aprobada a principios de 2013.

Refiere que en ambas prevalece una idea respecto del qué es ser maestro o maestra, misma que tergiversa completamente el sentido de la profesión.

De acuerdo con Arriaga Lemus, ser maestro implica necesariamente un proceso creativo, autónomo, “esa posibilidad de desarrollarte y de desarrollar todas las potencialidades de los jóvenes, de transformación, de verlos cotidianamente cómo se entusiasman por el conocimiento, en fin”. En contraste, “este tipo de programas te meten controles, te quitan la posibilidad de desarrollo autónomo lo que es muy importante para la generación de ciencia y las mejores formas de docencia”.

La segunda similitud radica en que ninguna de las dos consideró a los “sujetos sociales que serían afectados”, situación que para el caso de la UNAM resulta una “aberración”, puesto que se supone que ésta “tiene la masa pensante más importante del país”.

 Para la doctora en estudios latinoamericanos resulta factible concluir que ambas disposiciones, la reforma educativa y el Subprograma, parten de “gobiernos autoritarios, antidemocráticos”.

Subprograma, negociado con AAPAUNAM

En entrevista con Contralínea, Bertha Guadalupe Rodríguez Sámano, secretaria general de la AAPAUNAM, refiere que la organización a su cargo respalda el contenido del Subprograma de Incorporación de Jóvenes Académicos de Carrera a la UNAM: “Lo apoyamos. Estamos ciertos que el señor rector lo hace con todo cariño por la Universidad y creo que es el camino de la renovación de la planta docente”.

—Previo a la publicación del Subprograma, ¿hubo un encuentro entre la Rectoría universitaria y la APPAUNAM para tratar este tema en específico?

—Claro. El señor rector tuvo la atención de platicarlo conmigo, de comentarlo, de decirme cuáles eran las condiciones, explicarme las razones de por qué la Universidad lo está haciendo. Yo lo comenté con el Comité Ejecutivo. Creo que es benéfico y prudente.

Para la química de formación, el Subprograma –que, aclara, es de carácter especial y transitorio–, resulta “provechoso”, puesto que la institución enfrenta un serio problema de “envejecimiento de la planta docente”. Además porque, a su consideración, no hay otra manera de dar salida al personal académico “envejecido”, más que con la contratación de personal nuevo, en específico de jóvenes que “están regresando con doctorados, con maestría, con juventud”.

Asevera que la institución no está olvidando ni discriminando a quienes ya laboran en la Universidad. Para ellos están las “plazas que han quedado fuera de este Subprograma, las que se tienen por jubilación normal, por renuncia, por fallecimiento, ésas van a salir convocadas de otra manera”.

Bertha Rodríguez comenta que la Asociación que preside está en espera del momento legal para sentarse con la autoridad universitaria, funcionarios de la Rectoría y de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM, y entonces dialogar sobre los temas relacionados con el personal académico ya contratado, sobre todo con los “profesores de asignatura que han dado su vida a la Universidad, que se han preparado y que tienen derecho a ser profesores de carrera”. En torno a ellos girará su estrategia para la próxima revisión, asegura.

Que las plazas que queden fuera del Subprograma no establezcan límites de edad y que salgan a concurso las plazas pendientes a ocuparse, son, a decir de la dirigente sindical, algunas de sus demandas. No obstante, refiere que su gran preocupación recae en el hecho de que los profesores de asignatura que han participado en concursos de oposición abiertos, pierden ante la presencia de externos. Por eso, dice, “la negociación con la Universidad estribará en ver la manera de dar a los que ya están contratados y tienen los merecimientos la posibilidad de ser profesores de carrera, y no nada más a través de un concurso de oposición abierto. Hay muchos caminos por los que nosotros estamos pugnando”.

—¿Como qué caminos?

—Muchos caminos. Hay otros.

—Por ejemplo…

—No me gustaría hablar de ello porque adelantaría yo expectativas, y no quisiera despertar expectativas falsas.

La creación de la AAPAUNAM data de 1975, cuando logró acreditar 5 mil 132 afiliados y, por tanto, fue reconocida como la titular del Contrato Colectivo de Trabajo del sector académico. Desde entonces ha sido objeto de innumerables críticas por parte de un amplio sector de la comunidad académica que lo considera un sindicato charro.

Eliezer Morales Aragón, profesor de la Facultad de Economía y quien fuera secretario general del entonces Sindicato del Personal Académico de la UNAM (SPAUNAM, en la década de 1970), dice que “la AAPAUNAM surge como un esfuerzo en contra de la organización sindical de los trabajadores de la Universidad” que, aunque “inicialmente se negaba a reconocerse como sindicato”, tuvo que hacerlo dadas “las necesidades tácticas de las autoridades universitarias”. A partir de entonces, asegura, “han recibido todos los beneficios inherentes a ser un sindicato blanco dentro de la UNAM”.

El apoyo de la AAPAUNAM al Subprograma de Incorporación de Jóvenes Académicos de Carrera a la UNAM no sorprende a profesores como María Esther Navarro, quien en la década de 1990 se desempeñó como representante de la Facultad de Ciencias Políticas ante la AAPAUNAM, y quien, junto con otros seis delegados pertenecientes a lo que entonces se denominó “corriente democrática”, fue expulsada de la organización gremial por oponerse a la “mutilación del Contrato Laboral”.

“La política del sindicato ha estado muy vinculada a los dictados de la propia Rectoría, por el tipo de políticas académicas hacia los profesores. Entonces, sería muy extraño que tuviera una oposición a alguna de las directrices que da la Rectoría universitaria, como es el caso del Subprograma”, comenta la maestra en ciencia política.

Margarito Clavellina Sotelo, integrante de la Mesa Directiva de la Sección 49 de la AAPAUNAM, que agrupa a los docentes de la Preparatoria 4, recuerda las palabras de Bertha Rodríguez, cuando le solicitó pronunciarse públicamente en torno al contenido del Subprograma. “La AAPAUNAM no hará una declaración oficial al respecto; no vamos a pedir que se modifique”, habría dicho la secretaria general.

—¿Qué opina en torno a los señalamientos de que la AAPAUNAM es un sindicato blanco, charro? –se le pregunta a Rodríguez Sámano, secretaria general de la AAPAUNAM.

—Desconozco por qué dicen que es blanco o charro. Yo creo que es muy fácil criticar de fuera. No somos charros porque no estamos al servicio de la Universidad.

“Si somos sindicato blanco y sindicato charro porque no le falto el respeto al rector, sí, sí lo somos. Pero faltarle al respeto a nuestra autoridad, se llame como se llame, no me da ninguna posición ética frente a la sociedad. Nosotros no cerramos calles, no apedreamos, no golpeamos puertas y no aventamos cosas. Nosotros trabajamos con la conciliación y el trabajo diario. Si la gente lo que quiere es que insultemos, no lo vamos a hacer. Hay maneras mucho más éticas de comportarse.”

Y agrega: “Somos universitarios y mexicanos. No voy a lastimar a la sociedad y mucho menos a la Universidad que es mi fuente de trabajo. Tengo respeto por ella. Eso no quiere decir que claudique la defensa de los derechos del personal académico. Nadie puede decir que lo he hecho yo, como secretaria general”.

 

 Flor Goche

 

 

Contralínea 373 / 17 al 23 de febrero de 2014

 

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