Thierry Meyssan/Red Voltaire/Al-Watan (Siria)
Desde 2001, el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos ha venido tratando de dividir el “Oriente Medio ampliado” en una multitud de pequeños Estados étnicamente homogéneos. El mapa de Oriente Medio rediseñado por Washington se publicó en julio de 2006. Y según ese mapa, Irak debía dividirse en tres partes: un Estado sunita, un Estado chiíta y un Estado kurdo.
El fracaso de Israel ante el Hezbolá libanés en el verano de 2006, y el de Francia y el Reino Unido ante el Estado sirio en 2011-2014, podían hacer pensar que aquel plan había quedado en el olvido. Pero no ha sido así. El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos está tratando de reactivarlo a través de los condottieri (mercenarios de finales de la Edad Media que se alquilaban con el Estado que mejor les pagara) de hoy: los yihadistas.
Ésa es la perspectiva que permite analizar correctamente los acontecimientos de días recientes en Irak. A la hora de explicarlos, la prensa internacional insiste en la ofensiva del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL, también conocido en árabe como Daesh), ofensiva que en realidad sólo es parte de una operación mucho más amplia.
El Ejército irakí, entrenado y armado por Washington, simplemente dejó en manos del EIIL toda la región de Nínive. Pero también abandonó la región de Kirkuk, que rápidamente cayó bajo el control de los peshmergas del Kurdistán irakí. La estructura misma de la cadena de mando irakí facilitó el derrumbe de sus Fuerzas: los oficiales superiores estaban obligados a obtener la anuencia de la oficina del primer ministro antes de realizar cualquier movimiento de tropas, condición que les impedía dar prueba de iniciativa a la vez que los llevó a acomodarse como reyezuelos en las zonas bajo su mando. En tales condiciones, resultaba extremadamente fácil para el Pentágono comprar a ciertos oficiales para que se encargaran de incitar a sus soldados a desertar.
También desertaron los parlamentarios al ser convocados por el primer ministro, impidiendo así que el parlamento votara la proclamación del estado de urgencia… por falta de quorum, lo cual dejó al gobierno sin posibilidades de responder rápidamente ante la grave situación.
Ya sin otra opción para salvar la unidad del país, el primer ministro Nuri al-Maliki recurrió a todos sus posibles aliados. Se dirigió, en primer lugar, al pueblo Irakí en general y, en particular, a la milicia chiíta de su rival Muqtada al-Sadr (el Ejército del al-Mahdi), así como a los Guardianes de la Revolución iraníes (el general Qassem Suleimani, comandante en jefe de la fuerza al-Quds, se encuentra en Bagdad en este momento). Y finalmente recurrió a Estados Unidos pidiéndole que inicie bombardeos aéreos contra las Fuerzas del EIIL.
La prensa occidental está señalando, no sin algo de razón, que la manera de gobernar del primer ministro al-Maliki ha sido a menudo lesiva, tanto para la minoría sunita como para los laicos del Partido Baas ya que se ha mostrado principalmente favorable a los chiítas. Se trata, sin embargo, de un argumento que debe ser relativizado y llevado a sus justas proporciones, ya que, en las recientes elecciones legislativas del 30 de abril, los irakíes acaban de reiterar su respaldo a la coalición de Nuri al-Maliki, que obtuvo un 25 por ciento de los votos, es decir, tres veces más sufragios que el movimiento de Muqtada al-Sadr, mientras que el resto de los votos se diluía al dividirse entre una multitud de pequeños partidos.
La ofensiva del EIIL, por un lado, y la de los peshmergas por el otro, venía preparándose desde hace tiempo.
El EIIL es una milicia tribal sunita a la que se integraron los combatientes de Al-Qaeda en Irak al terminar el mandato de Paul Bremer III y con el traspaso del poder político a los irakíes. El 16 de mayo de 2010, un responsable de Al-Qaeda en Irak, Abu Bakr al-Baghdadi, liberado en circunstancias aún desconocidas, fue nombrado emir. Este personaje se esforzaría posteriormente por poner el EIIL bajo la autoridad de Al-Qaeda.
