Semana

1940: La sucesión presidencial: Cárdenas y Múgica

Publicado por
Pablo Moctezuma Barragán

Al finalizar el sexenio 1934-40, la reacción se empeñaba en frenar y echar atrás las reformas de Cárdenas que afectaban a los poderosos. En 1938, cuando se acercaba la sucesión presidencial, comenzaron a organizarse los hacendados, los excallistas, agentes de las compañías extranjeras expropiadas, empresarios del norte y centro, la clase media conservadora y la burocracia política inconforme para impedir que en el relevo presidencial triunfara la línea del presidente Cárdenas

En particular, querían parar a toda costa la posibilidad de que Francisco Múgica, quien era el precandidato más identificado con Cárdenas, llegara a sucederlo en la Presidencia. También la oposición en contra de él era muy fuerte al interior del aparato estatal. A fines de 1938 Emilio Portes Gil tomó la iniciativa de formar un bloque de gobernadores que apoyaban a Manuel Ávila Camacho, secretario de la Defensa Nacional y de talante muy moderado.

Se destacó en este grupo Miguel Alemán Valdéz, gobernador de Veracruz, y los gobernadores del Estado de México y de Tamaulipas. El pacto de gobernadores tomó cuerpo el 16 de noviembre de 1938 en Agua Azul, Puebla, bajo los auspicios de Maximino Ávila Camacho (Garrido, 1986). También se organizó la fracción mayoritaria del senado para apoyar a Ávila Camacho.

El general Francisco Múgica tenía al principio la simpatía de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y de la Confederación Nacional Campesina (CNC), de la intelectualidad revolucionaria, así como de un sector de la burocracia política y contaba con simpatía secreta del presidente Cárdenas. Todos éstos, a través de declaraciones, quisieron frenar los ímpetus de los “impacientes” y las “agitaciones prematuras” de los que impulsaban al general Manuel Ávila Camacho.

En enero de 1939 se comenzó a definir la correlación de fuerzas cuando la CNC, influida por Graciano Sánchez, se lanza a apoyar implícitamente a Ávila Camacho y, por otro lado, Cárdenas –hecho inédito– declara abiertamente su neutralidad. La balanza comienza a inclinarse. El 22 de febrero acaeció un hecho muy significativo y que sorprendió a muchos: la CTM, dirigida por Vicente Lombardo Toledano, apoya a Ávila Camacho. La candidatura de Múgica se tambaleaba y sólo podía prosperar con una enérgica acción de sus partidarios entre organizaciones obreras, campesinas, de intelectuales, mujeres, etcétera.

Durante unos meses Múgica se esforzó por cambiar la correlación de fuerzas. Al principio de su campaña había declarado que era “necesario hacer un esfuerzo y pugnar dentro de sus propias filas para corregir al PRM [Partido de la Revolución Mexicana]” (Garrido, 1986), pero no llegó hasta el final, siendo realista y viendo todo perdido, aun antes de tener resultados renunció a su candidatura. En julio Múgica se retira y en noviembre es postulado oficialmente el general Manuel Ávila Camacho.

Junto con la candidatura de Ávila Camacho, se  aprueba el segundo Plan Sexenal (1940-1946). La existencia de este plan fue utilizada por los enemigos del régimen cardenista para calificar a éste de “totalitario”.

Fuera del PRM, la oposición se organizaba. Tomó fuerza la candidatura del conservador general Juan Andrew Almazán, quien se lanza como candidato en julio de 1939, sin especificar por cuál partido buscaría la Presidencia. En agosto comienza la campaña con mucho éxito, pues logró reunir en un mitin en la capital a 250 mil personas. Ese día Almazán llegó al Monumento de la Revolución montado en un corcel blanco (el mismo que anunciaba el whiskey White Horse) (Garrido, 1986), por lo que fue acusado por la prensa de sentirse el “Francisco Franco criollo”.

¿Quién era Almazán? Juan Andrew Almazán había colaborado con Victoriano Huerta y Félix Díaz, y luego traicionó a Emiliano Zapata al impedir que le llegara armamento de Guerrero cuando más lo necesitaba. Además se distinguió como represor de obreros, siendo jefe de la Zona Militar en Nuevo León, donde en Monterrey, en mayo de 1932, reprimió a balazos a los trabajadores de la empresa American Smeltin Refinery Company (ASARCO), atacando a los huelguistas y también a sus familiares y personas solidarias. Un almazanista activo, Jorge Prieto Laurens, que formó el Partido Social Demócrata para apoyar la campaña, daría su testimonio años más tarde en estos términos: Cuando Almazán se lanzó o lo lanzaron los ricos de Monterrey –porque allá se lanzó su candidatura–, los ricos de Monterrey pagaron una edición especial de 140 páginas en El Porvenir, periódico diario de Monterrey, con nombres y adhesiones de todo el mundo de Monterrey, de Tamaulipas, de Chihuahua y de todos los demás estados del norte.

