México está en proceso de liberación, señala con convicción el escritor, historiador y literato Paco Ignacio Taibo II. Desde la dirección general del Fondo de Cultura Económica (FCE), le toca librar la batalla de las ideas; apenas, ataja, una trinchera. Con la colección “21 para el 21” no sólo busca celebrar los 200 años de la consumación de la Independencia, sino poner a leer al país, sobre todo a los ejidos, las rancherías, las comunidades indígenas, la barriadas, las colonias populares, las escuelas rurales, incluso, a las tropas de las Fuerzas Armadas.
Sin solemnidades de ningún tipo, Francisco Ignacio Taibo Mahojo (Gijón, Asturias, 11 de enero de 1949) advierte que se trata del mayor esfuerzo en su tipo jamás realizado en América Latina: una colección de 21 títulos con 2 millones 100 mil ejemplares a entregarse “en las manos adecuadas”, en todos los rincones de las 32 entidades federativas de la República Mexicana. La impresión implicó una inversión de 45 millones de pesos que financió el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado.
Al menos un ejemplar recibirán todos los becarios de las universidades del país, dice. También llegarán a grupos del magisterio, voluntarios de fomento a la lectura, casas de cultura, bibliotecas de escuelas, universidades interculturales, Universidades Benito Juárez, activistas. Y también a los médicos, enfermeras y demás personal de salud de los hospitales y clínicas Covid “que tanto han hecho por nosotros”… Que los libros “lleguen y rolen”.
Autor de más de 50 obras de literatura (novelas, cuentos, crónicas), historia, ensayos, guiones de cine, se emociona (“me froto las manos hasta sacar chispas”) al advertir el impacto de la colección y sus millones de ejemplares entre la población.
Militante de izquierda siempre, premiado en 14 ocasiones por sus obras literarias e históricas, Paco Ignacio Taibo II señala que hoy el país vive una época álgida, de debate, de confrontación de ideas porque la transformación que se pretende genera encono y hoy muchos se están “desenmascarando”. “Está saliendo a flote toda esta basura del pasado y la gente está mejor informada”.
Desde que tenía 10 años de edad vive en México y obtuvo la naturalización en 1984. Conoce el país y sus luchas no sólo desde los libros y la academia, sino desde el terreno. Le gusta empolvarse las botas, platicar con los pobladores de los lugares que visita, comer en los puestos y fondas locales y perderse entre la gente. Abiertamente señala que en el actual gobierno y movimiento de transformación hay “batallas internas”. Más aún, personajes ineptos y derechistas que ellos mismos, morenistas, llevaron al poder.
“Heredamos un aparato burocrático altamente ineficiente, tonto, que favorecía la corrupción… y cuesta un demonio liberarnos del enemigo interno.”
No hay desencanto ni derrotismo. Por el contrario, saca el pecho; asume el desafío. La lucha es hacia afuera pero también hacia dentro. “Yo tengo más de 70 años [72]. Toda mi vida peleé por los pobres. ¿Ahora me voy a rajar?”, se reta. Tiene la convicción de que se está construyendo un poder popular que hará frente a sus enemigos, doquiera que se encuentren.
—¿Cómo se diseña esta colección “21 para el 21”, pensada para que sea leída en las normales rurales, los pueblos, las comunidades indígenas y las colonias populares?
—La idea era hacer una gran campaña de fomento a la lectura. Y los motores de una campaña de fomento a la lectura son los libros.
Señala que todo el proyecto debió superar problemas de concepto, diseño, organización, permisos contractuales y distribución. “Llevamos meses trabajando en toda esta estructura”. asegura. Explica que “el problema no es hacer la operación más grande que se haya hecho en América Latina de fomento a la lectura y libros de regalo”, sino determinar a quién va a llegar ese libro: “A quién se lo das. ¿A alguien que lo va a guardar, pero nunca lo va a abrir? ¿A alguien que va a intentar venderlo?” A este respecto, señala que los libros no podrán ser vendidos por nadie porque cada ejemplar lleva la leyenda. “Estos libros no son para vender”. Sí, los libros podrán ser regalados y podrían pasar de mano en mano. En ese caso, el efecto de un solo ejemplar “va a volverse multiplicador”.
—¿Quiénes intervinieron en la integración de las obras para la colección?
—Trabajó todo el equipo editorial del Fondo [de Cultura Económica]; trabajamos con Jesús Ramírez Cuevas [coordinador general de Comunicación Social y vocero del Gobierno de la República], y con la Presidencia [de la República]. Estuvimos conversando los títulos. Se trataba de una colección que fuera de [los periodos de] Independencia, Reforma, Revolución y un poco después de la Revolución.