A inicios de 2012, combatientes del EIIL crearon en Siria el grupo conocido como Jabhat al-Nusra –es decir, Frente de Apoyo al Pueblo del Levante– como rama siria de Al-Qaeda. Durante julio de 2012, Jabhat al-Nusra se desarrolló al calor de la reanudación de la ofensiva franco-británica contra Siria. Pero a finales de 2012, Washington decidió finalmente clasificarlo como “organización terrorista”, a pesar de las protestas del ministro francés de Relaciones Exteriores, quien llegó a declarar públicamente que los “chicos” de al-Nusra “están haciendo un buen trabajo” (sic).
Los éxitos de los yihadistas en Siria, hasta el primer semestre de 2013, modificaron el nivel de atracción que podían ejercer sus diferentes grupos. El proyecto oficial de revolución islamista global promovido por Al-Qaeda comenzó a verse rápidamente como algo utópico, mientras que la creación de un emirato o Estado islámico en algún territorio bajo control yihadista parecía mucho más realista, e incluso al alcance de la mano. Esto último es lo que da lugar a la idea de confiar a los defensores de ese proyecto el rediseño de Irak que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos no lograron concretar cuando invadieron y ocuparon ese país.
El cambio de imagen del EIIL se produjo durante la primavera de 2014, con la liberación de los prisioneros occidentales que ese grupo tenía en su poder (alemanes, británicos, daneses, españoles, estadunidenses, franceses e italianos). Las primeras declaraciones de los liberados confirmaban punto por punto las informaciones de los servicios de inteligencia de Siria: el EIIL estaba bajo la dirección de oficiales estadunidenses, franceses y sauditas. Sin embargo, los prisioneros liberados daban rápidamente marcha atrás y contradecían después sus primeras declaraciones sobre la identidad de los individuos con quienes habían tenido contacto durante su cautiverio.
En ese contexto se produjo la ruptura entre el EIIL y Al-Qaeda, en mayo de 2014. A partir de ese momento, el EIIL adoptó una postura de rivalidad mientras que al-Nusra se mantuvo como rama oficial de Al-Qaeda en Siria. Pero todo eso no fue más que una cuestión de apariencias. En realidad, esos grupos cuentan, desde su creación misma, con el respaldo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) estadunidense, que los utilizó contra los intereses de Rusia (como ha podido verse en Afganistán, Bosnia-Herzegovina, Chechenia, Irak y Siria).
En mayo, habiendo dejado de ser la representación regional de una organización mundial (Al-Qaeda) para convertirse por sí mismo en una organización regional, el EIIL se preparó para desempeñar el papel que desde hace tiempo se le había asignado.
Aunque está encabezado en el terreno por el ya mencionado Abu Bakr al-Baghdadi, el EIIL se halla en realidad bajo la autoridad del príncipe saudita Abdul Rahman al-Faisal, hermano de los príncipes Saud al-Faisal, ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita desde hace 39 años, y Turki al-Faisal, exdirector de los servicios secretos y actual embajador de Arabia Saudita en Washington y Londres.
En mayo pasado, los príncipes al-Faisal compraron una fábrica de armamento en Ucrania. A partir de entonces, importantes cargamentos de armamento pesado han estado llegando por vía aérea a un aeropuerto militar turco. Y desde ahí, el MIT (los servicios secretos de Turquía) ha estado enviando ese armamento al EIIL en trenes especiales. Es prácticamente imposible que semejante cadena logística haya podido montarse sin la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Esas cifras demuestran cuán errados están los estimados occidentales que afirman que el EIIL sólo dispone de 20 mil combatientes en total, entre Siria e Irak. La verdadera cifra es probablemente tres veces más alta, es decir, unos 60 mil combatientes. La diferencia entre ambas cifras corresponde exclusivamente a la cantidad de extranjeros, reclutados en todo el mundo musulmán y muchos de los cuales ni siquiera son árabes. El EIIL se ha convertido, por lo tanto, en el principal ejército privado del mundo y su papel recuerda el de los célebres condottieri del Renacimiento europeo.
Y es probable que el EIIL siga desarrollándose, gracias al botín de guerra que está reuniendo en Irak. En la ciudad de Mosul, el EIIL se apoderó de los fondos del distrito de Nínive, 429 millones de dólares en dinero contante y sonante, suma que le permitiría pagar a todos sus combatientes por espacio de 1 año. También se apoderó de numerosos Humvees (vehículo militar multipropósito de fabricación estadunidense corrientemente utilizado por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos) y de al menos dos helicópteros de combate que incorporó de inmediato a su equipamiento. Como los yihadistas no tienen posibilidades de formar pilotos, la prensa internacional da por sentado que esos helicópteros serán utilizados por exoficiales baasistas formados en tiempos de Sadam Husein, lo cual es altamente improbable en el contexto de guerra entre baasistas laicos y yihadistas que sirve de telón de fondo a la guerra en Siria.
