Jorge Petinaud Martínez/Prensa Latina
Moscú, Rusia. Como en los años de mayor tensión entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el disuelto Pacto de Varsovia que encabezaba la también desintegrada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, ahora la atmósfera de confrontación militar gana espacio en las redes mediáticas internacionales.
Otra vez los aviones de la Flota del Mar Negro (FMN) –ya no soviética ni socialista, sino simplemente rusa– vuelven a vigilar los movimientos de buques de la alianza noratlántica en las aguas neutrales de la zona, según un reciente comunicado de ese cuerpo armado.
La misión a cargo de bombarderos de primera línea Sukhoi-24 permite observar los movimientos de buques de la OTAN. En primer término, se trata de la presencia inmotivada de barcos de Estados Unidos y Francia que no son de la cuenca del Mar Negro, subrayaba el texto.
El servicio de prensa de la FMN denunció que las unidades intrusas de la más reciente incursión son la fragata Surcouf y el buque espía Dupuy de Lome, de las Fuerzas Navales de Francia, así como el crucero portamisiles de la Armada estadunidense Vella Gulf.
Por el Norte, en el Mar Báltico, pese a la protesta de Rusia por los intentos de la OTAN de acercarse a sus fronteras, seis naves de combate también atracaron en puertos de Estonia.
“La llegada de los barcos, que patrullan el Báltico desde abril pasado, es una medida de contención y refuerzo de nuestra seguridad”, pretextó el ministro de Defensa, Sven Mikser.
Agregó el titular que ese mismo propósito tiene la presencia de una escuadrilla de aviones de guerra de la OTAN en el aeródromo de Amari, en esta diminuta nación, y las maniobras realizadas aquí con tropas de ese bloque.
Comanda el grupo naval el buque insignia alemán Elbe y lo secundan otros cinco de las armadas de Estonia, Bélgica, Noruega y Polonia.
Las embarcaciones se trasladaron a las costas estonias después de participar en las maniobras Open Spirit, realizadas en el Báltico del 9 al 22 de mayo, con la presencia de 26 navíos de guerra de 13 países.
Desde su separación de la entonces Unión Soviética y después de la desintegración de esta comunidad de repúblicas socialistas, Estonia especulaba acerca de una supuesta amenaza de Moscú contra su seguridad.
La quiebra del orden constitucional en Ucrania con el golpe de Estado del 22 de febrero último, estimulado y respaldado por Estados Unidos y la Unión Europea, motivó en la capital de Estonia, Tallin, el reclamo de una mayor presencia bélica del bloque occidental en su territorio fronterizo con Rusia.
El 21 de febrero, después de más de 3 meses de revueltas iniciadas en Kiev y extendidas prácticamente a toda Ucrania con el respaldo de Estados y la Unión Europea y un saldo de más de 100 muertos, el presidente Víktor Yanukóvich retiró las Fuerzas de Seguridad del centro de la capital.
Con tal decisión cumplía el primer punto de un grupo de acuerdos firmados con los líderes de la oposición prooccidental Arseniy Yatsenyuk, Vitali Klitschkó y Oleh Tyahnibok, ante los cancilleres de Alemania, Francia y Polonia como supuestos garantes.
La retirada de la protección de las sedes de la Administración Presidencial, la Rada Suprema (Parlamento) y el gobierno fue aprovechada por los escuadrones neonazis que actuaban como tropa de choque en las protestas, y el 22 de febrero se consumó el golpe de Estado con la fuga de Yanukóvich.
Rusia denunció el golpe, el peligro que representaba la llegada al poder de una oligarquía asociada a escuadrones neonazis para las regiones del Sureste del país, con población mayoritariamente rusoparlante, y se negó a reconocer a los nuevos gobernantes.
La ruptura constitucional en Kiev llevó a la República Autónoma de Crimea y a la ciudad de Sebastopol, sede de la FMN, a realizar un referendo el 16 de marzo, en el cual el 96.77 por ciento de los votantes (83 por ciento de todo el padrón) respaldaron la reunificación con la federación eurasiática.
Crimea fue parte de Rusia entre 1783 y 1954, cuando por decisión del otrora Partido Comunista de la Unión Soviética la península resultó colocada bajo la jurisdicción de la República Socialista Soviética de Ucrania.
El respaldo de Rusia a la decisión de los crimeos provocó un mayor deterioro de los nexos entre Moscú y la OTAN, ya afectados por la creciente presencia de Fuerzas Armadas y medios bélicos de Washington en Europa del Este.
Infructuosamente, Moscú ha exigido garantías de Estados Unidos y el bloque noratlántico de que el sistema de defensa antimisiles (DAM) del Pentágono en el viejo continente no apunta contra el sistema de disuasión nuclear del Kremlin.
Hasta el momento, sólo ha recibido la callada por respuesta.
En este contexto, el viceministro de Defensa, Yuri Borisov, reiteró que Rusia avanza en trabajos de investigación y desarrollo para poner en disposición combativa una respuesta al programa estratégico estadunidense denominado Rápido Ataque Global (PGS, por su sigla en inglés).
Borisov sostuvo en entrevista con la radio rusa que esas tareas transcurren en el contexto de las amenazas potenciales asociadas a las labores del PGS con el empleo de tecnologías hipersónicas por parte del Pentágono.
Fuentes militares rusas confirmaron que desarrollan un misil pesado hipersónico, al que denominan Zircon, del cual sólo se conoce que está diseñado para ser instalado en submarinos multifuncionales y buques de superficie.
Jerarcas del sistema defensivo ruso mencionan este cohete pesado como un arma única de la que no dispone Washington, pero mantienen en secreto su velocidad y otras características.
Ratificó Borisov que este proyectil balístico intercontinental, del que aún no dispone el Pentágono, será capaz de superar cualquier sistema antimisiles estadunidense.