—¿El presidente opinó?
—Sí, señor; más de una vez, que yo recuerde, y tuvimos diferencias.
Explica que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, también es un gran lector y finalmente los acuerdos se solventaron con el diálogo.
Una vez que se decidieron los títulos de la colección, el FCE gestionó los derechos de las obras que no estaban en su poder. Hicieron los trámites respectivos con los herederos de los escritores. Se les ofreció una retribución económica y, términos generales, encontraron “una recepción maravillosa”, pues les agradó la idea de que las obras fueran parte de un esfuerzo que llegará a todo México.
Más que esperar dinero, “hubo herederos de un autor que decían: ‘Mi padre hubiera pagado por que esto pasara’ y ‘No quiero que me manden el dinero’. Y luego encontramos otros que dijeron que no. Y mi sorpresa: ‘¿Oigan, no quieren participar en una promoción de este tipo que realza la figura del personaje del que se es heredero?’ Algunos aceptaron, pero de repente intervino una agencia literaria y lo que pidió fue lana de por medio”.
—¿Qué herederos con sus agencias no aceparon?
—No lo quiero decir por una razón: sería muy injusto echar el muerto sobre las espaldas de alguien; la heredera dijo “ya”, y fue una agencia literaria la que se involucró en el trato, o una editorial, y dijeron que no. Recuerdo que hubo dos o tres casos nada más y sacamos esos posibles títulos [de 21 para el 21].
“La colección se fue armando conforme íbamos consiguiendo derechos y permisos y haciendo balances: ‘Aquí necesitamos a una autora que cuente el México de los 40 en literatura’, ‘Aquí necesitamos un libro bueno sobre la Reforma’… Y, entonces, el equipo editorial del Fondo, en coordinación con la Presidencia, fuimos creando la lista y luego consultamos, por ejemplo, a una sala de ceceacheros [estudiantes de bachillerato del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM]: ‘¿A ustedes les interesaría un libro como el de Apocalipstick de Monsiváis?’. Pero al mismo tiempo preguntamos en una comunidad indígena, donde tenemos una sala de lectura formada fundamentalmente por campesinos, sobre la Antología de Poesía del siglo XIX. Hicimos sondeos, preguntamos, conversamos con cientos de personas y de ahí salió la lista definitiva.”
—Pero tenían un hilo conductor. No escogieron cualquier libro de cada periodo… ¿Cuál es el mensaje en su conjunto?
—Unos libros para un país que está en proceso de liberación. Yo tenía unos libros en la cabeza y decía: “Esta colección no puede dejar de publicar algunas cosas”. Por ejemplo, [Mariano] Azuela: Los de abajo. O libros en los que necesitamos una buena antología de Guillermo Prieto: necesitamos hacer una antología de sus mejores crónicas, de amor, costumbres y guerra.
Ya con la lista definitiva. Lo que vine, señala, es la locura, con un programa tan ambicioso de repartir adecuadamente millones de libros. Presidencia de manera directa entregará los ejemplares a los mandos de las Fuerzas Armadas: “capitanes para arriba, porque la idea es no sólo capacitarnos técnicamente, en derechos humanos y en las batallas del día a día contra el crimen organizado; también es darles un fomento cultural que les dé solidez. Y para mí, la idea fundamental: ellos se van a hacer cargo de esta distribución enorme”.
Otro sector será el de los becarios. Para ello, explica Paco Ignacio Taibo II, se tiene un acuerdo con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Se le entregarán miles de colecciones completas para todas las bibliotecas que hay en el país y para que cada becario escoja un título.
“Vale, y empezamos a sumar, y luego es una red que hay que ponerla en operación. O sea, tenemos que entregar a primeros que, a su vez, distribuyan a segundos que, a su vez, distribuyan a terceros hasta llegar a ciudadanos concretos. Y nos quedaba un vacío que era terrible, peligrosísimo”. Se refiere a los miles de “ciudadanos sueltos” a lo largo del país que no están organizados en estas estructuras o en redes, movimientos sociales, no son maestros normalistas, jubilados, pero que son lectores. Cómo llegar a ellos.
“Dirán: ‘Yo quiero uno’, Y por qué no. Entonces destinamos un porcentaje muy grande a ellos. No son colecciones completas, imposible, pero sí algún ejemplar. Y arrancamos ya el método, que es: los que usan los teléfonos rojos en los programas del Fondo de Cultura, Desde el Fondo, son acreedores a un ejemplar. Nada más tienen que pedirlo por WhatsApp. Les mandamos un contramensaje y con ese pueden recogerlo en la librería más cercana que tengan de las 115 librerías que tenemos Fondo y Educal en todo el país. El otro mecanismo era visitando estas librerías.”