Los partidarios de Arabia Saudita en la región ya estaban a la espera de la ofensiva de los peshmergas y del EIIL. En Líbano, el presidente Michel Sleiman, quien en enero pasado concluía una alocución lanzando un sonoro “¡viva Arabia Saudita!”, en lugar de un “¡viva el Líbano!”, trató por todos los medios de lograr una prórroga de 6 meses de su mandato presidencial –que expiró el 25 de mayo– para estar aún al mando cuando se presentara la actual crisis.
En Estados Unidos el debate público muestra una oposición entre los republicanos –que están exigiendo un redespliegue militar en Irak– y los demócratas –que denuncian la grave inestabilidad suscitada por la intervención militar de George W Bush contra Sadam Husein–. Toda esa batalla oratoria permite ocultar el hecho que los actuales acontecimientos responden a los intereses estratégicos del Estado Mayor estadunidense y que este último está además directamente implicado en ellos.
Es también muy posible que Washington no haya jugado limpio con Ankara (capital turca), ya que el EIIL parece haber tratado de apoderarse de la tumba de Solimán Schah, en el distrito sirio de Raqqa. Ese santuario es propiedad de Turquía, que incluso dispone de una pequeña guarnición en el lugar, en virtud de la cláusula de extraterritorialidad incluida en el Tratado de Ankara, impuesto por los colonizadores franceses en 1921. Pero tampoco sería imposible que esa supuesta acción del EIIL haya sido en realidad una provocación orquestada por Turquía, cuyo gobierno ya había estudiado en otro momento esa variante para utilizarla como justificación de una intervención abierta del Ejército turco en Siria.
Más grave resulta el hecho que, durante la toma de Mosul, el EIIL tomó prisioneros a 15 diplomáticos turcos con sus familias y a 20 miembros de las fuerzas especiales turcas en el consulado de Turquía, lo cual provocó la cólera de Ankara. El EIIL arrestó, además, a varios choferes turcos de transportes pesados, quienes fueron posteriormente liberados. Resultado: después de haber garantizado la logística de la ofensiva del EIIL, Turquía se siente traicionada y no se sabe –al menos por el momento– si esa traición es cosa de Washington, de Riad, de París o de Tel Aviv. Esa situación recuerda lo sucedido el 4 de julio de 2003, cuando el ejército estadunidense arrestó a 11 miembros de las Fuerzas Especiales turcas en Sulaimaniyeh (Irak), incidente popularizado por el filme turco El valle de los lobos. Aquel episodio dio lugar a la crisis más importante de los últimos 60 años entre Turquía y Estados Unidos.
En este caso, la hipótesis más probable es que Ankara no tenía previsto participar en una ofensiva tan amplia y que fue sólo con la operación ya en marcha que descubrió que el objetivo de Washington era la creación del Kurdistán. Lo cual probablemente no entraba en los planes de Ankara ya que –según el mapa publicado en 2006 por el Pentágono– el Kurdistán incluiría una porción de territorio turco. En efecto, las “amputaciones” previstas en el plan estadunidense no sólo son para los enemigos de Washington. También afectan a los “amigos” y todo ello parece indicar que el arresto en Mosul de los diplomáticos turcos y de los miembros de las Fuerzas Especiales de Turquía tuvo como objetivo impedir que Ankara tratara de sabotear la operación.
Al llegar a Ankara, proveniente de Amman, la representante especial de Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Samantha Power, condenó hipócritamente las acciones del EIIL. La presencia en Oriente Medio de esta ardiente promotora del intervencionismo moral de Washington hace pensar que se ha previsto algún tipo de reacción de Estados Unidos en ese escenario.
Irán anunció por su parte que está dispuesto a ayudar a salvar el gobierno del chiíta al-Maliki con el envío de armas y consejeros militares, pero sin implicar combatientes. Un posible derrocamiento del Estado irakí favorecería a Arabia Saudita, gran rival regional de Teherán, en momentos en que el príncipe saudita Saud al-Faisal –hermano del verdadero patrón del EIIL– acaba de invitarlo a negociar.
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