FOTO: INAH

Así se inició la campaña almazanista. Lanzó él “bonos almazanistas” para la campaña; él no sacó un centavo de su bolsa, todo se lo dieron las gentes que simpatizaban con él, los ricos y los pobres, todo mundo contribuyó, hubo aportes insignificantes por la cantidad, pero de muy buena voluntad, de muy buena fe, de gente pobre; pero también de la clase media, y los ricos sobre todo, contribuyeron para la candidatura de Almazán. Eso me chocaba a mí grandemente, porque se veía que era la casta de los ricos  los que trataban de controlar y él estaba muy ligado a ellos, estaba ligado por sus negocios, tenía grandes empresas y negocios, constructoras y hoteles, y cosas de ésas, que lo ligaban forzosamente a la gente rica. (Prieto, 1987: 480).

Por cierto, Jorge Prieto Laurens narra que el japonés Kiso Tsuru, agente del Imperio japonés aliado a los fascistas alemanes e italianos, le donó 100 mil pesos a Almazán para su campaña, dándole  para tal efecto un cheque a Prieto para no comprometer directamente a Almazán (Prieto, 1987: 480).

Para presionar a Cárdenas desde la lucha electoral, el Grupo Monterrey y Manuel Gómez Morín –del Partido Acción Nacional (PAN)– comenzaron a apoyar a Almazán. Como ya hemos mencionado, Eugenio Garza Sada y Manuel Gómez Morín estaban muy ligados por intereses comunes. “Al reorganizarse el Banco de Londres y México, los dos productos principales de acciones que se suscriben en la asamblea del 29 de julio de 1934, quedan en manos del fundador del PAN el abogado Manuel Gómez Morín”. (Calderón Vega, 1990), y la cervecería Cuauhtémoc, cuyo principal accionista fue Eugenio Garza Sada, y en la cual también tuvo acciones Gómez Morín. Al Grupo Monterrey, en un primer momento, le interesó apoyar a Almazán, pero después lo abandonaron, como veremos, y en esta decisión pudo haber influido Gómez Morín.

A pesar de los antecedentes y del apoyo que tenía de los grupos económicos más poderosos, Almazán tuvo apoyos, incluso de la clase obrera, y es que había coraje contra los nuevos líderes de la CTM por sus métodos. En los sindicatos había descontento por las imposiciones de Vicente Lombardo Toledano y Fidel Velázquez, lo que causó graves divisiones entre las organizaciones obreras. En 1937 se salieron de la CTM el Sindicato Mexicano de Electricistas y el Sindicato Minero.

Por otra parte, los ferrocarrileros estaban resentidos con Cárdenas porque les declaró una huelga inexistente en 1936. Esta fue una base para Almazán. A mediados de abril varios centenares de ferrocarrileros constituyeron el Partido Central Ferrocarrilero, pro Andrew Almazán. También se constituyó el Partido Minero Almazanista, el Frente de Tranviarios pro Almazán y el Comité Unificador de Trabajadores de la Industria Eléctrica pro Almazán. En marzo de 1939 la FROC de Puebla, de obreros textiles, se pronunció a favor de Almazán, lo hicieron también los obreros de General Motors y el Frente Nacional Revolucionario de Trabajadores del Estado pro Almazanista; un grupo de maestros y el STERM.

Una de las demandas de los trabajadores era la independencia de los sindicatos y la lucha contra los líderes corruptos. Los sectores patronales habían sabido manejar muy hábilmente el resentimiento en contra de los líderes, para ganar las bases obreras a su lado. También Morones, líder de la CROM, con los restos de su Partido Laboral Mexicano apoyó a Almazán, buscando salir del ostracismo político en el que se encontraba. Incluso, el célebre Diego Rivera, en uno de los bandazos que daba con frecuencia, pasó de apoyar a Francisco Múgica a convertirse en Jefe de Propaganda de Almazán (Siqueiros, 1977).

El 8 de diciembre de 1938, el general Pérez Treviño, expresidente del Partido Nacional Revolucionario (PNR), gente muy cercana a Calles, latifundista coahuilense quien había sido el principal contendiente de Lázaro Cárdenas por la candidatura presidencial del PNR en 1933, dio a conocer un manifiesto de condena de la política económica y social del gobierno cardenista y llamaba a formar el Partido Revolucionario Mexicano Anticomunista, este partido luego sería conocido como PRAC. En marzo siguiente, el general Joaquín Amaro se unió al PRAC, tras publicar un manifiesto condenando las expropiaciones cardenistas y llamando a salvar a la república del caos.