Los trabajos de creación de este nuevo proyectil pesado se desarrollan en estricta conformidad con el plan establecido, mientras continúa el suministro activo de cohetes estratégicos basados en plataformas terrestres del tipo Yars y los emplazados en submarinos y que se pueden disparar sin detener la navegación, nombrados Bulavá.
El proyecto estadunidense PGS tiene como objetivo crear un sistema de armas ofensivas capaz de atacar a cualquier punto de la Tierra en un margen de 30 minutos después de la toma de esa decisión.
Los especialistas rusos suponen que este programa incluye la fabricación de cohetes balísticos intercontinentales modificados, cruceros hipersónicos y en general arsenales basados en nuevos principios físicos.
El presidente Vladimir Putin ha reiterado que Rusia artillará a sus Tropas Coheteriles Estratégicas (TCE) en 2014 con 22 misiles balísticos intercontinentales de emplazamiento terrestre.
Durante una reunión dedicada al desarrollo de estas fuerzas, el mandatario ratificó que el principal componente de los efectivos estratégicos nucleares seguirá teniendo respaldo prioritario en el futuro.
Putin advirtió que las TCE deben ser capaces de superar cualquier sistema de defensa antimisiles, tanto actual como perspectivo.
En consonancia con esta indicación, el ministro de Finanzas de Rusia, Antón Siluanov, presentó en el Senado un anteproyecto de presupuestos que, para 2014 y el bienio 2015-2016, prevé incrementar los gastos de defensa en más del 18 por ciento.
Para 2014, el acápite defensivo comprende un gasto en rublos equivalente a 40 mil 113 millones de dólares, 18.4 puntos porcentuales más que en 2013, confirma un informe del Comité de Defensa de la Duma estatal (cámara baja parlamentaria).
La propuesta para 2014 en materia de gastos de defensa representa un 17.8 por ciento con respecto de todo el presupuesto. Debe crecer a 19.7 puntos porcentuales en 2015 y llegar hasta 20.6 puntos sobre 100 en 2016, se informó.
Para preservar la paridad disuasoria nuclear con Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, Moscú destinará un incremento de 58 por ciento en el trienio. Y de 29 mil 290 millones de rublos (casi 1 mil millones de dólares) dedicados a esta esfera en 2013, pasará a más de 1 mil 500 millones de dólares en 2016.
Esta escalada se corresponde con el programa esbozado por el presidente Putin en la Reunión Internacional de Seguridad de Munich, en 2007, donde advirtió que Rusia iniciaría un rearme ante la expansión de la OTAN hacia las proximidades de sus fronteras.
Alertó entonces el mandatario contra el peligro que Rusia veía en el sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos en Europa, y advirtió que si no recibía garantías jurídicas de cumplimiento obligatorio de que no apuntaba contra Moscú, daría una respuesta adecuada.
La ausencia de esa respuesta y la continuidad de la expansión de las Fuerzas de la OTAN hacia el Este europeo estimularon el diseño de un plan de modernización de las Fuerzas Armadas hasta 2020.
Como parte de ese programa, Rusia ya igualó a Estados Unidos en la creación de armamento hipersónico, según aseguró en entrevista televisada el viceprimer ministro Dmitri Rogozin, supervisor gubernamental de la industria nacional de defensa.
El incremento de las amenazas noratlánticas en el Mar Negro y el Báltico, y la presencia en Ucrania como flamante presidente del oligarca Piotr Poroshenko, quien insiste en establecer una nueva alianza castrense con Estados Unidos y la OTAN, evidencian el camino que se le impone al Kremlin.
Putin reafirmó que las TCE continuarán recibiendo novedosos sistemas de emplazamiento en silos y en plataformas móviles.
En medio de las amenazas que percibe Rusia de la contraparte occidental, el 1 de junio del año en curso las Fuerzas de Defensa Aeroespacial comenzaron los entrenamientos estivales que culminarán a finales del otoño, según el coronel Alexei Zolotujin, portavoz de la cartera de Defensa.
Durante el semestre, los efectivos de este cuerpo armado deberán realizar 15 ejercicios que el oficial calificó de importantes en declaraciones a la agencia de noticias Novosti.
Se prevé realizar más de 10 maniobras y entrenamientos de mando y control, así como ejercicios prácticos con tiro real en el polígono Ashuluk (provincia de Astracán) con la participación de sistemas antimisiles S-400 Triunf y complejos antiaéreos de cañón-misil Panrsir-S.
Zolotujin enfatizó en que una prioridad incondicional es la realización del calendario de lanzamientos de vectores espaciales militares y de doble uso, al igual que de cohetes balísticos intercontinentales.
El general Víctor Yesin, exjefe del Estado Mayor de las Tropas de Misiles Estratégicos de Rusia, por su parte, descartó que un misil modernizado como el denominado RS-26 viole el tratado ruso-estadunidense para la eliminación de proyectiles de mediano y corto alcance.
Moscú notificó en su momento a la contraparte estadunidense comprometida en el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Start-3, por su acrónimo en inglés) sobre los trabajos de modernización del cohete intercontinental RS-24, aseguró el experto.
En declaraciones a medios de prensa rusos, el coronel general (retirado) explicó que en su nueva versión el proyectil recibe la denominación de RS-26.
Se hizo una demostración a la contraparte estadunidense con un disparo desde el cosmódromo de Plesetsk que impactó en un blanco ubicado a 6 mil 300 kilómetros en el polígono de Kura, en Kamchatka, sostuvo.
Participante en la redacción del Start-3, Yesin explicó que Estados Unidos invierte grandes recursos en la creación de armamentos hipersónicos (de velocidad cinco veces superior a la del sonido), pero indicó que Rusia no queda rezagada al respecto.
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