—¿Será suficiente? ¿Hay confianza en que se distribuirán adecuadamente?
—¿Qué va a pasar? No lo sé. Francamente no lo sé. Ponemos en marcha el elefante, le quitamos lo reumático a patadas y empezamos a movernos a lo largo de todo el país. Llegaron demandas interesantísimas: una pequeña librería, una pequeña biblioteca, una comunidad en Guatemala… Les anotamos, a ver cuántos les podemos mandar. Existe un trabajo de minucia que nos va a tomar septiembre y octubre, donde empiezan los grandes planes de fomento a la lectura en la Ciudad de México; en Michoacán; en la zona de Veracruz centro; en Tonalá, Chiapas; en Pochutla en Oaxaca. En esas operaciones de fomento a la lectura llegamos con los libros, llegamos con conferencias y llegamos con libros del 21 para el 21.
—Este esfuerzo por llevar libros a todo el país y fomentar la lectura de manera masiva recuerda a las campañas de alfabetización del cardenismo; pero llama la atención que ahora se busca que también los integrantes de las Fuerzas Armadas, la tropa, lean estos libros. ¿Cómo surgió esta idea y qué busca?
—Hay una conversación con Presidencia, en la que los argumentos eran: “Yo creo que tenemos que darles bagaje cultural a los mandos medios de la milicia, del Ejército, de la Marina y a mí me parece una idea en la que yo estaba absolutamente de acuerdo de entrada, así como la idea de Andrés fue: “Hay que hacérselo llegar a maestros jubilados normalistas”. Me parece una idea genial porque son grandes promotores de la lectura, y va al unísono con los clubes de lectura que estamos formando en las normales. Yo calculo que para fin de año tendremos 10 mil clubes y salas de lectura funcionando en el país.
—Por qué fomentar la lectura entre las Fuerzas Armadas. En específico, entre la tropa. Siempre se ha pensado que sus integrantes están adiestrados para actuar, no tanto para pensar: acatar las órdenes que se les dan. Dice que esta colección es para un país en proceso de liberación, ¿en la liberación también se educan a las tropas?
—He tenido relaciones a lo largo de estos años con policías, con soldados y, generalmente, me han tocado aquellos que leen y los hay. He tenido conversaciones con uno de los capitanes qué más sabe sobre el Villismo… después de mí, pero nos damos un tiro –acota–. En términos informativos, hay que hacerle llegar a este capitán esta colección. A mí me parece importante.
—No hay una transformación en el país que no esté acompañada también de su discurso cultural. ¿La colección 21 para el 21, y el programa de distribución de los libros para generar una lectura masiva de las obras, es ya un eje articulador de la propuesta cultural de la 4T?
—Sería excesivo pensar que somos un eje articulador. Más bien, habría que pensarlo como una experiencia en la que tenemos que recoger resultados en 5 meses y valorar. Si va a producir, como va a producir, centenares de nuevas salas de lectura, clubes de lectura, bibliotecas activas en escuelas que estaban inactivas, yo me froto las manos hasta que salgan chispas. Y la crítica está bien. Alguien me decía: “No me gusta la colección”. Pues muy tu gusto, tienes dinero, puedes ir a una librería, haz tu propia colección. No lo tienes, pues los que te gusten. Pero la crítica con mala fe ya empezó.
—¿Qué críticas has recibido por este programa de fomento a la lectura? ¿Son un problema?
—Un personaje dijo: “Los libros no hay que regalarlos porque le quitas su valor al libro”. ¿Será baboso este personaje, será neoliberal, individualista y esté tonto a este grado? No entiende que el valor del libro no es el valor del neoliberalismo y el dinero. Un libro en las manos indicadas que no podían comprarlo por razones económicas, que no tenían acceso, que les llega como un regalo, tiene un factor detonante. A ellos que les llegará el libro sabrán que los tomamos en cuenta y les proponemos que lean. Volverlo un problema mercantil es, verdaderamente, ser muy tonto o muy reaccionario para pensar así. Esas han sido dos o tres críticas nada más. Y luego algunos bots que contraatacaron, pero a estos cuates les vale madres lo que les propongas. Están para hacer fake news, pensamientos negativos. Es una lata. Me preguntaba un comunicador: “¿Qué haces con los bots?” Y le digo: “Que tiren pedradas, jugamos ping-pong; ni cosquillas nos va a hacer la crítica negativa”. Lo que me preocupaba eran los problemas reales: ¿Cómo llego a una parte del aparato de salud, a los que hay que premiar por lo que han hecho por nosotros? Y no tengo respuesta todavía, ni tengo el número de libros que podremos entregar a enfermeras, doctores de los centros Covid. Tengo que tener una conversación esta semana para armar esa red, me parece moralmente obligatoria.