La llegada a México de los exiliados de la guerra civil española, que generosamente Cárdenas asiló, fue el pretexto para desatar una fuerte campaña anticardenista. Protestaron el PSD de Prieto Laurens, la Unión Nacional Sinarquista, la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio e Industria y el Frente Constitucional Democrático Mexicano. La ayuda solidaria y desinteresada a los derrotados defensores de la República era repudiada por los profascistas.

Varias organizaciones de corte derechista se agruparon para apoyar a Juan Sánchez Almazán en el Comité Revolucionario de Reconstrucción Nacional (CRRN) dirigidos por Emilio Madero, ligado al Grupo Monterrey. También el PRAC encabezó una coalición que incluía al PSD, Vanguardia Nacionalista Mexicana y el Partido Nacionalista, pero para apoyar a Joaquín Amaro a quien postularon el 14 de julio como su candidato oficial (Garrido,

1986).

José Vasconcelos regresó al país en 1939, acogiéndose a la amnistía cardenista y en declaraciones a la prensa el 24 de agosto de 1939 criticó a Almazán por su pasado de colaboración con el usurpador Victoriano Huerta. Ya por estas épocas, Vasconcelos se había vuelto abiertamente fascista y en su revista Timón defendía con energía a Hitler y a Mussolini.

Sin embargo, haría una labor de convencimiento muy consistente en contra de Almazán, pues decía que no había que suplantar a un general por otro general; en realidad Vasconcelos le había tomado mucho rencor a Almazán, puesto que había estado en el gabinete de Pascual Ortiz Rubio en el momento en que el gobierno reprimía violentamente a los vasconcelistas. Así, a la postre, Vasconcelos terminaría por apoyar a Ávila Camacho.

Dentro de los almazanistas había distintas posiciones en cuanto a los métodos para acceder al poder: mientras que el Grupo Monterrey predicaba la no violencia, la Vanguardia Nacionalista de corte fascista y la Unión Nacional Sinarquista, con gran pragmatismo, hacen un pacto con Ávila Camacho y se declaran neutrales en febrero de 1939.

También entre las mujeres tomó mucha fuerza la candidatura de Almazán. El 2 de abril de 1939, Cárdenas había promovido enérgicamente los derechos de la mujer, había insistido en este tema en varias ocasiones, entre otras en su Quinto Informe de Gobierno, y envió una iniciativa para su aprobación al Congreso de la Unión para reformar el artículo 34 de la Constitución que quedó congelada ante el temor de los dirigentes del PRM, en particular el de los líderes de la CTM, de que el voto femenino favoreciera al general Almazán. Para salir del paso, incluyeron este punto en el segundo Plan Sexenal y lo pospusieron. Mientras que por su lado Almazán prometía a las mujeres el derecho al voto y las llamaba a movilizarse contra el cardenismo al que calificaba de “comunista” y por la defensa de la familia y la libertad de enseñanza. El apoyo de grupos de mujeres a Almazán se sostuvo con entusiasmo hasta el día de las elecciones.

Para neutralizar uno de los apoyos fundamentales del almazanismo, Ávila Camacho pronunció un discurso a principios de septiembre en Monterrey en el que afirmó que “Monterrey, era la ciudad industrial por excelencia, pues además de proveer al país con innumerables productos era ejemplo de laboriosidad y eficiencia que enorgullecía a los hombres que sueñan y planean la prosperidad y la grandeza de México, y que lo que el genio mexicano había logrado en esa ciudad debía repetirse en toda la extensión del país”.

A partir de ese momento, la actitud del grupo industrial más influyente y poderoso, no sólo de Monterrey sino del país entero, varió. El grupo Cervecería Vidriera cortó sus nexos políticos con el almazanismo para acogerse a la alternativa ponderada y tranquilizadora, “destructora” de la burocracia política. (Garrido, 1986). Al cambio de actitud del Grupo Monterrey también ayudó la disposición del general Cárdenas de eximir de impuestos durante 5 años a las nuevas industrias.

Bibliografía:

Calderón Vega, Luis (1990); Así nació Acción Nacional. EFESA, México.

Garrido, Luis Javier (1986), El Partido de la Revolución Institucional. La formación del nuevo Estado en México (1938-1945). SEP-Siglo XXI, México. 493 pp.

Prieto, Luis, et al (1987), Un México a través de los Prieto. Centro de Estudios de la Revolución Mexicana. Jiquilpan de Juárez Michoacán. 699 pp.

Pablo Moctezuma Barragán/Primera parte

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