—Faltan 3 años y las críticas van a seguir. No sólo para ti, sino al proyecto del que eres parte, la llamada “Cuarta Transformación”. La derecha está muy activa opinando, augurando un desastre para fin de sexenio…
—…No soy analista –ataja entre risas–. Yo tenía una bola para ver el futuro. Me fui a jugar boliche con ella y valió madre. Lo que sé es que las contradicciones que en nuestra sociedad existieron y existen están saliendo a flote. Están saliendo las explicaciones de por qué esta empresa trasnacional corrompe diputados. Está saliendo a flote el transita de segunda que vendía vales de gasolina en su trabajo, que tenía un cargo menor. Además, está saliendo a flote el cómplice, el periodista que acepta chayote [embute] y que aceptó chayote toda su vida y que hoy está desenmascarado: por más que grite que representa la libertad de expresión, no se lo cree ni su mamá. Está saliendo a flote toda esta basura del pasado y la gente está mejor informada. Y tiene que pasear para discutirla. La batalla no va a ser fácil, las contradicciones externas son muy potentes y las internas no son menores.
—¿Hay batallas internas?
—Cuando Andrés [Manuel López Obrador] dice que peleamos con un elefante reumático, que es el aparato del Estado, se fue corto: es reumático, tonto, incapaz… y muchos de ellos los llevamos nosotros al poder. No te quiero contar mis batallas diarias contra la burocracia, el aparato del Estado.
—Cuéntame.
—No tiene caso. Pero hay que liberarlas todos los días para decirles cosas muy sencillas como: “Estamos aquí para servir al pueblo, no para servir al formulario F4632. Yo les digo: “No conozco ninguna norma, la que yo conozco es una cuentacuentos que trabaja gratis en Xochimilco contando cuentos a los niños, es a la única Norma a la que le tengo respeto. Heredamos un aparato burocrático altamente ineficiente, tonto, que favorecía la corrupción y cuesta un demonio liberarnos del enemigo interno.
—Pero no te das por vencido, o no abandonas la batalla, o dices “No se puede, nomás”. Sigues creyendo en que está en marcha una transformación. ¿O dudas?
—¡Nomás eso faltaba! Cada vez que alguien dice: “No se puede”, le digo: “Veras”…
—Pero a pesar del enemigo interno, ¿es la 4T algo que vale la pena y por lo que hay que luchar?
—Esa es mi posición y hay que seguir empujando. Y hay que seguir sorteando con la agravante de que, además, tenemos una situación económica debido a [la pandemia de] Covid muy difícil de sortear. Todo es más difícil: enemigos externos, Covid y crisis económica, y contradicciones internas. Bueno, ¿quién dijo que el paraíso era fácil? ¿Que vas a hacer? Yo tengo más de 70 años, toda mi vida peleé por los pobres. ¿Ahora me voy a rajar y voy a aceptar un viaje a Miami con gastos pagados? No hay cañonazo de Obregón que te alcance, si tu vida te ha hecho de cierta manera. Te digo, ante las pedradas vamos a jugar ping-pong con ellas y a mí me encanta. Cada vez que encuentro una crítica de estas de que el Fondo va a quedar destruido dentro de unos años… me tiro de risa. ¿Quién es el que lo dice? Uno que tiene 27 seguidores en Twitter pero que, además, quería ser director del Fondo bajo un régimen priísta. No me merece ningún respeto, ni le voy a dar vuelo, nomás me voy a reír de él cuando lo vea.
—¿Y el enemigo externo: la derecha y la ultraderecha? Ahí andan sus personajes interponiendo demandas, bloqueando leyes, lanzando guerras económicas y financieras. Y también algo más que cae en tu terreno, el de las ideas y la cultura: desde universidades públicas y privadas tienen un muy ensayado discurso a favor del individualismo, del neoliberalismo, del pragmatismo sin ideales. Además, tienen los medios y los recursos para difundirlo ampliamente.
—El Che [Ernesto Guevara] lo decía: “Compadre, las ideas se combaten con ideas”. Ahí la llevamos. Vamos a ver si es cierto que el poder popular que se está construyendo de abajo hacia arriba, la voz de los ciudadanos, la reflexión sobre lo que está pasando, gana esta pelea.
Para Taibo es la oportunidad de que el pueblo gane “a los grandes empresarios, los que fueron los beneficiarios de la vieja estructura del capitalismo salvaje en México y se volvieron cómplices de ese capitalismo salvaje; y que no hubo generosidad en ellos para pensar en la nación primero”.
Colección 21 para el 21
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